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Una ley para que la ciudad no pueda incinerar sus residuos

La ley, que sería aprobada esta semana en la Legislatura, prohíbe que se incineren residuos patológicos, que liberan dioxinas. Ahora, los 30.000 kilos que producen los hospitales porteños se queman en el conurbano.

Por Eduardo Videla

Los hospitales de ciudad de Buenos Aires generan en total 30.000 kilos de residuos patológicos por día. Buena parte de ellos son incinerados en hornos de empresas radicadas en el Gran Buenos Aires, que liberan a la atmósfera las temibles dioxinas, sustancias cancerígenas que se acumulan en el organismo. Esta virtual transferencia de contaminación desde la ciudad hacia sus vecinos del conurbano no está sancionada por ninguna ley. Por eso, la Legislatura porteña quiere prohibirle al Ejecutivo que contrate a empresas que utilicen este tipo de tecnologías y reemplazarlas por métodos más limpios. Por lo pronto, la ciudad implementará el año próximo un plan piloto en el Hospital Santojanni, para tratar sus propios residuos con el sistema de autoclaves, que esterilizan los residuos patogénicos y los convierten en basura domiciliaria. Con lo que la ciudad gasta por año en el tratamiento de estos residuos, podría equipar con este sistema a 25 de sus 33 hospitales, admiten las autoridades sanitarias porteñas.
El proyecto que se debate en la Legislatura, elaborado por los diputados Beatriz Baltroc (ARI), Juliana Marino (peronista independiente) y Miguel Doy (Forja 2001), tiene preferencia para ser tratado este jueves. Su objetivo es eliminar la posibilidad de que los residuos sean incinerados en el ámbito de la ciudad, así como prohibir la contratación de empresas incineradoras instaladas en otras provincias. La iniciativa cuenta con el visto bueno de los funcionarios del Ejecutivo. “Estamos de acuerdo tanto con la norma como con su fundamentación. La tendencia mundial apunta a disminuir los procedimientos de incineración y nosotros debemos tender a eso”, dijo a Página/12 Gabriel Muntaabski, director de Atención Primaria de la cartera sanitaria porteña.
La campaña para eliminar la incineración de residuos patológicos tuvo su expresión más destacada en las acciones de Greenpeace, que hace dos meses simuló la instalación de un hospital de campaña en el Obelisco, para llamar la atención sobre el tema. Según consta en los fundamentos del proyecto legislativo, las plantas incineradoras emiten al ambiente “sustancias persistentes y bioacumulativas” como las dioxinas y furanos, que permanecen en los organismos que las absorben durante tiempos prolongados, sin degradarse. Estas sustancias tóxicas son producidas por la incineración de material descartable de PVC.
“Las dioxinas son un conocido cancerígeno y están ligadas a defectos en los nacimientos, disminución de la fertilidad y depresión del sistema inmune”, dice el proyecto. Como el cuerpo no las elimina –agrega– no hay dosis seguras de dioxinas. Es por eso que en 1995, los países miembros del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, acordaron la eliminación progresiva de la emisión de estas sustancias.
En la Argentina, sin embargo, la ley 24.051, de Residuos Peligrosos, autoriza la incineración como método de tratamiento. Y en la ciudad de Buenos Aires, la ley 154 de Residuos Patogénicos, sólo prohíbe “el uso de métodos que emitan sus productos tóxicos persistentes y bioacumulativos por encima de los niveles que exige la autoridad de aplicación”. Como en la actualidad ningún laboratorio de emisiones atmosféricas en nuestro país está equipado para calcular concentraciones de dioxinas, la ley es, al menos en este punto, inaplicable.
El proyecto de los diputados Baltroc, Marino y Doy prohíbe la instalación y utilización en la ciudad de planta de incineración de residuos patogénicos pero, además, impide “la contratación de empresas instaladas en otras jurisdicciones que utilicen esta tecnología”. La provincia de Buenos Aires es la que cuenta con mayor cantidad de incineradores comerciales autorizados. De éstos, cuatro tienen contrato con la Secretaría de Salud porteña: Tri-Eco, Desler, Pelco y Soma. También hay contratos con Ecology Sistem, de Santa Fe. Según la diputada Baltroc, el cambio de tecnologías no es imposible. “Hay empresas que son multinacionales, que en sus países de origen utilizan tecnologías limpias y aquí traen los hornos incineradores”, afirmó. La utilización de estos hornos ya está prohibida en diferentes estados de los Estados Unidos, en Suecia, Bélgica, Australia, el Reino Unido, Alemania, Irlanda y Grecia, entre otros.
El proyecto, de ser aprobado, le da un año de plazo a las empresas con contrato vigente para cambiar su tecnología por “alternativas ambientalmente aceptables”. Sin embargo, si la ley se sanciona antes de fin de año “podrían aplicarse sus alcances a la licitación del servicio, que actualmente está en curso”, dijo Muntaabski a este diario.

 

 

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