OPINION
Hacia
un nuevo Líbano
Por
Claudio Uriarte
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Planes
de contingencia no son lo que falta en el Estado Mayor israelí,
pero, de no quebrarse la dirección actual de los acontecimientos
y es poco imaginable que Yasser Arafat recupere a corto plazo
toda la autoridad que perdió en una semana de atentados suicidas
permanentes por los grupos fundamentalistas que se le oponen,
una opción parece decantarse claramente del resto: la reocupación
total o casi total de Cisjordania y Gaza para extirpar las redes del
terror islámico, en una reproducción en escala de lo
que Estados Unidos está haciendo en Afganistán. Es una
empresa que puede durar meses, si no años, y que implica una
suerte de libanización de los territorios palestinos. El terror
israelí al despliegue de soldados iraquíes, sirios o
iraníes en el estratégico Valle del Jordán quedaría
aventado, mientras los territorios reconquistados empezarían
a operar como una zona de amortiguación de cualquier golpe
desde el exterior.
Esta estrategia se parece mucho a la que el actual primer ministro
Ariel Sharon implementó con su invasión al Líbano
en 1982, cuando era ministro de Defensa, y nuevamente es Arafat el
que está en la terminal receptora de la operación. Su
expulsión de la zona y la destrucción de lo que queda
de su Autoridad Palestina serían la remake corregida y aumentada
de lo que le pasó en el Líbano hace 18 años,
y dada la edad actual de Arafat y las dificultades para revertir
la aplanadora israelí una vez que se puso en marcha posiblemente
señalaría el final de su carrera política y el
paso de la antorcha del mando a una nueva, imprecisa, generación
de líderes. Incertidumbres no faltan. Una es qué va
a hacer Siria, que tiene una división de 30.000 soldados emplazada
en el Valle de Bekáa en el Líbano, ante una operación
de estas dimensiones y alcances. Otra, si Sharon va a ir a la guerra
solo o podrá conseguir nuevamente el resignado asentimiento
de un Partido Laborista al que la polarización dominante condena
a estrecharse y fragmentarse.
La novedad en todo esto es que Sharon pidió y finalmente obtuvo
el apoyo norteamericano para lo que tenga que hacer. Las declaraciones
de ayer son elocuentes: Colin Powell volvió a perder la interna
con el secretario de Defensa Donald Rumsfeld, y ahora todos los funcionarios,
desde el poderoso vicepresidente Dick Cheney hasta el reducido general
retirado afroamericano, hablan de Medio Oriente con la misma voz,
los mismos matices y las mismas inflexiones.
La ventana de oportunidad abierta con los acuerdos de Oslo en 1993,
y que llegó al clímax de sus posibilidades con los históricos
desbloqueos de la posición israelí en diciembre de 2000,
está casi cerrada ya. No hay ningún indicio de que vuelva
a abrirse en el futuro inmediato, lo que implica que vuelve a abrirse
el curso de la guerra. |
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