Por Horacio Cecchi
José Américo
Salvador, de 39 años y ex taxista de profesión, fue condenado
por un tribunal porteño después de realizar un impresionante
raíd de robos y violaciones a pasajeras el año pasado. El
primer caso denunciado ocurrió el 5 de marzo de 2000, cuando secuestró
a una pasajera, la trasladó a un albergue transitorio, donde la
violó y luego la abandonó a pocas cuadras quedándose
con su billetera y su celular. Durante 15 días, Salvador repitió
la operatoria: otros siete casos, otras dos violaciones y cuatro intentos,
todos con el consecuente robo. Lo llamativo del veredicto es el monto
de la pena: 28 años de reclusión, que supera el supuesto
límite de 25 años, que comúnmente se definía
como perpetua. La gravedad de los delitos y la peligrosidad del ex taxista
elevaron por primera vez un veredicto en un caso de condena primaria por
encima de los 25 años. La ausencia de antecedentes penales no fueron
suficientes para que Salvador se salvara.
El domingo 5 de marzo del año pasado, a las cuatro de la madrugada,
una mujer de 25 años detuvo un taxi Peugeot 504, en el barrio de
Palermo. El conductor, un peón con licencia habilitada y barbita
candado, escuchó el destino, anduvo en esa dirección unas
cuadras. Imprevistamente, le mostró una bala a la pasajera y le
dijo: Es chiquita, pero te puede matar. Pasate adelante, al lado
mío, mientras extraía un arma, o lo que parecía
un arma luego se determinó que era un caño que cubría
con un trapo. Después, se dirigió hacia el barrio
de Núñez, donde se detuvo en un albergue transitorio sobre
la avenida Congreso. A pie, ingresaron víctima y victimario en
el albergue, donde el taxista previa colocación de un profiláctico,
violó a la joven. Luego, se retiró con ella, la trasladó
unas pocas cuadras en el vehículo y la abandonó, tomando
antes su billetera y su celular. La mujer presentó la denuncia.
En ese momento no lo sabía, pero el violador era José Américo
Salvador.
El 11 de marzo, otra mujer de la misma edad paró al 504 de Salvador
en Arcos y Mendoza, barrio de Belgrano. El de barbita candado repitió
la amenaza pero esa vez todo ocurrió en el vehículo. Sentía
pánico porque no sabía si se acercaba para lastimarme, violarme
o matarme, declaró la víctima más tarde. Salvador
la violó y luego robó su billetera antes de abandonarla.
Una semana más tarde, yirando por Belgrano R, levantó otra
víctima, en Crámer y Juramento. En esa ocasión, la
trasladó hasta el mismo albergue donde la violó dos veces
por vía vaginal y dos por vía anal. Luego repitió
el robo de pertenencias.
No fueron los únicos casos: entre el 5 y el 18, Salvador volvió
a atacar a cuatro pasajeras, pero por uno u otro motivo la violación
quedó en intento, o no se pudo probar, y en los cuatro casos concluyó
en el robo.
El 20 de marzo, el taxista salió dispuesto a repetir, pero al entrar
al albergue, la pasajera atinó a hacerle una seña al conserje
indicándole que el hombre estaba armado. Cuando entró en
la habitación, la mujer fingió un desmayo. Lo hizo el tiempo
suficiente para que la policía acudiera. Fue el fin del raíd
de Salvador y el principio de su recorrido que finalizó con su
cuerpo entre rejas y su nombre inscripto en la jurisprudencia.
¿Por qué en la jurisprudencia? El miércoles pasado,
los jueces Enrique Pose, Floreal de Laurentis y Enrique Alvarez Aldana,
del Tribunal Oral 11, lo condenaron a 28 años de reclusión.
El fiscal Pablo Ouviña había pedido 33. El Código
Penal en su parte general no especifica un límite en la condena.
Históricamente, los tribunales utilizaron como límite el
monto de la condena máxima, correspondiente a homicidio, es decir,
25 años. En 1984 se sancionó la ley 23.077 dijo
a Página/12 el fiscal Ouviña. En su artículo
10 introdujo una modificación del Código Penal, que es el
artículo 227 ter. Allí establece que el máximo
de la pena establecida para cualquier delito será aumentado en
un medio, cuando la acción contribuya a poner en peligro la vigencia
de la Constitución nacional.
Tomando como límite lo establecido en el 227 ter., el límite
histórico de 25 aumentó un 50 por ciento, o sea, 37 años
y medio. La interpretación, aunque la ley lleva siete años,
todavía es motivo de polémica. Existían dos casos
que superaban ese límite en la jurisprudencia: el Tribunal Oral
6 había impuesto condenas de 35 años a Luis Alberto Manfredi
y de 29 y medio a Julio César Córdoba, por violación
y corrupción de chicos de la calle, en Constitución. Cinco
casos se le habían probado a Manfredi; cuatro a Córdoba.
Hace cuatro meses, el Tribunal de Casación porteño confirmó
las condenas. Pero el caso de Salvador no es el mismo. No por los brutales
delitos cometidos, sino porque carecía de antecedentes penales.
La gravedad de cada uno de los hechos comentó Ouviña,
la cantidad de casos, que existieran delitos en concurso real, los ocho
raptos con el fin de vulnerar la integridad sexual de las mujeres, las
tres violaciones, las consecuencias sufridas por las víctimas,
la peligrosidad del imputado, influyeron en la condena.
EXTRAÑA
MUERTE DEL HIJO DE DI DIO
Misterio en Lomas
Una extraña muerte sacudió
ayer a la familia de Edgardo Di Dío. Se trata del fallecimiento
de Maximiliano, el hijo del intendente de Lomas de Zamora, que apareció
tendido en su cama junto a un tubo de gas helio. Los investigadores trabajan
en dos hipótesis: suicidio o accidente.
El joven de 18 años fue encontrado muerto ayer en su casa de José
Mármol por su hermano de 16, quien llamó a un servicio médico
cuando vio que no reaccionaba. Algunas versiones indicaban que, además
del tubo del gas helio, Maximiliano tenía una bolsa de nylon negra
en la cabeza.
Descartamos que se trate de un crimen con motivaciones políticas,
sostuvo una fuente comunal, quien agregó que se inclina por la
idea de un accidente. Esto es lo que tratan de determinar
los peritos para explicar cómo apareció allí el gas
helio. En el lugar se secuestró una CPU que se está analizando
para establecer si hay alguna conexión con la muerte.
Según su familia, el adolescente navegaba mucho en internet y hay
versiones que vinculan su muerte con algún tipo de experimento.
Sin embargo, no se dejó de lado la posibilidad de que haya sido
un suicidio. El fiscal Víctor Darío Belucci caratuló
la causa como averiguación de causales de muerte y
ordenó un estricto sumario sobre los peritajes.
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