Por Michael Ellison*
Desde
Nueva York
Estados Unidos envió
más oficiales de inteligencia a una prisión en el desierto
de Afganistán para interrogar a un fan californiano del hip-hop
convertido en guerrillero talibán que afirma que Estados Unidos
enfrenta un nuevo ataque terrorista en cuestión de días.
John Walker, el hijo de 20 años de edad de un abogado próspero
de San Anselmo, California, habría contado a oficiales de la CIA
que la próxima fase de la guerra de Al-Qaida tomará la forma
de un ataque biológico después del mes santo musulmán
de Ramadán, que termina el domingo. La fase tres, le ha contado
el guerrero santo de los bosquecillos de madera roja del condado Marin
a unos escépticos funcionarios de inteligencia, será la
destrucción de Estados Unidos.
Rechazando estas afirmaciones, funcionarios estadounidenses describieron
anoche a Walker como un mero soldado de a pie dentro de los talibanes,
y dijeron que probablemente lo que estaba haciendo era pasar rumores que
había oído en las trincheras talibanas. Sus padres han recibido
una carta de él, su primer contacto con ellos desde que entró
en Afganistán hace siete meses para dirigirse a un campo de entrenamiento
de Al-Qaida. Queridos mamá y papá dice:
les pido disculpas por no contactar con ustedes en un tiempo tan largo.
Me doy cuenta de que esto debe haberles causado mucha pena. Actualmente
estoy vivo y bien en Afganistán y estoy en manos seguras. No puedo
darles muchos detalles de mi situación, pero sería bueno
saber de ustedes. La carta está firmada John Lindh,
lo que muestra que Walker habría abandonado el apellido de su madre
por el de su padre durante los últimos días de cautiverio
en Camp Rhino, cerca de Kandahar.
A menudo cambió nombres durante una búsqueda adolescente
de su identidad que lo llevó de ser un fan del hip-hop a los 14
años a un converso al islamismo a los 16, y a un soldado talibán,
con barba, pelo largo y una herida de bala en una pierna, a los 20. En
cartas por Internet que marcan el camino de su transformación,
fue variadamente John Lindh, John Doe, discípulo del Englobador,
Hine E. Craque, profesor J, Suleyman al-Mujahid y Mr. Mujahid, entre otros.
Para los talibanes, era Abdul Hamid.
Ahora el debate va de un lado a otro mientras la patria contra la que
eligió levantarse en armas intenta llegar a su propia definición
sobre la identidad del muchacho: ¿es John Walker un traidor o un
chico confundido?
En 1995, era un fan de la música que pretendía ser negro.
Cuando leo esas rimas tuyas, tengo la idea de que sos un chico blanco
de 13 años de edad haciéndote el vivo, le dijo a un
pobre escritor de letras de canciones en un foro noticioso de Internet
antes de deslizarse en una nueva piel para dotar de autoridad a su crítica.
Toda esa rima tuya estaba diciendo que todos la gente negra debe
dejar de ser negra y que eso solucionará todos nuestros problemas.
Nuestra negritud no hace que los blancos nos odien, es su racismo lo que
causa su odio.
Pero pronto estaba desechando los accesorios de un adolescente norteamericano.
Vendió sintetizadores, se desembarazó de su colección
de más de 200 discos y se focalizó en libros sobre el Islam,
Palestina, la masonería y el lavado de cerebro. Hacia julio de
1996, se había convertido al Islam luego de leer la autobiografía
de Malcolm X. Extendió su ataque a la cultura popular a fines de
1997, combinándolo con el rechazo a las actividades de algunos
de los seguidores de su nueva fe. Parece un poco inusual tener una
convención musulmana en un parque temático propiedad de
Disney, cuyos productores están llenos de mitología de kaffir,
magia, oscurantismo, sexismo, racismo y homosexualidad. ¿No es
éste el mismo parque temático que apoya el día
gay este año?
Poco más de 12 meses después, el dulce y tímido
hijo de Frank Lindh y su enemistada esposa Marilyn estaba por estudiar
en el Líbano, luego en Pakistán. La primavera pasada, cuando
no llegaban a cumplirse cuatro años desde la venta de su colección
de discos, Walker/Doodoo/Hamid se lanzó hacia Afganistán
y a conseguir más educación con Al-Qaida.
* De The Guardian de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Giselle Cohen.
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