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MARIA DEL CARMEN FEIJOO, SOCIOLOGA
Sálvese quien pueda

Por L.V.

–¿Es más difícil construir consensos sobre cómo enfrentar la crisis?
–Sí, es muy difícil por la intensidad y el ritmo que lleva. Hace tiempo que es difícil construir consensos, porque se está generando una sociedad de dos tiempos, de ricos y pobres. Entonces es difícil un consenso de unidad nacional e incluso está empezando a ser difícil construirlos dentro de cada uno de esos subuniversos. Creo también que hay problemas con esta sociedad que es un poco hipócrita, que se da golpes en el pecho y después corre a maximizar sus beneficios. A mí el tema del subsidio a los jefes desocupados me hace acordar lo que pasó con el programa de becas para el polimodal en la provincia de Buenos Aires, que dio 100 pesos por mes a los chicos de hogares pobres: la mitad de la sociedad bonaerense reaccionó en favor del programa; la otra mitad dijo “no habría por qué darles, los chicos no utilizan esa plata para comprar libros sino las zapatillas de moda”. Hay que decir que es difícil construir consensos, pero también tenemos que hablar de una sociedad dividida, donde la mitad va a apoyar la iniciativa y la otra va a mirarla con desconfianza.
–¿Por qué cree que sucede?
–Porque los niveles de desigualdad son crecientes y la vulnerabilidad es muy alta. Hay una política de defender el lugar personal, de maximizar el interés personal y salvarse. Una larga historia de sálvese quien pueda.
–¿Cuáles serían los efectos políticos de que no existieran hogares por debajo de la línea de pobreza?
–Sería un indicador de justicia social y de una sociedad más humana. En cambio, que esa mejora de carácter económico se relacione estrechamente con la participación política me parece dudoso. No hay una correlación entre nivel económico social e intensidad de participación política.
–¿La desigualdad económica no profundiza la desigualdad política?
–No, por supuesto que la desigualdad económica se traduce en desigualdad política. Pero que exista desigualdad política no quiere decir que no haya participación. Ayer hubo una discusión horrible con (José) Nun en un debate, en un contexto en el que Nun decía que si tenés hambre no tenés libertad. Yo no lo comparto, porque podés tener hambre pero sos un sujeto histórico igual. Ahora hay mucho debate en las ciencias sociales alrededor del tema de que la ciudadanía no aguanta los niveles crecientes de pobreza. Estoy en total desacuerdo, porque me parece que en los países de integración temprana, como Argentina, Chile y Uruguay, cuanto más pobre es la gente más sólo les queda la ciudadanía. Esto lo vemos cuando hay protestas por carencias, por limitaciones en el acceso a derechos, y los manifestantes plantean “soy pobre pero soy ciudadano”. Me parece un argumento peligrosísimo asociar participación política con bienestar, creo que detrás de ese argumento hay una idea elitista y excluyente.
–También aumentó la sensación de que es muy difícil hacerse escuchar por quienes gobiernan. ¿Hubo un deterioro de la democracia?
–La gente no sabe bien quién es porque está sometida a situaciones de gran inestabilidad económica, social y personal, por lo tanto si vos mismo no sabés bien quién sos, es difícil que quien te quiera representar lo haga de manera adecuada. La crítica a la corrupción, que es legítima, pone mucho desánimo en la confianza que la gente tiene en la política.
–Lo que pone mucho desánimo es votar a candidatos que una vez en el poder no cumplen con lo que prometieron.
–Aquí no hay, como en el mundo sajón, procedimientos para examinar a quien votaste en términos del cumplimiento o incumplimiento de su programa. De todas maneras no hay que olvidar que en este contexto de falta de confianza en la política, la institución que se moviliza paraesta consulta es una institución que pusieron en la Constitución los políticos del pacto de Olivos.

 

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