Por
Oscar Ranzani
Maximiliano
Fabián Agosta y Lisandro Costa eran bebés y niños
en la Argentina en que desaparecieron 30 mil personas y casi no tienen
una conciencia personal del horror. Sin embargo, al plantearse su primer
proyecto cinematográfico, una realización independiente,
coincidieron en la necesidad de intentar apostar a colaborar con la memoria
de la sociedad sobre los años de plomo. El resultado de ese afán
es Generación golpe, un documental que indaga en la vida de hijos
de desaparecidos o exiliados por razones políticas durante los
años del terror. El film, que obtuvo el primer premio en el X Certamen
de Cine y Video de Santa Fe 2001 y tres menciones especiales en el VIII
Festival Latinoamericano de Video Rosario 2001, se verá por primera
vez en público aquí hoy, desde las 19, en el auditorio de
la Cámara de Diputados de la Nación (Riobamba 25, primer
subsuelo) y mañana a la misma hora en el auditorio de la Facultad
de Ciencias Sociales de la UBA (Franklin 54).
La idea nació cuando se acercaban los veinticinco años
del golpe, y teníamos ganas de hacer un trabajo audiovisual que
retratara desde algún punto lo que había pasado con la generación
que sufrió indirectamente, por tener a sus padres como militantes
o como protagonistas de ese hecho histórico. Tratamos de ver qué
había pasado con la vida de esos hijos, cuenta Agosta en
una entrevista con Página/12. Buscamos que hablaran los que
de alguna manera fueron los principales perjudicados en esto. O sea, la
generación que nació y vivió toda su vida con el
tema del golpe y con toda esta carga de la dictadura, completa Costa.
El tema de los desaparecidos fue tratado ya por varios films nacionales.
¿Cómo enfocaron ustedes el tema?
Fabián Agosta: A partir de la visión de gente que
no sufrió en forma directa lo que fue el golpe, tratamos de hacer
un documental que no fuera lacrimógeno. Que no se tratara a partir
del dolor sino de las experiencias de vida de estos chicos. El film recorre
desde el nacimiento a toda su infancia y los pequeños cambios que
tuvieron en sus vidas, ya fuera por los traslados o porque terminaban
viviendo en lugares ocultos. Generación golpe también refleja
la falta de conocimiento real de quiénes eran sus padres hasta
determinados momentos de sus vidas, y cómo un proceso de crecimiento
se veía cambiado por haber nacido en ese punto de la historia argentina.
Lisandro Costa: La diferencia está marcada también
por una búsqueda respecto de qué se va a hacer de ahora
en adelante. Yo tengo 26 años y es una búsqueda mía
y de mi generación ver hacia dónde vamos. No es solamente,
como mencionaba Fabián, quedarse en lo lacrimógeno sino
preguntarse también qué vamos a hacer ahora. Es una propuesta
también para movilizar un poco a esta generación.
El film parece reflejar que ante la ausencia de una generación
hubo otra que buscó su sentido de pertenencia a lo perdido. ¿Por
eso eligieron a los jóvenes como protagonistas?
F.A.: Sí, la idea de buscar a los jóvenes también
era romper el mito de que hubo una generación que fue masacrada
y que las que vinieron fueron pasando y se quedaron en el boludeo, una
generación boluda. Buscamos ver en pibes que tienen aproximadamente
veinticinco años los puntos de militancia, o a la gente que se
está moviendo buscando nuevos lugares donde poder militar, donde
meterse. Ellos partieron de una generación donde la militancia
estaba orientada a lo político o a una lucha armada de sus padres.
Ante un quiebre fundamental como el que significan los 30 mil desaparecidos,
la palabra militancia fue buscando distintos rumbos. Ahora hay un montón
de pibes que están en la búsqueda de cosas y de un nuevo
sentido de esa palabra.
Los jóvenes de la película, si bien tienen diferencias,
poseen un pasado en común. Aun así resulta impactante la
presencia del hijo de Firmenich. ¿Son parte del mismo pasado?
L.C.: En realidad Firmenich (h) es tan protagonista como los otros.
Cada uno tiene su historia personal. El paralelismo que tratamos de trazar
con toda la sociedad es porque cada uno tiene una particularidad de los
hechos. Cada uno tiene su propia personalidad, y todos forman parte de
esta generación golpe.
Otro caso polémico es el de Maximiliano Breide Obeid, hijo
de un militar carapintada que señala en un pasaje que no
había una organización para robo de bebés. Que haya
militares que hayan sustraído bebés pudo haber sido. Pero
no un plan. ¿La idea fue introducir un contraste con los
otros testimonios?
L.C: La inclusión de Maximiliano, a mi parecer, es necesaria
porque Maximiliano existe y es también un reflejo de la sociedad.
Hay mucha gente que piensa como él, y es bueno que haya personas
que puedan verse reflejadas en lo que dice y darse cuenta, a la vez, de
que una chica que estuvo viviendo hasta los doce años con un policía,
cuya madre fue secuestrada y ella nació en cautiverio, le está
diciendo en la cara que esto no es así, que ella lo vivió
y le está contando toda su historia. Después Tatiana lo
cuenta, que está bien que se busque a los hijos y que está
bien que se restituyan las familias. No hay palabra más autorizada
que la de las personas que lo vivieron y que lo siguen viviendo.
F.A.: Con muchas frases buscamos reflejar lo que piensa mucha gente
que considera como yo no era militante, el golpe con mi vida no
tuvo nada que ver, y tampoco el proceso económico porque yo seguí
laburando en mi quiosquito o en mi fábrica. Y ahora, con
el paso de los años vemos que muchas ideas que se creían
cerradas, en un punto fueron cubriendo a toda la sociedad. Otra cosa que
buscamos en las entrevistas fue que la historia de la persona fuera la
protagonista, que la portación de apellido cuando uno nace es una
circunstancia de los padres que se cruzan y tienen un hijo en determinado
momento. Después, uno con los años va desarrollándose,
e incluso portar un mismo apellido puede hacer que dos hermanos tomen
formas de vida totalmente distintas.
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