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DICTARON “FALTA DE MERITO” A LOS TRES PRESOS DEL CASO LECUNA
Un asesinato que sólo suma dudas

Dos semanas después de la promocionada detención de los supuestos homicidas del marido de Georgina Barbarossa, todo volvió a fojas cero. El juez no encontró pruebas suficientes para incriminar al trío. Un nuevo revés para la Bonaerense y la Federal.

Por Carlos Rodríguez

El pomposo anuncio fue tapa de los diarios el domingo 25 de noviembre: en una villa de San Martín habían sido detenidos los supuestos responsables del crimen de Miguel Lecuna, el esposo de Georgina Barbarossa. Ayer, dos semanas más tarde y en voz baja, otra noticia dejó en ridículo a la anterior, ya que el juez de la causa, luego de analizar la prueba, resolvió la “falta de mérito” de los tres sospechosos, que continúan presos sólo porque estarían todavía en danza otros asuntos delictivos que no tienen relación con el caso Lecuna. Fuentes judiciales admitieron que los sospechosos, aunque seguirán siendo investigados en el caso, tenían coartadas que tumbaron todas las pruebas reunidas en su contra y “es imposible dictarles la prisión preventiva”. Nadie explicó ayer cómo fue que la policía había determinado con tanta precisión de datos que el autor material del crimen era Marcelo Martínez, alias “El Asmático”, quien según esa versión habría apuñalado a Lecuna porque “El Vasco se resistió y lo tomó del cuello, cortándole la respiración, y eso lo volvió loco”.
Claudio Solórzano, el abogado de Martínez, consideró ante Página/12 que la decisión del juez Enrique Velázquez “se ajusta a derecho, pero parece una salida elegante” frente al traspié en una causa de tanta repercusión en los medios. Según el letrado, su defendido “no tiene ningún antecedente penal” y por lo tanto debería recuperar la libertad “en poco tiempo más”. Fuentes de la Policía Federal y de la Bonaerense –las dos fuerzas tuvieron intervención en la detención de los tres sospechosos en la villa Puerta 8, de San Martín–, aseguraron que todos tenían antecedentes, pero el dato sigue en la nebulosa, como la causa misma.
La investigación policial en la causa Lecuna siempre anduvo a los tumbos. Al marido de la animadora Georgina Barbarossa lo asesinaron el 2 de noviembre cerca de las 19, a bordo de un taxi, y arrojaron el cuerpo al asfalto, en Gorriti y Sánchez de Bustamante, pleno barrio de Palermo. En los primeros tiempos se difundieron los teléfonos de la comisaría 21ª y del tribunal actuante, para buscar testigos del hecho. Aparecieron varios pero todos fracasaron a la hora de identificar al “Asmático” Martínez y a sus compadres en desgracia, Amadeo “El Gordo” o “Sieteculos” Alvarez y Daniel Indolfo “El Chueco” Manzanelli.
Antes de las detenciones en San Martín se produjeron otras dos falsas alarmas. La primera fue la difusión de un identikit del chofer del taxi donde subió Lecuna. El sospechoso se parecía demasiado a un hombre que estaba en prisión cuando ocurrieron los hechos, pero no se trataba de otro caso de detenidos con permiso para salir a robar sino del error de tomar como base del identikit a la foto real del mismo preso. Después apareció otro ladrón, detenido en la Capital Federal cuando asaltaba un negocio, quien fue señalado falsamente como uno de los miembros de la banda.
La pista que llevó al Asmático y sus amigos fue aportada por un detenido de identidad reservada que está bajo proceso en la Justicia de San Martín. El hombre le dijo al fiscal Martín Cangelosi que sabía quiénes eran los asesinos de Lecuna. El relato lo escuchó el fiscal Norberto Quantín y el dato llegó al juzgado de Velázquez, que ordenó una serie de allanamientos en la villa Puerta 8, ubicada cerca de una de las entradas a la guarnición militar de Campo de Mayo. “Era un testigo encubierto que podía estar hablando para mejorar su condición; eso se sabía de entrada”, comentó ayer a este diario una fuente judicial bonaerense.
El juez Velázquez recibió una andanada de pruebas fallidas. Nueve testigos –fue necesario apenas que declararan cuatro– corroboraron lo dicho por “El Asmático” en el sentido de que la noche del crimen estuvo acompañando a su mujer, en un hospital del conurbano. De las dos cortaplumas halladas en su casa, una era inutilizable y la otra pertenecía a su cuñada, que se presentó a declarar ante el juez. En su casa encontraron un arma calibre 32, pero Martínez sostuvo que la había comprado porque era comerciante y su negocio, en la villa, había sidoasaltado y baleado. “Lo compré para defenderme”, sostuvo y no hubo forma de desmentirlo. En la muerte de Lecuna sólo se utilizó un arma blanca.
De los tres celulares que encontraron en poder de Martínez, dos eran de su propiedad, tal como demostró mediante el aporte de boletas de pago. El tercer aparato era de un familiar y no brindó ningún dato que involucrara a Martínez ni a los otros dos detenidos en el crimen de Lecuna. A los tres les tomaron muestras de sangre para compararlas con algunas manchas que aparecieron en las ropas de Lecuna, pero también fracasó el intento. En cuanto a la camioneta blanca hallada en la villa de San Martín, ni siquiera sería de la misma marca que la utilizada para interceptar el taxi en el que iba Lecuna. Martínez y los suyos deberían responder por otras causas, incluida una por drogas, pero están lejos hoy de ser señalados como autores del homicidio de Lecuna.

 

Exitos que no lo son

No es la primera vez que un “exitoso operativo” termina en la más oscura nada. Entre los casos más sonados, el trágico asalto a un local de Larrea 579, del barrio de Once, el 19 de mayo pasado, que terminó con un asaltante y dos policías muertos, y uno herido, derivó un mes después, en la detención a todo bombo de toda la banda: diez acusados. Unos días más tarde, la prueba se cayó cuando los imputados no fueron reconocidos por los testigos. En el caso del triple crimen de Cipolletti, el ADN demostró que Hilario Sepúlveda y Horacio Huenchumir no habían tenido que ver en el triple crimen de Cipoletti, en el que María y Pauyla González y Verónica Villar fueron violadas y asesinadas. La policía rionegrina les había cargado toda la responsabilidad en una burda maniobra. Los “Pepitos” Margarita Di Tullio, Flavio Steck, Pedro Villegas y Luis Martínez Maidana, en el caso Cabezas, también pasaron de cargar con todas las sospechas a la falta de mérito: les plantaron el arma supuestamente utilizada en el crimen. Dos hinchas de River, Gustavo Cáceres y Luis Martínez, fueron detenidos acusados de agredir al periodista Hernán López Echagüe, señalados por el actual gobernador bonaerense Carlos Ruckauf. Los dos terminaron libres por falta de mérito y de acusados pasaron a acusadores contra la Federal.

 

LAS MUJERES AHORA PUEDEN ASPIRAR A LA JEFATURA
Policía Federal y feminista

La fuerza femenina hizo notar su presencia en la Policía Federal: desde ayer, las polimujeres puede aspirar a ocupar las máximas jerarquías de la fuerza, un lugar que hasta ahora tenían vedado. La medida dispuesta por un decreto del Poder Ejecutivo brinda esa posibilidad a las 8000 federales, que ahora tienen –al menos en lo formal– el camino allanado para acceder al cargo de jefe de Policía.
Rubés Santos, el actual jefe de la Federal, manifestó que el cambio es una forma de hacer “justicia con los esfuerzos de las mujeres de la fuerza que han demostrado las mismas aptitudes policiales que sus pares masculinos”.
“Las mujeres trabajan en todas las áreas y ya no quedan relegadas a lo administrativo como ocurría anteriormente”, señaló una fuente policial y femenina. También explicó que “hasta ahora no accedían a la oficialidad superior, es decir, a la categoría de comisario general”. Dentro de los oficiales hay subalternos, jefes (subcomisarios y comisarios) y superiores (comisario general, el máximo rango de la fuerza).
Sin embargo, si bien las policías podrían llegar a ser hasta comisarias, en la actualidad no hay casos porque no tienen los años de antigüedad requeridos. “Hay 12 subcomisarías y cinco que ascenderán a fin de año –informó la fuente–. De las 17, hay seis que tienen una mayor antigüedad”. Entre ellas estará, seguramente, la primera comisaria federal argentina.
Pero todavía está lejos ese momento: “De acuerdo a cómo reglamenten este decreto, habrá mayores posibilidades para ascender o no”, advirtió la fuente. Las primeras egresadas de la escuela de policía datan de 1978 y son quienes hoy ostentan las categorías más elevadas.
La Federal se suma así a una reciente disposición en igual sentido en la provincia de Buenos Aires. El 16 de noviembre pasado, la Legislatura sancionó una ley que también eliminó las trabas de las mujeres policías para acceder a los máximos grados de la institución. El argumento para decidir el cambio fue la discriminación del personal en función de su sexo.

 

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