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CAETANO PRESENTO “NOITES DO NORTE” EN EL GRAN REX
Transgresiones de un clásico

El extraordinario músico bahiano
ofrece, en su nueva visita a la Argentina, un puñado de canciones de su larga trayectoria, que le permiten reflexionar sobre la polifonía cultural de su país.

Caetano Veloso sedujo nuevamente a
un público que llenó el teatro Gran Rex.

Por Fernando D’Addario

Caetano Veloso se vistió de riguroso negro para su primera presentación en el teatro Gran Rex. La elección cromática, sin dudas compatible con el panorama del país que está visitando, podría entenderse como una rúbrica de sobriedad para su fina estampa, o como un guiño para aproximarse a la lectura de la negritud que el bahiano propuso en sus últimos trabajos y más explícitamente en Noites do Norte. Pero tratándose de Caetano, la realidad siempre esquiva las presunciones, del mismo modo que su figura, de gacela, parece deslizarse por el escenario como si estuviese huyendo hacia un nuevo rumbo. Sin embargo, no huye, ni desmiente las sospechas: elige un territorio de ambigüedad, en el que todo puede ser posible, sin subrayar ninguna certeza.
Es extraña la manera en que, año tras año, se solidifica su condición de “clásico”. El autor de “Tropicalia” sostiene su relación con el público en la imprevisibilidad, y no necesita poblar de hits su set de poco más de hora y media para sumar votos a su canonización. En esa dirección, Noites do Norte se manifestó en vivo como un derroche de concepto, más que como un puñado de canciones desparramadas en función de su impacto emocional. Acaso por eso, el show atravesó con sutileza la idea germinal del disco: excavar en las contradicciones más sensibles de Brasil, ligadas profundamente con las consecuencias de la esclavitud. Caetano tradujo musicalmente (en rigor, viene haciéndolo, inconscientemente, en los últimos 35 años) el ideario de Joaquim Nabuco, un líder abolicionista del siglo XIX, que escribió: “La esclavitud permanecerá por mucho tiempo como la característica nacional del Brasil. (...) Ella lo pobló como si fuese una religión natural y viva, con sus mitos, sus leyendas, sus encantamientos; insufló allí su alma infantil, su tristeza sin pesar, sus lágrimas sin amargura, su silencio sin concentración, sus alegrías sin causa, sus felicidades sin día siguiente...”. El bahiano se valió de algunas canciones del disco, (“Noites do Norte”, “13 de Maio”, “Rock’n Raul”, “Zumbi”, “Zera Reza”), buscó perlitas perdidas en su dilatada trayectoria y musicalizó integralmente su versión de la historia. Que es su propia historia: conflictos de identidad, fracturas, dolores estetizados, alegrías que no cierran, africanismo blanco, cultura occidental tamizada por el candomblé, Luiz Gonzaga con Bob Dylan, Michael Jackson con Pessoa, blanco, negro, culto, popular, vanguardista amante de la tradición.
Caetano mostró una banda renovada, menos pretenciosa en términos formales, pero subida a las cercanías de la perfección en buena medida gracias al talento del gran Jacques Morelenbaum. Su criterio orquestal le permitió al músico bahiano sumarles a sus canciones distintas armaduras rítmicas y entramados armónicos, como si se tratara de capas geológicas que se superponen sin molestarse jamás. Así, temas de distintas épocas (desde los setentistas “Araca azul” y “Leaozinho” hasta el bellísimo “Lingua”, de 1984, o el hermoso “Desde que o samba é samba”, que pertenece a Tropicalia 2, de los 90) formaron parte del mismo concepto, aunque unos eligieran el intimismo acústico, y otros dispararan la explosión percusiva con reminiscencias afro, aunque la guitarra distorsionada de Davi Morais se acoplara a una base funky, y la voz de Caetano oscilara entre el susurro melódico y el rap. Aunque “destruyeran” la versión original. En 25 canciones Caetano repasó su modo de entender el arte. En su tiempo, en su país, en el mundo. Casi no habló. En un momento se fue, de negro, después de haber exorcizado la noche con su viejo “Tropicalia”, que como siempre (cuando del músico bahiano se trata), sonó como si lo hubiera escrito mañana.

 

No se salvó del corralito

Si no hay una solución a corto plazo, Caetano tendrá que esperar para cobrar los cinco espectáculos que tiene programados en Buenos Aires, debido a las restricciones financieras dispuestas por el Gobierno. “Caetano vino a tocar porque nos conoce y nos tiene confianza, pero va a tener que esperar para cobrar, porque todavía no están hechas las normas y reglamentaciones que le permitan sacar esa plata del país”, dijo Lucio Alfiz, el productor de los espectáculos que el músico brasileño está desarrollando en el Teatro Gran Rex. En principio, las presentaciones de Noites do Norte, estaban pautadas sólo para este fin de semana, pero luego se añadió una nueva función para el viernes próximo, en vista de la demanda del público. En la semana, la cartelera del Gran Rex exhibía un cartel que decía “solo efectivo”. Pero ahora, “aceptamos efectivo, cheques, tarjeta, patacones, lo que sea...”, concluyó Alfiz. El dinero de la recaudación será depositado en un banco, hasta que se “resuelva” la situación financiera.

 

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