El poeta y novelista colombiano
Alvaro Mutis, considerado uno de los escritores iberoamericanos más
importantes de las últimas décadas, fue galardonado ayer
con el Premio Cervantes 2001. Mutis, Premio Príncipe de Asturias
de las Letras en 1997, es autor, entre otras obras, de La balanza e Ilona
llega con la lluvia, ambas protagonizadas por uno de los personajes más
populares de la literatura en castellano, Maqroll el Gaviero. Desde el
Distrito Federal mexicano, donde reside, el escritor dijo que tiene una
felicidad enorme, porque éste es un reconocimiento de España,
que es un país entrañable, con el que tengo raíces
muy antiguas, inclusive de mi familia. Y también por la admiración
enorme que tengo por don Miguel de Cervantes, porque su vida, los incidentes
de su vida, me han acompañado como un ejemplo magnífico
de tesón, de grandeza y de dignidad. Siento como si el premio me
lo estuviera dando él, cerró.
El Premio Cervantes, máximo galardón de las letras hispanas,
se concede desde 1976 a un autor por el conjunto de su obra y está
dotado con 80.000 dólares. El jurado estuvo formado por el director
de la Academia de la Lengua Española, Víctor García
de la Concha; el presidente de la Academia de Costa Rica, Alberto Cañas
Escalante; el ex presidente colombiano Belisario Betancur, así
como los escritores españoles Camilo José Cela, José
Hierro, Luis Antonio de Villena, Arturo Pérez Reverte y Francisco
Umbral, ganador del Cervantes 2000. Mutis, nacido en Bogotá en
agosto de 1923, reside desde hace 44 años en México, a donde
llegó después de haber trabajado como periodista y en relaciones
públicas en su país. Reconocido como uno de los mejores
poetas y narradores de su generación, publicó poemarios
como La balanza, Los trabajos perdidos, Caravansay, Los emisarios y Los
trabajos prohibidos, y novelas como La mansión de Araucaima, Amirbar
o Un bel morir.
Ser amigo personal de Gabriel García Márquez le bastaría
a cualquiera para figurar, pero para Mutis es sólo uno de los muchos
honores que lleva a cuestas. Sobre él también cuelgan distinciones
como la de ser el principal poeta vivo de Colombia, la pluma más
exquisita y rencorosa, la visión más desengañada,
pero por encima de todo, la de ser dueño de una obra maravillosa
y una vida coherente. Podría tener la pretensión de
haberme adelantado al no casarme con ninguna ideología, ni haber
seguido caminos propuestos por programas políticos, intelectuales
y estéticos, dijo Mutis hace varios años. Sus palabras,
tan altisonantes como la obra de la que es autor, retratan una de sus
convicciones: no creer en el progreso, la historia ni en la política,
y pensar que los dolores del pasado son eso, el pasado. Quizá esa
tendencia a la desesperanza dio vida a Maqroll el Gaviero (marinero que
desde el sitio más alto del barco vigila a todos los demás),
el personaje más importante en la obra de Mutis y quien, junto
con el Macondo de García Márquez, son dos de los símbolos
más fuertes de la literatura hispanoamericana. Maqroll parte
de la idea del cero absoluto todos los días, prescindiendo de lo
que hubo antes. Le va como le va y no creo que le vaya muy bien, pero
no se engaña, no cae en ninguna trampa, describió
Mutis a su criatura.
Descendiente de una familia de cafetaleros y ganaderos, Mutis creció
rodeado del ambiente político e intelectual de la época,
que le permitió viajar a la ciudad de Bruselas y culminar allí
sus estudios de primaria y secundaria. Influido por la obra de Pablo Neruda,
Franz Kafka, Miguel de Cervantes y otros escritores de talla mundial,
Mutis retornó a la capital colombiana y se matriculó en
una escuela de Derecho, donde finalmente descubrió su vocación
por las letras, aunque le significaran una angustia permanente. Si
hubiera podido no escribir sería feliz. Me causa un trabajo y una
angustia, unas dudas y perplejidades, que no terminan nunca. Si le hubiera
hecho caso a mi madre estudiando Derecho, sería un buen abogado
¿Por qué no? Viviría tranquilo, apuntó.
Pese a esa angustia, Mutis tiene a sus 78 años una obra prolífica
en la que no se distingue el verso de la prosa, y en la que se retratan
los elementos insertos en laesencia humana: horror, duda, miedo
y destrucción, en palabras de Hernando Téllez, uno
de sus críticos.
En declaraciones recientes, Mutis aseguró que no tiene esperanzas
de que el hombre pueda sobrevivir a su propia miseria, y consideró
que la situación que atraviesa el mundo parece una novela
de ciencia ficción donde rige la demencia. Ayer afirmó
que el Cervantes lo motiva a seguir trabajando al pie de mi obra,
que es mi destino.
Los colegas que celebran
Buena parte del mundo de las letras hispanoamericanas aplaudió
ayer la concesión del Cervantes 2001 a Mutis. Me parece
maravilloso, porque es un gran escritor y poeta. Lo básico
de su obra es que sigue teniendo sustento poético, y es una
obra coherente, compacta, destacó el mexicano Carlos
Monsiváis. Su compatriota Elena Poniatowska lo destacó
como escritor, pero además apuntó que es una
gran persona que se destaca por su buena disposición y buen
ánimo. José Hierro, premio Cervantes 1998, dijo
que el estilo de Mutis es poético y narrativo a la
vez, como si quisiera hacer una odisea moderna, mientras Miguel
Delibes (Cervantes 1993) consideraba acertadísima
la decisión del jurado: Encarna el maridaje perfecto
de la tradición narrativa con la modernidad.
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