Por
Ewen McAskill
y Suzanne Goldenberg
Desde Jerusalén
Estados Unidos estalló en exasperación ayer ante el fracaso
de Yasser Arafat en controlar a los militantes islámicos y amenazó
con abandonar sus intentos de negociar una tregua. La advertencia al líder
palestino vino horas después del cuarto ataque suicida contra Israel
en ocho días. Poco después del último ataque, un
fallido atentado con bomba contra un ómnibus que hirió a
29 personas en Haifa, Ariel Sharon dijo que su ejército podría
intensificar sus operaciones en Cisjordania y Gaza. No hemos terminado
nuestras operaciones. A la vista de lo que está ocurriendo, puede
que tengamos que redoblar nuestras actividades, dijo el primer ministro
a su gabinete.
Ayer no hubo signos de que Washington frustrado después de
dos semanas de intentar promover un cese del fuego intentaría
ejercer una influencia moderadora sobre Sharon. En Moscú, el secretario
de Estado norteamericano, Colin Powell, dijo que los continuos ataques
suicidas en Israel estaban destruyendo la credibilidad de Arafat y que
estaba llevando a su pueblo hacia la ruina. Esto no lleva a ningún
lado dijo Powell a los periodistas. El pueblo palestino debería
estar preguntando a sus líderes: ¿Dónde nos lleva
esto?. El mensaje fue reforzado por el vicepresidente Dick Cheney,
que dijo: Hasta que Arafat demuestre que es serio en relación
a los atacantes suicidas, no va a haber progreso. (Los palestinos) están
liderados por alguien que no puede controlar a los terroristas.
En Jerusalén, el general Anthony Zinni, enviado de Washington a
la región, dijo a funcionarios israelíes y palestinos que
volvería a Estados Unidos a no ser que le presentaran propuestas
constructivas en un plazo de 48 horas. Las expresiones concertadas de
impaciencia sugieren que Washington está preocupado por la posibilidad
de un fracaso muy público de la reanudación de su activismo
diplomático en Medio Oriente. Funcionarios estadounidenses también
están enviando el mensaje de que ya no consideran automáticamente
a Arafat como el líder legítimo de los palestinos.
Sharon, mientras tanto, está intentando quitar sustento al líder
palestino. Anoche, su gabinete iba a reunirse para considerar si aceptar
o no el pedido de Arafat de poder asistir hoy a una reunión de
los Estados de la Organización de la Conferencia Islámica
en Qatar, que va a discutir la crisis palestina. Israel controla el espacio
aéreo de Cisjordania y Gaza, y los palestinos, de Arafat para abajo,
necesitan su permiso para entrar o dejar un territorio que es teóricamente
suyo. Ayer Sharon habría dicho a su gabinete que pensaba que Arafat
podía emplear su tiempo mejor en la zona. Si me preguntan
mi opinión va a ser difícil para él que se vaya,
porque debería estar muy ocupado aquí arrestando gente y
combatiendo el terrorismo.
Los esfuerzos para encontrar una causa común entre Israel y Estados
Unidos se intensificaron ayer con una breve visita a Jerusalén
del alcalde saliente de Nueva York, Rudolph Giuliani, y su sucesor, Michael
Bloomberg, quienes visitaron los lugares de los atentados suicidas de
la semana pasada. Pese a la presión sobre Arafat para que practique
arrestos, y su afirmación de que estaba cumpliendo las demandas
israelíes y norteamericanas, la violencia no ha cedido. Al amanecer,
el Ejército israelí entró en dos aldeas cerca de
Tulkarem en Cisjordania, y cinco policías palestinos fueron muertos.
Funcionarios palestinos dijeron que los soldados israelíes les
dispararon mientras los policías trataban de huir del lugar; funcionarios
israelíes dijeron que los hombres habían abierto fuego.
Dos horas después, un palestino que llevaba explosivos trató
de subir a un ómnibus en Haifa. La policía lo detectó
antes de que pudiera abordar, y la bomba explotó afuera, hiriendo
a 29 israelíes. La policía disparó y mató
al atacante. Mientras tanto, Uzi Landau, ministro israelí deSeguridad
Pública, dijo que una de las bombas de la semana pasada en Jerusalén
contenía una sustancia tóxica. El diario Yediot Ahronot
la identificó como un raticida, pero dijo que nadie resultó
afectado por ella. La afirmación del ministro no pudo ser confirmada
de manera independiente.
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