Por
Pablo Plotkin
Desde Montevideo
Vecina apacible de la Buenos Aires del caos bancario, Montevideo despertó
a un domingo de meteorología ejemplar, con la península
de Punta Carretas convertida en una feria de atracciones de 25 mil metros
cuadrados. Un despliegue masivo de artistas de todo orden, decenas de
boliches de la ciudad trenzándose en una lucha de poderío
sonoro, y 35 mil personas transitando las callejas de un virtual distrito
artístico cercado por el inconmensurable Río de la Plata.
La Fiesta Final (que concretó su tercera edición) calcó
la fisonomía de los festivales multitudinarios del mundo -parques
de diversiones culturales plagados de sponsors y servicios de toda clase,
pero lo llevó al extremo del eclecticismo: cantautores, orquestas
sinfónicas, malabaristas, bandas de rock, murgas, DJs, grupos de
teatro infantil, capoeristas, bailarines, símbolos populares, perfectos
desconocidos, héroes olvidados y estrellas del próximo lustro.
Todos animadores de una juerga que se extinguió ayer por la mañana,
veinte horas después del comienzo.
Jaime Roos, la primera gran figura, salió a tocar cuando todo era
familia, termo en la axila y pantalla solar. Al final del concierto, el
superhéroe realista uruguayo rindió homenaje a George Harrison
con una versión de A hard days night. Parece
Santana, comentó alguien del público, señalando
el sombrero. Al mismo tiempo y en otro escenario, condenado a convocar
a los pocos desertores del show de Roos, Flavio Cianciarullo (bajista
de los Fabulosos Cadillacs) presentó su trío de canción
rioplatensejazzeraprogresiva, su proyecto solista editado
recientemente bajo el título Flavio viejo, solo y peludo. Junto
al faro, Rubén Rada se explayó en el repertorio de su último
álbum dos de las más ovacionadas: Mi país,
devenido en jingle nacional gracias a un aviso del diario El País,
y la plegaria globalofóbica ¿Quién va a cantar?
y concedió algunos clásicos como Bob Marley
y Terapia de murga. Arengando al público a que coreara
sus estribillos, meneándose pesadamente entre los tambores, enojándose
cuando la respuesta no era lo bastante efusiva, Rada cumplía con
el rol de performer carnavalesco. El espíritu de Rey Momo se reproducía
también en los artistas callejeros, que asaltaban con sus números
de paraguas, malabares y disfraces que parecían robados de la utilería
del Kubrick de Ojos bien cerrados. En la rockería Viejo Jack
ponían discos de AC/DC, en Milenio sonaba Moby y más allá
tocaba Pepe Guerra.
Oscurecía, el faro se encendió, las familias volvían
a casa y la modorra de la tarde empezaba a desaparecer al paso del alcohol,
la música electrónica que llegaba desde el sector clubbing
del predio y un viento increíblemente helado para el final de la
primavera. Pasaron Jorge Nasser, el Trío Fattoruso, Fun You Stupid
(aspirantes al Prodigy charrúa, con un par de cantantes maquillados
al estilo William Wallace y Morticia Adams), Sudacas en Guerra (latinos
combativos), Snake (metal gótico), Abuela Coca, Kongo Bongo y No
te va a gustar, tres ejemplos de la fascinación de la escena rock
montevideana por los ritmos jamaiquinos. Mucho ska, reggae, covers y remeras
de Marley y tatuajes de henna de estética rastafari. Del otro lado
tocaba Elefante (grupo predilecto del under uruguayo) y, hacia el sur,
sobre el escenario verde, Hereford sacudía con su versión
de You really got me, de The Kinks.
Pero el recorrido de trasnoche empezaba a ofrecer sus mejores secretos
en los escenarios pequeños. Ejemplo: Canario Luna, borracho y de
madrugada, se acoplaba a una banda tributo a Eduardo Mateo en la placita
cultural montada en su nombre. Tambaleante, con el garguero deteriorado
y una vieja gorra roja calada entre las orejas, Luna bajó de las
tablas emocionado, y bailó un momento de la mano de una chica que
se había acercado a saludarlo. A pocos metros, Martín Buscaglia
se presentaba en formato de emergencia (él con su guitarra armada
de efectos y untrombonista) para mostrar algo de lo que en Montevideo
crece como el rumor artístico de la temporada. Con letras ingeniosas
y cierto carisma escénico, Buscaglia encuentra sus propias variaciones
en la tradición elástica de cantautores uruguayos. Una promesa.
Los fogones se esparcían por toda la península, y las antorchas
trazaban el contorno del río. En el playón en que funcionaba
la sede del célebre Bar Tabaré, el DJ de turno pinchaba
deep house para los pocos bailarines que se atrevían a soportar
el frío de la escollera. Faltaban un par de horas para la mañana
del lunes (el festival iba a hacerse el sábado, pero la tormenta
del viernes ocasionó una serie de desperfectos técnicos
que obligó a postergarlo un día) y apenas quedaba una décima
parte de la multitud que había desbordado el lugar un par de horas
antes. El Sabalero salió a cantar en medio de la inercia etílica
que parecía gobernar Punta Carretas a esa altura de la noche, mientras
Supersónicos desplegaba su rockabilly en uno de los escenarios
menores. Pero la mayoría de los sobrevivientes se decidía
por la zona de las discos, batidas en un encarnizado duelo de kilowatts.
Todos subían el volumen. Empezaba a salir el sol.
La
ciudad era un espectáculo
Unos
mil espectáculos distintos ocurrieron entre la una del mediodía
del domingo y las 8 de la mañana del lunes en la zona del faro
de Punta Carretas, en Montevideo, en la tercera edición de
La Fiesta Final. Más allá de los espectáculos
callejeros que operaban espontáneamente entre los escenarios
y lo que ocurría dentro de la carpa infantil (entre otras obras,
se concretó Sólo por hoy en los árboles), éstos
fueron algunos de los artistas que tocaron en los cuatro escenarios
principales: Jaime Roos, Rubén Rada, Trío Fattoruso,
Cuarteto Zitarrosa, El Sabalero, Pepe Guerra, Banda Sinfónica
Juvenil MEC, Flavio Cianciarullo Trío, Claudio Taddei, Pablo
Estramín, Martín Buscaglia, Abuela Coca, Kongo Bongo,
Innova, Buenos Muchachos, Supersónicos, 11 Tiros, José
Luis Pérez, Chicago Blues Band, La Tabaré River Rock
Banda, Trotsky Vengarán, Hereford, Elefante, Psimio, No Te
Va Gustar, Kirlian, La Sonora del Sur, Yeca Tatu, Hnos. Ibarburu,
Montemurro y Cía., Cursi, RRRR, Con Los Pájaros Pintados,
Hot Jam, Asa Branca, Sórdromo, La Trampa. Debido a la postergación,
no tocaron finalmente dos de las bandas de rock uruguayas más
convocantes: La Vela Puerca y Buitres. Tampoco estuvieron, como se
había sugerido, Los Ratones Paranoicos y Pappo. |
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