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ENCUENTRO CON LOS REALIZADORES DEL EXITO DEL MOMENTO, “MONSTERS INC.”
Un paseo por el reinode las maravillas animadas

La preproducción de un film de Pixar incluye un par de años de gestación de la idea, luego un año de preproducción y un último año de realización del dibujo animado digital. Pero siguen existiendo los guionistas, los departamentos de arte y los animadores como en la animación tradicional.

Por Martín Pérez
Desde San Francisco

Un solo estreno hubo esta semana en Argentina. Uno solo, y se llama Monsters. Es que sólo el poder de los dibujos animados de Disney puede enfrentarse a Cavallo y a Harry Potter juntos. Hace un par de semanas no era así, pero con el correr de los días la película de Pixar –el verdadero poder detrás de los dibujos de Monsters Inc.– se fue quedando sola para el último jueves. Como en un duelo de western clásico, al llegar la hora señalada el retador ha quedado solo frente a su adversario. De un lado, el fenómeno Harry Potter. Y del otro, con una muy difundida oferta de entradas a dos pesos durante la primera semana que reafirman el desafío, Monsters, el nuevo dibujo animado de los responsables de Toy Story.
Así es como están planteadas las cosas en el mercado local, pero no sucedió de esta manera en los Estados Unidos. Allá Disney ubicó estratégicamente el estreno de Monsters un par de semanas antes que el de Potter, como para escaparle a la avalancha de records a punto de ser triturados por la saga del huérfano aprendiz de mago. Es que el verdadero contrincante de Monsters, en el año del primer Oscar al largometraje de dibujo animado, no es Harry Potter sino Shrek. Antes del estreno de Potter en los Estados Unidos, la nueva película de la factoría Lassiter también rompió records –fue la película animada en romper más rápido la barrera de los 100 millones de dólares de recaudación– y le dio la única alegría del año a un imperio devaluado. Que, a pesar de la buena performance del nuevo producto de su Midas –Pixar, que todo lo que toca transforma en oro–, cerró el año con ganancias inferiores a las del año anterior.
Con una capacidad informática 50 veces superior a la época en que hicieron la primer Toy Story, Pixar demostró con Monsters que el estudio llegó para quedarse. Mientras Dreamworks respondía el golpe del exitoso estreno de su contrincante del año con el lanzamiento del DVD de Shrek, en Hollywood ya se estaba hablando de la lucha entre Disney y Pixar en pos de una supuesta tercera parte de los muñecos de los huevos de oro, o sea Toy Story 3. Según Pixar, dicho tercer opus no formaría parte de su contrato actual con Disney. De hecho, como desde el Rey León en adelante toda segunda parte de una película animada de Disney va directo a video, en Pixar incluso argumentan que Toy Story 2 tampoco formaba parte de dicho contrato. Y, comprobado su gran valor en boletería, no piensan regalarle a su socio otro éxito similar. Como es de suponer, Disney no opina lo mismo. Pero también es de suponer que la sangre no llegará al río, ya que el reino de Michael Eisner –quien, según las malas lenguas, sirvió de inspiración a los animadores de Dreamworks para crear a Lord Farquaad, el enemigo de Shrek– no debería tener ningún interés en enemistarse con quienes le han salvado las papas en el año de los sonados fracasos de Atlantis y Pearl Harbor.
Con unas computadoras cincuenta veces más poderosas que las utilizadas para crear la Toy Story original, Pixar enfrenta el futuro con la tranquilidad de un imperio consolidado. Que tiene estudio nuevo, presentado ante la prensa internacional al mismo tiempo que Monsters. Durante una década de mucha movilidad en el mercado de los dibujos animados –en ese lapso prácticamente todos los estudios importantes de Hollywood crearon y más tarde cerraron (como sucedió en el caso de Fox y Warner) su departamento animado– nadie tuvo razones para irse de Pixar, suerte de tierra prometida para los espíritus creativos. Semejante confianza e infalibilidad le dan a John Lassiter un aire de gran vendedor de sus productos. Pero a su lado, a la hora de vender Monsters de la manera más apropiada, también se presentó Pete Docter, verdadero director del film, un hombre alto y simpático, capaz de subir a presentar su obra ante la prensa internacional acompañado por dos pequeños diablillos queresultaron ser sus hijos. “Para nosotros, estrenar una película es como criar un hijo”, dijo Lassiter a la hora de presentar Monsters. “Uno lo cría lo mejor que puede, pero llega el momento en que debe ir a la universidad y valerse por sí solo. Así nos sentimos nosotros a la hora del estreno, cuando después de dos años de trabajo ya no podemos hacer nada más que sentarnos a leer las críticas.”
Esos dos años pueden ser, en realidad, cuatro años o un año y medio. La preproducción de un film de Pixar incluye un par de años de gestación de la idea, luego un año de preproducción y un último año de producción real del dibujo (a ser) animado. Como en la animación tradicional, siguen existiendo los guionistas y los departamentos de arte y los animadores. Pero a la hora de animar por computadora, los artistas de Pixar tienen departamentos dedicados a la iluminación, a la construcción de sets virtuales y –principalmente– uno que aligera el trabajo de los animadores llamado simulación. Allí es donde las computadoras solucionan mecánicamente todos los detalles, como los pliegues de la ropa, pelos o elementos del entorno (como el viento o la nieve) que ya no son responsabilidad del animador. “Una de los motivos de felicidad de trabajar en un estudio como Pixar es que las cosas pueden salir exactamente como te las imaginás”, explica Lee Unkrick, codirector del film, un profesional proveniente del cine de acción. Responsable –entre otras cosas– de la edición final, Unkrick explica que si hace falta un plano a la hora de armar una escena, simplemente hay que pedir la copia al departamento correspondiente para que la cree. Una vez creado el set virtual de la película con las computadoras es posible pedir cualquier toma. “Algo que no sucede en el Hollywood de las estrellas de carne y hueso, donde una vez que te fuiste de la locación tenés que arreglártelas con lo que tenés filmado.”
Dentro del autosuficiente mundo Pixar, Disney entra en acción recién a la hora del doblaje de sus películas. “Eso es lo que ellos saben hacer mucho mejor que nosotros”, confiesa Lassiter, que en ese campo se entrega totalmente al imperio Disney (que para esta ocasión contrató a Billy Crystal y a John Goodman para darle voz a la pareja protagónica, Mike Wazowski y Sulley, respectivamente). “A partir del buen trabajo que hicieron en esa materia con la primer Toy Story, decidimos dejarlos hacer.” Pero eso no quiere decir que la gente de Pixar no piense en el mundo a la hora de hacer sus films. “Hay unos cuarenta o cincuenta planos que hemos rehecho para las versiones extranjeras”, explica Torbin Bullock, primer asistente de edición. “Son los planos en los que hay diarios o carteles, que hemos traducido a diferentes idiomas. Incluso se han cambiado los títulos del comienzo para las diferentes versiones. Es que no tiene ningún sentido hacer un chiste si no se entiende. Y a nosotros nos interesa que todos los entiendan.”
Una de las particularidades del método de promoción de los films a la hora de las invitaciones internacionales es que los periodistas deben compartir sus entrevistas en pequeñas ruedas de prensa. Así, un enviado especial invitado por un estudio al lanzamiento de un film en los Estados Unidos sabe que se sentará a entrevistar a los responsables indefectiblemente como parte de un grupo de diez colegas. La inconveniencia periodística de semejante práctica a veces es compensada por algunos descubrimientos. A través de una periodista mexicana con la que compartió la mesa, el cronista de Página/12 se enteró que en Monterrey los adultos varones solo tienen prohibido el acceso a los films para niños. Como, por ejemplo, Shrek, Toy Story o Monsters. La curiosidad despertó carcajadas en los hombres de Pixar. “Si esa ley existiese en los Estados Unidos tal vez nunca me hubiese dedicado a esto”, se disculpó Lassiter. “Es que me he pasado la mayor parte de mi vida, tanto infantilcomo adulta, yendo a ver solo films para niños. Y pienso seguir haciéndolo.

 

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