Por
Juan Jesús Aznarez
Desde Caracas
Venezuela,
el cuarto país exportador de petróleo del mundo, quedó
ayer mayoritariamente paralizado como consecuencia de un paro de empresarios
contra las políticas de izquierda aplicadas por el presidente Hugo
Chávez, y la promulgación de 49 decretos leyes que amplían
sustancialmente las prerrogativas del Estado sobre la propiedad privada
y la economía de mercado. La Federación de Cámaras
de Venezuela (Fedecámaras), organizadora de la protesta, calcula
que el 85 por ciento del país adhirió a la huelga, la más
importante que enfrentó el actual gobierno.
El principal sindicato de la patronal, cuyas empresas emplean a casi el
80 por ciento de los diez millones de trabajadores venezolanos, según
sus propios datos, advirtió días atrás que no descarta
la desobediencia civil, u otras medidas de presión, si el Poder
Ejecutivo desatendía sus reclamos. Esperamos que, a partir
de mañana, podamos trabajar la agenda de la rectificación,
declaró el presidente de Fedecámaras, Pedro Carmona, durante
una primera evaluación de la jornada, que se desarrolló
de las seis de la mañana a las seis de la tarde, sin incidentes
graves. Los miembros de la directiva de los empresarios, reunidos en su
sede, alzaron las manos en señal de victoria.
Paralelamente al cierre de grandes almacenes, comercios, bancos, o escuelas,
y a la permanencia en sus casas de la mayoría los habitantes el
país, numerosos automovilistas estacionaron sus vehículos
al costado de las principales avenidas, y pitaron contra el gobierno.
¡Fuera Chávez!, gritaba los usuarios. El
paro ha sido un éxito. El presidente tiene que respetarnos.
Vecinos asomados a los balcones y ventanas de muchos edificios de Caracas
hacían sonar cacerolas, y otros reproducían, a todo volumen,
los ruidos de cacerolas grabados en discos compactos y puestos a la venta
en tenderetes con gran éxito. ¡Fuera, fuera el loco!.
La estatal industria petrolera siguió funcionando, según
fuentes oficiales, al igual que el Metro y los autobuses públicos
aunque con menor afluencia de pasajeros. La guardia nacional, y la policía
metropolitana vigiló el desarrollo del paro. La actividad de los
aeropuertos registró interrupciones de vueltos nacionales. Las
principales rutas y autopistas de Caracas, normalmente atestadas de vehículos
los lunes, expeditas al tráfico. Nosotros somos trabajadores
bolivarianos, subrayaban algunos de los dueños de tabernas,
pequeños comercios, u hospitales públicos que abrieron sus
puertas. No estamos con los ricos.
Las principales cadenas de televisión siguieron en el aire aunque
incidiendo en los aspectos a favor o en contra de la protesta, en función
del carácter público y privado de la propiedad de los medios.
El principal sindicato laboral, la Confederación de Trabajadores
de Venezuela (CTV), enfrentada al sindicalismo oficial, se sumó
a la huelga, y de vísperas amenazó con convocar otra de
carácter indefinido. Se trata de la mayor protesta contra Hugo
Chávez, desde que fuera investido en febrero de 1999, tras su triunfo
en las elecciones del seis de diciembre del año anterior. Aquella
victoria, y las sucesivas, le permitieron modificar, a favor de su proyecto
revolucionario, todos los poderes del Estado, y controlar la Asamblea
Nacional (Congreso).
Los empresarios, además de una revisión conceptual de la
deriva observada en la acción del ejecutivo, exigen la anulación
de los 49 decretos leyes emitidos el pasado 13 de noviembre por el presidente,
en virtud de una ley que le autoriza a evitar el debate parlamentario
para acelerar los cambios propuestos. Las leyes de Tierras, Zonas Costeras
y Pesca, concretamente, violentan el derecho a la propiedad privada, y
el derecho a elegir la actividad económica de preferencia de los
ciudadanos, según establece un informe privado de Fedecámaras.
Se declaran de utilidad pública muchas actividades y territorios
que permitirían al Estado la confiscación de la propiedad
privada, señala el informe de sus juristas. Se encontraron
normas confusas que generan incertidumbre, y deun contenido ideológico
estatizante, de planificación central e izquierdista.
Como para no bajarle el tono a la disputa, Chávez respondió
pidiendo un contraataque revolucionario frente a la acción
de la oligarquía, durante el segundo discurso, en un mismo
día, en la céntrica Plaza Caracas de la capital venezolana.
*
De El País de Madrid. Especial para Página/12.
|