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JOSE IGNACIO DE MENDIGUREN
“De ésta no se sale con pechos fríos”

El presidente de la UIA espera que la crisis �sea fundacional, una segunda oportunidad�. Por eso se entusiasma con su proyecto de concertación en el que logró que dialoguen Escasany y Moyano. Su dura opinión sobre la política económica y el plan de Cavallo.

Para De Mendiguren, hay que �preservar la convertibilidad, pero corrigiendo las desviaciones�.

Por Susana Viau

La tarde del viernes 30, aunque el silencio campeara en el espacioso edificio de Avenida de Mayo al 1300, José Ignacio de Mendiguren, presidente de la Unión Industrial Argentina, no podía mantenerse al margen del nerviosismo que había ganado al gobierno, al microcentro y empezaba a trasladarse a la calle. La entrevista tardó en encarrilarse, cortajeada en su tramo inicial por telefonazos que De Mendiguren respondía con comentarios lacónicos: “¡Qué barbaridad!”, “¿Y qué piensan hacer?”, “A las seis estamos allá”. “Hay corrida”, se excusó ante este diario. A las seis menos cuarto, un coche pasaba a buscarlo: tenía audiencia con un alto funcionario. Minutos más tarde, el gobierno anunciaba las medidas que impedían disponer libremente de los salarios e inmovilizaban los depósitos de los ahorristas. Hubo que esperar una semana para completar la entrevista. En el medio, todo lo que se sabe. Y para el titular de la UIA, entre otras cosas, un encuentro, el martes, fuera de la ciudad “para discutir toda la noche ¿eh? Nos quedamos a dormir”, según urgió al interlocutor que, ese viernes, le había pedido precisiones al otro lado de la línea.
Cincuenta años, orgulloso descendiente de vascos, dueño de campos en Tornquist e industrias en San Luis, ex propietario de Coniglio, la más prestigiosa marca de ropa infantil, desarrollista y “enrolado en la doctrina social de la Iglesia”, el detalle ilustra la energía que caracteriza al jefe de los empresarios y le hace hablar con un entusiasmo desbordante de su proyecto de concertación y del “núcleo duro. No, no, núcleo nacional” que logró sentar en una misma mesa a quienes a fin de junio se habían perfilado como antagonistas: Eduardo Escasany y HugoMoyano. Una energía casi simétrica a la que despliega, del lado opuesto, el ministro de Economía y que a De Mendiguren lo hacen moverse como pez en el agua en la crisis, tal vez porque como él mismo asegura, de situaciones como ésta “no se sale con pechos fríos”.
–¿Cuál es su objetivo de máxima y cuál el de mínima?
–El de mínima sería generar un cambio fuerte en las expectativas, torcer esta profunda depresión que provocan la situación económica y social y un discurso que está lejos de ser entusiasmante y puso como objetivos excluyentes el investment grade, bajar el riesgo país y el déficit cero. Si esta concertación logra mostrar que los actores sociales junto con los sectores políticos, en un gesto inédito, se unen tras consensos que tengan que ver con la realidad de todos los días, se van a empezar a solucionar los problemas. Este sería el efecto de mínima: un shock que permita regenerar confianza y revertir esta situación de crisis. El de máxima: las bases para refundar la nación. La historia muestra que crisis como ésta fueron fundacionales. Crisis de renacimiento, en muchos casos. La Moncloa, Italia después de la posguerra, Francia con la V República. Buscar consensos con un proyecto nacional, a mediano plazo. Esto que parece obvio, porque no hay país del mundo que no lo tenga, Argentina lo ha negado ¿Qué dijo nuestro canciller durante la última década? Que la mejor estrategia era la falta de estrategia y la mejor política industrial la que no existía. Estamos donde estamos por eso. El objetivo máximo es buscar un proyecto para insertarnos en el mundo.
–¿Cuál sería el punto de confluencia, entre, digamos, Moyano y Escasany?
–La necesidad de debatir un proyecto nacional. Debemos discutir de qué forma crecemos, con qué redistribución del ingreso, con qué participación del trabajo dentro del ingreso nacional, con qué nivel de integración territorial. La ciudad de Buenos Aires tiene una renta per cápita como la de Bélgica, mientras que el norte tiene una renta per cápita africana. No cualquier crecimiento sirve. Hemos crecido expulsando empleo. Es fundamental que la estrategia sea agregar valor, que la mejora de la competitividad no se base en bajar el costo de los factores, en que sea un país “barato”. Si el proyecto es agregar valor tengo que aspirar a pagar salarios de mil dólares. Si, en cambio, lo que se piensa es en bajar salarios, estoy pensando en un proyecto asiático. Lo importante es que terminemos esa concertación teniendo claro qué queremos. Y cuando se tiene claro es mucho más fácil discutir el resto de las políticas, Con ese horizonte sabremos qué política fiscal, qué política laboral, de administración de nuestro comercio exterior, de inserción en el mundo hacen falta. Porque mal puede uno integrarse en el mundo si no se tiene proyecto. El problema es muy grave, pero tiene solución.
–¿Tiene?
–Tiene. Lo que no tendrá solución si se sigue postergando es el problema social. Cuando, como dice el Banco Mundial, un país genera una población infantil que en un 50 por ciento vive en hogares pobres; 14 millones de desocupados y marginados de una población de 35 millones; cuando vemos índices que dicen que entre la Capital y el Gran Buenos Aires hay dos millones de chicos de entre 12 y 20 años que ni estudian ni trabajan, no hace falta ser muy inteligente para proyectar esos índices. Si no se corrige a tiempo, ésa es nuestra próxima generación. Y no habrá Plan Marshall que pueda recuperarlo. No se puede esperar cuatro años, bajar el riesgo país y recién ahí empezar a pensar. Hace falta un proyecto y esto que hemos llamado Núcleo Nacional está trabajando sobre tres ideas rectoras: la reestructuración de la deuda porque es imposible juntar mil millones por mes para el pago de intereses; la segunda, la cuestión social. Hay que equilibrar las cuentas públicas con el tema social; que las asignaciones familiares no sean otra vez el tema del ajuste. Y, luego, la competitividad. Preservar la convertibilidad, pero corrigiendo las desviaciones que no permiten crecer ¿Qué hacemos con los costosargentinos, con las tarifas públicas, con la revaluación de nuestra moneda? Creemos que hay que crear un Ministerio de Comercio Exterior y de la Producción porque las negociaciones internacionales tienen un impacto directo sobre los problemas de empleo ¿Pero cómo voy a salir a competir con el mundo si tengo una tasa de interés que cuadruplica la internacional? ¿Si tengo una revaluación de mi moneda con Brasil del 70 por ciento? Así no hay esfuerzo productivo posible que haga un industrial, aunque le regalen los insumos, aunque no pague salarios. Eso es como querer jugar al fútbol con la rodilla quebrada. En eso hay coincidencias. Incluso con los bancos. Antes era algo impensado hablar con los bancos de precios relativos, problemas competitivos con Brasil. Para ellos sólo contaba bajar el riesgo país, como si eso sólo corrigiera el resto. Hay que generar la expectativa de que algo cambia.
–No esperará que las calificadoras aplaudan.
–A ellas le damos lo mismo nosotros que Afganistán, o nosotros que Nigeria. Fíjese qué gente son estas calificadoras de riesgo. Hace tres años nos calificaban como modelo a imitar frente a países emergentes y tres años después dicen que somos Afganistán ¿Qué capacidad tienen? ¿Cómo pueden ser serios? O se equivocaron antes o se equivocan ahora. La explicación es que estos señores responden a intereses muy concretos, que son los que han manejado a Argentina en estos últimos tiempos y estuvieron muy lejos de dar trabajo y producir riqueza.
–¿Y por qué razón van a replegarse, renunciando a seguir manejando lo que manejaron? ¿Por qué le dejarían la cancha a un proyecto como el suyo?
–¿La razón? Lo evidente de su fracaso. Qué más tiene que pasar para admitir el fracaso de estas teorías. Nos dejaron con un endeudamiento triplicado, que entre intereses y dividendos al exterior son el 50 por ciento de nuestras exportaciones; un grado de vulnerabilidad social nunca visto; una economía incapaz de agregar valor, que ha regresado a los escenarios del siglo XIX, exportando algodón e importando tejidos, exportando cuero e importando zapatos, exportando trigo e importando fideos, que exporta a razón de 300 dólares la tonelada e importa a razón de 1.500. Hay que reaccionar.
–Este panorama se anunciaba desde hace casi veinte años.
–Sí, mire, yo creo que Argentina carece de un proyecto estratégico desde Arturo Frondizi. Brasil y Argentina tenían el mismo producto bruto, pero nosotros teníamos la tercera parte de habitantes. Con dictadura, con sus problemas, Brasil trazó su proyecto estratégico. Creó una burguesía paulista, creó un proyecto industrial, una burguesía nacional, A ver si alguno de estos economistas, Artana, Avila, va a llegar a Brasil a decir, como dijeron acá, que da lo mismo producir acero que caramelos, o que el dumping es beneficioso para los países porque así se compraba más barato. Eso lo dijo Artana y ahí la UIA se fue de FIEL. De lo contrario, hubiera sido legitimar un delito, porque el dumping es un delito internacional. Es como decir que es bueno traer autos robados de un país vecino porque así uno los compra más baratos ¿Usted se imagina un economista en Brasil planteando la dolarización? No. Estos inspirados pregonaron aquí lo que no se aplica en ningún país del mundo y nosotros lo compramos.
–Pero esas ideas fueron hegemónicas durante muchos años y todavía dan pelea.
–En la década pasada no hubo debate. Desnacionalizamos la economía y no pasó nada, desnacionalizamos la banca y tampoco. Argentina tiene los índices de desnacionalización de banca más grande del mundo: 56 por ciento. El país que le sigue tiene el 22. Y ni siquiera se discutió. Desnacionalizamos el hidrocarburo y tampoco hubo polémica. Cuando en los Estados Unidos el 15 por ciento de la industria electrónica pasó a manos de los japoneses fue una cuestión de estado. Estábamos distraídos y de golpe apareció la Argentina real. Esperemos que esta crisis sea paridora.
–¿Y dónde están los políticos en esta concertación?
–Yo creo, y lo digo con todo respeto, que la política tercerizó la economía y de golpe se desilusionó. Lo que le vendían ganaba votos porque la gente abrazó la estabilidad sin ver lo que traía aparejado como costos. Los políticos en Argentina no lideran opinión. Por lo general leen encuestas y las encuestas les decían que esto ganaba. Hasta que un día no pudieron anticiparse a que esto que ganaba votos nos llevaba a una crisis sin precedentes. No se lideró el cambio. Hoy están convencidos de que esto no va más. Lo que no saben es cómo sigue. Ahí está el debate. Y a lo mejor... Como no saben cómo sigue, prefieren administrar la decadencia antes que enfrentar el cambio. Para mí la posibilidad de debatir un proyecto consensuado por todos va a animar a los políticos a conducirlo y tratar de equilibrar la cancha.
–Usted tenía una industria, una marca tan prestigiosa como las internacionales, Coniglio, y se la vendió a un fondo inversor, el Exxel Group. Parece contradictorio con su prédica.
–Fue un típico caso argentino. Mi proyecto crecía a un ritmo del 70 por ciento anual. En cualquier parte del mundo se hubiesen peleado por financiarlo. Yo no podía satisfacer semejante crecimiento con mi propio capital. En Argentina no sólo no me financiaban, sino que se me impedía crecer, porque yo acompañaba ese crecimiento o me caía. En ese momento no apareció un fondo de inversión sino dos. O yo conseguía el financiamiento a la tasa en que ellos se endeudaban o me compraba la competencia ¿Podía competir yo con alguien que conseguía el endeudamiento al 4 por ciento anual, que traía cualquier plata porque lo financiaban para poner 70 locales? Estaba clarito que yo pasaba a ser un extranjero en mi tierra. Tenía dos caminos: seguir peleando contra algo que era imposible o concentrarme en otras actividades, invertir en otras áreas. Esto le ha pasado a la Argentina. Pasó con YPF ¿Por qué Repsol se quedó con YPF? ¿Porque era más eficiente que el grupo nacional que se postulaba? No. Porque trajo financiamiento al 3 por ciento en euros y el grupo nacional, como muy bajo, se podía endeudar al 13 por ciento en dólares. El condicionamiento financiero era lo que determinaba la propiedad. En los últimos años, no necesariamente les fue bien a los que eran los mejores, ni les fue mal a otros porque eran los peores. Se habla de los industriales fundidos y de los exitosos señores de los servicios. Yo pregunto: si a una empresa como Alpargatas le hubieran dado las tarifas de las telefónicas o si una empresa como Repsol se hubiera endeudado a las tasas de una PyME ¿cómo estarían? Acá hemos castigado a los que ahora vamos a necesitar para una salida y les decretamos la muerte civil: les cerramos las cuentas corrientes, los mandamos al Veraz. Argentina no va a salir a través de las mesas de dinero.
–¿Qué opina de las medidas del viernes 30?
–Hablan por sí solas. Hubo que acudir a ellas para evitar que se repitiera otra corrida. Pero lo más preocupante es que aquí se vaya a la dolarización. Yo no comparto que esto sea una solución. Sobre todo porque hay un tema previo a lo técnico: que sólo un país que no tiene claro su destino puede hablar de entregar su moneda. Además está el fuerte impacto que van a tener sobre los niveles de actividad económica. Dijimos que había que flexibilizarlas y que el día más importante es el día 91. Las medidas que se tomaron para evitar la corrida no fueron acompañadas con medidas que evitaran la corrida industrial. Cuando hace tiempo hablábamos del peligro de la desnacionalización de la banca argentina (la más elevada del mundo, triplica al país que le sigue en el ranking) y del alto porcentaje de encajes y efectivos mínimos que se exigían, tanto Pedro Pou como Roque Fernández decían que los bancos necesitaban ese alto índice de encajes para enfrentar una crisis. Y ahora que llegó el momento de hacer efectiva esa garantía, nos damos cuenta de que era lo mismo que hubiéramos tenido un banco de Bragado. Los industriales no tuvimos quién evaluara nuestros proyectos de inversión porque lo hacían en Bilbao o en Nueva York. Nos cobraban el doble de tasa y ahora nos pisaron los depósitos.Otro nuevo aporte de solidaridad con el sistema financiero. Pou y Fernández deberían dar explicaciones sobre las bondades de su proyecto.
–Si el proyecto de concertación no cuaja ¿qué pasará con usted?
–Voy a pelear más que antes, voy a doblar la apuesta. Este “núcleo nacional” es importante para la concertación, pero es mucho más importante para la crisis. Si no hay concertación, Argentina entrará en un período de crisis y entonces tendremos que estar más unidos que nunca. De esto no se sale sin coraje, no se sale sin audacia. De esto no se sale con pechos fríos.

 

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