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UN PERIODISTA CUENTA DESDE EL TERRENO LA CACERIA DE BIN LADEN
Viaje al centro de la resistencia

Las fuerzas estadounidenses y sus aliados tribales se acercaban ayer a las guaridas de Osama bin Laden. Un enviado periodístico cuenta en estas páginas la perspectiva de la línea del frente. Mientras tanto, en Bonn se llegó a un acuerdo de reparto del poder.

Arabes: �Los árabes están dando una resistencia feroz. Hemos comenzado una guerra para sacarlos y vamos a luchar hasta que el último combatiente esté muerto�.

Por Rory McCarthy*
Desde la línea del frente, en Tora Bora

Durante una hora, el apenas discernible bombardero B-52 con sus cuatro colas de vapor blanco describió silenciosos y graciosos arcos a través del cielo de mediodía por encima de las crestas de las Montañas Blancas de Afganistán. Cientos de metros debajo, una fila de 13 envejecidos tanques T-56 apuntó ayer sus cañones hacia los picos pincelados de nieve y con ronda tras ronda de descargas inició el ataque contra Tora Bora, plaza fuerte de los combatientes de Al-Qaida y madriguera ocasional de Osama bin Laden.
En los últimos dos días, hasta 1000 tropas mujaidines han bajado el polvoriento camino sin pavimentar al sur de la ciudad de Jalalabad a través de las planicies rocosas de color pardo rumbo a las montañas adyacentes a la frontera paquistaní. A ambos lados del camino pueden encontrarse el ocasional tractor oxidado y montículos de remolacha enterrados bajo el barro para preservarla durante el invierno. Pero las aldeas aquí están semivacías. Muchas han sufrido el golpe de bombardeos norteamericanos mal apuntados durante días.
“Los árabes se fueron de aquí hace tres días cuando los talibanes huyeron –dijo Sardar Popalzai, un campesino de 70 años en la aldea de Manu–. Pero han seguido los bombardeos y gente nuestra ha muerto. En la noche que bombardearon, la mañana siguiente bombardearon de nuevo. Las ventanas temblaban en nuestra casa.” Hazarat Ali, el jefe de seguridad de Jalalabad que está liderando el ataque mujaidín, afirma que 58 civiles han muerto en bombardeos norteamericanos desde el domingo. El Pentágono insiste en que sus aviones sólo están eligiendo blancos militares.

El objetivo

El verdadero blanco de los pilotos en los B-52 se encuentra más al sur, dentro de los espesos bosques y verdes valles de las cordilleras de 4700 metros de extensión. Al final de un valle, en el claro de árboles de mora, se encuentra Tora Bora, la caverna negra, una vieja base mujaidín construida a explosiones contra la roca como santuario durante la guerra de los años 80 contra el Ejército Rojo.
Los huecos de ventilación fueron tallados de la roca con explosivos, y una catarata cercana provee un suministro constante de agua limpia y fría. Bajo Bin Laden, el interior de la caverna habría sido reconstruido como un laberinto de habitaciones de cemento con puertas de madera y un espacio más que suficiente para las camionetas Toyota favorecidas por los comandantes militares afganos. Durante años, Bin Laden la usó como una base para combatientes árabes. Ahora se ha vuelto el último escondite.
Tora Bora es una fortaleza natural, largamente inmune a los bombardeos de los B-52 norteamericanos y solamente vulnerable a un ataque terrestre bien organizado. Los comandantes de Hazarat Ali creen que hasta 2000 combatientes árabes, incluyendo a 500 chechenos, pueden estar refugiándose en esas cavernas y sus alrededores. Otros estiman que pueden ser 700. El comandante Alí aseguró tener información de que Bin Laden estaba en Tora Bora a finales de la semana pasada. El vicepresidente norteamericano Dick Cheney también dijo que Bin Laden está escondido en el más antiguo e importante campo de Afganistán.
Sin embargo, el asalto a Tora Bora no es una misión fácil. Ayer, los comandantes mujaidines empezaron lo que ellos admitieron que será una larga operación para hacer salir a los últimos hombres de Al-Qaida, quienes están ahora sosteniendo posiciones armadas justo a poco más de tres kilómetros de la colina sureste de Agom, donde está posicionada la primera línea de tanques del comandante Ali. El domingo y el lunes pasado, un pequeño grupo de fuerzas especiales estadounidenses voló hacia Jalalabad en helicópteros para unirse a la operación, aunque ayer se mantuvieron alejados de la línea del frente. Los comandantes mujaidines insistieron con que ellos no estuvieron en contacto con el B-52.
Ayer, los comandantes de la línea de frente de Bamokhiel eran optimistas: se jactaban de que la campaña no duraría mucho tiempo más y vaticinaban una victoria para los próximos días. Afirmaron que sus hombres estaban avanzando hacia Tora Bora y habían tomado algunas cavernas y cortado líneas de abastecimiento. “Esto está terminado”, gritó un soldado mientras más combatientes se dirigían al frente. Pero los comandantes admitieron que las fuerzas árabes todavía mantienen posiciones en lo alto de las montañas y sostienen una resistencia inesperadamente fuerte. “Los árabes todavía están en las montañas y los mujaidines están entrando en los valles”, dijo Shorab Khan Qadri, el jefe de inteligencia del este de Afganistán. “Los mujaidines alcanzaron Tora Bora y allí se desarrolla un combate cuerpo a cuerpo. Podemos escuchar los disparos de las Kalashnikov”. Más tarde admitió que muchos de sus combatientes fueron asesinados en las batallas de ayer.
La mayor parte del día, mientras sus hombres disparaban rondas de descargas desde sus tanques en las montañas cercanas a Tora Bora, no hubo disparos en respuesta. Pero se cree que los combatientes árabes están armados con morteros y lanzamisiles disparadores de granadas. Las escuchas realizadas a las comunicaciones árabes sugirieron a los mujaidines que Al-Qaida y su comandante trataban de hacer que sus atacantes se acercaran. “Escuchamos sus radios y un comandante de Al-Qaida estaba ordenando a sus hombres no disparar sino esperar que nos acercáramos, rodearnos y entramparnos”, dijo el comandante Qadri.
En determinado momento, un grupo de combatientes mujaidines avanzó dentro de las montañas hasta varias cavernas árabes, donde encontraron 40 camionetas abandonadas, que condujeron fuera de la zona. Minutos después, fueron emboscados por varios tiradores árabes que mataron a varios combatientes mujaidines e hirieron a otros, de acuerdo a Jan Shah, un comandante al que se le disparó en una pierna y fue llevado anoche a un hospital en Jalalabad.
“Los aldeanos nos dijeron que el área estaba abajo control de los talibanes y los árabes, pero igual avanzamos –dijo–. Súbitamente, los árabes salieron de detrás de los árboles y empezaron a disparar. Sólo podía ver caras árabes; no había afganos.” Los refuerzos de mujaidines subieron a las montañas para apoyarlos y luego de una batalla campal de 10 minutos los combatientes árabes retrocedieron a las montañas.

El fuego recién empieza

“Cada guerra es difícil pero ésta es diferente debido a las montañas”, dijo el comandante. “Los árabes están dando una resistencia feroz. Es difícil avanzar en las montañas. Hemos comenzado una guerra para sacarlos y vamos a luchar hasta que el último combatiente esté muerto.” A pesar de la escala de la tarea por delante, la recompensa norteamericana de 25 millones de dólares para capturar a Bin Laden no parece ser un incentivo. “Sabemos que los norteamericanos están ofreciendo dinero pero no lo creemos. No estamos luchando para lograr recompensas estadounidenses; estamos luchando para deshacernos de los militantes de estas áreas”.
Aunque Tora Bora parece ahora como una fortaleza inexpugnable, sus pasajes de alta montaña dan acceso a otras áreas del centro de Afganistán donde Bin Laden y sus soldados árabes podrían estas escondidos.
“Creemos que los hombres pueden cruzar Tora Bora en secreto hacia el sudoeste rumbo a Kandahar”, dijo una alta fuente de la Alianza del Norte en Kabul. “El área en el medio todavía está todavía básicamente dominada por los talibanes. No está bajo nuestro control en su totalidad.”
Mientras los bombardeos contra Tora Bora comenzaban ayer, los B-52 pasaban sobre el escondite montañoso. Segundos después, oscuras plumas de humo ascendieron desde las colinas más cercanas y una explosión estremeció el valle. Minutos después, en una segunda pasada, más bombas cayeron sobre las colinas, y un convoy de camionetas repletas de soldados armados con Kalashnikovs y cohetes inició una carrera hacia el frente.
Va a haber muchos más bombardeos y muchas más camionetas repletas de soldados antes de la caída de Tora Bora.

De The Guardian de Gran Bretaña, especial para Página/12.

 

Víctimas del “fuego amigo”

Un error, parece, lo puede tener cualquiera. Ayer, tres soldados de Estados Unidos y cinco militantes antitalibanes murieron y 19 soldados norteamericanos resultaron heridos “por error” debido a un ataque de la aviación estadounidense en Kandahar, último bastión del régimen talibán. Y aún más: se dijo que el flamante jefe del gobierno provisional afgano, Ahmed Karzai, también había sido herido por las esquirlas del superbombardero B-52. El propio Karzai más tarde negó el incidente. En un principio, la portavoz del Pentágono, Victoria Clarke informó: “Ahmed Karzai fue levemente herido hoy (por ayer) por una bomba lanzada por Estados Unidos, que mató a tres militares estadounidenses y a cinco antitalibanes afganos”, aunque advirtió que la versión del hecho era “confusa” . Cuando se produjo el ataque –en una operación de apoyo aéreo contra las fuerzas talibanes al norte de la ciudad de Kandahar–, Karzai estaba reunido con miembros de las Fuerzas Especiales norteamericanas. La bomba, guiada por láser y de 900 kilos de peso, cayó a casi 100 metros de distancia de las posiciones estadounidenses y la oposición afgana, según explicó el contraalmirante John Stufflebeem, un portavoz militar del Pentágono. Más tarde, el propio Karzai lo desmintió: “¿Ya oyeron alguna vez a un hombre herido hablar así? No sucedió nada”.

 

Nueve días para llegar a seis meses,
luego a dos años y luego quién sabe

Por J.P. Velazques Gaztelu
Enviado especial a Bonn

Nueve días han bastado para decidir el futuro de Afganistán. Después de negociar durante toda la madrugada de ayer, las cuatro facciones afganas reunidas por la ONU en el palacio de Petesberg, cerca de Bonn, se comprometieron a poner fin a más de 25 años de enfrentamientos civiles, reconstruir juntos el país y convocar elecciones democráticas antes de tres años. La Alianza del Norte, triunfadora militar en la mayor parte del país, se hace con las carteras clave de Defensa, Exteriores e Interior y Ahmed Karzai, un líder pashtún moderado que participa en el asedio a Kandahar, fue elegido presidente de un gobierno provisional de 30 miembros que ejercerá el poder hasta el verano. Como símbolo del fin del régimen talibán, dos mujeres formarán parte del gabinete.
El sol, ausente durante los nueve días de negociaciones en la antigua capital alemana, apareció sobre el palacio de Petesberg justo cuando los delegados cerraban el acuerdo, a las siete menos cuarto de la mañana (hora local), tras negociar durante toda la noche la composición del gobierno provisional. “Este acuerdo es una gran esperanza y una oportunidad histórica para poner fin al trágico conflicto que ha arrasado Afganistán durante más de dos décadas”, afirmó el enviado especial de la ONU Lakhdar Brahimi, principal artífice del acuerdo. “Los ojos del mundo están pendientes de ustedes. Sobre sus hombros recae la tremenda responsabilidad de cerrar heridas todavía abiertas”, dijo el diplomático argelino en la ceremonia de firma del acuerdo, que fue presidida por el canciller alemán Gerhard Schroeder. “Es un gran día para Afganistán y también es un gran día para la ONU”, dijo Schroeder.
Según el calendario pactado en Bonn, la transición afgana durará entre dos años y medio y tres años. El gobierno provisional, en el que están representados los principales grupos étnicos de Afganistán –pashtunes, tayikos, uzbekos y hazaras–, tomará posesión el próximo 22 de diciembre en Kabul. Seis meses después deberá celebrarse una Loya Jirga (asamblea tradicional) de emergencia, que estará presidida por el ex rey Mohamed Zahir Shah, derrocado en 1973 y exiliado en Roma. La Loya Jirga, cuyos miembros serán seleccionados por una comisión independiente entre líderes tribales de todas las regiones del país y del exilio, elegirá un jefe de Estado y a un gobierno provisional para los dos años siguientes. Durante ese período se redactará una Constitución, que deberá ser aprobada por una Loya Jirga constitucional. Entonces se convocarán las elecciones. El acuerdo de Bonn también establece la creación de un Tribunal Supremo, que será el embrión de un nuevo sistema judicial. “Quizá este acuerdo no sea perfecto y haya sido aprobado en una situación de emergencia por gente que no representa a toda la nación”, dijo Brahimi. “Pero el gobierno provisional será juzgado por lo que consiga, no por las circunstancias en las que fue elegido”.
El gobierno presidido por Karzai relevará en el poder a la Alianza del Norte, la coalición multiétnica que ejerce el poder en Kabul desde la huida de los talibanes. A cambio de ceder la presidencia a un pashtún cercano al ex rey, la Alianza se ha asegurado una presencia mayoritaria en el gabinete provisional. Abdulá Abdulá, Yunus Qanuni y Mohamed Fahim seguirán como ministros de Asuntos Exteriores, Interior y Defensa, respectivamente. El máximo líder de la Alianza, Burhanudin Rabbani, que ha bloqueado en varias ocasiones las negociaciones de Bonn en un intento de conservar el poder, no tendrá un papel destacado en la transición. Aunque todavía no han concluido la asignación de carteras, sí se ha decidido la composición étnico: once pashtunes, ocho tayikos, cinco hazaras y tres uzbecos. El resto corresponde a etnias minoritarias. Un aspecto clave del acuerdo es el despliegue de una fuerza internacional de paz con los objetivos de garantizar la seguridad durante la transición y facilitar la ayuda humanitaria. El texto del acuerdo no hace referencia a cuántas tropas serán necesarias ni de qué países serán enviadas. Los soldados se desplegarán primero en Kabul y sus alrededores, para después extenderse por otras zonas del país. “El Consejo de Seguridad de la ONU tendrá que aprobar el envío de la fuerza internacional”, dijo Brahimi. “Si sus miembros quieren, el despliegue podría comenzar muy pronto”.

 

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