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Una “lista negra” de abogados de
DD.HH. en las cárceles bonaerenses

El Servicio Penitenciario
ordenó espiar a nueve abogados que tienen relación con la Correpi y a los presos que visitan. La entidad lleva causas por torturas y homicidios en cárceles.

María del Carmen Verdú y
Daniel Stragá, de la Correpi.

Por Carlos Rodríguez

Un alto oficial de inteligencia del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB) reconoció que había ordenado el seguimiento de nueve abogados vinculados a la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional (Correpi), en un episodio sin precedentes desde el fin de la dictadura militar. “Eramos parte de una ‘lista’ negra y el Servicio Penitenciario seguía nuestros movimientos cada vez que visitábamos a un preso, pero además se hacía inteligencia sobre esos internos, muchos de los cuales nos llamaban para denunciar malos tratos por parte de los guardias”, explicó María del Carmen Verdú, miembro de la Correpi. El inspector mayor Carlos A. Scheffer admitió ante la Justicia haber firmado una orden interna que está vigente desde enero y que se fundó en un anónimo que señaló a los letrados como supuestos promotores de motines y de proveer de “fierros” a los detenidos. Scheffer reconoció que la denuncia carecía de “elementos concretos” que le dieran entidad, pero igual los hizo vigilar.
La existencia del despacho 02/01 del SPB, fechado el 26 de enero de 2001 y suscripto por Scheffer, fue descubierto por la Correpi en junio de este año, durante la visita a un grupo de presos, en la cárcel de Junín. La abogada Fernanda Doldán escuchó, mientras esperaba que la autorizaran a entrar, que uno de los guardias le sugería a otro: “Fijate si está en el listado”. Sorprendida, porque jamás se toma medida semejante, Doldán consultó a uno de los empleados del SPB, quien le mostró la famosa lista. En ella figuraban Doldán, Verdú, Daniel Stragá, León Zimerman (el detalle es que figuraba hasta su apodo: “Toto”), Sergio Smietniansky, Gerardo Etcheverry, Gabriel Lerner y Rubén Tripi, todos miembros o allegados a la Correpi. El último de los vigilados es Luis Valenga, abogado e integrante de la lista de candidatos de la Alianza bonaerense que encabezó el ex presidente Raúl Alfonsín en la últimas elecciones legislativas. Ante la irregularidad, los abogados presentaron un hábeas data ante el juzgado de La Plata a cargo de Oscar Bustos Berrondo, para requerir un pedido de informes a las autoridades del gobierno bonaerense.
La Fiscalía de Estado respondió con la confirmación de la existencia del despacho 02/01, pero aseguró que no hubo “ni seguimiento ni archivo” sobre el movimiento de los abogados y que sólo se habría tratado de un trabajo denominado en la jerga de la inteligencia como “tráfico de radio”, que se limitaría al interior del penal. Como fundamentos, el SPB había esgrimido ante la Fiscalía de Estado la presencia de una denuncia, en una defensoría de Morón, de noviembre de 2000. En ella se hablaba de la posibilidad de motines como consecuencia de la derogación de la llamada ley del dos por uno, que servía para anticipar la libertad de algunos procesados.
El otro elemento era el anónimo, que apareció –según la versión del
SPB– en las proximidades del penal de Junín, anunciando una supuesta revuelta en el pabellón cuatro. “Quieren hacer embrollo para pirar con fierro (...) Hagan algo porque alguno de estos abogados, no se cual, está embrollando para que la jente aga (sic) kilombo y se den el piro. Tienen fierros y ayuda de afuera”, decía parte del anónimo, escrito tipo telegrama y con horrores de ortografía.
Ayer, el inspector mayor Scheffer fue a declarar en la causa, como testigo, pero concurrió acompañado por un abogado que tuvo que retirarse porque su presencia no correspondía, por tratarse de una declaración testimonial. La Fiscalía de Estado había sostenido que la investigación interna, que involucraba a los abogados, fue cerrada por “carecer de entidad y lógica”. Sin embargo, el tozudo Scheffer admitió ayer que el despacho 02/01 sigue en plena vigencia.
Scheffer entró en contradicciones, ya que primero sostuvo que recibía “informes verbales” de sus subordinados, pero luego mencionó la existencia de “documentación” y de alguna información que le llegaba por fax, sobre el mismo tema, no solo desde el penal de Junín sino de otras unidades que también eran visitaba por los nueve abogados del apocalipsis. En el colmo de la sinceridad, Scheffer admitió que nunca había realizado una denunciapenal sobre el tema porque “no había elementos concretos”. Sin embargo, al parecer, la lista negra todavía está vivita y espiando. Scheffer podría ser procesado por incumplimiento de los deberes de funcionario público y debería ser pasado a retiro.

 


 

INFORME SOBRE LAS VICTIMAS DE LA VIOLENCIA POLICIAL
La mano cada vez más dura

Durante este año, 136 personas fueron víctimas de la violencia de las distintas fuerzas de seguridad. El número marca un crecimiento de casi el 12 por ciento respecto de los casos registrados en 2000 y lleva a 1008 las víctimas fatales de los abusos cometidos por uniformados desde la reinstauración de la democracia en 1983.
Los datos corresponden a la actualización del archivo que elabora la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional (Correpi), que será presentado esta tarde al Ministerio del Interior –si es que acepta recibirlo–, en el marco de un acto convocado para las 17 frente a la Casa de Gobierno.
El informe contempla los fusilamientos de sospechosos reales o presuntos (gatillo fácil), que registraron 98 casos en 2001; las muertes en cárceles o comisarías (24 casos); las muertes de terceros ajenos a un hecho policial (las llamadas “víctimas inocentes”), con 10 casos; y las torturas seguidas de muerte (4 casos).
El total de casos desde el ‘83 implica que en la Argentina 10 personas por mes son asesinadas por miembros de las fuerzas de seguridad. El promedio de edad de las víctimas es de 17 años y en su enorme mayoría “pertenecían a los sectores más desprotegidos en lo social y económico”, señala el informe. Solo un 13 por ciento de los casos registra condenas.
“El índice de gatillo fácil siempre ha sido creciente desde 1983. El 2001 marca un nuevo record”, advierte el relevamiento. También destaca que este año irrumpió una nueva modalidad de violencia policial; el fusilamiento “preventivo”. Se trata de los “escuadrones de la muerte” denunciados por este diario, que ejecutan “operaciones de limpieza social, fusilando metódicamente a adolescentes en conflicto real o presunto con el sistema penal”.

 

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