Mientras el presidente de Fernando
de la Rúa recibía en la Casa Rosada al jefe formal de la
oposición justicialista, el ex presidente Carlos Menem, quien le
propuso dolarizar la economía, se cumplía ayer la huelga
convocada por las tres centrales sindicales contra las últimas
medidas económicas del llamado plan candado, con un
alto índice de acatamiento en todo el país. La fuerza de
la medida se apoyó sobre la adhesión prácticamente
total en los transportes y la administración pública que
afectó a las demás actividades. En Rosario, Mar del Plata,
Neuquén, Córdoba, San Juan y Mendoza se produjeron incidentes
y en varias provincias se verificaron cortes de ruta y actos. Rodolfo
Daer, Hugo Moyano y Víctor De Gennaro, dirigentes de las dos CGT
y la CTA, respectivamente, coincidieron en que el paro tuvo casi
un ciento por ciento de efectividad, en tanto que la estimación
del Ministerio de Trabajo no pasaba del 59 por ciento.
El comercio, que por lo general es remiso a sumarse a estas medidas, estaba
cerrado en todo el país desde las primeras horas de anoche, aunque
a medida que avanzó el día fueron abriendo, sobre todo en
la ciudad de Buenos Aires y en Río Negro. En la Capital Federal,
los trenes no anduvieron, en tanto que lo subterráneos funcionaron
con intervalos de entre 8 y 11 minutos, al igual que los días feriados.
En las centrales de Retiro y Constitución hubo pasajeros que perdieron
los últimos trenes del miércoles y debieron quedarse a dormir
a la intemperie. El paro en el transporte colectivo fue casi total y era
imposible conseguir taxis durante la madrugada. Pero al avanzar el día
comenzaron a aparecer los taxis, remises y algunos micros truchos que
traían pasajeros desde el Conurbano al área metropolitana.
El tránsito de automóviles particulares fue especialmente
congestionado en las principales vías de acceso a la ciudad. En
las ciudades del interior, el panorama era verdaderamente desolador, con
las calles desiertas y los comercios cerrados.
Cerca de cien personas del sindicato de camioneros organizaron una olla
popular frente al domicilio del ministro de Economía, Domingo Cavallo,
en la esquina de avenida Libertador y Ortiz de Ocampo. Al mismo tiempo
un grupo de bancarios realizó un acto en el microcentro, arrojando
petardos y bombas de humo y se producían cortes de ruta frente
al Mercado Central, al igual que en La Plata, Florencio Varela, en distintos
puntos de Mar del Plata, en el interior de Jujuy, en Formosa y Tucumán
y en el centro de Mendoza y se realizaron actos y marchas con algunos
incidentes en Mar del Plata, Neuquén, Córdoba y Rosario.
En la ciudad de Pergamino arrojaron un neumático incendiado en
el interior del edificio de la intendencia (ver aparte).
Como suele ocurrir la evaluación del paro generó visiones
diversas entre sindicalistas y Gobierno. Mientras los dirigentes gremiales
estimaron que paró casi el cien por ciento, la cifra
oficial era del 59 por ciento. El jefe de la CTA, Víctor de Gennaro
indicó que el paro fue histórico y contundente
y que forma parte de una pulseada entre los que nos quieren convencer
que hay que aceptar no tener futuro, que sigan muriendo cien chicos por
día y que aumente la desocupación y esta Argentina que estamos
empezando a construir. Daer indicó que con este paro, la
sociedad argentina en su conjunto rechazó estas medidas económicas
que son totalmente impopulares, golpean el tejido social y profundizan
la miseria y la marginalidad. Por su parte Moyano aseguró
que el mensaje de la sociedad fue contundente y reclamó
la necesidad de cambiar el modelo económico.
Mientras los jefes de las dos CGT evaluaban el paro, el gobernador de
la provincia de Buenos Aires, Carlos Ruckauf, a quien desde el Gobierno
señalan como el referente político de este movimiento sindical,
no avaló totalmente la protesta porque cree mucho más
en la propuesta que en la protesta, aunque celebró que hasta
el mediodía no se habían producido hechos de violencia en
la provincia.
Al mismo tiempo que Ruckauf endurecía sus posiciones con el gobierno
nacional, el jefe formal del Partido Justicialista, Carlos Menem, visitaba
la Casa de Rosada, en lo que los medios políticos tomaron como
un aval al oficialismo en un momento crítico como el del paro.
El ex presidente se entrevistó con De la Rúa, propuso dolarizar
la economía pero reivindicó el derecho de los trabajadores
a protestar.
El presidente De la Rúa, estimulado por la visita de su antecesor
en un momento tan significativo, sugirió que el paro tuvo motivaciones
políticas, en tanto que su ministro de Trabajo, José Dumón,
lo dijo con todas las palabras, ya que, afirmó el paro no
tiene reivindicación laboral ninguna, es un paro que inexplicablemente
se dice que se hace por la libre disponibilidad del salario cuando el
86 por ciento de los asalariados cobra menos de mil pesos.
LA
REACCION DEL GOBIERNO ANTE EL PARO DE AYER
A la noche, todos entendían
A su manera, indirectamente,
el Gobierno terminó admitiendo el impacto del paro de ayer. El
ministro de Trabajo, José Dumón, y el viceministro de Interior,
Lautaro García Batallán, informaron al final del día
que el acatamiento fue del 59 por ciento, muy por debajo de lo que afirmaron
las centrales sindicales pero nada menos que el doble de lo que admitieron
en los seis paros anteriores que sufrió Fernando de la Rúa.
En general, el Gobierno les baja el precio a las protestas y jura que
sólo un treinta por ciento participó.
A la mañana temprano, cuando todavía no estaba claro el
panorama, De la Rúa fue intransigente. Los motivos del paro
no están claros, dijo. Al parecer se vinculan con las
medidas bancarias. Siguiendo con su lógica, el Presidente
explicó entonces que todos saben que éstas fueron
imprescindibles dentro de la maniobra de quienes provocaron pánico
y corrida bancaria aquel viernes, ocasionando un grave daño a la
economía del país. De la Rúa se permitió
recordar que sus medidas no responden a una política permanente
sino a una emergencia para evitar un perjuicio al país, que nos
despojaran de nuestro patrimonio y atacaran las reservas de los ahorristas.
A lo largo del día, se fueron sumando declaraciones de adentro
y de afuera del Gobierno que parecían apuntalar al Presidente.
El gobernador bonaerense Carlos Ruckauf, por ejemplo, avisó que
yo creo mucho más en las propuestas que en las protestas.
Carlos Menem se limitó a recordar que el paro es un derecho,
mientras que el actual senador Raúl Alfonsín tronó
contra la medida, que no beneficia a nadie y conspira contra la
idea de quienes quieren mejoras. Hay reclamos legítimos, pero de
esta manera no vamos a solucionar nunca las cosas.
Pero al final del día todo pareció cambiar. Dumón,
por la mañana, veía al paro como político,
sin reivindicación laboral alguna. Es un paro inexplicable que
se dice que es por la libre disponibilidad del salario y lo cierto es
que el 86 por ciento de los asalariados cobra menos de mil pesos. La gente
no está de acuerdo con este mecanismo. Cuando anochecía,
los funcionarios ya habían cambiado su discurso. Sabemos
que hay tensión social, fastidio y malestar que compartimos todos,
decía García Batallán.
Claro que esta comprensión tuvo límites. Para el viceministro
de Interior, el acatamiento al paro fue alto porque no hubo transportes.
En las provincias de San Luis, La Pampa y Santa Cruz, donde los
servicios de colectivos funcionaron casi con normalidad, el acatamiento
fue bajo, explicó. García Batallán se permitió
también una ironía. Parece que se están poniendo
al día por los paros que no hicieron durante los últimos
diez años, dijo el funcionario, recordando la rara quietud
sindical de la era menemista y los siete paros generales en dos años
de gobierno aliancista.
BOMBAS
CASERAS Y MARCHAS CON INCIDENTES
Represión en Neuquén y Córdoba
Unos cinco mil manifestantes
se enfrentaron con la policía en el centro de la ciudad de Neuquén
ayer en el marco de la protesta gremial y un hecho similar, aunque de
menor intensidad, se produjo en Córdoba, en tanto que en la ciudad
de Pergamino los manifestantes fueron reprimidos luego de que se provocara
un principio de incendio en el edificio de la intendencia. En la madrugada,
en la ciudad de Mar del Plata fueron apedreados 20 colectivos, mientras
que en Buenos Aires fueron incendiados tres taxis. En Mar del Plata se
lanzó una bomba molotov contra un cajero automático del
Banco Francés, en La Plata estalló una bomba de estruendo
frente al Banco Nación y en Rosario un canillita hirió de
un balazo en una pierna a un gremialista que lo apremió para adherir
a la medida de fuerza.
En Neuquén, la manifestación conformada principalmente por
empleados estatales fue reprimida cuando algunos manifestantes rompieron
los vidrios y pintaron las paredes de la Casa de Gobierno. A partir de
ese momento, todo el centro de la ciudad, en un radio de 15 cuadras, principalmente
sobre la avenida Argentina, se convirtió en un verdadero caos.
Los manifestantes eran dispersados con gases y palos y volvían
a reagruparse para lanzar piedras contra los policías por lo que
se produjeron varias detenciones.
En Córdoba un grupo de manifestantes del sindicato de Luz y Fuerza
rompió a pedradas las ventanas de los bancos de Galicia y Francés
y el frente del diario La Mañana que pertenece a Ambito Financiero,
lo cual motivó la intervención de la policía para
reprimirlos.
En la ciudad bonaerense de Pergamino, un grupo de manifestantes que participaba
en la protesta convocada por la CGT disidente ingresó en la sede
de la municipalidad local, donde se produjeron roturas y se quemó
una llanta de automóvil hasta que fueron desalojados por la Gendarmería
Nacional.
En Capital y Gran Buenos Aires fueron incendiados tres taxis entre las
3 y las 5 de la madrugada, los que se sumaron a los siete taxis incendiados
el día anterior, cuando también se habían encontrado
cuatro bombas molotov sin estallar, en la Plaza del Congreso y fue incendiado
un colectivo de la línea 59.
En Mar del Plata, una bomba casera estalló en la sucursal del Banco
Francés del barrio de Constitución y provocó un incendio
y la rotura de vidrios. Durante la madrugada del jueves fueron apedreadas
20 unidades de la empresa de transporte 12 de Octubre y 25 de Mayo.
En San Juan, dos legisladores fueron agredidos a huevazos en la puerta
de la Legislatura por trabajadores estatales que protestaban porque el
gobierno paga la totalidad de sus salarios con bonos Lecop.
OPINION
Por J. M. Pasquini Durán
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Aprietos
Con el cacerolazo del miércoles y la huelga
de ayer, más parecida a un sábado que a un domingo,
una verdadera multitud popular envió su mensaje a los que
gobiernan, a los que conciertan y también a los que desconciertan:
No quieren seguir así, maltratados, humillados y miserables.
Un mensaje sensato, habida cuenta de las evidencias que lo apoyan
y del tiempo que hace que las sufren. Mal harían los politólogos
oficiales en seguir distraídos o en mirar sólo lo
aparente, por ejemplo, las diversas movilizaciones callejeras, aunque
algunas de ellas fueron bien concurridas. Los sordos ruidos que
oír se dejan, cuando se escucha el rumor de la calle, vienen
de más hondo, de ese recóndito lugar donde dormitan
los tigres hambrientos. A su vez, el Gobierno, en lugar de amigarse
con las mayorías descontentas, volvió a emplear ese
increíble don de la oportunidad que lo distingue a cada rato:
abrió la Casa Rosada para recibir a Carlos Menem, el hombre
que en el discurso oficialista, hasta anteayer no más, era
el que les dejó la herencia nefasta, el fiestero de los privilegiados,
el santo patrono de los coimeros. ¿Qué necesidad tiene
el Poder Ejecutivo de irritar al tigre, tironeándole de la
cola?
Cualquier persona de mediana información sabe que Menem no
tiene más remedio que ser aliado circunstancial de Fernando
de la Rúa, si es que guarda in pectore la ilusión
de llevar a doña Cecilia a vivir en la residencia presidencial.
Lo obliga el reglamento sucesorio a esperar hasta que se cumpla
el actual mandato y, además, necesita tiempo para mancar
a los adversarios internos, si es que lo dejan. Por lo tanto, el
Gobierno podría tenerlo gratis en corral propio, sin ninguna
alharaca, pero los que manejan la agenda presidencial tienen tan
pocos amigos para mostrar que no vacilaron en ponerlo en vidriera,
sin medir efectos ni costos. Es cierto que si fueran hábiles
para ese tipo de mediciones el Gobierno estaría viviendo
tiempo propio y no prestado. ¿O lo habrán exhibido
para darle celos a Ruckauf y a todos los gobernadores que andan
probándose la banda presidencial? Las cavilaciones caen tan
rápido en el ridículo que mejor pasarlas por alto
lo más rápido posible.
De cualquier modo, Menem primero y luego el chaqueño Angel
Rozas, titular del Comité Nacional de la UCR, fueron ayer
para iniciar la ronda de la llamada concertación, una cláusula
necesaria para el Fondo Monetario Internacional (FMI) que, insaciable,
quiere que su programa se aplique y que todos al unísono
sonrían contentos por más que duela. Por eso, los
huéspedes de la víspera hablaron de temas que les
interesan sobre todo a los banqueros, que si dolarizan o devalúan
o ambas cosas, una detrás de la otra, o ninguna de las dos.
Al pueblo, en cambio, lo que le importa es si habrá empleo,
cada vez más escaso incluso en las estadísticas oficiales,
si pagarán el aguinaldo y las jubilaciones, si tendrán
un techo digno, si los hijos podrán ir a la escuela y la
familia sanarse en el hospital, si alguien en este país podrá
vivir del trabajo honesto, sea peón, comerciante o profesional.
Pocas veces como ayer, las imágenes ayudaron a identificar
en qué anda cada uno: los inquilinos y amigos de la Rosada
ocupados en los trámites de sofisticadas ingenierías
financieras del FMI, mientras en la calle la mayoría aguantaba
preocupada por esas otras sencilleces.
No se sabe si las dos CGT también van a sentarse a esperar
que garúe finito o si van a aprovechar el impulso para organizar
nuevas formas de resistencia. El hábito de la experiencia
diría que después del bramido de ayer van a esperar
a ver si alguien pasa por caja con alguna propuesta de pago, pero,
en fin, estos son tiempos raros y cuando el piso quema hasta los
elefantes bailan. Por fortuna, los ciudadanos no dependen sólo
de políticos y sindicalistas, de concertajes o desconciertos,
porque ahora mismo tienen a la mano otros recursos: unas tapas de
cacerola, algún piquete, una huelga y a partir de hoy la
consulta popular del Frente Nacional contra la Pobreza. En sustancia,
se trata de otra sencillez: ¿Quiere, sí o no, que
la riqueza se redistribuya con más justicia que ahora? ¿Quiere,
sí o no, terminar con la extrema pobreza en el país?
Puesvaya hasta la urna, junto con sus vecinos, amigos o compañeros
de trabajo, y vote hasta que el Sí estremezca como el bramido
de los volcanes latentes. Aunque sea para darles un susto a los
que Ud. sabe.
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