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LOS LIDERES SINDICALES EVALUAN EL PARO
Balance de un día

Contentos con el acatamiento, Moyano, De Gennaro y Daer hablaron sobre qué
sigue a la protesta. Hubo coincidencias en las críticas al plan y al modelo, hubo
marcadas diferencias en cómo evaluar la reunión entre Menem y De la Rúa.

Victor de Gennaro.
Lucha contra la pobreza.

Víctor de Gennaro no podía ocultar su entusiasmo por los resultados del paro. Usando adjetivos como “contundente”, “histórico”, “fundacional”, el titular de la Central de Trabajadores Argentinos definió la medida de fuerza como una primera parte de la construcción “de otro modelo: el paro fue el no a lo que se hace, la votación por el Frente Nacional de la Pobreza será el sí a una alternativa”.
“Creemos que el paro fue realmente contundente,” dijo De Gennaro. “En este momento de tanta bronca y tanta angustia, en el que se ven dos proyectos de Argentina, uno expresado en la reunión de ayer a la mañana en la Casa Rosada y otro que puja por un nuevo comienzo, es un paro histórico”. Para el líder sindical, el alto acatamiento y aceptación de la huelga general “es una respuesta a los que cuestionan al paro como herramienta, porque quedó demostrado el alto consenso que tienen los trabajadores con productores, comerciantes, agro, cultura.” Esto, según De Gennaro, sucede porque “no sólo protestamos contra lo que no nos gusta, sino hacemos propuestas para salir de la crisis. No hay que dolarizar ni devaluar, esa es una discusión desde el poder y entre los que se benefician. El tema real es cómo se acaba con la inmoralidad de este proyecto de los sectores financieros y económicos más concentrados.” Y el líder sindical no tiene dudas sobre el camino a seguir: el reparto de la riqueza. “Por eso es una alegría que mañana (por hoy viernes) miles de militantes salgan a poner urnas en todo el país para que se vote un salario social, en el marco de la actividad del Frente Nacional contra la Pobreza.” Contrapuesto a esta iniciativa, De Gennaro ve la reunión de ayer entre el presidente Fernando de la Rúa y el ex presidente Carlos Menem como “una postal clara de quiénes están con el proyecto de los intereses financieros y económicos, los que no sólo tienen el mismo ministro de Economía sino que tienen la misma subordinación a los mismos poderes.” Para el sindicalista, son también los que usan “la desocupación como un disciplinador social, una forma de fracturar a la sociedad”.

 

Hugo Moyano.
Devaluación y cambios

Hugo Moyano no quiso dar porcentajes, pero subrayó que el paro no fue sólo “de los trabajadores: también pararon profesionales, comerciantes, industriales, lo que muestra el grado de repudio al modelo económico y de rechazo a las restricciones del plan”.
El camionero, líder de la CGT disidente, pidió al Gobierno que le dé al peso “su nivel real y deje la ficticia paridad de uno a uno con el dólar”. Para Moyano, “no le podemos vender nada a nadie por el sistema cambiario, lo único que exportamos es materia prima por la relación cambiaria. Si no sinceramos nuestro dinero, si no le damos el valor real, no tenemos destino”. Después de “repudiar y lamentar” los episodios de violencia en varios puntos del país, el cegetista condenó la propuesta del ex presidente Carlos Menem de dolarizar: “Eso condenaría de por vida a nuestra economía a no poder desarrollarse”. Moyano vio la reunión entre Menem y Fernando de la Rúa como “la foto que vimos hoy es de la Argentina que debemos abandonar. Se juntaron los dos máximos responsables de la implementación de un modelo económico que nos llevó a esta degradación”.

 

Rodolfo Daer.
Alegría por los resultados y por Menem

Rodolfo Daer tuvo una tarde de satisfacción, que completó leyendo en público las estimaciones de adhesión al paro en todo el país. Con variaciones de provincia en provincia, el secretario general de la CGT oficial afirmó que “entre un 75 por ciento y un 98 por ciento de los trabajadores acataron la huelga”. Con este respaldo, Daer exigió al gobierno “la libre disponibilidad de los salarios: rechazamos este racionamiento que causó una paralización completa de la actividad económica y la cesación de pagos en todo el país”. El cegetista también destacó las muestras de descontento de sectores de pequeños empresarios y de comerciantes. Pero pese a su alianza de facto con la otra CGT y con la combativa CTA, Daer no pudo evitar hablar bien de Carlos Menem. “Tuvo gran importancia”, afirmó, hablando de la reunión del ex presidente con Fernando de la Rúa. “Es una reivindicación para el doctor Menem, después de todos los calificativos que existieron sobre su persona”.

 

DEBATE: PARA QUE SIRVIO EL PARO

Eduardo Aliverti.
Mejor poco que nada

Desde que el mundo es mundo, un paro sirve si le duele a la patronal.
Le puede doler en términos estrictamente económicos: el paro afecta la producción y por lo tanto la ganancia. Le puede doler en aspectos de imagen social: la empresa no pierde nada importante respecto de sus ingresos, pero su prestigio se ve afectado frente a la comunidad y eso, tarde o temprano, deteriora la penetración de sus productos. Y le puede doler a partir de un criterio meramente político: en la correlación de fuerzas, gana la parte gremial y queda estimulado un espíritu combativo en los trabajadores. Por supuesto, hay combinaciones de un factor con otro.
La “patronal”, a su vez, es una definición que admite diferentes lecturas. Puede tratarse de una empresa privada o de un grupo de tales, o puede tratarse de una administración estatal. Y el paro puede perseguir una reivindicación salarial y/o de condiciones laborales o –en su lugar o además– un objetivo que, siempre convencionalmente, se denomina “político”: hay que avanzar en el marco de la lucha de clases –visto de un modo maximalista– o bien por razones de posicionamiento de poder.
Tomadas todas las circunstancias descriptas, el paro de ayer no sirvió virtualmente para nada que no sea el cumplimiento burocrático de un rol por parte de los jerarcas sindicales. Por lo demás, la “patronal” -tomados conjuntamente el Gobierno y los megagrupos a que este responde– no sintió siquiera un rasguño en la piel de sus intereses. Ni económica, ni social ni políticamente. Jamás podría haberlo sentido, desde el momento en que las bases no contaron casi en absoluto. Son bases dispersas, golpeadas, sin liderazgo ni aspiraciones definidas. Rechazan a los capitostes cegetistas y, si es por la afectación productiva, poco le hace una mancha más al tigre del derrumbe nacional.
Sin embargo, hay una pregunta cuya respuesta no se salda con ninguna de esas contestaciones: ¿que el paro no sirva quiere decir, entonces, que no hay que hacerlo? ¿Hay que inmovilizarse porque detrás están Daer o Moyano? ¿Qué, en lugar de un paro lanzado por burócratas? Hay luchas mejores, claro, que un paro de compromiso, pero mientras se las construye -hipótesis un tanto optimista, es cierto– ¿es cuestión de no mostrar ningún signo de disconformidad? ¿De sentarse a esperar el paso del cadáver del enemigo?
Objetivamente, el paro no sirvió para nada. Pero menos sirve rechazarlo sin construir a cambio nada de nada.


James Neilson.
Luchar por luchar

De todas las armas que poseen los trabajadores, el paro es sin duda la más eficaz, pero, como un buen rifle, no sirve en absoluto para derribar a bombarderos que vuelen fuera del alcance de las balas, inconveniente éste que muchos han optado por pasar por alto. Para combates contra enemigos de poca monta como empresas determinadas o, a lo sumo, un sector entero, el paro puede resultar mortal. Dirigido contra un gobierno en nombre del conjunto, en cambio, es golpista por suponer la marginación de las instituciones políticas, lo cual raramente beneficia a los trabajadores, mientras que contra algo tan incorpóreo como una ideología o una actitud es ridículo. Con todo, si bien los centenares de paros políticos que se han celebrado a través de los años han probado ser peor que inútiles contra los desastres que han sumergido a millones de obreros argentinos en la miseria, los sindicalistas, trátese de corruptos siniestros o de hombres honestos comprensiblemente angustiados por una realidad que no se parece para nada a lo que preferirían, siguen organizándolos ya porque no pueden pensar en nada mejor, ya por calcular que cuantos más logren convocar mayor será su propio protagonismo y su poder. A esta altura, la mayoría de los que participan en huelgas genéricas como la programada para hoy entenderá que sólo lograrán disfrutar de una oportunidad para desahogarse gritando insultos furiosos contra De la Rúa, Cavallo, la globalización, Estados Unidos y otros símbolos de los tiempos duros que corren. Con la posible excepción de algunos estatales y los organizadores mismos, nadie conseguirá un solo centavo más. Antes bien, al contribuir a agravar una situación signada por una extraña mezcla de parálisis y caos, privarán a algunos trabajadores de sus empleos y causarán problemas a muchos que ya se sienten totalmente abrumados. Asimismo, por si les importa, el espectáculo brindado por personajes como el camionero Hugo Moyano asustará aún más a los escasos inversores locales o foráneos que a pesar de todo podrían sentirse tentados a dejar su dinero aquí. Entre los perdedores seguros estarán los taxistas, los camioneros y los chóferes de micros que dependen directamente del consumo. Pero puesto que sus jefes sindicales son combativos pocos prestarán atención a este detalle. En cuanto a los convencidos de que es mejor luchar como en los viejos tiempos que resignarse o intentar asegurar la salvación propia, para ellos parar, incluso en un país ya parado, es un estilo de vida que tiene sus ventajas emocionales y que, al intensificarse la bronca que tantos sienten, resultará ser cada vez más atractiva.

 

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