Por Nora Veiras
y Victoria Ginzberg
¿Qué pasa
que hay tanto movimiento? pregunta el taxista.
Vino el juez Garzón informa un grupo de cronistas.
Que se vaya rápido el tipo porque acá lo van a contaminar
recomienda el avezado platense mostrando que conocía mucho
más que las calles.
El juez español Baltasar Garzón acababa de recibir el doctorado
honoris causa de la Universidad Nacional de La Plata en la primera escala
de homenajes de su segundo viaje a la Argentina. La Justicia no
se pide se exige, había sentenciado el magistrado que entró
en la historia al ordenar y conseguir la detención del dictador
chileno Augusto Pinochet en Londres. La impunidad socializa la perversa
idea de que todo está permitido, dijo más tarde en
su conferencia magistral sobre la justicia universal después de
escuchar el tango que el vicegobernador bonaerense Felipe Solá
le regaló para sorprenderlo y lo logró (ver
aparte).
Una invitación de la Comisión Provincial por la Memoria
bonaerense y de la universidad platense logró que Garzón
llegara al país después de haber iniciado en junio de 1996
el proceso contra los represores argentinos y chilenos por genocidio,
torturas y terrorismo de Estado. Acompañado por su esposa Rosario
Yayo Molina, el juez se reunió primero en la sede de
la Casa de la Memoria donde durante la dictadura funcionó
la sede de la Dirección de Inteligencia de la policía de
Ramón Camps con Estela de Carlotto, Laura Conte, Adelina
de Alaye, Aldo Echegoyen, Mauricio Tenenbaum y Alejandro Mosquera, entre
otros integrantes de la Comisión. A media mañana compartió
una charla a puertas cerradas con jueces y fiscales. Almorzó en
Don Quijote con el escritor Ernesto Sabato, Carlotto, la titular de Abuelas,
el fiscal de Bahía Blanca Hugo Cañon, el gestor del viaje
y el juez chileno que procesó a Pinochet, Juan Guzmán Tapia.
El raíd continuó con una conferencia de prensa en la sede
de la presidencia de la universidad.
Los halagos acompañaron a Garzón a lo largo de toda la jornada.
Hasta la rueda con periodistas empezó y terminó con aplausos.
Mezclada entre los cronistas la madre de Plaza de Mayo platense, Adelina
Alaye, decidió no contenerse y sacó una camarita pocket
para retratar al visitante. Después se sentó a escuchar.
¿Por qué usted considera que es adecuado plantear
el principio de extraterritorialidad? preguntó un cronista.
No es que lo considere yo. Es una norma acrisolada dentro del derecho
Penal Internacional y del derecho Internacional Humanitario que los delitos
de lesa humanidad como el genocidio agravian a toda la comunidad internacional
y esa comunidad tienen el derecho a ser resarcida. Los países que
reconocen esa legislación tienen la obligación de intervenir
y las fronteras no son un obstáculo. No se trata de sustituir una
jurisdicción sino de intervenir cuando no se administra justicia
para evitar la impunidad dijo con la convicción de quienes
están seguros de lo que hacen. Con la misma seguridad se negó
a explayarse sobre la actitud del gobierno argentino que sistemáticamente
rechazó sus pedidos de extradición de represores amparándose
en el principio de territorialidad.
¿Cree que los procesos iniciados en el exterior contribuyeron
para que en la Argentina se revisara la constitucionalidad de las leyes
de Punto Final y Obediencia Debida? quiso saber este diario.
No soy la persona indicada para hablar sobre la incidencia de los
procedimientos judiciales. Aspiro a que no tengan ninguna influencia y
que los jueces que tomaron esas medidas las tomen porque estén
convencidos.
Usted reivindica la aplicación del Tribunal Penal Internacional
para juzgar delitos de lesa humanidad pero ¿cuál es la viabilidad
de ese mecanismo cuando Estados Unidos, la principal potencia del mundo,
los desconoce y propicia tribunales militares para juzgar a supuestos
terroristas? preguntó este diario.
Con respecto al terrorismo, no puedo aceptar bajo ningún
concepto que una democracia en un estado de derecho maneje esos conceptos
que quebrantan principios jurídicos y, sólo por mencionar
una, la Declaración Internacional de los Derechos Humanos. No hace
falta acudir a medidas de excepción cuando ya se rebelaron inficaces
a la luz de la historia y no hacen más que generar una caza de
brujas. En cuanto al Tribunal Penal Internacional no va a ser la panacea.
Cada país debe actuar sin tener por norte la Corte Penal. En todo
caso debe ser una seguridad de que habrá sanción. Por otro
lado, hasta ahora no ha habido tribunales penales permanentes ¡Qué
duda cabe que Estados Unidos, Rusia o China no van a apoyarlo! Es una
actitud incomprensible en países democráticos sobre todo
cuando piden solidaridad ante crímenes aberrantes y no se muestran
solidarios a la inversa.
Seguido por los dos custodios que le asignó España y por
un abanico de agentes de seguridad de la Policía Bonaerense, la
federal y hasta la Prefectura, el auto de Garzón partió
de la universidad al Teatro Argentino. En un primer acto, le entregaron
las distinciones de huésped de honor de la ciudad de La Plata y
de la provincia. La senadora Sara Derotié (justicialista) agradeció
la participación de nuestro prócer argentino, Ernesto
Sabato que se acurrucó en un rincón de la mesa. A
renglón seguido la senadora cumplió el colmo de una integrante
de la Comisión de la Memoria, dijo le agradezco al juez chileno,
que no me acuerdo el nombre. No era otro que Guzmán Tapia
y todos sonrieron. Ojalá proliferen los hombres con sed de
justicia como el juez Garzón. Nosotros estamos castigados y dolidos
por recuerdos, por las 30 mil voces que claman justicia entre las que
están las de mis hijos. Por eso hoy, en el ocaso de mi vida éste
es un día fuerte, confesó la senadora envuelta en
el silencio denso de una sala conmovida.
Fue el vicegobernador el que decidió dar la nota. Definió
al invitado como referente moral de la juventud, como un hombre
valiente que hizo doctrina al sentar las bases de una justicia penal
internacional que destierra la justicia por mano propia de aquellos que
bombardean ciudadades para terminar con el terrorismo. Un aplauso
selló sus palabras a pesar de que más de uno se preguntó
qué hubiese dicho su compañero en el gobierno, Ruckauf el
publicista de meter bala a los delincuentes. Solá culminó
su speach presentando al poeta que compuso el tango para Garzón.
Pero no olvidó el último detalle: le regaló un casete
con la grabación.
Poco a poco la sala Astor Piazzola se fue vaciando y los invitados fueron
llenando la sala principal del teatro para escuchar la conferencia magistral
de Garzón. Tres mil personas colmaron las butacas, entre los que
se confundían jueces, fiscales, represetnantes de los organismos
de derechos humanos, estudiantes, legisladores y funcionarios. El único
abucheo fue para la adhesión del ministro del Interior, Ramón
Mestre.
La impunidad deja una marca en la conciencia individual y colectiva
coartando la hora de dar respuesta. La impunidad borra toda historia diferente
a la oficial que es la única que conviene recordar. Como dice el
autor argentino Litto Nebbia si la historia la escriben los que
ganan , quiere decir que hay otra historia, la verdadera historia, quien
quiera oir que oiga. Yo me permito agregar y que exija justicia,
leyó el magistrado español de pie frente al atril provocando
el primer aplauso. El olvido ordenado por la ley so pretexto de
garantizar la estabilidad no hace más que garantizar la impunidad.
Se está confundiendo la seguridad del Estado democrático
con la seguridad individual de quienes cometieron delitos. Por eso los
olvidos impuestos no duran. Lo que se impone es la necesidad de conocer
en profundidad. Hacer una catarsis colectiva para limpiar la herida, si
no se hace así se hará imposible la reconciliación,
abundó el juez y no hacía falta que apleara a ejemplos para
comprender de qué estaba hablando. Sabe que los abogados de los
represores sólo esperan un pretexto para recusarlo
y terminar con el cautiverio dentro de las fronteras de sus defendidos.
De tapas con
Garzón
El vicegobernador Felipe Solá le regaló a Garzón
el tango que compuso e interpretó para él el cantautor
Jorge Marziali. Don Baltasar Garzón ya entró
en la historia/y de algún modo hoy es un condenado/pues no
buscó pero encontró la gloria/igual que aquel que
se llamó Machado/Viejo, tirame unos morlacos, que quiero
ver si llego a España de un tirón/dale, quiero conocer
Cádiz, y aquel puerto famoso del que zarpó Colón/viejo,
no tengo una moneda, y en una de ésas puedo cobrarme esta
ilusión/posta, hoy me muero de ganas, de encontrarme en la
lleca con Baltasar Garzón/No me preguntes viejo, qué
le diría al quía, seguro le diría, con bronca
y emoción/jefe, soy sudamericano, soy hijo del Plan Cóndor
y de la represión/Garza, un Mercosur de olvidos, me duelen
los oídos y acá abajo también/vine porque quiero
pedirle que no afloje nunca y que empiece otra vez/Viejo, vos que
hablabas fule de todos los yoyegas que salen a currar/transan, te
pinchan Aerolíneas, y para hablar por fono tenés que
ser un bacán/viejo, hoy no tengo laburo, y todo lo que tengo
es este berretín/dale, mirá si caigo en julio y me
lo encuentro al Garza de joda en San Fermín/ Viejo, tirame
unos morlacos, que en una de esas puedo cobrarme esta ilusión/dale,
que se nos va la vida, y así no encuentra calma mi pobre
corazón/viejo, el garza está en la justa y al coso
no le asusta la globalización/viejo, pmí es
ahora o nunca y quiero ver si llego a España de un tirón/vamos,
que en una de esas funca y me rajo de tapas con Baltasar Garzón.
|
|