Por Ewen MacAskill
Desde
Londres
Ariel Sharon dio ayer el drástico
paso de romper todos sus vínculos con Yasser Arafat, en un acto
que acerca la culminación de la puja de 20 años de duración
entre los dos. Con los palestinos e israelíes en una actitud de
pesimismo total tras los hechos de las últimas 48 horas, Sharon
describió a Arafat como alguien que ya no es relevante en lo que
concierne a Israel, y dijo: No va a haber más contacto con
él. Arafat dejó de existir. Punto.
El corte de relaciones es un hecho peligroso. La Cancillería israelí
dijo que se aplicaría no sólo a Arafat sino también
a todos los funcionarios de la Autoridad Palestina. Incluso conversaciones
limitadas, como las negociaciones reiniciadas hace poco bajo la conducción
norteamericana para encontrar maneras de reducir la violencia, ahora pueden
considerarse difuntas. El enviado estadounidense a la región, el
general retirado Anthony Zinni, podría estar de vuelta en Washington
bien antes de Navidad; si Sharon mantiene su política, no va a
haber nada que Zinni pueda hacer en el futuro cercano.
El debate sobre el futuro de Arafat, que ha sido mantenido en su mayor
parte en privado entre funcionarios israelíes, está ahora
planteado en forma abierta. En una visita a Londres ayer, Gideon Meyer,
portavoz de la Cancillería israelí, declaró que los
palestinos tienen que decidir cuál va a ser el verdadero punto
de contacto. Arafat no está en control de sus fuerzas ni persiguiendo
a los terroristas. ¿Con quién quiere tratar entonces
Israel? No es una cuestión que nosotros podamos decidir.
Es para los palestinos, dijo.
La posición de la Cancillería israelí es que Sharon
todavía está comprometido a asegurar la paz con los palestinos
y a la futura creación de un Estado Palestino. Pero las acciones
de Arafat desde que se convirtió en primer ministro han seguido
una estrategia distinta: debilitar a los palestinos cortando la ya delgada
Franja de Gaza en dos y Cisjordania en tres y restar sustento a la autoridad
de Arafat. Gran parte de esta estrategia se encuentra ya en posición.
Puestos de control israelíes en Gaza vuelven precarios los viajes
norte-sur, como lo es en Cisjordania, donde más aldeas palestinas
fueron agregadas esta semana a la lista de las que ya fueron cerradas
por topadoras y tanques israelíes. Ayer, tanques israelíes
se encontraban a unos 100 metros de la sede central de Arafat en la ciudad
cisjordana de Ramalá, que se supone que está en Area Palestina
A.
La primera plana del diario israelí Yediot Ahronot ofreció
ayer un análisis de cuáles serán los próximos
pasos de Israel. Desde la perspectiva de Israel dijo el artículo
la comenzado la era de señalar que Arafat ha terminado y que la
era de ataques masivos desde aire y tierra a blancos de la Autoridad Palestina
ha comenzado. El plan militar incluye ataques contra docenas de blancos
de la AP, incluyendo operaciones terrestres definidas como la reducción
de la zona A. En otras palabras: tomar control de secciones de territorio
bajo control de la Autoridad Palestina por un largo período de
tiempo y limpiarlas de elementos armados, incluyendo los de la AP. Este
es un plan militar que efectivamente dice: No existe más
Autoridad Palestina.
En una reunión especial de gabinete ayer por la mañana después
de la emboscada palestina contra un ómnibus israelí que
llevaba a colonos judíos en Cisjordania, la discusión se
concentró en las alternativas a Arafat. Las opciones para Arafat
incluyen enviarlo al exilio en su lugar de residencia previo, Túnez
lo que fue defendido ayer por el ministro de Seguridad Pública
Uzi Landau o ponerlo bajo arresto domiciliario, lo que ya casi ocurre
desde la destrucción por Israel de sus helicópteros la semana
pasada. Pero el ministro de Justicia Meir Sheetrit dijo en una conferencia
de prensa ayer que no es nuestra intención dañar físicamente
a Arafat.
Traducción: G.C.
ULTRAORTODOXOS
TRAS EL ULTIMO ATENTADO PALESTINO
Meir Kahane tenía razón
Por Ferrán
Sales
Desde
Emanuel
El ejército nos
ha abandonado, pero El nos continua protegiendo, asegura la comunidad
ultraortodoxa judía Haredim los Temerosos de Dios del
asentamiento de Emanuel, a poco menos de 70 kilómetros al norte
de Tel Aviv. Ayer, tras haber sufrido el miércoles el embate de
la guerrilla radical palestina, las 700 familias de esta colectividad
se aprestaban a participar en el entierro de sus 10 víctimas: la
más joven Yar Amar de 13 años, la mayor Israel Shteinberg
de 46, padre de nueve hijos.
Lo peor no es que estuviéramos desprotegidos, lo más
grave es que además nos han engañado, repetía
con ira el responsable del consejo local, Issachar Frankenthal, mientras
explicaba, por ejemplo, que la compañía de transporte público,
propietaria del autobús de servicio habitual atacado por el comando
palestino en el que murieron los 10 vecinos, les había asegurado
que el vehículo estaba perfectamente blindado y podía resistir
a cualquier asalto terrorista.
El sentimiento de vulnerabilidad se mezclaba con el de indignación
en las calles de Emanuel a medida que la prensa local e internacional
iba confluyendo a las puertas del asentamiento. Solo así se explica
que algunos reporteros fueran recibidos con pedradas por parte de los
más jóvenes de la comunidad o que los responsables de los
asentamientos de la región, en reunión extraordinaria en
la sede del ayuntamiento, acordaran de manera unánime pedir la
expulsión a un país extranjero del presidente Yasser Arafat
y el desmantelamiento de la Autoridad Nacional Palestina.
El asentamiento de Emanuel es un crisol de la religión. Fue construido
en 1983, recibiendo desde de el primer momento de su apertura una tropa
de fieles ultraortodoxos judíos provenientes de todos los rincones
del mundo: sefarditas de Túnez, miembros de la comunidad del Bronx
neoyorquino, originarios de Tel Aviv o de otras centros religiosos como
los de Safet a orillas del Tiberíades. Pero el gran impulso que
ha permitido a este enclave convertirse en la catedral de los Temerosos
de Dios Haredim se lo dio el propio Estado en 1990, cuando
el titular del Ministerio de la Vivienda era el actual jefe de gobierno
israelí, Ariel Sharon, quien volcó en el proyecto un caudal
de ayudas.
La pasión religiosa de sus vidas hizo olvidar a los colonos durante
cerca de un año que vivían en el corazón de los territorios
palestinos, en medio de una Intifada, a poco menos de veinte minutos de
la ciudad autónoma de Nablus, uno de los núcleos más
radicales de la guerra santa -Yihad contra Israel, punta de lanza
de Hamas y Jihad Islámica, de donde partieron sus atacantes. El
jueves por la mañana, como si el estallido de las explosiones los
hubiera devuelto a la realidad, un grupo de jóvenes de Emanuel
colocaba un gran cartel a las puertas de su asentamiento: Kahane
tenía razón, en evocación de las doctrinas
radicales del rabino Meir Kahanne, gran propagandista de la expulsión
de los árabes a los países vecinos que en noviembre de 1990
murió tiroteado en un hotel de Nueva York.
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