Por
L.V.
¿Es
más difícil construir consensos sobre cómo enfrentar
la crisis?
Sí,
es muy difícil por la intensidad y el ritmo que lleva. Hace tiempo
que es difícil construir consensos, porque se está generando
una sociedad de dos tiempos, de ricos y pobres. Entonces es difícil
un consenso de unidad nacional e incluso está empezando a ser difícil
construirlos dentro de cada uno de esos subuniversos. Creo también
que hay problemas con esta sociedad que es un poco hipócrita, que
se da golpes en el pecho y después corre a maximizar sus beneficios.
A mí el tema del subsidio a los jefes desocupados me hace acordar
lo que pasó con el programa de becas para el polimodal en la provincia
de Buenos Aires, que dio 100 pesos por mes a los chicos de hogares pobres:
la mitad de la sociedad bonaerense reaccionó en favor del programa;
la otra mitad dijo no habría por qué darles, los chicos
no utilizan esa plata para comprar libros sino las zapatillas de moda.
Hay que decir que es difícil construir consensos, pero también
tenemos que hablar de una sociedad dividida, donde la mitad va a apoyar
la iniciativa y la otra va a mirarla con desconfianza.
¿Por qué cree que sucede?
Porque los niveles de desigualdad son crecientes y la vulnerabilidad
es muy alta. Hay una política de defender el lugar personal, de
maximizar el interés personal y salvarse. Una larga historia de
sálvese quien pueda.
¿Cuáles serían los efectos políticos
de que no existieran hogares por debajo de la línea de pobreza?
Sería un indicador de justicia social y de una sociedad más
humana. En cambio, que esa mejora de carácter económico
se relacione estrechamente con la participación política
me parece dudoso. No hay una correlación entre nivel económico
social e intensidad de participación política.
¿La desigualdad económica no profundiza la desigualdad
política?
No, por supuesto que la desigualdad económica se traduce
en desigualdad política. Pero que exista desigualdad política
no quiere decir que no haya participación. Ayer hubo una discusión
horrible con (José) Nun en un debate, en un contexto en el que
Nun decía que si tenés hambre no tenés libertad.
Yo no lo comparto, porque podés tener hambre pero sos un sujeto
histórico igual. Ahora hay mucho debate en las ciencias sociales
alrededor del tema de que la ciudadanía no aguanta los niveles
crecientes de pobreza. Estoy en total desacuerdo, porque me parece que
en los países de integración temprana, como Argentina, Chile
y Uruguay, cuanto más pobre es la gente más sólo
les queda la ciudadanía. Esto lo vemos cuando hay protestas por
carencias, por limitaciones en el acceso a derechos, y los manifestantes
plantean soy pobre pero soy ciudadano. Me parece un argumento
peligrosísimo asociar participación política con
bienestar, creo que detrás de ese argumento hay una idea elitista
y excluyente.
También aumentó la sensación de que es muy
difícil hacerse escuchar por quienes gobiernan. ¿Hubo un
deterioro de la democracia?
La gente no sabe bien quién es porque está sometida
a situaciones de gran inestabilidad económica, social y personal,
por lo tanto si vos mismo no sabés bien quién sos, es difícil
que quien te quiera representar lo haga de manera adecuada. La crítica
a la corrupción, que es legítima, pone mucho desánimo
en la confianza que la gente tiene en la política.
Lo que pone mucho desánimo es votar a candidatos que una
vez en el poder no cumplen con lo que prometieron.
Aquí no hay, como en el mundo sajón, procedimientos
para examinar a quien votaste en términos del cumplimiento o incumplimiento
de su programa. De todas maneras no hay que olvidar que en este contexto
de falta de confianza en la política, la institución que
se moviliza paraesta consulta es una institución que pusieron en
la Constitución los políticos del pacto de Olivos.
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