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ESTRENOS DE LA SEMANA
“MONSTERS INC.”, NUEVO PRODIGIO ANIMADO DE LOS ESTUDIOS PIXAR
Todo un mundo del otro lado del ropero

Más inspirados que nunca, los realizadores de �Toy Story� y �Bichos� vuelven a deslumbrar con un film que plantea �como, a su manera, también lo hacía �Shrek�� una sutil subversión de la vieja mitología infantil.

Sully, un �asustador� profesional, se horroriza al descubrir a la niña Boo
en el mundo de los monstruos.

Por Horacio Bernades

La vieja mitología infantil anda subvertida por estos días. Primero vino Shrek y mostró que los ogros son tipos simpáticos, las princesas pueden resultar ogresas disimuladas y Cenicienta y Blancanieves se agarran de los pelos por un ramo de novia. Ahora llega Monsters, Inc., para demostrar que sí hay monstruos en el ropero, pero tienen sus buenas razones para andar asustando niños. Además, los chicos no sólo tienen menos miedo que antes, sino que son capaces de aterrar a un pobre monstruo fóbico, hasta provocar poco menos que una hecatombe en el mundo de los espantajos. Proviniendo de la galaxia Pixar, poblada ya de asustadizos dinosaurios, astronautas conflictuados e insectos más torpes que Peter Sellers, era de suponer que Monsters, Inc. representaría un nuevo paso adelante en el audaz programa de remitologización general que la compañía viene emprendiendo desde Toy Story.
No se trata sólo de invertir el sentido de las viejas fantasías, sino de inventar unas nuevas, desatando las alas de la imaginación. Primer producto Pixar que no dirige el alma pater John Lasseter sino su socio, Pete Docter, Monsters, Inc. vuelve a sorprender con un nuevo alarde imaginativo, presidido una vez más por una lógica implacable. Como el niño que despanzurra un juguete para ver cómo es por dentro, de lo que se trata ahora es de abrir una puerta y pasar literalmente del otro lado, ingresando a un mundo paralelo. Ese mundo se llama Monstrópolis, y la primera sorpresa es que, como toda imagen del otro lado del espejo, es igualito a éste, pero al revés. Los habitantes de Monstrópolis llevan la misma vida que un ser humano, aunque su aspecto difiera ligeramente del nuestro. Algunos de ellos son grandotes, peludos y con cuernos. Otros, chiquititos y con un solo ojo. Los hay de todas las formas, tamaños y colores, incluyendo a varios que parecen escapados de la febril imaginación de Howard P. Lovecraft.
El corazón económico de Monstrópolis es Monsters, Inc., una corporación que, como todo allí, desarrolla una actividad sumamente peculiar. Monsters, Inc. fabrica sustos. Su lema, We scare because we care. “Asustamos porque nos importa”. El susto es la materia prima, la fuente de energía que mantiene viva a Monstrópolis. El procedimiento para extraerla es muy sencillo: los operarios o “asustadores” se alinean cada uno frente a una puerta, y cuando todo está listo, pasan del otro lado, a la habitación de un niño. El asustador entra, hace “¡Bu!”, el niño grita y su grito es almacenado en garrafas. Hay un problema: cualquier cosa que pertenezca a un purrete puede producir en Monstrópolis una infección a gran escala. Ni qué hablar de cuando es el propio niño el que pasa del otro lado: ahí, la ciudad se pone al borde del colapso, montándose de inmediato un gigantesco operativo de emergencia sanitaria que la pone en cuarentena.
Es lo que acaba de ocurrirle a James B. Sullivan, más conocido como Sulley. Campeón imbatible del susto, Sulley (la voz de John Goodman, en la versión subtitulada) es un gigantón con garras, cuernos y mucho pelo, decolor turquesa y vivos violáceos. Por mucho que asuste, Sulley es el típico grandote buenazo, siempre acompañado de su fiel escudero, Mike Wazowski (Billy Crystal), un Sancho Panza color verde esmeralda, bon vivant y pragmático, que tiene un único y gigantesco ojo. En medio de su feroz competencia con el camaleónico y taimado Randall (Steve Buscemi), Sulley cometió un descuido y trajo a una niña colgada de los pelos. Dada su capacidad de aterrar a toda Monstrópolis, es lógico que la niña, de grandes ojos curiosos y trencitas, se llame Boo. Superado el susto, Sulley deberá mantenerla oculta, si no quiere perder el trabajo y su bien ganado prestigio. Para Boo, que no sabe de sustos, Sulley no difiere de un gatito peludo.
Como en ambas Toy Story, la amistad entre la nena y su “chiche” constituye el corazón de Monsters, Inc., y debe adelantarse que esa amistad será tanto o más emotiva (sin pizca de sensiblería) que en sus antecesoras. Mientras los tecnócratas se maravillarán con la reproducción de texturas y pelambres, los niños y otros espectadores inteligentes quedarán fascinados con los personajes y sus aventuras. Que, como en los anteriores productos Pixar, vuelven a ser la clave de Monsters, Inc. Llena de gags e invenciones verbales y visuales, la larga secuencia culminante, una persecución entre puertas suspendidas en medio de un gigantesco depósito, es un vertiginoso tour de force, a la altura de las persecuciones finales de ambas Toy Story, pero con un potencial onírico que la hace única. Para los adultos –público al que también apunta todo producto Lasseter– queda la sugerencia de que detrás de toda gran compañía se esconde una sucia conspiración. Así como ese clásico del existencialismo Pixar que es el momento en que el héroe (Sulley, en este caso) toma conciencia de su condición y del dolor que ésta ocasiona. Ah, sí, Monsters, Inc. ha sido enteramente animada por digitalización. Pero, ¿es que eso importa algo a esta altura?

PUNTOS

 


 

DISNEY SALIO AL RING CON LA ENTRADA A DOS PESOS
Harry contra los monstruos

Como una forma de contrarrestar el impetuoso lanzamiento que la subsidaria local de la compañía Warner hizo de Harry Potter y la piedra filosofal, que desde el jueves pasado llevó a más de 250.000 espectadores, acaparando el 71 por ciento del mercado, la Disney Co. confirmó su decisión de estrenar Monsters Inc. con entradas a sólo dos pesos, en todas las funciones de todos los cines del país. La oferta será válida a partir de hoy y hasta el próximo miércoles, día a partir del cual serán los exhibidores quienes fijen libremente el precio de las localidades. Esta guerra de gigantes llega en un momento particularmente crítico para el sector, que ya venía sufriendo las consecuencias de la prolongada recesión que vive el país y discutiendo la posibilidad de bajar el valor de las entradas. De hecho, la experiencia piloto en ese sentido que promovió tres semanas atrás el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales, en conjunto con distribuidores y exhibidores, demostró que el público estaba dispuesto a volcarse masivamente a las salas si los precios descendían de manera significativa. Eso llevó a la mayoría de los exhibidores de la calle Lavalle a bajar las entradas a 4,50 pesos todos los días en todas las funciones, contra los 7,50 que todavía cobran las salas de los shoppings y los multicines. Un problema adicional que enfrentan ahora los templos tradicionales de Lavalle es que no disponen de las lectoras de tarjetas de crédito y débito, a diferencia de las cadenas Hoyts, Cinemark y Village, que ya lo tienen incorporado junto con la venta de la gaseosa y el pochoclo. Por otra parte, el desembarco masivo de Harry Potter y Monsters Inc. viene a borrar toda posible diversidad en la cartelera. Las dos superproducciones de Hollywood acaparan a partir de hoy casi el 80 por ciento de las pantallas del país y la película de Disney es el único estreno de la semana (exceptuando el producto bizarro argentino Plaga Zombie: zona mutante, que irá sólo los viernes en trasnoche). En su arremetida, Monsters logró expulsar de la fecha a otro tanque como Vida bandida, protagonizada por Bruce Willis (pasaría al próximo jueves) y al film Pan y rosas, del celebrado director británico Ken Loach, cuyo estreno ahora quedó postergado hasta el año próximo.

 

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