Por Irina Hauser
El testigo C, un
hombre que dijo que Irán depositó 10 millones de dólares
en una cuenta suiza a pedido de Carlos Menem a cambio de despegar a ese
país del atentado a la AMIA, está dispuesto a venir a ampliar
su declaración a la Argentina, siempre y cuando le paguen el pasaje
y la estadía. Así se lo hizo saber a los fiscales que investigan
el ataque terrorista. Se trata de un disidente, ex funcionario del servicio
secreto iraní que luego pasó a trabajar para la inteligencia
alemana. El juez Juan José Galeano ha mostrado dudas en citarlo.
El delegado de la policía alemana en Argentina se comunicó
con el testigo C ante gestiones de los fiscales Eamon Mullen,
José Barbaccia y Alberto Nisman. El hombre dijo que no tenía
problema en ser interrogado nuevamente e informó que el gobierno
alemán ya no le presta protección diplomática, como
lo hizo en los últimos cinco años. La semana pasada la fiscalía
le pidió a Galeano que lo convoque.
Hasta ahora el iraní brindó testimonio bajo identidad reservada
dos veces. La primera, en Alemania en 1998, aseguró que la voladura
de la AMIA fue decidida en una reunión del Consejo de Seguridad
de Teherán y señaló al ex agregado cultural iraní,
Moshen Rabbani, como un organizador clave en Argentina. Estos datos alimentaron
el entusiasmo de Galeano en relación a la pista iraní.
La segunda vez que el testigo C habló, el año
pasado en México donde dijo llamarse Abolghasem Mesbahi,
contó que Menem mandó a Irán, después del
atentado, a un emisario de la Presidencia. Lo describió como un
cincuentón, con barba y tez trigueña que iba a informar
sobre todo lo que la justicia argentina había encontrado.
Contó, además, la historia de los 10 millones de dólares
que, puntualizó, habían sido depositados en el Banco de
Luxemburgo de Ginebra en una cuenta señalada por Menem. Galeano,
esta vez, puso en duda la credibilidad del relato. La versión del
testigo C fue guardada celosamente por el juzgado, aunque
accedió a ella la Unidad Especial de Investigaciones del atentado
a la AMIA que funciona en Justicia. Su ex coordinadora, Nilda Garré,
se cansó de pedirle a Galeano que convocara al iraní a ampliar
sus dichos. Después los fiscales la acusaron de ventilar datos
de las declaraciones de ese testigo, y terminó desplazada.
Galeano ya tiene el número de teléfono del iraní
y convidarlo a un paseo por aquí. El tribunal 3, que sustancia
el juicio oral, también fue notificado sobre la voluntad del sujeto
de declarar. A Galeano no le resulta atractivo: hasta ahora C
fue interrogado por los fiscales y por la querella DAIA-AMIA, con quienes
el juez tiene buena relación, pero una audiencia en Argentina lo
pondría ante un interrogatorio más difícil, con intervención
de más abogados.
Días atrás el magistrado dejó entrever su reticencia
en una nota que envió a la Unidad de Investigación en la
que decía que está dispuesto a citar al iraní, pero
que eso estaría supeditado a que ese organismo le explique la importancia
de hacerlo. Por lo pronto las excusas por la demora dicen que Galeano
está tramitando medidas vinculadas a él y armando un álbum
de fotos de ex funcionarios barbudos para mostrarle al iraní. Los
fiscales dicen que el testimonio de C puede ser importante
para la resolución que está terminando de armar el magistrado
en la que pediría antes de fin de año la captura de Rabbani,
responsabilizándolo como coautor del atentado. Con esa decisión
le daría un marco casi definitivo a la conexión internacional.
La realidad es que con o sin testigo C la pista internacional
como está planteada es poco consistente.
LA
PRESIDENCIA DE LA CAMARA FEDERAL PORTEÑA
Riva Aramayo se votó a sí misma
Riva Aramayo, presidente. La
camarista amiga confesa de Carlos Menem y su entorno cumplió su
sueño y el slogan se hizo realidad: fue elegida para presidir la
Cámara Federal porteña para el período 2002. Recibió
el apoyo de los otros miembros de la sala I, Horacio Vigliani y Gabriel
Cavallo, pero pudo prevalecer porque se votó a sí misma
mientras que Irurzun (actual presidente) contó con la preferencia
de sus colegas de la sala II Horacio Cattani y Eduardo Luraschi. No
estamos peleados, el acuerdo fue a los besos, comentó a Página/12
uno de los camaristas ante los rumores sobre el desagrado de la sala II
con el resultado de la votación.
Ocurre que hasta hace un año la presidencia del tribunal se ejercía
en forma rotativa. Por ese método para el actual período
le hubiera correspondido el cargo a Riva Aramayo, pero el procedimiento
se dejó sin efecto y resultó electo Irurzun. Me parece
que hicieron una suerte de reparación para la Piru
Aramayo, se sinceró un funcionario allegado a los camaristas.
De hecho, era un secreto a voces que la jueza aspiraba con vehemencia
a ocupar la presidencia de la Cámara.
El valor del cargo es relativo ya que se ocupa de asuntos protocolares
y administrativos. Sin embargo, en el segundo piso del edificio de Comodoro
Py ayer se vivió la puja como una pequeña batalla. Los integrantes
de la sala II esperaban que el recién llegado Cavallo no votara
a la única integrante femenina del tribunal y lamentaron que hayan
prevalecido viejas lealtades. Tampoco esperaban que Riva Aramayo
se votara a sí misma, como hizo el actual presidente de la Corte
Suprema de Justicia, Julio Nazareno, para ocupar esa función por
un lapso de tres años. Había dos cosas que Irurzun
no estaba dispuesto a hacer, votarse a sí mismo y desempatar votándose
a sí mismo, razonaron en la sala II.
En tanto, en la sala I creen que si Riva Aramayo es tan impresentable,
menemista y amiga de (Carlos) Corach los integrantes de la sala segunda
podrían haberse puesto de acuerdo para votar a Vigliani e impedir
así que fuera ella a la presidencia. En esos despachos consideran
que ya era hora que ese cargo lo ocupara uno de sus integrantes,
dado que durante los últimos cuatro años el presidente provino
de la otra sala.
Cavallo propuso sin éxito una nueva modificación del sistema
electivo. Dado que este tribunal tiene un número par de miembros
es necesario algún método para resolver en caso de empate.
Ahora se logra con el doble voto del presidente. El ex juez sugirió
que el presidente saliente pueda postularse pero sin capacidad de voto.
Sus colegas le respondieron que es necesario conversarlo.
La Cámara Federal revisa las resoluciones en causas penales de
los jueces de ese fuero de primera instancia. El presidente del tribunal
está facultado, entre otras funciones administrativas inherentes
a ese cargo, a convocar a acuerdos plenarios, otorgar licencias y aplicar
sanciones disciplinarias. No entendemos por qué lo plantean
como una puja de poder o una conspiración si el presidente hace
sólo lo que el pleno (la reunión de los camaristas) le dice
que haga, se quejó el camarista consultado.
OPINION
Por Raúl Kollmann
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El comienzo del pacto
Ha quedado más claro que nunca que el desplazamiento de
Nilda Garré de la investigación del caso AMIA fue
el primer paso del Pacto de Don Torcuato.
Para sacarla del medio, los fiscales y la DAIA alegaron en octubre
que Garré había hecho un daño irreparable ya
que supuestamente reveló datos del testigo C, un hombre que
fue clave en la inteligencia iraní, por lo que C nunca más
hablaría con los investigadores y funcionarios judiciales
argentinos. La acusación era que Garré destruyó
una clave de la pesquisa.
Lo cierto es que la funcionaria no había revelado nada que
no se conociera desde mucho antes, incluso con nombre y apellido.
Pero ahora, además se sabe que C está dispuesto a
venir a la Argentina siempre que le paguen el pasaje y los
gastos para contar lo que sabe. O sea que la acusación
contra Garré era falsa. El testigo C no se había perdido.
El objetivo real del oficialismo de la investigación fue
desplazar a Garré del caso. Debe decirse que a esa política
no se plegaron ni la AMIA ni Memoria Activa. ¿Por qué
molestaba Garré? Básicamente porque una semana antes
había dicho en una entrevista que el menemismo encubrió.
Por primera vez una funcionaria acusaba directamente al gobierno
anterior de no haber investigado como correspondía el peor
atentado de la historia argentina. La administración De la
Rúa ha hecho poco y nada en la investigación, entre
otras cosas porque el caso le llegó cinco años después
del atentado, pero siempre resultó llamativo que dijera que
el menemismo fue un desastre en todos los terrenos... salvo el de
la AMIA. Nunca hizo crítica alguna sobre la forma en que
investigó-encubrió el menemismo.
En la misma línea con su acusación, Garré insistió
una y otra vez en que el testigo C debía ser convocado. Galeano
no le hizo demasiado caso y ahora todavía duda. Es que el
hombre de la inteligencia iraní habló, no sólo
de la supuesta responsabilidad de Irán en los atentados,
sino del dinero que según él se le pagó al
menemismo para sofocar la investigación.
La realidad es que el arrepentido C, como buena parte de los arrepentidos,
no son demasiado creíbles porque trabajan de eso: de arrepentidos.
Sus testimonios sirven si los datos que aportan coinciden con hechos
concretos, elementos precisos, de lo que se está investigando.
A Galeano el hombre le cayó bien cuando sumó para
la pista iraní y ya no le gustó cuando empezó
a hablar del menemismo. Pero la revelación de que está
dispuesto a venir a la Argentina sirve para mostrar la maniobra
que se hizo para desplazar a Garré. El Pacto de Don Torcuato
consistió en liberar de las acusaciones al menemismo, dejar
al ex presidente en libertad, con tal de que haga más feroz
la interna del PJ y supuestamente le dé así un poco
más de aire a este gobierno. Como se ve, en el Pacto, el
caso AMIA no quedó afuera.
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