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Un drama pasional y suicidio, la hipótesis más firme en Corrientes

El intendente de Mercedes discutió con su esposa por otra mujer. Ella intentó evitar el tiro. Ayer, ya liberada, fue al entierro.

Por Andrés Osojnik

A la hora en que debía asumir como intendente elegido por el 70 por ciento de los votos en la Mercedes correntina, Santiago Prado fue enterrado mientras la ciudad quedaba paralizada en su homenaje. En la ceremonia estaba su íntimo amigo, Ricardo Colombi, que a la tarde se convertiría en gobernador de la provincia. Y para darle más dramatismo aún a la escena, allí también estaba su esposa, la misma que había sido señalada inicialmente como sospechosa de esa muerte. En medio de la conmoción, ayer quedó claro que para la Justicia la mujer es testigo y no acusada: la hipótesis de un suicidio –una posibilidad que se barajó desde el inicio– se convirtió en la principal línea de investigación. Los motivos lo vuelven todo más denso: una relación extramatrimonial, las consecuentes peleas conyugales y una discusión que terminó en una ruleta rusa y el disparo final.
Santiago Prado fue inhumado en medio de una procesión interminable de vecinos y políticos mercedinos y de toda la provincia, tanto correligionarios radicales como del resto de los partidos. Es que el hombre había cosechado en su carrera política una imagen inusual para esta época de descreimiento a la clase dirigente. Era el intendente respetado, y querido, además. Lo era desde 1999, cuando reemplazó a Colombi, su padrino político y más que amigo, que ese año rumbeó a Buenos Aires a ocupar una banca en la Cámara de Diputados.
La gestión impecable y el carisma lo volvieron el candidato natural y el 14 de octubre pasado legitimó su cargo con ese abrumador 70 por ciento. El domingo, un día antes de asumir, la tragedia reemplazaría el protocolo y la fiesta.
Los mentideros de pueblo chico ventilaban desde hacía tiempo su relación con una mujer por fuera del matrimonio. Según una fuente policial –que contó a este diario los detalles en estricto off the record–, ése fue el punto de la discusión, de la remanida y nunca zanjada discusión con su esposa, Sandra Acuña. La pelea se inició el sábado a la noche en la casa familiar, en el centro de la ciudad. Parece que hasta hubo algún grado de alcohol en exceso, hasta que el hombre decidió irse a la chacra de fin de semana, a pocos kilómetros de allí. La mujer, tras la partida, intuyó que algo andaba también en exceso mal. Una versión no confirmada señalaba ayer incluso que Prado llevaba dos intentos de suicidio. Sandra Acuña buscó el revólver que sabía que su esposo guardaba en la casa. No lo encontró.
Ella fue entonces tras él. Se reencontraron en la chacra y reiniciaron la discusión. Siempre según la fuente policial, en medio de los gritos, Prado sacó su revólver calibre 38. En un momento, hubo un disparo. El tiro impactó en el cielorraso. La pelea se volvió incontrolable. Ella logró entonces una tregua: que él sacara las balas del revólver. El cumplió. Las puso en la mesa: quedaban cinco. Y ella encontró el momento apropiado para que él terminara con la locura. De un manotazo se hizo de las balas.
El problema fue que falló: sólo pudo tomar cuatro. La quinta bala volvió a quedar en poder del hombre. Y volvió a quedar adentro del tambor. La discusión perdió la tregua y Prado comenzó a jugar a una desesperante ruleta rusa. Gatilló en dos oportunidades y esas dos veces sólo salió el chasquido del martillo. Sandra Acuña se abalanzó sobre su marido, con quien terminó forcejeando para evitar que la escena continuara. Pero no fue posible: hubo una tercera percusión y la bala le perforó la cabeza en forma ascendente desde el maxilar derecho hasta salir por el parietal izquierdo.
Fue ella misma quien hizo la denuncia en la comisaría local en medio de un shock, y si bien en un principio se dijo que quedó detenida, ayer la Policía aclaró que sólo había sido puesta a disposición de la Justicia. “En ningún momento se la sindicó como posible autora del hecho”, se esmeró en aclarar una fuente de la investigación. Las primeras pericias corroboraron esa hipótesis: según un estudio, el caño del revólver fueapoyado en la piel de Prado, o estuvo a una mínima distancia. Una situación característica del suicidio. Además, el arma tenía huellas de él, pero al parecer no de ella.
Un familiar, además, ya declaró en la causa para dar cuenta de la densa relación matrimonial a causa de esa segunda mujer en la vida de Prado. Sandra Acuña fue liberada en la misma noche del domingo. Salió de los tribunales y fue al velorio, donde pidió que se retirara la gente y se cerrara la sala para tener un momento de soledad con su ex marido. Luego, el incesante gentío hasta la ceremonia final de ayer. La asunción en la Intendencia de quien debía ser el vice de Prado, Federico Moullia, fue postergada para hoy: será un acto sencillo y discreto, lo mismo que ocurrió en la tarde de ayer cuando Colombi debió jurar como gobernador de Corrientes con la garganta atravesada por el dolor.

 

 

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