Victor de Gennaro.
Lucha contra la pobreza.
Víctor de Gennaro no podía ocultar su entusiasmo
por los resultados del paro. Usando adjetivos como contundente,
histórico, fundacional, el titular
de la Central de Trabajadores Argentinos definió la medida
de fuerza como una primera parte de la construcción de
otro modelo: el paro fue el no a lo que se hace, la votación
por el Frente Nacional de la Pobreza será el sí a
una alternativa.
Creemos que el paro fue realmente contundente, dijo
De Gennaro. En este momento de tanta bronca y tanta angustia,
en el que se ven dos proyectos de Argentina, uno expresado en la
reunión de ayer a la mañana en la Casa Rosada y otro
que puja por un nuevo comienzo, es un paro histórico.
Para el líder sindical, el alto acatamiento y aceptación
de la huelga general es una respuesta a los que cuestionan
al paro como herramienta, porque quedó demostrado el alto
consenso que tienen los trabajadores con productores, comerciantes,
agro, cultura. Esto, según De Gennaro, sucede porque
no sólo protestamos contra lo que no nos gusta, sino
hacemos propuestas para salir de la crisis. No hay que dolarizar
ni devaluar, esa es una discusión desde el poder y entre
los que se benefician. El tema real es cómo se acaba con
la inmoralidad de este proyecto de los sectores financieros y económicos
más concentrados. Y el líder sindical no tiene
dudas sobre el camino a seguir: el reparto de la riqueza. Por
eso es una alegría que mañana (por hoy viernes) miles
de militantes salgan a poner urnas en todo el país para que
se vote un salario social, en el marco de la actividad del Frente
Nacional contra la Pobreza. Contrapuesto a esta iniciativa,
De Gennaro ve la reunión de ayer entre el presidente Fernando
de la Rúa y el ex presidente Carlos Menem como una
postal clara de quiénes están con el proyecto de los
intereses financieros y económicos, los que no sólo
tienen el mismo ministro de Economía sino que tienen la misma
subordinación a los mismos poderes. Para el sindicalista,
son también los que usan la desocupación como
un disciplinador social, una forma de fracturar a la sociedad.
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Hugo Moyano.
Devaluación
y cambios
Hugo Moyano no quiso dar porcentajes, pero subrayó que
el paro no fue sólo de los trabajadores: también
pararon profesionales, comerciantes, industriales, lo que muestra
el grado de repudio al modelo económico y de rechazo a las
restricciones del plan.
El camionero, líder de la CGT disidente, pidió al
Gobierno que le dé al peso su nivel real y deje la
ficticia paridad de uno a uno con el dólar. Para Moyano,
no le podemos vender nada a nadie por el sistema cambiario,
lo único que exportamos es materia prima por la relación
cambiaria. Si no sinceramos nuestro dinero, si no le damos el valor
real, no tenemos destino. Después de repudiar
y lamentar los episodios de violencia en varios puntos del
país, el cegetista condenó la propuesta del ex presidente
Carlos Menem de dolarizar: Eso condenaría de por vida
a nuestra economía a no poder desarrollarse. Moyano
vio la reunión entre Menem y Fernando de la Rúa como
la foto que vimos hoy es de la Argentina que debemos abandonar.
Se juntaron los dos máximos responsables de la implementación
de un modelo económico que nos llevó a esta degradación.
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Rodolfo Daer.
Alegría por
los resultados y por Menem
Rodolfo Daer tuvo una tarde de satisfacción, que completó
leyendo en público las estimaciones de adhesión al
paro en todo el país. Con variaciones de provincia en provincia,
el secretario general de la CGT oficial afirmó que entre
un 75 por ciento y un 98 por ciento de los trabajadores acataron
la huelga. Con este respaldo, Daer exigió al gobierno
la libre disponibilidad de los salarios: rechazamos este racionamiento
que causó una paralización completa de la actividad
económica y la cesación de pagos en todo el país.
El cegetista también destacó las muestras de descontento
de sectores de pequeños empresarios y de comerciantes. Pero
pese a su alianza de facto con la otra CGT y con la combativa CTA,
Daer no pudo evitar hablar bien de Carlos Menem. Tuvo gran
importancia, afirmó, hablando de la reunión
del ex presidente con Fernando de la Rúa. Es una reivindicación
para el doctor Menem, después de todos los calificativos
que existieron sobre su persona.
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DEBATE:
PARA QUE SIRVIO EL PARO
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Eduardo Aliverti.
Mejor poco que nada
Desde que el mundo es mundo, un paro sirve si le duele a la patronal.
Le puede doler en términos estrictamente económicos:
el paro afecta la producción y por lo tanto la ganancia.
Le puede doler en aspectos de imagen social: la empresa no pierde
nada importante respecto de sus ingresos, pero su prestigio se ve
afectado frente a la comunidad y eso, tarde o temprano, deteriora
la penetración de sus productos. Y le puede doler a partir
de un criterio meramente político: en la correlación
de fuerzas, gana la parte gremial y queda estimulado un espíritu
combativo en los trabajadores. Por supuesto, hay combinaciones de
un factor con otro.
La patronal, a su vez, es una definición que
admite diferentes lecturas. Puede tratarse de una empresa privada
o de un grupo de tales, o puede tratarse de una administración
estatal. Y el paro puede perseguir una reivindicación salarial
y/o de condiciones laborales o en su lugar o además
un objetivo que, siempre convencionalmente, se denomina político:
hay que avanzar en el marco de la lucha de clases visto de
un modo maximalista o bien por razones de posicionamiento
de poder.
Tomadas todas las circunstancias descriptas, el paro de ayer no
sirvió virtualmente para nada que no sea el cumplimiento
burocrático de un rol por parte de los jerarcas sindicales.
Por lo demás, la patronal -tomados conjuntamente
el Gobierno y los megagrupos a que este responde no sintió
siquiera un rasguño en la piel de sus intereses. Ni económica,
ni social ni políticamente. Jamás podría haberlo
sentido, desde el momento en que las bases no contaron casi en absoluto.
Son bases dispersas, golpeadas, sin liderazgo ni aspiraciones definidas.
Rechazan a los capitostes cegetistas y, si es por la afectación
productiva, poco le hace una mancha más al tigre del derrumbe
nacional.
Sin embargo, hay una pregunta cuya respuesta no se salda con ninguna
de esas contestaciones: ¿que el paro no sirva quiere decir,
entonces, que no hay que hacerlo? ¿Hay que inmovilizarse
porque detrás están Daer o Moyano? ¿Qué,
en lugar de un paro lanzado por burócratas? Hay luchas mejores,
claro, que un paro de compromiso, pero mientras se las construye
-hipótesis un tanto optimista, es cierto ¿es
cuestión de no mostrar ningún signo de disconformidad?
¿De sentarse a esperar el paso del cadáver del enemigo?
Objetivamente, el paro no sirvió para nada. Pero menos sirve
rechazarlo sin construir a cambio nada de nada.
James Neilson.
Luchar por luchar
De todas las armas que poseen los trabajadores, el paro es sin
duda la más eficaz, pero, como un buen rifle, no sirve en
absoluto para derribar a bombarderos que vuelen fuera del alcance
de las balas, inconveniente éste que muchos han optado por
pasar por alto. Para combates contra enemigos de poca monta como
empresas determinadas o, a lo sumo, un sector entero, el paro puede
resultar mortal. Dirigido contra un gobierno en nombre del conjunto,
en cambio, es golpista por suponer la marginación de las
instituciones políticas, lo cual raramente beneficia a los
trabajadores, mientras que contra algo tan incorpóreo como
una ideología o una actitud es ridículo. Con todo,
si bien los centenares de paros políticos que se han celebrado
a través de los años han probado ser peor que inútiles
contra los desastres que han sumergido a millones de obreros argentinos
en la miseria, los sindicalistas, trátese de corruptos siniestros
o de hombres honestos comprensiblemente angustiados por una realidad
que no se parece para nada a lo que preferirían, siguen organizándolos
ya porque no pueden pensar en nada mejor, ya por calcular que cuantos
más logren convocar mayor será su propio protagonismo
y su poder. A esta altura, la mayoría de los que participan
en huelgas genéricas como la programada para hoy entenderá
que sólo lograrán disfrutar de una oportunidad para
desahogarse gritando insultos furiosos contra De la Rúa,
Cavallo, la globalización, Estados Unidos y otros símbolos
de los tiempos duros que corren. Con la posible excepción
de algunos estatales y los organizadores mismos, nadie conseguirá
un solo centavo más. Antes bien, al contribuir a agravar
una situación signada por una extraña mezcla de parálisis
y caos, privarán a algunos trabajadores de sus empleos y
causarán problemas a muchos que ya se sienten totalmente
abrumados. Asimismo, por si les importa, el espectáculo brindado
por personajes como el camionero Hugo Moyano asustará aún
más a los escasos inversores locales o foráneos que
a pesar de todo podrían sentirse tentados a dejar su dinero
aquí. Entre los perdedores seguros estarán los taxistas,
los camioneros y los chóferes de micros que dependen directamente
del consumo. Pero puesto que sus jefes sindicales son combativos
pocos prestarán atención a este detalle. En cuanto
a los convencidos de que es mejor luchar como en los viejos tiempos
que resignarse o intentar asegurar la salvación propia, para
ellos parar, incluso en un país ya parado, es un estilo de
vida que tiene sus ventajas emocionales y que, al intensificarse
la bronca que tantos sienten, resultará ser cada vez más
atractiva.
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