El Ministerio de Turismo, Cultura
y Deporte lanzó ayer la nueva temporada de verano con una agenda
inédita que incluye más de 700 actividades en los distintos
centros de vacaciones del país. Concursos, carnavales, recitales
de poesía, festivales de música, teatro, cine, gastronomía
a precios económicos, pases especiales en los museos y ofertas
en galerías de arte son algunas de las alternativas del programa
creado con la idea de ofrecer un plus a los veraneantes que opten por
descansar en el país. La oferta del organismo presentada
ayer abarca también más de 70 paquetes con precios
promocionales para ir a la montaña o la playa, realizar turismo
de aventura o ecológico. Mientras tanto, en los centros turísticos
están expectantes: por la incertidumbre económica, descuentan
que la gente va a resolver su destino sobre la fecha prevista para el
viaje. Sin embargo, por las consultas que están recibiendo, esperan,
al menos, repetir el número de turistas del año anterior.
Hasta ahora venimos bien. Esperemos que no se retracte la demanda
por los últimos cambios económicos. Según nos informó
el Colegio de Martilleros, ya se alquiló el 25 por ciento de la
oferta de enero, una cifra que supera a la del año pasado para
esta misma época. En algunos balnearios del sur, entre el 90 y
95 por ciento de la sombra (carpas y sombrillas) ya está reservada.
Es probable que esta temporada sea mejor en cantidad de gente, pero eso
no significa que se facture más, ya que los precios han bajado,
detalló Juan Carlos Patrani secretario de Turismo de Mar del Plata.
El funcionario no quiso ser demasiado optimista. Espero una temporada
razonable para esta Argentina de hoy, apuntó.
En Villa Gesell están midiendo la posible ocupación en términos
de las consultas en las agencias turísticas que venden el balneario
y en la oficina porteña de la ciudad. Hay una actitud de
espera para tomar decisiones sobre las vacaciones por los cambios económicos
de los últimos días, pero en función de las consultas
podemos pensar que vamos a tener una temporada aceptable, señaló
Jorge Siempres, secretario de turismo local. La villa intentará
seducir a los veraneantes con promociones especiales en gastronomía
y alojamiento: si se alquila el mes de enero a través de una serie
de inmobiliarias, se podrá disponer de la propiedad desde el 15
de diciembre y si lo hace en febrero, se podrá gozar de la vivienda
hasta el 15 de marzo. Además se reintegrará el importe en
concepto de gastos de peaje a las personas que pasen un mínimo
de cinco noches en hoteles en base doble, o alquilen 15 días como
mínimo a través de inmobiliarias, contraten 15 días
como mínimo de carpas en balnearios o se queden 15 días
en campings.
Tenemos expectativas muy favorables, informó, por su
parte, el titular del organismo provincial de turismo de Córdoba,
que según indicó, ofrecerán precios muy competitivos.
La apuesta del ministerio de Turismo, Cultura y Deporte de la Nación
es conseguir que veraneen en el país un tercio de los argentinos
que suelen cruzar la frontera para pasar sus vacaciones. Equivale
a crecer en por lo menos 800 mil turistas, lo cual medido en términos
económicos significa un impacto de 800 millones de pesos ganados
al turismo interno, explicó a Página/12 el ministro
Hernán Lombardi.
Para seducir turistas, el ministerio de Turismo articuló con el
sector privado una agenda con más de 700 actividades culturales
y deportivas. El paquete fue presentado ayer por Lombardi durante un acto
en el Palais de Glace. En 30 ciudades y localidades se podrá ver
lo mejor del cine argentino. Diez grupos de teatro independiente
ofrecerán funciones en 22 ciudades; el descuento de 5 pesos de
la campaña Vamos al Teatro seguirá rigiendo
durante toda la temporada para el teatro del circuito comercial. Se realizarán
recitales (el cantante uruguayo Jorge Drexler en Córdoba y Los
Redonditos de Ricota en Santa Fe), conciertos y semanas musicales en distintos
puntos del país, al mismo tiempo que están previstos 190
espectáculos deportivos para ver y 97 para participar. En la ciudad
de Buenos Aires y en la Patagonia estarán vigentes promociones
gastronómicas:se podrá comer desde 6 y 5 dólares
respectivamente en un abanico de restaurantes y confiterías. Paralelamente,
una biblioteca ambulante recorrerá la costa atlántica.
LAS
ACTIVIDADES DE LA PROPUESTA MEJOR ARGENTINA
Un verano con agenda propia
El plan presentado ayer por
el Ministerio de Turismo incluye una amplia agenda de actividades culturales
y deportivas. Aquí, las más novedosas incluidas en las cerca
de 700 que constituyen el plan Mejor Argentina.
Literatura: a partir del jueves
10 de enero y durante ocho semanas, varios escritores argentinos, entre
ellos Marcos Aguinis, María Esther de Miguel, Juan Forn y Federico
Andahazi, brindarán charlas acerca de sus carreras como escritores
y opinarán sobre la situación de la literatura argentina
actual. Las reuniones se realizarán por orden cronológico
en Miramar, Corrientes, Mar del Plata, Puerto Madryn, Villa Gesell, Salta,
Pinamar y Bariloche. Todos los viernes por la mañana, los autores
convocados firmarán ejemplares en distintas librerías del
lugar. Por otro lado, una biblioteca ambulante que contará con
500 libros recorrerá la costa atlántica para distribuir
volúmenes.
Cine: Las películas
del cine nacional recorrerán todas las provincias entre el 7 de
enero y el 1º de marzo. Las muestras, que comenzarán en La
Rioja y Entre Ríos, se realizarán en lugares no convencionales
como plazas, playas y otros lugares no convencionales de todas las provincias
del país. Además, se llevarán a cabo campañas
de promoción del Festival de Cine de Mar del Plata con artistas
invitados en Bariloche, Mendoza, Córdoba y San Martín de
los Andes.
Teatro: La principal novedad
a tener en cuenta es que el público que asista a las obras de teatro
incluidas en el denominado teatro comercial podrá obtener
un descuento de 5 pesos en el precio de la entrada mediante el uso de
cupones disponibles en distintos locales de supermercados, líneas
aéreas y distintas empresas. Por otra parte, distintos grupos de
teatro independiente presentarán sus espectáculos en Mendoza,
Puerto Madryn, Ushuauaia y Bariloche, entre otras ciudades. Habrá
también actividades de teatro histórico consistentes
en representaciones que tratarán sobre la historia de las ciudades
donde se realizarán las obras, ciudades no muy importantes como
centros turísticos como Tilcara, en Jujuy, y Concordia, en Entre
Ríos.
Clínicas abiertas con
deportistas: con seguridad éstas serán las actividades más
llamativas planeadas para este verano. Consistirán en clases teóricas
y prácticas abiertas al público dadas por deportistas reconocidos
del país en lugares turísticos como las playas de la costa
atlántica. Las clínicas se realizarán en varias provincias
aún no definidas durante los meses de enero y febrero
y contarán con la presencia de integrantes de la selección
femenina de hockey, varios grandes maestros de ajedrez y profesionales
de otras actividades deportivas.
Deportes participativos: Contando
las que tuvieron lugar a principios de este mes, son 97 las actividades
deportivas planificadas hasta marzo de 2002. La mayoría se desarrollarán
en la costa atlántica Mar del Plata, Villa Gesell, Miramar,
Pinamar y San Bernardo y consistirán en maratones terrestres
y acuáticas y bicicleteadas. También habrá travesías
y regatas en Neuquén y triatlones en Córdoba y San Juan,
entre otros lugares.
El
candado para los planes del veraneo
Para los argentinos que todavía
tienen vacaciones, tomárselas (en el más amplio sentido
de la palabra) es complicado. En una ronda de consulta con varios agentes
de viajes, Página/12 pudo comprobar que el impacto mayor de las
medidas económicas es la incertidumbre.
La gente pregunta mucho, pero no concreta nada sintetizó
Luis Cóccaro, de Melanitur. Tiene ganas de irse, pero se
mantiene expectante respecto a lo que pase, hay una confusión general.
En este sentido, agregó que las ventas bajaron pero en cuanto
la gente se reacomode esto no va a influir demasiado. En tanto,
Alejandra, de la agencia Mercogliano, confirmó que hubo muchas
cancelaciones de reservas y también que mucha gente que estaba
decidida a contratar, ahora va a esperar. La venta está
en stand by, no se consulta ni se decide, concluyó.
Por su parte, Pablo Setien, de Carlos Barceló Viajes, consideró
que las medidas afectan sobre todo a la gente que va a Brasil y
que no tiene grandes recursos, a aquellos que esperan cobrar el sueldo
de diciembre y el aguinaldo porque no tienen tarjeta de crédito
internacional.
La gente se inclina a tomar algo que ya tenga todo incluido, donde
no haya sorpresas, señaló Ramón Digiambattista,
presidente de Columbia Viajes. También analizó que la gente
quedó sobresaltada y tuvo un fuerte impacto de tipo emocional
porque perdió la posesión de algo que supuestamente era
suyo. La gran duda es si después de las medidas la
gente mantendrá vivo su interés por viajar, destacó.
Además de no vislumbrar claramente el futuro, los potenciales viajeros
se enfrentan con los problemas concretos para pagar un viaje, si es que
se deciden a hacerlo. Antes pedíamos una seña del
30 por ciento y el resto se abonaba 48 horas antes del viaje y ahora la
gente llama para preguntar cómo financiar el paquete y no quiere
dejar señas, comparó Valeria Bellos, gerente comercial
de Travel & Technology.
LA
PARTICULAR HISTORIA DE UN HOTEL
Ostende, entre cuentos, sutilezas y fantasmas
La costa será uno de los destinos clásicos de la próxima
temporada. En medio de la movida cultural que se prepara, el
Viejo Hotel Ostende tiene su propia historia de literatura y
misterios.
Abraham
Salpeter, dueño del
hotel desde la década del setenta, memorioso y buen gourmet.
|
|
Por
Cristian Alarcón
Desde
Ostende
Tres pasos y un
descanso, tres pasos más. La mujer camina levantándose la
pollera negra de lunares blancos, por el médano que hace arder
los pies, aunque a ella parece no importarle. Lleva como cofia un pañuelo
de color verde manzana y encima una capelina oscura, de flores marrones.
Es como si se hubiera vestido en una feria americana y barroca. Es como
una Victoria Ocampo pobre, que trepa un médano ajena al matrimonio
de lugareños en la playa, con sus niños jugando, envidiablemente
pacíficos, como desprovistos de angustias evidentes. La mujer se
desvía y se sienta unos metros más allá, en cuclillas,
bajo la sombra de los mismos tamarindos. Es de recorrer los balnearios
al sur de Pinamar, la ciudad en la que visita a su hija, casi siempre
fuera de temporada. Es de viajar con poco dinero por el país, y
de no arrepentirse de haber gastado los ahorros de meses en una semana.
Entiende como pocos la diferencia entre el turista y el viajero. Hoy elige
Ostende, la playa del Viejo Hotel, un lugar en el que uno puede dejarse
llevar por una conversación sobre el tiempo perdido, los antiguos
veranos, la sabiduría del veraneo.
Esa podría ser la imagen ideal para pintar ese rincón de
playa despojada, sin estridencias más que los rasgos de sus propios
habitantes. Podría haber sido una versión de la Ocampo.
O de uno de los personajes que a comienzos de siglo llegaron a esta misma
costa para pasar unos tres meses lejos de la urbe, como solía hacerse
también en los hoteles cordobeses de clima benigno en que vivió
y escribió tantos días Manuel Mujica Lainez. El viejo hotel
de Ostende, escenario de un policial extraño de Silvina Ocampo
y Adolfo Bioy Casares, sobrevive al paso del tiempo, y debe ser uno de
los pocos sitios restaurados que conserva, realmente, los mejores fantasmas
de sus cuartos y salones.
También la verba cuidada y elegantemente filosa de Abraham Salpeter,
dueño del hotel desde la década del setenta, memorioso y
buen gourmet. Sus relatos tienen la cadencia de la falsa Victoria, aunque
lo suyo sea en el bar de pileta en el que se cena un lomo Strogonoff con
vino tinto, allí donde hace cuatro décadas funcionaba la
panadería.
El horno es de 1913, el año en que un grupo de belgas hizo levantar
el laberinto de habitaciones y salas frente al mar, a apenas unos cien
metros, asumiendo la convivencia con las dunas siempre móviles
que llegaron a tapar el primer piso de arena, al extremo de que se entraba
por las ventanas. Los belgas no sólo proyectaron su idea de Ostende
mirando con nostalgia al balneario del Mar del Norte sino que en su búsqueda
eligieron el más alejado, en el extremo del ferrocarril sud. Los
primeros pasajeros llegaban al campo de los Guerrero los descendientes
de la Felicitas del crimen en la zona donde ahora se levanta la
presumida Pinamar. La aristocracia porteña caía con sus
baúles abundan ahora en toda la casa para tomarse temporadas
de meses en un sitio lo suficientemente inaccesible y exclusivo como para
publicar en La Prensa un aviso social del tipo Doña Leonor
Drago Urquiza y sus hijos parten para Ostende.
Tras el impacto de la Primera Guerra, una breve administración
de los belgas, y luego de varios traspasos, en los veinte el hotel fue
comprado por un comerciante que había sido concesionario de los
ferrocarriles. Todavía hay frazadas y platos con el signo de los
trenes ingleses y hasta hace unos diez años sonaba en la cocina
como una campana el golpe que el cocinero le daba a un pedazo de vía
que se escuchaba hasta en la playa, desde donde volvían con sus
sombrillas los comensales. El público de alcurnia fue raleando
hasta el cambio del turismo a partir del gobierno peronista. La
posguerra es Perón y los nuevos turistas. El hotel sindical comienza
entonces y la transformación de Mar del Plata, que no me gusta
pero es inevitable y para siempre. Sucede que los nuevos ricos comienzan
air a los lugares donde iban los aristócratas y ellos que se fueron
del país. Era el derrame a la inversa.
Cuando Abraham llegó a Ostende, en el invierno de 1970, estaba
interesado en una pequeña hostería de 20 pasajeros para
atenderla sólo con su mujer y dos mucamas. Tenía 33 años.
Hacía poco que había vendido una agencia de turismo en Buenos
Aires y con el dinero intentaban dar con una vida en la que trabajaran
sólo en verano, para el resto del tiempo estudiar medicina, una
carrera que por carencias anteriores se habían prohibido. Su única
hija, Roxana, tenía 7. Era como meterse en un cuento de Edgar
Allan Poe, bastante tétrico. Abraham caminó por el
laberinto de habitaciones de techos altos, por la sala de música,
el comedor enorme, el patrio trasero: sintió lo que ocurre en los
torbellinos, un rechazo violento y una atracción simultánea.
El Viejo Hotel se había ido sumiendo en un envejecimiento sin renovaciones.
Sus dueños, una familia de italianos, ya tenían noventa
y tantos años. Lo visitaban cantidad de personajes, a los que Abraham
enseguida bautizó los iniciados. El tipo de público
que venía y el personal mismo lo hacían fantasmático.
El primer aviso publicado tras la compra en La Nación decía:
Para usted que es amante de lo insólito estamos restaurando
el Viejo Hotel Ostende.
El amante de lo insólito era evidentemente él mismo. Su
mujer tardó en comprender esta empresa misteriosa que los haría
mover sus vidas hasta acoplarlas al destino y la marcha de ese edificio
y sus pasajeros y quedar envueltos en una guerra con las facciones más
conservadoras del localismo pinamarense impuesto desde la raíz
de los poderes económicos y los intereses de los Bunge. Los iniciados,
muchos matrimonios vetustos de una clase media ascendente integrada por
inmigrantes de posguerra, seguían prendiendo las velas para trasladarse
a los cuartos a la medianoche cuando el generador eléctrico ya
no funcionaba. Antes solían juntarse a entonar viejas canzonetas
italianas, o arias de ópera. Contaban con uno de los personajes
que cruzó el umbral entre esa época de iniciados y la remodelación,
el pianista. Era un alemán, Helmuth Hirschwald, que hacía
unos treinta años que pasaba su temporada en Ostende. No recibía
a cambio más que la escena a la que convocaba cuando eran las siete
de la tarde, haciendo siempre la misma melodía.
Por esos mismos días era habitué aún el hombre que
había trabajado como El Alegrador de Crítica, el diario
de Natalio Botana, un personaje que para aliviar el estrés de los
viejos cierres y acorde con la bohemia bebedora de la época paseaba
por las secciones haciendo chistes, ironizando, relajando el clima. Era
un hombre que de vacaciones lucía una mueca de disgusto como si
descansara de su alegría paga. Era uno de esos hombres con apellidos
paradójicos: se llamaba Agustín Pena. Solían verlo
en un rincón del salón, escuchando solo y hasta tarde al
pianista. Mientras esas veladas transcurrían y los Salpeter restauraban
se sucedía lo que Abraham mismo llama la guerra que nos hicieron.
No eran balas las que se usaban para combatir los enemigos de don Salpeter.
Por caso, a él le fundieron una camioneta y un auto. Quedó
aislado a casi cuarenta cuadras de la única escuela a la que cada
mañana iba Roxana al segundo grado. Mi hija fue creciendo
en eso, en el conflicto que significaba haber enfrentado a esa clase aristocratizante
y poseedora de Pinamar por actividad y por intelectualidad y al conflicto
jurídico con gente muy vieja de la zona por la escrituración
del hotel.
Yo le decía a Roxana que el signo cabal de que de que no nos habían
volteado era que ella siguiera yendo a la escuela. Todas las mañanas
caminaban por la playa, que era la forma más corta de llegar. Solía
llover con frecuencia en esos amaneceres. Y Abraham había inventado
un leitmotiv para motivar a la nena en el sacrificio cotidiano.
Cantá Roxana, cantá le decía bajo el
paraguas. Que el que canta no se moja.
|