Por
Cledis Candelaresi
Edmond
Lacroix, especialista francés en temas tributarios, comenzó
su visita a Buenos Aires invitado por la Jefatura de Gabinete el lunes
pasado, primer día hábil del paquete económico. Como
europeo, se reconoce sorprendido por la magnitud de la crisis que enfrenta
Argentina, país al que ve muy ajeno a otras naciones del continente.
En diálogo con Página/12, admitió las ventajas de
la bancarización y avaló un aumento excepcional en Ganancias,
aunque no el reciente criterio oficial de atar el presupuesto de la AFIP
a la suerte de la errática recaudación. En tiempos de retracción
económica, recordó, también cae la voluntad de pagar.
¿Cómo ve la administración tributaria argentina
en relación a la de otros países de la región?
En Argentina hay una administración muy capacitada en relación
a otros países de Latinoamérica. La gente conoce los mejores
procedimientos, está computarizada, se manejan programas de tributación
muy recientes. Sólo le falta disponer de herramientas adecuadas
para la detección de los riesgos, y centralizar la fiscalización
allí.
¿Entonces por qué en Argentina hay tan alto nivel
de evasión?
Tal vez falta un poco más de capacitación. Pero el
problema es, básicamente, cultural. Lo vimos en Francia: el grado
de cumplimiento fue evolucionando, mejorando de a poco, tras un esfuerzo
de muchos años. Ahora, el 95 por ciento de los pagos se hacen a
tiempo, proporción muy superior a la de la Argentina que, sin embargo,
creo que tiene posibilidad de mejorar su grado de cumplimiento. Sucede
que ahora está en el medio de problemas económicos y el
cumplimiento fiscal tiene relación directa con el nivel de actividad
económica: cuando se crece al ritmo del 3 por ciento, el grado
de cumplimiento sube. Pero cuando disminuye el crecimiento, también
cae la voluntad de pagar. De todos modos, creo que países como
Chile o como Argentina tienen condiciones para mejorar su administración
tributaria y disminuir la alta tasa de evasión.
Habrá visto que estamos en el medio de un proceso de bancarización.
¿Cree que realmente servirá para aumentar el control fiscal?
Por supuesto que ayuda. Sirve para obtener transparencia en materia
tributaria. Al pagarse con tarjetas o con cheques se facilita el combate
del fraude.
¿Qué proporción de operaciones se hacen en
efectivo en Francia?
Casi el 90 por ciento de los pagos se hacen con cheques, que en
Francia son gratuitos, a diferencia de otros lugares, como Alemania, Panamá
o la propia Argentina. Mucha gente los utiliza, incluso para pagos muy
pequeños. En los últimos años también se usa
mucho la tarjeta. En Francia se paga con efectivo el pan, o cosas de escaso
valor. Pero no para pagar combustible o la cuenta de un restaurante.
¿Algún sector quedó marginado de esos instrumentos?
No. Están absolutamente difundidos. Los impuestos y servicios
públicos se pagan desde hace mucho tiempo con transferencias bancarias
o débito automático. También las facturas de proveedores.
El gobierno argentino dispuso devolver una parte del IVA a los consumos
que se hagan con tarjeta de débito. ¿Le parece útil?
Puede tener un costo fiscal elevado para el Estado. Si en Argentina
la gente paga siempre en efectivo pueden subir los ingresos fiscales por
el mayor control. Pero aún así, 5 puntos del IVA me parece
que representan una pérdida de ingresos importante.
Días atrás hubo una iniciativa parlamentaria para
subir la alícuota máxima de Ganancias del 35 a 45 por ciento
a las personas y empresas que tienen más utilidades. ¿Cree
que es un buen recurso?
En Francia estamos en el proceso inverso. Tenemos tasas muy elevadas
para quienes ganan mucho dinero. En algunos casos, se paga hasta el 55
porciento sobre la renta. Por eso terminamos perdiendo los ingresos fiscales
de esos contribuyentes, que intentan irse a otros países. Desde
hace dos años tenemos una política inversa para que la gente
se quede en el país.
Lo vuelvo a la Argentina. ¿En un momento de crisis fiscal
subir excepcionalmente Ganancias no es un recurso válido?
Cuando hay dificultades económicas muy grandes creo que toda
la gente debe contribuir al esfuerzo nacional, en particular los que tienen
más. En períodos de crisis, en Francia se aplicaron impuestos
excepcionales para la gente que gana más. También tenemos
un impuesto sobre las grandes fortunas, para quienes tienen un patrimonio
muy elevado. Es normal que la gente que gana más contribuya proporcionalmente
más. No es nada anormal.
El gobierno argentino dispuso que el presupuesto de la AFIP será
un porcentaje de la recaudación. ¿Es un buen sistema de
estímulo?
No podemos vincular los incentivos con la recaudación, porque
ésta depende de la tasa de crecimiento del país. Y la administración
tributaria no puede influir sobre el crecimiento del país. Creo
que hay otros mecanismos para medir la actividad de la administración
tributaria. En Francia no utilizamos la recaudación para medir
la calidad de la administración tributaria.
Usted visitó Argentina en uno de los momentos más
críticos. Me gustaría conocer su impresión sobre
este momento del país...
No entiendo por qué Argentina tiene las dificultades que
tiene. Tiene gente capacitada, es un país moderno, con muchos recursos.
En Europa no comprendenmos qué pasa. Es como el problema de Japón.
No se entiende por qué después de haber crecido fuertemente
durante tanto tiempo ahora está tan estancada. Creo que Argentina
tiene todo lo que necesita para mejorar.
opinion
Por
Guillermo Vitelli
La
deuda interna es una pampa
El
canje de la deuda en manos de entidades locales demuestra que no
era tan externa: una parte significativa estaba en bancos radicados
en el país y lo externo era que los títulos estaban
nominados en monedas foráneas. La constatación es
absolutamente relevante para comprender la lógica de la convertibilidad
e identificar a quiénes apoyan incondicionalmente su permanencia.
La información empírica es contundente. De los 132.140
millones de dólares de deuda registrada hacia junio, 52.800
estaba en bancos radicados localmente y sus afiliadas las AFJP.
BID, FMI, Banco Mundial, Club de París y otros organismos
internacionales detentaban 29.500 millones y los restantes 49.840
se distribuían entre diferentes acreedores externos. Nítidamente
los bancos radicados en el país son los mayores acreedores
individuales de la deuda. Esos 52.800 millones no son para nada
despreciables: todas las tierras de la pampa húmeda, las
que generaron la riqueza argentina de principios del siglo XX y
nos ubicaron entre los países más ricos, suman 28
millones de hectáreas. Si asumimos que en promedio una hectárea
cuesta 1.000 dólares, se ve que los bancos locales amasaron
una cartera de bonos públicos que prácticamente duplica
el valor de la pampa. ¿Cómo hicieron?
El incremento en sus carteras ocurrió desde el comienzo de
los noventa, con la convertibilidad y las privatizaciones. Hacia
diciembre de 1991 el 15 por ciento de la deuda estaba en manos locales,
porción que trepó al 40 por ciento. En diez años,
incrementaron su cartera en 43.000 millones de dólares, el
valor de toda la pampa húmeda más 15.000 millones,
que equivalen a 375.000 viviendas de 50 metros cuadrados a 800 dólares
el metro. Si pensamos que en cada una pueden vivir entre tres y
cuatro personas, se ve que en los últimos diez años
los bancos locales pasaron a controlar títulos que suman
el valor de la pampa húmeda más todo Rosario y algo
más. ¿Cómo se ha gestado semejante acumulación?
La raíz se encuentra en la lógica de la convertibilidad
y el proceso de privatizaciones. Desde marzo de 1991 sólo
puede emitirse moneda a partir del ingreso de divisas por saldos
en el comercio externo o ingreso de préstamos. Se impidió
la emisión para compensar déficits, lo que significa
que cuando el Estado registra rojos en sus cuentas tiene que recurrir
ineludiblemente a los mercados financieros. Con la privatización
de los aportes dirigidos a jubilaciones y pensiones, los ingresos
del Estado se redujeron desde 1993 en 2.000 millones anuales, pero
el pago de las jubilaciones se incrementó entre 1993 y el
2000 en 4.900 millones. Esto implicó rojos que obligaron
a buscar fondos que fueron en parte provistos, nada paradójicamente,
por las AFJP, todas propiedad de los bancos radicados aquí.
Paralelamente, por su imposibilidad de emisión el Estado
extendió la búsqueda de fondos más allá
de lo perdido por la transferencia de jubilaciones ya que debió
abonar constantemente mayores intereses por su deuda. Y su fuente
central fueron los bancos. La razón es simple: en las economías
altamente bancarizadas, como la nuestra, todo el dinero se encuentra
radicado siempre en el sistema financiero, todo agente económico
lo deposita y es reducido el remanente que permanece como circulante.
Esto significa que el Estado debe recurrir a los bancos, que son
los únicos que lo detentan. Allí comienza la reproducción
permanente de la deuda: con los fondos que los bancos le prestan
generando bonos, el Estado paga sus erogaciones a los particulares,
quienes vuelven a depositar el dinero en el sistema financiero.
De mantenerse los rojos de las cuentas públicas, la imposibilidad
de emisión determina que ese dinero vuelva nuevamente a ser
requerido a los bancos generándose un nuevo préstamo
al Estado, que reproduce así y de manera exponencial la cadena
del endeudamiento.
La pérdida de recursos por parte del Estado y la imposibilidad
de emisión determinaron que los intereses conformen hoy una
de las partidas más relevantes del sector público,
que trepó de 2.914 millones en 1993 a 9.656 en el 2000, superando
los pagos de remuneraciones que desde 1993decrecieron. Esto no fue
inocuo para el aparato productivo: la reducida liquidez y la permanente
búsqueda de préstamos del Estado elevó las
tasas internas de interés a niveles extremadamente elevados,
que impiden el desarrollo de la actividad productiva. El déficit
cero y el canje de títulos no modifican en nada la lógica
económica o sus resultados. El déficit cero sólo
congela la búsqueda de fondos y acentúa la recesión.
El canje garantiza a los bancos locales sus acreencias. La derivación
sin embargo fue otra: además de profundizar la recesión,
abrieron el camino para el marginamiento de la convertibilidad.
¿Encontrará la sociedad argentina, ya inmersa en una
larga crisis, los mecanismos para cuestionar los negocios espurios
realizados al amparo de la convertibilidad, impidiendo que sus consecuencias
perversas se proyecten hacia el futuro?
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