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DINAR LINEAS AEREAS

CAVALLO AGACHO EL LOMO Y PROMETIO TODO
Fueron duros con él y lo mandaron a casa

Domingo Cavallo y sus laderos pasaron
en Washington 48 horas que difícilmente olviden. Retornan caminando por el filo
de la navaja. Si no consiguen imponer adentro lo que convinieron afuera, la esperanza de no admitir abiertamente el default se habrá esfumado. Como el FMI todavía no inventó nada nuevo, la consigna para rehabilitar el programa caído es más ajuste. Lo único original es que esta vez no tendrá un marco ortodoxo, sino el cepo bancario y el control de cambios. Esto no lo cambia ni Bush.

Por Julio Nudler

El veloz retorno de Domingo Cavallo, Daniel Marx (vice) y Jorge Baldrich (Hacienda) de Washington a Buenos Aires, donde aterrizarán esta mañana, tras 48 horas de negociaciones con el Fondo Monetario, implica el esbozo de un principio de acuerdo para convenir un nuevo programa económico, que sería respaldado con recursos del FMI, que a su vez destrabarán la llegada de préstamos prometidos por otras fuentes. El hermetismo de todos los integrantes de la desesperada misión que partió hacia el Norte en la noche del jueves deja sin respuesta las preguntas sobre los compromisos concretos que asumió esta vez Cavallo, cuyo trabajo consistirá ahora en conseguir el respaldo político necesario para aplicar el nuevo esquema. Respecto de los programas anteriores habrá, como mínimo, una diferencia esencial: éste se impondrá en una economía rodeada por una alambrada de púas, con los depósitos pisados y reimplantado el control de cambios. Aun en el más optimista de los supuestos respecto del apoyo multilateral que logre la Argentina, la economía no podrá “normalizarse”, manteniéndose la vigencia de todas las restricciones anunciadas el sábado 1º de diciembre. Estas sellaron diversas salidas para la fuga de capitales, pero la desconfianza no cesará, impidiendo que el sistema bancario sea liberado de su cepo. En tales condiciones, y con la profundización del ajuste, ningún economista sueña siquiera con el retorno al crecimiento. Y éste ha sido precisamente el primer nudo a cortar en la discusión con el Fondo: su staff no acepta que Cavallo dibuje números ilusorios e increíbles para el Presupuesto 2002, colgados de una hipótesis delirante de expansión económica.
(viene de págins 2) De hecho, este contratiempo con la Argentina ha sorprendido al FMI en medio de un debate no resuelto sobre la manera de prevenir o afrontar las crisis de los países subdesarrollados. Un economista local con experiencia en negociaciones con enviados del Fondo, pero que pidió reserva de su nombre, indicó anoche a este diario que “es muy difícil tratar hoy con ellos porque no saben lo que quieren, y no lo saben porque no tienen un diagnóstico sobre qué fue lo que falló con la Argentina ni cómo se sale de esta encrucijada”. Algunos –como Anne Krüger, la número dos del organismo– piensan que no puede evitarse una devaluación del peso, pero el staff y los técnicos de las misiones, como Tomás Reichmann, ven las cosas de otro modo.
Finalmente, todo se resuelve de manera convencional, con el Fondo diciéndole a los argentinos: tráigannos un programa fiscal creíble y les aprobamos el programa. Pero la credibilidad del programa no prejuzga su cumplimiento. Varios planes se cayeron a pesar de su apariencia razonable. Esto explica la poca predisposición de Krüger hacia el país, ya que no quiere repetir la historia, esta vez con su prestigio en juego. En un reciente debate, ella indicó que es preciso definir qué se busca: si solo sortear crisis en el corto y mediano plazo, o bien cambiar estructuralmente una economía para que nunca se repita una crisis. “La respuesta –sugirió– depende en parte de cuán a menudo ha requerido ayuda un país en el pasado.” La conclusión es que a la Argentina, que va de una crisis en otra, hay que imponerle reformas muy profundas (según su visión, en el sector público y el sistema financiero).
Para Miguel Bein, que fue secretario de Programación del equipo de José Luis Machinea, “Cavallo logró circunscribir la discusión con el Fondo a la cuestión fiscal, que deberá pasar aquí por un acuerdo político. Ya bajó la cuenta de intereses de la deuda todo lo que hace falta. Por los 50.000 millones de dólares en bonos que resta canjear (tramo global) no pagará nada de intereses el primer año, y después irá subiendo la tasa gradualmente. Y si hay problemas con las provincias, emitirá 2000 millones en Lecop”. (Al respecto, Bein propone ante todo que a la tercera moneda se le quite ese nombre imposible, sugiriendo el que le gusta: puma. Habrá que ver si muerde.)
Cualquiera sea el diseño final de este nuevo acuerdo con el FMI, si es que realmente llega a plasmarse, su contexto será abiertamente heterodoxo: la renegociación forzosa de la deuda (default), obstáculos al movimiento de capitales y cerrojo sobre la banca. Fuera de esto, se mantendrá la depresión económica, mientras crece el superávit comercial, resultante de aquella. Los dólares que genere ese excedente –y que ahora deben ser traídos al país por los exportadores, obligación que había sido abolida en 1991– facilitarán los pagos de la deuda externa, sin que se sacrifiquen reservas. Pero para esto habrá que mantener en pie la restricción al retiro de fondos, ya que de otro modo el superávit alimentaría la fuga de capitales.
Además de la pelea política que le espera a Cavallo, si es cierto que acordó algo con el FMI, como afirmó ayer en Washington, también lo aguarda la guerra por sostener el 1 a 1, para lo cual debe romperle la crisma al incipiente mercado paralelo. Para vencer deberá vender, vía banca oficial, todos los dólares que demande la gente. Bajo instrucciones precisas, el BCRA tendrá que entregar los fajos, esperando que la demostración calme al público, que al mismo tiempo tiene limitado su acceso a pesos físicos. Pero más allá del Central, ahora se juega la actitud de la banca internacional que opera en esta plaza: en qué medida está dispuesta a respaldar a sus sucursales de la Argentina.
Krüger ha dicho que un asunto a decidir es hasta dónde aprovechar las ocasiones que brinda una crisis para imponer reformas de largo aliento, como la del sistema bancario. Este tema está en el centro de la conflagración que estalló la semana pasada en la city porteña. Para unos, antes de que pueda quitársele el candado al sistema financiero será preciso que el Gobierno negocie con los bancos internacionales con redes en el país un acuerdo por el cual se comprometan a respaldar con su patrimonio global a sus filiales argentinas. De esta suerte, los argendólares de los ahorristas, que hasta hoy sólo tienen de verde la esperanza de disponer de ellos alguna vez, devendrían dólares verdaderos.
Pero ese pacto tendría un precio: la entrega de todo (o casi todo) lo que resta del sistema a manos extranjeras, asegurándoles a los bancos internacionales un status de extraterritorialidad. Estarían tomando los depósitos bajo otra ley, diferente de la argentina, y podrían mantener los encajes en el exterior. Se supone que sólo en ese caso habría alguna chance de que los argentinos vuelvan a llevar plata fresca a los bancos. Además, sólo la liberación de los depósitos hoy cautivos (los argendólares) permitiría restablecer las imprescindibles señales de precios en la economía, porque hoy se desconoce la verdadera relación de valor entre un argendólar y un dólar. Por tanto, nadie sabe qué precio cobrar por lo que vende.
De esta forma, el modelo vuelve a reclamar, para subsistir, más concentración y extranjerización, como vino ocurriendo desde el primer día. Dentro del modelo no hay alternativa. Si existe, está fuera de él.

 


 

EXITO DE LA MISION AL NORTE, SEGUN CAVALLO
Milagroso “acuerdo completo”

Domingo Cavallo declaró anoche en Washington que llegó a un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional sobre “los números del Presupuesto” para el año próximo. Ahora el ministro deberá negociar con los gobernadores y la oposición el apoyo político a un nuevo ajuste. Sin embargo, según pudo saber Página/12, todavía resta acordar algunos números que están en la base de un nuevo acuerdo. En el FMI consideran que tanto las perspectivas de crecimiento para el 2002 presentadas por el equipo económico –1,4 por ciento– como las previsiones de ahorro a lograr con el canje de deuda son excesivamente optimistas. Estas dos magnitudes son clave para determinar la brecha fiscal, y por lo tanto, los “números” para el año próximo.
“Estuvimos de acuerdo completamente con el personal del Fondo en los números, así que ahora debemos adoptar decisiones en Argentina”, señaló Cavallo poco antes de emprender el regreso al país. “Tenemos que adoptar decisiones sobre las políticas que serán implementadas, particularmente para el año 2002, y también tenemos que mostrar que hay apoyo político para el presupuesto 2002, y (para) la ley de reparto de impuestos, y todo lo que sea necesario no sólo para convencer al Fondo, sino a la comunidad financiera internacional, de que tenemos un programa sostenible”, reseñó.
El ministro dijo que un nuevo programa con el FMI es fundamental para persuadir a los acreedores internacionales de que acepten canjear sus bonos. Además amenazó con no iniciar el tramo internacional del canje mientras la Argentina no cuente con “un programa que (nos) certifique tanto en el sentido fiscal como de la dinámica de la deuda”.
Las declaraciones fueron formuladas tras la reunión que Cavallo, los secretarios de Finanzas, Daniel Marx, y de Hacienda, Jorge Baldrich, y el vicepresidente del Banco Central (y ex funcionario del FMI), Mario Blejer, mantuvieron con Claudio Loser, director del FMI para el Hemisferio Occidental, y Tomás Reichman, jefe de la misión del Fondo para Argentina.
Cavallo dijo que para negociar se quitó “el sombrero de ministro” para ponerse “el de un técnico” y trabajar con el staff del organismo “para que no haya ninguna diferencia entre los números con que se maneja el Fondo, los números con que nos manejamos nosotros, los supuestos involucrados en esos números, el impacto que podrían tener políticas específicas en materia presupuestaria y las características de la futura reestructuración de deuda”, enumeró.
Según pudo saber este diario de fuentes que participaron de las reuniones en Washington, entre los supuestos divergentes manejados por las partes se encuentra el del crecimiento para el 2002. Mientras Cavallo insistió en que Argentina crecerá un 1,4 por ciento, en el Fondo creen que el número estará, en el mejor de los casos, alrededor de cero. También hubo diferencias sobre el ahorro que permitirá lograr el canje de deuda. Ambas cifras son indispensables para conocer la brecha fiscal y, por lo tanto, “los números del presupuesto 2002”. Es comprensible, entonces, que Cavallo no haya querido revelar los guarismos negociados para el año próximo ni adelantar las medidas antes de que, según dijo, sean tratadas con el presidente Fernando de la Rúa, los gobernadores y la oposición, labor que comenzará hoy mismo. Tal vez aquí, en el apoyo político a un nuevo ajuste que se estima en 4000 millones entre Nación y provincias, se encuentren los resultados que Cavallo necesite para convencer al FMI. Si no se destraban los 1264 millones de dólares previstos para este mes, la Argentina no podrá evitar un default abierto. Al margen del optimismo de Cavallo, por ahora ninguna misión del FMI volverá a la Argentina.

 

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