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Un taxista violador condenado a la
inédita pena de 28 años de prisión

Por primera vez, un tribunal superó los 25 años considerados como límite de condena para un acusado sin penas previas. El fallo fija jurisprudencia y fue contra un hombre que apresaba víctimas con un taxi. Cometió cuatro violaciones y otros tantos intentos.

El condenado aprovechaba su trabajo
de taxista para violar mujeres y luego robarles sus pertenencias.

Por Horacio Cecchi

José Américo Salvador, de 39 años y ex taxista de profesión, fue condenado por un tribunal porteño después de realizar un impresionante raíd de robos y violaciones a pasajeras el año pasado. El primer caso denunciado ocurrió el 5 de marzo de 2000, cuando secuestró a una pasajera, la trasladó a un albergue transitorio, donde la violó y luego la abandonó a pocas cuadras quedándose con su billetera y su celular. Durante 15 días, Salvador repitió la operatoria: otros siete casos, otras dos violaciones y cuatro intentos, todos con el consecuente robo. Lo llamativo del veredicto es el monto de la pena: 28 años de reclusión, que supera el supuesto límite de 25 años, que comúnmente se definía como perpetua. La gravedad de los delitos y la peligrosidad del ex taxista elevaron por primera vez un veredicto en un caso de condena primaria por encima de los 25 años. La ausencia de antecedentes penales no fueron suficientes para que Salvador se salvara.
El domingo 5 de marzo del año pasado, a las cuatro de la madrugada, una mujer de 25 años detuvo un taxi Peugeot 504, en el barrio de Palermo. El conductor, un peón con licencia habilitada y barbita candado, escuchó el destino, anduvo en esa dirección unas cuadras. Imprevistamente, le mostró una bala a la pasajera y le dijo: “Es chiquita, pero te puede matar. Pasate adelante, al lado mío”, mientras extraía un arma, o lo que parecía un arma –luego se determinó que era un caño que cubría con un trapo–. Después, se dirigió hacia el barrio de Núñez, donde se detuvo en un albergue transitorio sobre la avenida Congreso. A pie, ingresaron víctima y victimario en el albergue, donde el taxista –previa colocación de un profiláctico–, violó a la joven. Luego, se retiró con ella, la trasladó unas pocas cuadras en el vehículo y la abandonó, tomando antes su billetera y su celular. La mujer presentó la denuncia. En ese momento no lo sabía, pero el violador era José Américo Salvador.
El 11 de marzo, otra mujer de la misma edad paró al 504 de Salvador en Arcos y Mendoza, barrio de Belgrano. El de barbita candado repitió la amenaza pero esa vez todo ocurrió en el vehículo. “Sentía pánico porque no sabía si se acercaba para lastimarme, violarme o matarme”, declaró la víctima más tarde. Salvador la violó y luego robó su billetera antes de abandonarla. Una semana más tarde, yirando por Belgrano R, levantó otra víctima, en Crámer y Juramento. En esa ocasión, la trasladó hasta el mismo albergue donde la violó dos veces por vía vaginal y dos por vía anal. Luego repitió el robo de pertenencias.
No fueron los únicos casos: entre el 5 y el 18, Salvador volvió a atacar a cuatro pasajeras, pero por uno u otro motivo la violación quedó en intento, o no se pudo probar, y en los cuatro casos concluyó en el robo.
El 20 de marzo, el taxista salió dispuesto a repetir, pero al entrar al albergue, la pasajera atinó a hacerle una seña al conserje indicándole que el hombre estaba armado. Cuando entró en la habitación, la mujer fingió un desmayo. Lo hizo el tiempo suficiente para que la policía acudiera. Fue el fin del raíd de Salvador y el principio de su recorrido que finalizó con su cuerpo entre rejas y su nombre inscripto en la jurisprudencia.
¿Por qué en la jurisprudencia? El miércoles pasado, los jueces Enrique Pose, Floreal de Laurentis y Enrique Alvarez Aldana, del Tribunal Oral 11, lo condenaron a 28 años de reclusión. El fiscal Pablo Ouviña había pedido 33. El Código Penal en su parte general no especifica un límite en la condena. Históricamente, los tribunales utilizaron como límite el monto de la condena máxima, correspondiente a homicidio, es decir, 25 años. “En 1984 se sancionó la ley 23.077 –dijo a Página/12 el fiscal Ouviña–. En su artículo 10 introdujo una modificación del Código Penal, que es el artículo 227 ter. Allí establece que ‘el máximo de la pena establecida para cualquier delito será aumentado en un medio, cuando la acción contribuya a poner en peligro la vigencia de la Constitución nacional’”.
Tomando como límite lo establecido en el 227 ter., el límite histórico de 25 aumentó un 50 por ciento, o sea, 37 años y medio. La interpretación, aunque la ley lleva siete años, todavía es motivo de polémica. Existían dos casos que superaban ese límite en la jurisprudencia: el Tribunal Oral 6 había impuesto condenas de 35 años a Luis Alberto Manfredi y de 29 y medio a Julio César Córdoba, por violación y corrupción de chicos de la calle, en Constitución. Cinco casos se le habían probado a Manfredi; cuatro a Córdoba. Hace cuatro meses, el Tribunal de Casación porteño confirmó las condenas. Pero el caso de Salvador no es el mismo. No por los brutales delitos cometidos, sino porque carecía de antecedentes penales.
“La gravedad de cada uno de los hechos –comentó Ouviña–, la cantidad de casos, que existieran delitos en concurso real, los ocho raptos con el fin de vulnerar la integridad sexual de las mujeres, las tres violaciones, las consecuencias sufridas por las víctimas, la peligrosidad del imputado, influyeron en la condena”.

 


 

EXTRAÑA MUERTE DEL HIJO DE DI DIO
Misterio en Lomas

Una extraña muerte sacudió ayer a la familia de Edgardo Di Dío. Se trata del fallecimiento de Maximiliano, el hijo del intendente de Lomas de Zamora, que apareció tendido en su cama junto a un tubo de gas helio. Los investigadores trabajan en dos hipótesis: suicidio o accidente.
El joven de 18 años fue encontrado muerto ayer en su casa de José Mármol por su hermano de 16, quien llamó a un servicio médico cuando vio que no reaccionaba. Algunas versiones indicaban que, además del tubo del gas helio, Maximiliano tenía una bolsa de nylon negra en la cabeza.
“Descartamos que se trate de un crimen con motivaciones políticas”, sostuvo una fuente comunal, quien agregó que se inclina por la idea de un “accidente”. Esto es lo que tratan de determinar los peritos para explicar cómo apareció allí el gas helio. En el lugar se secuestró una CPU que se está analizando para establecer si hay alguna conexión con la muerte.
Según su familia, el adolescente navegaba mucho en internet y hay versiones que vinculan su muerte con algún tipo de “experimento”. Sin embargo, no se dejó de lado la posibilidad de que haya sido un suicidio. El fiscal Víctor Darío Belucci caratuló la causa como “averiguación de causales de muerte” y ordenó un estricto sumario sobre los peritajes.

 

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