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REUNION RESERVADA DEL GOBIERNO
CON LOS GOBERNADORES PERONISTAS DEL FRENTE FEDERAL
El Gobierno pide apoyo para tumbar el aguinaldo

Intentó ser un encuentro secreto y se hizo en la Cancillería. De la Rúa, Cavallo y Colombo pidieron a los mandatarios que votaran el presupuesto y la nueva coparticipación. Además, les adelantaron que podrían no pagar el medio aguinaldo. Rechazo justicialista.

El gobernador de Santa Cruz, Néstor Kirchner, regresa al CFI tras la reunión en la Cancillería.

Por Felipe Yapur

El Gobierno lo mostró como el primer paso a la concertación. Los gobernadores justicialistas de las provincias chicas lo negaron. Decires al margen, ayer el presidente Fernando de la Rúa junto al ministro Domingo Cavallo y el jefe de Gabinete, Chrystian Colombo, se reunieron con un grupo de gobernadores del Frente Federal Solidario (FFS), a quienes les planteó con “crudeza” la situación del país. Tras cartón, les pidió a los justicialistas que acompañaran la aprobación del Presupuesto 2002 y el tratamiento de una nueva ley de Coparticipación para destrabar el desembolso de 1200 millones del FMI. Hasta ahí, los justicialistas le dijeron que sí. Pero rechazaron la posibilidad de no pagar el aguinaldo, tal como habría deslizado en su exposición el ministro de Economía.
El encuentro que pretendió ser secreto comenzó a gestarse durante el mediodía de ayer, cuando Colombo llamó telefónicamente a Ramón Puerta ofreciéndole concretar la reunión con De la Rúa que habían acordado el fin de semana en Puerto Iguazú. El misionero, que está estrenando su cargo como presidente provisional del Senado, le recordó que antes debía charlar con el resto de los gobernadores que integran el Frente Federal Solidario (FFS). La reunión pareció naufragar, pero tras intensas gestiones, el jefe de Gabinete –quien habló con miembros del FFS– consiguió que se concretara. El problema a resolver en ese momento fue el lugar. Los justicialistas se resistían a concurrir a la Rosada. Temerosos de “la confusión” que podría provocar el arribo de 11 gobernadores del PJ a la Casa de Gobierno, los mandatarios aceptaron trasladarse a Cancillería.
Intentando ser lo más sigilosos posibles, Puerta llegó junto a los gobernadores Néstor Kirchner, Adolfo Rodríguez Saá, Gildo Insfrán, Carlos Rovira, Julio Miranda, Juan Carlos Romero y Eduardo Fellner. Adentro ya los estaba esperando De la Rúa junto a Colombo y el canciller, Adalberto Rodríguez Giavarini. Cinco minutos más tarde se sumó Cavallo y por último el ministro del Interior, Ramón Mestre.
El Presidente abrió el diálogo planteando con “crudeza” los problemas del país. Tras hacer un pequeño racconto del estado de las negociaciones con el FMI le pidió a Cavallo que diera más precisiones.
El ministro, con el forzado optimismo que suele demostrar en las conferencias de prensa, reconoció que si bien bajó la recaudación esto no significaba que se había tocado fondo: “Con una señal de fuerza política, salimos adelante”, dijo entusiasmado. Los gobernadores, en tanto, se limitaban a escuchar. El problema comenzó cuando citó una supuesta queja de los funcionarios del FMI sobre la responsabilidad de las provincias en la profundización de la crisis.
–No, no –lo interrumpió Rodríguez Saá–. Ahora que estamos todos juntos hablemos claro. Basta de decir que las provincias somos responsables de la crisis. Mingo, vos sabés que no es así.
–Y ustedes dejen de pedir mi cabeza como hicieron en Misiones–, se defendió el ministro mientras miraba a Colombo. Tras un corto pero profundo silencio de ambos bandos, la conversación continuó.
De la Rúa reconoció que para destrabar los 1264 millones del Fondo necesitaba la aprobación del Presupuesto 2002 y la ley de Coparticipación Federal. Eso sí, aclaró que esta última con tener estado parlamentario “le alcanza al FMI”. Pero lo más duro estaba por venir.
El ministro les comunicó que recortará 4.000 millones de dólares para el próximo año, de los cuales 2.500 ya estaban asegurados a partir de la desactivación de los planes de competitividad. El problema eran los 1.500 restantes. Según varios gobernadores, Cavallo dijo que se elevará la alícuota por el impuesto al cheque y deslizó la posibilidad de no abonar el aguinaldo. Y otra vez el silencio.
Los justicialistas rechazaron de plano tal posibilidad. Puerta prefirió buscar una alternativa. Le propuso a De la Rúa que no tocar el aguinaldo “podría cerrar al menos dos ministerios y pasar la Federal a la ciudad de Buenos Aires. Así se evitará un grave problema social”, señaló el virtualvicepresidente. De la Rúa se opuso a la primera posibilidad a pesar de que el misionero le dijera que “sus compromisos políticos se arreglan con dos embajadas” a los ministros que quedasen desempleados.
Si bien los gobernadores de las provincias chicas le aclararon en todo momento al Presidente que su presencia en la Cancillería no significa compromiso con el gobierno, acordaron que se le daría vía libre a las exigencias parlamentarias del FMI. En cuanto al presupuesto, Romero le anticipó que “podremos patalear y renegar por lo que ustedes escribirán allí, pero de todas formas se la aprobaremos”. La frase provocó una perceptible distensión en el Presidente, pero el salteño le aclaró que “siempre y cuando no toquen, por ejemplo, el Fondo Especial del Tabaco y los subsidios para el gas y el combustible”.
Cuando la reunión no dio para más, los gobernadores emprendieron su retirada. El gobierno buscó darle un perfil optimista al cónclave y lo presentaron como el primer paso hacia la concertación al tiempo que los justicialistas se resistían a tal lectura.
Al salir de la Cancillería, los mandatarios se dirigieron sin escalas hasta el Consejo Federal de Inversiones donde los esperaban el resto de los miembros del FFS más Carlos Ruckauf.
El bonaerense llegó al CFI con su habitual sonrisa. Sin saber los pormenores de la reunión de su colegas, dijo que antes de hablar de concertación “primero hay que definir de qué estamos hablando. Yo quiero avalar un plan de reactivación. No tengo el modelo de (Carlos) Menem y De la Rúa, sino la reactivación que plantea la industrialización de la Argentina”, exclamó, para luego hablar de la necesidad de implementar un seguro de empleo. Arriba, en el piso trece, el resto de mandatarios esperaban con ansiedad la llegada de los habían ido a la Cancillería.
Tras un análisis de lo conversado con el oficialismo, donde abundaron las bromas contra Cavallo, decidieron postergar el encuentro hasta hoy al mediodía. Lo único que decidieron es extender la invitación. Durante la mañana de hoy intentarán convencer a dos archienemigos a participar de la discusión: Carlos Menem y Eduardo Duhalde.

 

Debate en la Iglesia

La jerarquía de la Iglesia Católica debatirá entre hoy y mañana la posibilidad de ser garante de una concertación para superar la crisis económico-financiera. Unos veinte obispos de la Comisión Permanente del Episcopado se reunirán en la sede de Suipacha 1034. Allí se discutirá si “si es conveniente o no” ofrecerse como garante del diálogo político, tal como lo pidieron el ex presidente Raúl Alfonsín y el titular del radicalismo, Angel Rozas. El lunes, el obispo de Resistencia, Carmelo Giaquinta, condicionó la participación de la Iglesia a la “voluntad de cambio moral en los principales actores de la sociedad” y cimentarlo sobre “bases éticas sólidas”. Ayer, voceros de los obispos admitieron que recibieron llamados del camionero Hugo Moyano, de representantes del sector empresario y la banca. Sin embargo, no quisieron dar precisiones sobre cuál será la postura que adoptará el Episcopado frente a las recientes medida de congelar los depósitos. Tampoco si el organismo actuará como “garante” o “testigo” de las conversaciones multisectoriales propuestas por el presidente Fernando de la Rúa. De cualquier forma, algunos obispos ya estarían avanzando en la búsqueda de consensos, para lo cual ya pidieron la asistencia técnica de los equipos del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

 

OPINION
Por Eduardo Aliverti

¿Cuál es la pregunta?

Al momento de escribirse esta columna, la sensación es que el país dejó de estar al borde del precipicio: ya está cayendo y sólo resta saber el momento en que se va a estrellar. La pregunta es estrellarse contra qué, y allí la respuesta se divide en dos como si se tratase de que una parte del cuerpo revienta hacia un costado y la otra hacia el opuesto. Cada lado, a su vez, significa resultados distintos. Porque uno es lo que la terminología convencional denomina “económico” y el otro lo que el mismo índice rotula como “político”.
Antes de analizar cada respuesta, de todas maneras, una razón de sensibilidad social invita a discernir, a tanto cooptado por el vértigo de la dominación cultural y en lo profundo del estómago, qué es esto del default y sus palabrejas primas. ¿De qué riesgo le están hablando a dos millones y medio de desocupados, a bolicheros que se caen a pedazos y a jubilados con una canasta de sobrevivencia (?) de 150 pesos? ¿Cuál apocalipsis de cesación de pagos le mentan a tres millones de indigentes y a ahorristas que entraron a Devoto? ¿Qué condimento extra le representa a una clase media violada en masa por enésima vez que el FMI amenace con no desembolsar más de mil millones de dólares? Dígaselo de una vez por todas: el escenario dantesco que plantean los intelectuales y economistas del establishment sólo representa la angustia provocada por que alguna tribu de la clase dominante saldrá “herida” de esta circunstancia. Según haya dolarización, o devaluación, o ambas cosas u otras, ganarán o perderán más o menos los bancos, o las privatizadas, o la burguesía “neoindustrialista” local o... La enorme mayoría de millones del resto de los argentinos (aunque todavía en diferentes escalas) ya sabe hace demasiado rato qué es el default. Y en carne propia, no desde artículos periodísticos ni declaraciones radiofónicas matutinas. Esta es una batalla de sectores del privilegio, y nunca una guerra del conjunto popular contra esos mismos sectores.
Recordado ese punto en aras de un sentido común que parece haberse perdido, entonces sí quedan las dos partes de la respuesta. La “económica” se remite a repetir aquello en lo que ellos están involucrados, en términos de “pérdidas” propias bien que con repercusión en factores sectoriales. Y la “política”, por eso mismo, se remite a recordar que, igual a la crisis de la deuda del ‘82 como en la hiperinflación, si no hay oposición organizada en condiciones de disputarles el poder resulta que los pedazos de lo que estalla los recogen ellos mismos. Y se reconstituyen. Siempre fue así: cuando parece que está por pasar de todo, o efectivamente pasa todo o simplemente no pasa nada.

 

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