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El testigo secreto quiere declarar
siempre que le paguen viáticos

El hombre dijo que Irán depositó 10 millones de pesos para Menem a cambio de despegar del atentado contra la AMIA. El juez Galeano duda.

El atentado dejó un saldo de 85 muertos y cientos de heridos.
El Testigo “C” le hizo saber a los fiscales que quiere declarar.

Por Irina Hauser

El testigo “C”, un hombre que dijo que Irán depositó 10 millones de dólares en una cuenta suiza a pedido de Carlos Menem a cambio de despegar a ese país del atentado a la AMIA, está dispuesto a venir a ampliar su declaración a la Argentina, siempre y cuando le paguen el pasaje y la estadía. Así se lo hizo saber a los fiscales que investigan el ataque terrorista. Se trata de un disidente, ex funcionario del servicio secreto iraní que luego pasó a trabajar para la inteligencia alemana. El juez Juan José Galeano ha mostrado dudas en citarlo.
El delegado de la policía alemana en Argentina se comunicó con el testigo “C” ante gestiones de los fiscales Eamon Mullen, José Barbaccia y Alberto Nisman. El hombre dijo que no tenía problema en ser interrogado nuevamente e informó que el gobierno alemán ya no le presta protección diplomática, como lo hizo en los últimos cinco años. La semana pasada la fiscalía le pidió a Galeano que lo convoque.
Hasta ahora el iraní brindó testimonio bajo identidad reservada dos veces. La primera, en Alemania en 1998, aseguró que la voladura de la AMIA fue decidida en una reunión del Consejo de Seguridad de Teherán y señaló al ex agregado cultural iraní, Moshen Rabbani, como un organizador clave en Argentina. Estos datos alimentaron el entusiasmo de Galeano en relación a la “pista iraní”. La segunda vez que el testigo “C” habló, el año pasado en México –donde dijo llamarse Abolghasem Mesbahi–, contó que Menem mandó a Irán, después del atentado, a un emisario de la Presidencia. Lo describió como un cincuentón, con barba y tez trigueña que iba a informar sobre “todo lo que la justicia argentina había encontrado”. Contó, además, la historia de los 10 millones de dólares que, puntualizó, habían sido depositados en el Banco de Luxemburgo de Ginebra en una cuenta señalada por Menem. Galeano, esta vez, puso en duda la credibilidad del relato. La versión del testigo “C” fue guardada celosamente por el juzgado, aunque accedió a ella la Unidad Especial de Investigaciones del atentado a la AMIA que funciona en Justicia. Su ex coordinadora, Nilda Garré, se cansó de pedirle a Galeano que convocara al iraní a ampliar sus dichos. Después los fiscales la acusaron de ventilar datos de las declaraciones de ese testigo, y terminó desplazada.
Galeano ya tiene el número de teléfono del iraní y convidarlo a un paseo por aquí. El tribunal 3, que sustancia el juicio oral, también fue notificado sobre la voluntad del sujeto de declarar. A Galeano no le resulta atractivo: hasta ahora “C” fue interrogado por los fiscales y por la querella DAIA-AMIA, con quienes el juez tiene buena relación, pero una audiencia en Argentina lo pondría ante un interrogatorio más difícil, con intervención de más abogados.
Días atrás el magistrado dejó entrever su reticencia en una nota que envió a la Unidad de Investigación en la que decía que está dispuesto a citar al iraní, pero que eso estaría supeditado a que ese organismo le explique la importancia de hacerlo. Por lo pronto las excusas por la demora dicen que Galeano está tramitando medidas vinculadas a él y armando un álbum de fotos de ex funcionarios barbudos para mostrarle al iraní. Los fiscales dicen que el testimonio de “C” puede ser importante para la resolución que está terminando de armar el magistrado en la que pediría antes de fin de año la captura de Rabbani, responsabilizándolo como coautor del atentado. Con esa decisión le daría un marco casi definitivo a la “conexión internacional”. La realidad es que con o sin testigo “C” la pista internacional como está planteada es poco consistente.

 


 

LA PRESIDENCIA DE LA CAMARA FEDERAL PORTEÑA
Riva Aramayo se votó a sí misma

Riva Aramayo, presidente. La camarista amiga confesa de Carlos Menem y su entorno cumplió su sueño y el slogan se hizo realidad: fue elegida para presidir la Cámara Federal porteña para el período 2002. Recibió el apoyo de los otros miembros de la sala I, Horacio Vigliani y Gabriel Cavallo, pero pudo prevalecer porque se votó a sí misma mientras que Irurzun (actual presidente) contó con la preferencia de sus colegas de la sala II Horacio Cattani y Eduardo Luraschi. “No estamos peleados, el acuerdo fue a los besos”, comentó a Página/12 uno de los camaristas ante los rumores sobre el desagrado de la sala II con el resultado de la votación.
Ocurre que hasta hace un año la presidencia del tribunal se ejercía en forma rotativa. Por ese método para el actual período le hubiera correspondido el cargo a Riva Aramayo, pero el procedimiento se dejó sin efecto y resultó electo Irurzun. “Me parece que hicieron una suerte de reparación para la ‘Piru’ Aramayo”, se sinceró un funcionario allegado a los camaristas. De hecho, era un secreto a voces que la jueza aspiraba con vehemencia a ocupar la presidencia de la Cámara.
El valor del cargo es relativo ya que se ocupa de asuntos protocolares y administrativos. Sin embargo, en el segundo piso del edificio de Comodoro Py ayer se vivió la puja como una pequeña batalla. Los integrantes de la sala II esperaban que el recién llegado Cavallo no votara a la única integrante femenina del tribunal y lamentaron que hayan prevalecido “viejas lealtades”. Tampoco esperaban que Riva Aramayo se votara a sí misma, como hizo el actual presidente de la Corte Suprema de Justicia, Julio Nazareno, para ocupar esa función por un lapso de tres años. “Había dos cosas que Irurzun no estaba dispuesto a hacer, votarse a sí mismo y desempatar votándose a sí mismo”, razonaron en la sala II.
En tanto, en la sala I creen que “si Riva Aramayo es tan impresentable, menemista y amiga de (Carlos) Corach los integrantes de la sala segunda podrían haberse puesto de acuerdo para votar a Vigliani e impedir así que fuera ella a la presidencia”. En esos despachos consideran que “ya era hora” que ese cargo lo ocupara uno de sus integrantes, dado que durante los últimos cuatro años el presidente provino de la otra sala.
Cavallo propuso sin éxito una nueva modificación del sistema electivo. Dado que este tribunal tiene un número par de miembros es necesario algún método para resolver en caso de empate. Ahora se logra con el doble voto del presidente. El ex juez sugirió que el presidente saliente pueda postularse pero sin capacidad de voto. Sus colegas le respondieron que “es necesario conversarlo”.
La Cámara Federal revisa las resoluciones en causas penales de los jueces de ese fuero de primera instancia. El presidente del tribunal está facultado, entre otras funciones administrativas inherentes a ese cargo, a convocar a acuerdos plenarios, otorgar licencias y aplicar sanciones disciplinarias. “No entendemos por qué lo plantean como una puja de poder o una conspiración si el presidente hace sólo lo que el pleno (la reunión de los camaristas) le dice que haga”, se quejó el camarista consultado.

 

OPINION
Por Raúl Kollmann

El comienzo del pacto

Ha quedado más claro que nunca que el desplazamiento de Nilda Garré de la investigación del caso AMIA fue el primer paso del Pacto de Don Torcuato.
Para sacarla del medio, los fiscales y la DAIA alegaron en octubre que Garré había hecho un daño irreparable ya que supuestamente reveló datos del testigo C, un hombre que fue clave en la inteligencia iraní, por lo que C nunca más hablaría con los investigadores y funcionarios judiciales argentinos. La acusación era que Garré destruyó una clave de la pesquisa.
Lo cierto es que la funcionaria no había revelado nada que no se conociera desde mucho antes, incluso con nombre y apellido. Pero ahora, además se sabe que C está dispuesto a venir a la Argentina –siempre que le paguen el pasaje y los gastos– para contar lo que sabe. O sea que la acusación contra Garré era falsa. El testigo C no se había perdido. El objetivo real del oficialismo de la investigación fue desplazar a Garré del caso. Debe decirse que a esa política no se plegaron ni la AMIA ni Memoria Activa. ¿Por qué molestaba Garré? Básicamente porque una semana antes había dicho en una entrevista que “el menemismo encubrió”. Por primera vez una funcionaria acusaba directamente al gobierno anterior de no haber investigado como correspondía el peor atentado de la historia argentina. La administración De la Rúa ha hecho poco y nada en la investigación, entre otras cosas porque el caso le llegó cinco años después del atentado, pero siempre resultó llamativo que dijera que el menemismo fue un desastre en todos los terrenos... salvo el de la AMIA. Nunca hizo crítica alguna sobre la forma en que investigó-encubrió el menemismo.
En la misma línea con su acusación, Garré insistió una y otra vez en que el testigo C debía ser convocado. Galeano no le hizo demasiado caso y ahora todavía duda. Es que el hombre de la inteligencia iraní habló, no sólo de la supuesta responsabilidad de Irán en los atentados, sino del dinero que según él se le pagó al menemismo para sofocar la investigación.
La realidad es que el arrepentido C, como buena parte de los arrepentidos, no son demasiado creíbles porque trabajan de eso: de arrepentidos. Sus testimonios sirven si los datos que aportan coinciden con hechos concretos, elementos precisos, de lo que se está investigando. A Galeano el hombre le cayó bien cuando sumó para la pista iraní y ya no le gustó cuando empezó a hablar del menemismo. Pero la revelación de que está dispuesto a venir a la Argentina sirve para mostrar la maniobra que se hizo para desplazar a Garré. El Pacto de Don Torcuato consistió en liberar de las acusaciones al menemismo, dejar al ex presidente en libertad, con tal de que haga más feroz la interna del PJ y supuestamente le dé así un poco más de aire a este gobierno. Como se ve, en el Pacto, el caso AMIA no quedó afuera.

 

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