Por José
Natanson
Ayer, en Olivos, el Gobierno
se mantuvo on line con Domingo Cavallo, que seguía de reunión
en reunión en Estados Unidos. Por la noche, cerca de Fernando de
la Rúa definían tres escenarios para el futuro inmediato:
de mejor a peor, ellos se concretarían a partir de la alquimia
de dos elementos: una mixtura entre la pericia política del Gobierno
es decir, de Chrystian Colombo para cerrar cuanto antes un
acuerdo con el peronismo y la letra fina de las conversaciones entre el
ministro de Economía y el FMI.
Veamos cuáles son las hipótesis que evaluaban anoche en
Olivos:
Escenario optimista: El FMI
acepta que un acuerdo político, firmado por los principales dirigentes
del PJ y la UCR, alcanza para darle el sustento necesario a la marcha
de la economía. El documento suscripto por el peronismo debería
incluir un respaldo a la negociación por el tramo internacional
de la deuda y un compromiso explícito de que los bloques legislativos
votarán el Presupuesto girado por el Ejecutivo.
El Gobierno logra concretar en poco tiempo la negociación y el
Fondo desembolsa los 1300 millones pendientes. Si todo sale bien, el efecto
sería inmediato: los fondos frescos le permitirían al Ejecutivo
pagar las deudas pendientes, Cavallo fortalecería su posición
interna y se despejarían los fantasmas devaluacionistas. La Convertibilidad
(y su padre) seguirían en pie.
Escenario intermedio: El FMI
festeja el llamado a la concertación formulado por el Gobierno,
pero aclara que, para transferir los fondos, es necesario aprobar el Presupuesto
2002. Esto implicaría recortes en áreas sensibles: el Fondo
de Incentivo Docente, las universidades, las transferencia a las provincias,
el fondo del tabaco, etcétera.
Además, debería diseñarse sobre el principio del
déficit cero, que deberá ser aceptado en forma explícita
por el Congreso. Un programa sustentable significa que, si baja
la recaudación, los partidos políticos aceptan que hay que
hacer sacrificios para mantener las cuentas, explicó ayer
a Página/12 un funcionario.
Para cumplir los objetivos habría que recortar entre 3 y 4 mil
millones, según los cálculos rápidos que hacía
ayer por la tarde un colaborador del Presidente. Parece difícil
que un PJ que se prepara para volver al poder acepte votar en el Congreso
semejante ajuste. El único argumento que tenemos es el del
abismo. Y ya sabemos que recién los convencemos cuando llegamos
al borde, señalaba el funcionario.
Aunque parece difícil, es posible que, si se maneja con una astucia
de la que suele carecer, el Gobierno logre su objetivo: un peronismo presionado
por la inminencia de la crisis respaldaría el ajuste y finalmente
llegarían los 1300 millones.
Antes, claro, el Ejecutivo deberá someterse al desgaste de las
negociaciones con mil referentes peronistas, que estirarán los
tiempos y profundizarán la incertidumbre. Mientras, el Gobierno
habrá pagado costos enormes, acentuará su desgaste y emergerá
de la crisis aún más débil que antes.
Escenario pesimista: El FMI
dificulta la llegada de los fondos y plantea como condición un
cambio de política económica, que incluya una devaluación
del peso. En una variable de esta hipótesis, el desembolso se traba
porque el Gobierno fracasa en sus intentos por conseguir el apoyo necesario
para concretar el ajuste.
En ese caso, admitía un hombre que estuvo ayer en Olivos, De la
Rúa se plantearía el abandono definitivo de la convertibilidad
a través de un giro en la política monetaria. Es el
panorama más negro: cualquier opción, ya sea la devaluación
o la dolarización, es peor que mantener la convertibilidad,
explicaban en el Gobierno.
Todo indica que, en este panorama cercano a la catástrofe, Cavallo
se iría del Gabinete: rechazado por los gobernadores, los legisladores
y las autoridades del PJ, resistido por la estructura radical, peleado
con casi todo el Gabinete, hoy por hoy el ministro cuenta con el apoyo
tibio y pragmático de unos pocos funcionarios, como el canciller
Adalberto Rodríguez Giavarini, y el respaldo de De la Rúa.
El panorama comenzará a aclararse en las próximas horas.
De la Rúa y Cavallo se reunirán hoy en Olivos. Si hace lindo
día, es posible que se sienten afuera. Mientras toman sol y miran
los espléndidos jardines de la quinta, analizarán los próximos
pasos del Gobierno.
Habrá que esperar para ver qué destino le espera a un Gobierno
al que las cosas casi nunca le salen como lo había previsto.
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