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DINAR LINEAS AEREAS

ELIMINARAN VENTAJAS IMPOSITIVAS PARA EMPRESAS Y TRABAJADORES
Adiós a la competitividad y al consumismo

Presionado por el FMI, Domingo Cavallo arrió todas sus banderas. Ayer anunció que serruchará los planes de competitividad y suspenderá los estímulos tributarios al consumo. Promete billetes crujientes de 100 dólares en todos los cajeros automáticos.

Por Julio Nudler

Domingo Cavallo tocó a retreta. Anoche, en una nueva rueda de prensa, que compitió por el rating con la televisación de Vélez-Boca, el ministro anunció que desmontará los planes de competitividad y suprimirá los estímulos fiscales al consumo, que fueron el instrumento elegido para combatir la recesión. Tras permanecer en Washington viernes y sábado, tratando de remendar la relación con el Fondo Monetario, y tal como anticipó Página/12, Cavallo agachó el lomo y aceptó lo que la troika germana del organismo, Horst Köhler, Anne Krüger y Tomas Reichmann, le impusieron: intentar ponerle un piso a la recaudación tributaria para que no se siga pulverizando. Por esta vía, la AFIP tendría que recuperar unos $ 4000 millones anuales de ingresos, que deberán aportar empresas y trabajadores. Las reimplantaciones impositivas quedarán definidas en los próximos días, y no está excluido que incluyan un aumento en los aportes jubilatorios, que habían sido bajados del 11 al 5 por ciento. En otro plano, y también como adelantó este diario, Cavallo prometió quebrar el incipiente mercado cambiario paralelo al asegurar que los bancos, a través de los cajeros, venderán todos los billetes dólar que el público demande (obviamente dentro de las restricciones al retiro de fondos). Cuando el corresponsal de la agencia Bloomberg le preguntó de dónde sacaría los billetes, el jefe de Hacienda habló mucho, pero no le contestó.
Mientras admitía que la Argentina “está en una virtual convocatoria de acreedores”, Cavallo procuró responsabilizar a las provincias por las dificultades con el FMI, al menos en materia de gasto público. Es más: le pareció razonable que en el Fondo desconfíen de los datos que presentan, porque por una lado muestran una reducción del gasto primario, que según los números de las planillas descendió de 38.620 millones de pesos en 1999 a 35.609 millones en 2001 (incluyendo la Capital), en términos devengados, pero por otro prolifera la emisión de patacones y otras monedas bastardas. Ante lo cual, y en la versión del morador de Hipólito Yrigoyen 250, deberán convencer al Fondo en los próximos días de que no hay gato (o gasto) encerrado. “Tienen sus razones para dudar”, consideró Cavallo, quien repentinamente se muestra amistosísimo con todos sus apostrofados, incluyendo al Brasil, al cual ayer llamó “nación hermana”.
“Suspenderemos o eliminaremos las exenciones”, anunció con un cierto tono de venganza. “El sector privado –dijo– no parece haberlas valorado mucho, por las críticas que recibimos.” Esas desgravaciones o pagos a cuenta son el corazón de la concepción ofertista del mediterráneo, pero se mostraron totalmente ineficaces para promover la producción por las oscuras perspectivas generales de la economía, ahogada por los servicios de la deuda y las enormes tasas de interés. El propio Cavallo reconoció, en otro momento de su conferencia de prensa, que “de poco valen los estímulos para las empresas si no tienen demanda”.
En su momento, cuando ya era evidente el fracaso del ofertismo, diversos economistas reclamaron medidas de aliento a la demanda, hasta que por fin el equipo cavallista se resignó a adoptarlas. La más espectacular de ellas consistió en la poda de los aportes jubilatorios de los trabajadores, y luego se añadió la reducción de cinco puntos del IVA para las compras con tarjetas de débito (que equivale a una rebaja de 4,1 por ciento en el precio de los productos). Pero esto tampoco funcionó, arrollado por la violencia de la crisis. En este aspecto, Cavallo razonó anoche que “si la gente está asustada y piensa que va a perder el empleo, de poco sirve darle estímulos para que consuma”.
En síntesis, el ministro admite la imposibilidad de aumentar la oferta y la demanda de bienes, que en realidad están en caída libre, acelerada por el cerrojo a los depósitos bancarios. Por ende, el ministro borra todo su discurso de casi nueve meses y adopta una versión empobrecida de la teoría del círculo virtuoso. “Mostrar sostenibilidad es ahora lo esencial -aseguró–. A pesar de haber sido yo quien creó los estímulos, soy elprimero en estar dispuesto a atenuar o suprimir su vigencia en aras de una mayor recaudación impositiva.” Pero en realidad no hay simetría entre bajas y subas: eliminar un gravamen provoca una segura caída en la recaudación, pero reponerlo después no garantiza que ella se recupere completamente, y menos si mientras tanto se siguió deteriorando la economía y se evaporó la liquidez.
Ahora la estrategia consiste en conseguir que el FMI vuelva a cobijar a la Argentina con su paraguas, reanudando los desembolsos. El portazo del Fondo le hace perder al país entregas por 2550 millones de dólares en lo poco que resta del año, provenientes del mismo organismo, del Banco Mundial, del BID y de España. La reanudación del programa daría un marco menos adverso para la renegociación de los casi 50.000 millones de dólares de deuda en manos de acreedores del exterior. En este sentido, Cavallo confesó anoche algo que ya se comentaba, pero que parecía impensable oír de sus propios labios: que el Fondo le está diciendo al Gobierno argentino que debe ser “más ambicioso en el ahorro de intereses”.
En otros términos: que no puede ofrecer una tasa del 7 por ciento, como hizo en la reprogramación del tramo local (aunque según el ministro la tasa promedio quedaría en alrededor del 6 por ciento). Por tanto, en esta nueva convocatoria de acreedores, reservada a no residentes, el país propondrá intereses más bajos, generando un problema evidente: la diferencia de trato dispensado a diversos tenedores de bonos. El argumento con que Cavallo piensa defenderse de esta queja es que los acreedores locales tienen ahora acreencias de menor liquidez, ya que sus títulos fueron transformados en préstamos. En cambio, los nuevos bonos que recibirán los acreedores externos que acepten entrar en el trueque serán “seguros y muy líquidos”, según aseveró, lo cual también merece ponerse en duda.
A pesar de su rostro sonriente, que esta vez mostró mucho menos alborozo que días pasados, y de su prédica optimista, Cavallo presagió anoche que “por 60 ó 90 días seguirá habiendo turbulencia”, aunque eso sí: “En marzo volverá el crecimiento”. Una vez más, se supone que bajarán las tasas de interés y abundará el crédito, con lo cual arrancará la economía. Pero, en concreto, lo único que hay es un desmontaje de los alicientes tributarios inyectados en los últimos meses, y la imposibilidad de quitarle los grilletes al sistema bancario, lo que vuelve ilusoria la perspectiva de todo ingreso de capitales frescos.
Ante una consulta, Cavallo negó que vaya a negociarse un acuerdo con las casas matriz de los bancos internacionales que operan en la Argentina para que respalden a sus filiales, asumiendo el rol de prestamistas de última instancia. “Nada de eso, no corresponde”, rechazó. “No dudamos de que los bancos responderán por sus operaciones en la Argentina”, expresó, pero lo cierto es que, hasta el momento, no ha ocurrido nada de eso. Dijo sí que, con apoyo del FMI y de las bancas centrales, intentará convencer a los bancos internacionales de que mantengan abiertas sus líneas comerciales de crédito para el sector privado argentino y para la banca local, dejando ver así su preocupación por un generalizado default empresario y la paralización del intercambio.


SIN OBLIGACION DE TRAER DOLARES GANADOS AFUERA
La renta de Sonia, a salvo

Por J.N.

Domingo Cavallo parece diseñar las normas de política económica como un traje a medida, cortado sobre el molde de sus propios intereses y los de otras personas en parecida situación. En concreto, si bien resolvió la semana pasada reimplantar el control de cambios, derogado por él mismo en 1991, lo hizo limitadamente: la obligación de traer y liquidar en el sistema financiero local las divisas obtenidas en el exterior queda circunscripta a los exportadores. No alcanza, por tanto, a las rentas financieras que ganan los argentinos por los capitales que tengan invertidos en el extranjero. Esa es la situación del propio Cavallo quien, como se supo en julio, admitió ante la Oficina Anticorrupción poseer más de 700 mil dólares en el paraíso fiscal de las Islas Caimán. Presionado por la revelación, balbuceó que de esas inversiones se ocupaba su esposa, Sonia Abrazian.
Ahora, ante la gravedad de la crisis, acaba de ocurrir algo insólito: el equipo económico reimplantó un decreto de 1964, el 2581, dictado por Arturo Illia el 10 de abril de ese año. Pero al hacerlo sólo restableció la vigencia del artículo primero de ese decreto, que obligaba a ingresar al país y negociar en el mercado de cambios las divisas provenientes de la exportación de productos. Aquella disposición había sido eliminada por el decreto 530 del 27 de marzo de 1991, cuya emisión formó parte del lanzamiento de la convertibilidad.
En otro artículo, el decreto de 1964 imponía nacionalizar las divisas provenientes de las rentas de inversión y de otras operaciones. Esa disposición fue asimismo derogada por el 530/91 al determinar que la abolición de la obligatoriedad del ingreso y negociación de los dólares también se aplicaba, a partir de entonces, “a toda suma ganada en moneda extranjera a favor de un residente en la República Argentina y a las divisas provenientes por el cobro de conceptos tales como hoteles, pasajes, comisiones, seguros y otros similares”.
El grueso de las rentas de inversión, ganadas por los argentinos afuera, no están declaradas, ya que corresponden a capitales negros. Para ellos, la obligación de traer al país esas divisas siempre fue teórica: era preciso primero que Impositiva les echara el guante, algo que jamás acaeció. Pero hay excepciones, como la del mismo Cavallo, que como funcionario debió declarar sus bienes y admitió, al menos, la tenencia de fondos arriba mencionada. De cualquier forma, aunque la legislación ahora vigente no lo fuerza a ingresar al país el fruto de esas inversiones, tampoco se lo prohíbe. Hasta ahora el ministro no precisó cuál será la actitud que adoptará.
De hecho, una diferencia importante es que las rentas de fuente argentina (las ganadas mediante inversiones en el país) están exentas, pero las de fuente extranjera están gravadas. Para quienes tienen declarados sus capitales en el exterior, esa desventaja tributaria puede no ser suficiente incentivo para traerlos si lo encuentran poco atractivo y/o demasiado riesgoso, como parece sentir el propio Cavallo.
En el cálculo del balance de pagos, se estima el monto de las rentas obtenidas por los argentinos de colocaciones externas y se computa íntegramente esa cifra como un ingreso en la cuenta corriente, aunque automáticamente se le da salida por la cuenta de capital. Esta es una fuga permanente de capitales que ni el reimplantado control de cambios se propone detener.


Aquelarre aliancista con un único acuerdo: rechazar la dolarización

El ala progresista de lo que fue la Alianza oyó a sus economistas discutir durante seis horas sobre la crisis. La devaluación cosechó adeptos, pero con discrepancias metodológicas, y también opositores. Convocó Rodolfo Terragno y convidó con empanadas y vino.

Por Cledis Candelaresi

Por iniciativa de Rodolfo Terragno, políticos y economistas de la Alianza debatieron el sábado durante más de seis horas sobre los posibles escenarios de la economía argentina, incluyendo el de una hipotética devaluación superior al 30 por ciento. No hubo consensos cerrados, salvo acerca de la inviabilidad de instrumentar ahora una dolarización de jure, que los presentes no consideraron, siquiera, como un atajo de última instancia. El otro acuerdo fue de diagnóstico: los técnicos y dirigentes del progresismo oficialista consideran que ni siquiera un exitoso canje de deuda permitirá moderar el insondable déficit del Presupuesto 2002, distanciándose así del impostado optimismo de Domingo Cavallo.
Las invitaciones al cónclave fueron despachadas a principios de la semana pasada, en medio del revuelo ocasionado por las restricciones al manejo de efectivo. Fue una idea de Terragno, que apoyaron operativamente otros, como el también radical Jesús Rodríguez y los frepasistas Darío Alessandro y la ex funcionaria de Interior Nilda Garré.
A media mañana del sábado, el anfitrión y sus circunstanciales auxiliares recibieron en la sede de la Fundación Siglo XXI al diputado del Frepaso Rodolfo Rodil y a los legisladores radicales Federico Storani, Leopoldo Moreau, Gabriela González Gass y Eduardo Santín, entre otros. Los políticos escucharon con especial atención los datos y las opiniones que intercambiaron los economistas, verdaderos protagonistas de la cita en Barrio Norte: Miguel Pesce, Roberto Frenkel, Arnaldo Bocco, Oscar Cuattromo, Daniel Montamat, Osvaldo Kacef, Eduardo Hecker, Roberto Feletti, Carlos Bombecchi, Daniel Novak y Arturo O’Connell, quienes integraron la troupe de técnicos esclarecedores.
Propósito del encuentro fue, justamente, proveer argumentos a los dirigentes aliancistas para que éstos puedan tomar una posición ante la opinión pública y, en algunos casos, frente a sus pares del Parlamento, con quienes tienen que discutir el próximo Presupuesto. Pero tras seis horas de discusión, amenizadas con empanadas y vino tinto, los políticos no consiguieron un libreto pulido, salvo el unánime rechazo a la dolarización. “Cristalizaría la actual relación de precios y distribución del ingreso, que todos cuestionamos”, sintetizó uno de los asistentes.
El futuro del tipo de cambio fue el punto de análisis más extendido. Casi con cierto temor, gran parte de los técnicos reconocieron que el 1 a 1 tiene poca vida, pero no hubo ni atisbo de acuerdo sobre cómo se supera esa relación y de qué manera se podrían paliar los costos de abandonarla. Frenkel estuvo entre los más osados, al proponer lisa y llanamente una devaluación, aprovechando el control de cambios y la restricción en la transferencia de divisas que ya resolvió Cavallo. Bocco y Montamat se mostraron partidarios de una “flotación sucia”, admitiendo entre las hipótesis de trabajo una nueva relación de 1,48 peso por cada dólar, lo que equivale a una depreciación de más del 32 por ciento. En la vereda opuesta se ubicó Pesce, secretario de Hacienda de la Ciudad, para quien el abandono del tipo de cambio no promete réditos, ni siquiera a los exportadores.
Los ejercicios sabatinos sobre el futuro tipo de cambio contemplaron la posibilidad de incluir al real en el factor de convergencia, algo que tendría una consecuencia muy semejante a la señalada arriba. En cualquier caso, el abandono del 1 a 1 perseguiría el propósito de darles más competitividad a las exportaciones locales, aun a costa de numerosos particulares y empresas endeudadas en dólares y de los asalariados, cuyas remuneraciones “caerían drásticamente, en particular para el sector público”, según coincidieron varios técnicos. Para los primeros, se estudiaron distintos paliativos, incluido un subsidio estatal directo para cubrir parte de su deuda en moneda norteamericana. Para los trabajadores, el consuelo de que su sacrificio no será en vano: en un futuro aumentaría la oferta de empleo. El otro desvelo admitido por políticos y técnicos aliancistas fue cómo cubrir el déficit consolidado de Nación y provincias, que para el año próximo superaría los 10 mil millones de pesos. Según los cálculos que se tiraron sobre la mesa de la Fundación radical, el tramo local del canje permitiría un ahorro efectivo de caja de “sólo 1300 millones en el próximo ejercicio”, ya que los 3500 propagandeados por Economía incluyen el recorte de intereses para años posteriores. También en este punto, varias voces se alzaron en favor de una renegociación en términos más drásticos con los acreedores, que incluya el reconocimiento de que la Argentina está en default, para después buscar un ahorro mayor al previsto por la vía de una tasa menor que la del 7 por ciento que planteó Cavallo.
Nadie, sin embargo, cuestionó lo que consideran una especie de mal necesario. La envergadura de la última corrida hizo que el “corralito” en torno de los depósitos resulte una medida antipática y recesiva. Pero, según coincidieron los expertos aliancistas, imprescindible no sólo para sostener al sistema financiero sino también al propio Fernando de la Rúa en la Rosada.

Impuestos sin base

“La base impositiva fue siendo borrada, a partir de marzo, por sucesivas decisiones de Domingo Cavallo, que utilizó la concesión de beneficios fiscales como instrumento para conseguir la reactivación, tanto de la oferta como de la demanda, y para neutralizar la sobrevaluación del peso. Esa estrategia fracasó, y al costo de haber desarmado la base tributaria. Esta situación, combinada con la depresión económica, determinó que ahora tener un pronóstico optimista es esperar que la recaudación caiga 10 por ciento cada mes en relación a la del mismo mes del año anterior. Esto lleva rápidamente a la disolución.” Este diagnóstico pertenece a un reputado tributarista radical, experto también en cuestiones presupuestarias, que habló con Página/12 a condición de no ser identificado.

 

Remes paga 2 por ciento

El diputado justicialista Jorge Remes Lenicov arremetió ayer con una audaz propuesta para renegociar el tramo internacional de la deuda: la Argentina “no debería pagar una tasa superior al 2 por ciento, que es lo que se paga en el mundo”. De ese modo, quien hubiese sido ministro de Economía de Eduardo Duhalde presidente expuso un criterio bastante diferente al que utilizó el Gobierno para reprogramar la deuda con los acreedores locales, a quienes canjeó títulos por préstamos garantizados al 7 por ciento anual. Poco antes de que Domingo Cavallo anunciara su decisión de dar marcha atrás con varias de sus medidas cruciales, Remes subrayó que lo fundamental para conseguir la resurrección de la economía “es la credibilidad. No se puede estar mudando de políticas todas las semanas ni dando anuncios parciales”, sentenció el legislador. Otra cuestión decisiva, según destacó, es que haya un plan para estimular la reactivación, básicamente con recursos volcados a la obra pública. De lo contrario, el destino inevitable son las tres D: default, devaluación y dolarización.

 

 

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