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UN DIALOGO CON FIDEL CASTRO EN LA HABANA
“La izquierda puede volver a tener
protagonismo por la crisis”

Después de hablar por más de cinco horas en el cierre del foro de San Pablo, Fidel Castro reunió a un pequeño grupo de periodistas para un desayuno que casi acaba en almuerzo. Fueron horas de conversación sobre Cuba, la guerra de Afganistán, la crisis económica en el continente, el rol del socialismo y la fortaleza de su sistema.

Reformas: �No fueron tantas. El
turismo fue un dolor de cabeza. Tener que introducir el dólar acá, dejarlo circular, fue una dolorosa experiencia�.

Por Eduardo Tagliaferro
Desde La Habana

Será que en verdad “el tiempo está a favor de los pequeños”, como alguna vez escribió el poeta Silvio Rodríguez. O acaso será que como pocos, este estadista tiene la fortaleza de quien sabe que la verdad lo acompaña. Por una u otra cuestión, el presidente cubano Fidel Castro tiene la virtud de que el paso de las horas y la fatiga no nublen sus ideas y que el cansancio físico no lo doblegue fácilmente. Luego de hablar de pie y durante cinco horas frente a los participantes al Foro de San Pablo, el Comandante habló durante ocho horas, con un periodista brasileño y tres argentinos, entre ellos Página/12. Verborrágico y cordial, compartió su desayuno con los cronistas y lejos de ir menguando sus respuestas a medida que avanzaba la hora, parecía aumentar su lucidez. “Tengo que agradecerles a los yanquis. Son los que me han hecho famoso como demonio y a la gente le gusta hablar con los demonios”, dice satirizando a sus eternos enemigos. A veces desordenada, siempre respetuosa y por sobre todo profunda, el siguiente es un resumen de la extensa charla con Fidel Castro.
–¿Por qué declaró que gobernantes como De la Rúa son inimputables?
–Son inimputables porque cuando una persona no tiene capacidad para ejercer una función y no tiene prerrogativas, recursos ni autoridad para llevar adelante su gestión, entonces no lo puedes culpar de nada. Yo utilicé un término jurídico.
–Sin embargo se postuló para el cargo.
–Pero suben de buena fe. Posiblemente algunos se sienten seducidos por asumir la presidencia, que los salude todo el mundo, estar rodeados de protocolo, recibir honores, que los llaman honorable señor Presidente, que los reciban en París en casas de lujo, vayan a ver al Papa, que la prensa los espera. El turismo suele ser divertido.
–¿Es la guerra una posibilidad para que el capitalismo supere su crisis?
–Esas eran otro tipo de guerra. Episodios en los que se buscaba desviar la atención o poner dinero en circulación. Yo me recuerdo cuando la segunda guerra mundial, la economía mundial estaba en crisis. Franklin Roosevelt sacó a los Estados Unidos del aislacionismo. El vio el peligro del fascismo. Tenía sus contradicciones con Gran Bretaña, ya que esta tenía varias posesiones coloniales que le permitían ejercer verdaderos monopolios comerciales. Roosevelt era un legítimo partidario del libre comercio y así se lo planteaba al líder británico Winston Churchill. Roosevelt era un estadista, que superó la crisis del capitalismo con la realización de obras. También inyectó dinero. Por lo menos echó a andar la economía. Ellos venían de un gran desempleo, pusieron a trabajar a todo el mundo y encontraron el mecanismo de financiar las guerras con los bonos. El dolar era estable porque tenía respaldo en oro. Se producía inflación porque muchas veces había más dinero en el bolsillo de la gente o bien porque el dinero se gastaba en producir tanques y cosas que no se consumen. Pero los bonos los pagaban. Tomaban los depósitos, no los confiscaban como Domingo Cavallo.
–El otro día usted subrayó desde el escenario que Estados Unidos resolvía su crisis emitiendo moneda.
–Cuando tomaban los depósitos a la gente le entregaban unos documentos que recibían interés e incluso a veces tomaban mayor valor. La gente tenía confianza. Precisamente por eso es que un día pudieron eliminar el patrón oro. Lo eliminaron cuando les quedaba muy poco. En la segunda guerra tenían el 80 por ciento del oro mundial. Esas eran las guerras que el capitalismo utilizaba para mejorar su economía.
–¿Y esta guerra? –Esta guerra no va a generar consumo de armas norteamericanas. Yo creo que la guerra se desata por una disputa de hegemonías. Para Estados Unidos la seguridad es una religión.
–¿Entre quiénes?
–Por más poder en el mundo. No tenían que buscarse un problema tan serio por dificultades económicas que podrían resolver emitiendo papeles. No creo que la guerra se extienda a América Latina porque los Estados Unidos imponen orden. Consiguen todo lo quieren obtener y mandan en virtud de su poder económico y pueden sabotear gobiernos. Los latinoamericanos están acostumbrados a obedecer excepto los caribeños, aunque está situación cambió a partir de la revolución cubana.
–¿Usted cree que la guerra profundiza la crisis económica norteamericana y mundial?
–Yo creo que sí. Cuando Ronald Reagan toma el gobierno los Estados Unidos debían unos 800 mil millones de dólares. Reagan hizo un rearme muy grande que lo paga con deuda pública. Elevó la deuda de los 800 mil millones a cerca de 3 millones de millones. Cuando ahora tenían un superávit discutían mucho qué hacer con él. Si rebajar la deuda, si mejorar los servicios médicos en lugar de devolver el dinero a los norteamericanos que tenían suficiente para gastar. No hay que olvidarse que en el capitalismo la economía no está al servicio de la producción de bienes y servicios para satisfacer necesidades de la población. La economía existe para sí misma. Una industria que tendría que satisfacer necesidades tiene sus propias necesidades para no tener que despedir trabajadores, bajar la producción.
–¿La guerra le trae a Cuba un problema en materia de seguridad?
–No ningún nuevo problema. Hace 43 años que estamos frente al mismo problema de seguridad. Estamos acostumbrados totalmente a esto. No es ningún nuevo período. A quién atacarán, eso es algo que nadie podría adivinarlo. Incluso yo no estoy muy seguro de que en la Casa Blanca y el Pentágono lo sepan. Lo extraño es que acumulan fuerzas y más fuerzas. Y ya no saben bien para qué. Fuerza que la concentran en aquella área. Siempre en esta situación hay dos cosas que hace uno y que hace el otro.
Desde el punto de vista estrictamente militar la guerra irregular es un dolor de cabeza muy grande. Si se ahorran la guerra irregular para ellos sería conveniente. Ya que no hay manera de reducir a personas dispuestas a luchar. 10 mil hombres pueden hacer una guerra que dure 10 años. Yo no estoy en guerra ni con los Estados Unidos ni con los talibán. No conocemos ni un solo talibán. Si había un grupo con el que teníamos relación, era con la Alianza del Norte que tenía representación diplomática en la ONU. Parece que esa organización existe (Al-Qaida) y tiene bastante gente. Quién puede asegurar ciento por ciento que actuaron aquí o allá. Hay que recordar lo que dijo Daniel Ortega en el Foro, que hay una foto de Bin Laden con la contra nicaragüense.
–En su revolución además hubo inteligencia.
–El talento es masivo. Porque si yo he reclutado 80 hombres y muchos mueren desgraciadamente. Y de los que quedan hay talentos como el Che y Camilo. Difícil que hubiera un hombre como el Che. Tenía características especiales. Era un intelectual y un hombre de acción. El 40 por ciento de nuestra fuerza podría haber cumplido cualquier misión de las que le correspondían a Camilo, a Raúl, al Che. Tenía 40 talentos. Algunos hasta más fácilmente porque tenían otro talento. El Che tenía otro temperamento mucha autoridad. Algunos empezaron a preguntar por qué un argentino al frente.
–¿Cómo se explica?
–Por el chauvinismo, la falta de cultura.
–¿Después de 10 años del Foro de San Pablo considera que la situación internacional es mejor para la izquierda? –Es mejor. Hay que unir a mucha gente con criterios diferentes que hay que respetarlos. La izquierda puede volver a tener protagonismos por la crisis. Por el combustible de la crisis. La revolución francesa no la inventó nadie, su motor fue el hambre. Un hambre tremenda, un régimen insoportable que obstruían todos los desarrollos. Los hombres no pueden inventar una crisis. Algunos son tan incapaces que la crean. Pero no las crisis del tipo social profunda. Se daba el choque del que habla Carlos Marx de las fuerzas productivas. La historia no se rige. No hay leyes naturales. Más bien es la interpretación de un desarrollo que se alcanza en determinados momentos del conocimiento.
–Luego de la caída de la Unión Soviética, Cuba tuvo que introducir varias reformas económicas.
–No fueron tantas. El turismo fue un dolor de cabeza. Tener que introducir el dólar acá, dejarlo circular, fue una dolorosa experiencia.
–En el campo del sistema político hubo o habrá reformas.
–Creo que nosotros vamos en camino de tener el sistema más democrático. Porque tiene bases. La forma en que se postulan y eligen todas las autoridades políticas. Autoridades estatales, no partidarias. Es el único país del mundo en el que los ciudadanos postulan y eligen a todas las autoridades. Sabes bien que en cualquier partido socialista europeo, quien hace la lista es el secretario del partido. Yo no sé cuánto influyen los méritos en las elecciones de nuestros ciudadanos. En Cuba quien postula al delegado de circunscripción, es la base. Se reúnen las circunscripciones que pueden tener seis, siete o diez lugares en los que se reúnen las asambleas de los vecinos. Tenemos prohibido que se postulen los médicos. Le decimos a la gente que no postule médicos porque nos quedaríamos sin ellos. Además los médicos tienen una relación especial con la gente. Puede ser representante pero en otros niveles de representación. Asambleas nacionales u otras. Algunos candidatos están un período o dos. Unos pocos llevan mucho tiempo. En las campañas se muestran las biografías y los méritos de cada uno de ellos, se exhibe en los lugares públicos. No hacen campaña para conquistar un voto. Son determinantes las conductas. No pueden votar quienes están en el exterior, ya que sería engorroso para las circunscripciones. Los miembros de las Asambleas eligen los niveles provinciales. Esa asamblea después elige los candidatos a diputados nacionales. El Partido tiene prohibido incidir en ese proceso electoral. Tiene que resolverlo la asamblea.
–¿Los movimientos antiglobalizadores son una especie de Internacional?
–Es algo mucho mejor que una Internacional Socialista. Porque va camino hacia una internacional sin ideología reglamentada y tiene muchos más valores.
El diálogo se hizo desordenado. El entrevistado terminó pidiéndole y puntos de vista a los reporteros. Si el desayuno no concluyó en un almuerzo fue por el apuro de los cronistas. Pocos temas quedaron sin hablar. Desde el valor de una dieta balanceada, hasta la recomendación de un vaso diario de vino tinto. Aunque Fidel no oculta su pensamiento, es cierto que como él mismo dijo irónicamente, “cada día está más diplomático”. Además diferenció claramente en la entrevista y en todos los encuentros entre la diferencia entre los gobiernos y los pueblos. “No se puede culpar a los pueblos”, suele repetir.
Toma en sorna, la demonización que de él hace los Estados Unidos. Se ríe cuando se le dice que está entregando un título: “Hablando con el diablo. Claro que el arriba y el abajo no existen en el espacio. Y Dios y el diablo es una cuestión de creencias”. Claro que Fidel recuerda que no es creyente, a pesar de la férrea disciplina jesuita en la que se formó. “Viví bajo el terror. Primero los mandatos paternos, luego los jesuitas y después la presión de Estados Unidos”, dice jocosamente. Tanto terror generó tanta rebeldía. Cuando se levanta, la mayoría de sus platos quedarán sin tocar. Apenas comió un poco de fruta, algunos pocos vegetales y un yogurt de soja. La botella de vino chileno quedó intacta. Apenas una copa. La austeridad es una virtud revolucionaria. “Nadie es importante. A lo sumo se creen importantes”, dice, cuando le piden una opinión como líder mundial. Y lo dice alguien que vio apagarse la estrella de varios políticos.

 


 

EL ANALISIS DE FIDEL CASTRO DE LA CRISIS ARGENTINA
La culpa es de “ese caballerito”

Por E. T.
Desde La Habana

¿La edad de una persona es su manera de pensar?, suele preguntarse un refrán popular. Si así fuera, Fidel Castro transita el momento de los sueños juveniles aderezados con la experiencia que sólo puede mostrar quien ha vivido intensamente. En el medio del escenario, de pie, el presidente cubano formuló durante cinco horas y cinco minutos –tiempo que duró su discurso de clausura del décimo Foro de San Pablo– la más profunda radiografía del capitalismo actual. No dudó en asemejarla a la gran depresión de 1929. Para el líder cubano la economía está impregnada de negocios virtuales. Tan virtuales como los liderazgos que de ella sobrevienen. “Es que todavía existe una ficción de que (en Argentina) hay un presidente”, dijo sin nombrarlo, pero en clara referencia a Fernando de la Rúa. Minutos después empleó todas las letras para decir por única vez, en toda su alocución, el nombre que por estos días más mentan los argentinos.
En ese contexto, el de la crisis del capitalismo mundial, y luego de leer un cable con las últimas noticias sobre la crisis argentina, reparó por un momento en una declaración atribuida al vocero presidencial en las que éste precisaba que no habría “ni devaluación, ni dolarización, ni renuncia de ministros”. Se caía de maduro que entregaría su lectura política sobre la Argentina: “Es que todavía existe una ficción de que hay presidente”, dijo en una alocución en que quedaba en claro que la ironía era la manera empleada para entregar su pintura de la realidad argentina.
Claro que hace unos días, apelando a sus conocimientos del Derecho, había dicho con todas las letras que “quien nada puede, no puede ser considerado inimputable”. La ficción que de acuerdo a las palabras del líder cubano se vive en la Argentina es el producto más claro del fracaso de las políticas neoliberales seguidas incondicionalmente tanto por la administración de Carlos Menem como la de De la Rúa. Eso lo llevó a reiterar que “no pueden”. En esta ocasión le agregó que “no pueden dejar de caer”.
Para informar al plenario sobre las novedades de Argentina, fue que leyó un cable de una agencia noticiosa extranjera que llevaba por título “el gobierno argentino admite una virtual cesación de pagos”. Así fue que repasó distintas declaraciones del ministro de Economía, al que alternativamente fue denominando como “este caballerito”, “Cavallo” o ministro”. Incluso como “Caballo. Creo que así se escribe”, ironizó. “Miren si tiene sinónimos para ser nombrado”.
“La crisis política es ahora vertiginosa –dijo Fidel continuando con la lectura del cable noticioso–. La incertidumbre es completa. No hay alternativa a la vista. Aunque no hay motivos para pensar en la renuncia de Cavallo”. Vamos a tomarlo seriamente aunque sea por una fracción de segundo acotó. “Ni (tampoco) la de De la Rúa”, finalizó. En la única mención con nombre propio que hizo del Presidente. “Mencionemos su nombre con el mayor respeto del mundo”, sugirió a su auditorio. Hablando sobre las versiones que daban cuenta de las posibles renuncias de ambos, precisó que “crecen a cada rato. No ellos sino los rumores”. Quien quedó en claro que no está pendiente del crecimiento o descenso de versiones, es el propio Fidel, que ayer entregó la más brillante pieza escuchada en el Foro de San Pablo para entender: el nuevo escenario internacional después de la caída de las Torres Gemelas y la crisis económica mundial.

 

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