Por Suzanne Goldenberg
*
Desde Ramalá
Tanques israelíes apuntaron
su artillería sobre la asediada sede de Yasser Arafat ayer pero
retuvieron el fuego, dudando si dar el paso fatídico que haría
desaparecer al líder palestino tanto política como físicamente.
Horas después de que el gabinete de seguridad israelí desestimara
a Arafat al considerarlo no más relevante, la primera
ronda de ataques militares contra su asiento de poder en Ramalá
tenía un aire de golpe teatral. Mientras Arafat permanecía
refugiado a sólo 100 metros del ejército israelí,
las gigantes topadoras estilo Mad Max atacaban la estación desde
donde se emite la radio y TV Voz de Palestina, los tanques se pasearon
por un suburbio rico y los soldados ocuparon el departamento de Cisjordania
del segundo de Arafat, Marwan Barghouti, reteniendo a su esposa y sus
cuatro hijos.
Ninguna de las primeras operaciones apuntó a más que emblemas
y lugares simbólicos de la aspiración nacional palestina,
y los palestinos parecieron reconocer el elemento de teatralidad de la
represalia al abstenerse de ofrecer siquiera una resistencia simbólica
a las invasiones de tanques. Pero funcionarios de seguridad israelíes
dijeron que los ataques fueron sólo el primer paso en operaciones
en marcha para cazar a los militantes responsables del ataque contra
un ómnibus anteayer, que causó la muerte de 10 colonos judíos.
Después del anochecer, helicópteros israelíes atacaron
una estación de policía palestina a pocos cientos de metros
de la sede de Arafat y un edificio de seguridad en la ciudad cisjordana
de Jenín. También atacaron las instalaciones de seguridad
en la ciudad de Gaza por segunda noche consecutiva, así como su
aeropuerto.
Los ataques podrían marcar el comienzo del fin de la intifada de
14 meses y posiblemente del liderazgo de Arafat como represalia
al atentado contra el ómnibus. El atentado, de estilo comando,
fue reivindicado conjuntamente por el grupo islámico Hamas y por
el ala armada del movimiento Al Fatah de Arafat. Previamente ayer, el
primer ministro israelí Ariel Sharon pareció haber cerrado
la puerta a los ocho años de relación entre Israel y el
líder de la Autoridad Palestina, Yasser Arafat. Desde nuestro
punto de vista, Arafat ya no existe más. Punto, dijo a su
gabinete de seguridad. Pero por la tarde, sus asesores le decían
a Radio Israel que los funcionarios estarían preparados para reanudar
el contacto con los palestinos si Arafat hace un esfuerzo genuino para
atrapar a los suicidas y a los atacantes de Hamas y de Jihad Islámica.
Arafat no es un blanco. No tenemos intención de lastimarlo
personalmente o atacarlo físicamente o expulsarlo de los territorios,
dijo un vocero a Radio Israel.
Luego de los ataques de los aviones F-16, la invasión de ciudades
palestinas por parte de tanques israelíes, el asesinato de activistas
palestinos y las ocupaciones militares en las ciudades de Cisjordania,
no quedaba claro ayer cuantos recursos más tenía Sharon
para seguir golpeando al liderazgo palestino. A pesar de expresar frustración
frente al fracaso de Arafat para controlar a los atacantes que han arruinado
la misión norteamericana que pretende lograr el alto el fuego,
Washington dejó en claro que no tenía intención de
considerar a Arafat totalmente fuera de juego. Consideramos al presidente
Arafat como el líder del pueblo palestino y vamos a continuar trabajando
con el liderazgo palestino, dijo el asistente del secretario de
Estado, William Burns. Hubo un mensaje similar de la Unión Europea.
Con misiles explotando sólo a metros de su sede de Ramalá,
Arafat parece haber superado sus primeras horas como persona no grata.
Pasé toda la noche de ayer con el presidente Arafat y estuve
ahí durante los bombardeos y él estaba de buen humor,
dijo Barghouti. No se preocupa por la decisión o por las
bombas. Durante los últimos 35 años él ha visto todo
esto y más también. En el departamento de Barghouti
en el barrio al-Tira de Ramalá, la esposa y cuatro hijos del hombre
considerado por Israel como cabecilla de la Intifada estaban poniendo
en escena su propio espectáculo de desafío. Al mediodía,
siete soldados israelíes entraron en el departamento y retuvieron
a la familia y a los parientes en sus habitaciones. Dos tanques y cuatro
APC`s bloqueaban el edificio, con la familia atrapada adentro.
Tal como sugiere la segunda ronda de ataques con misiles de anoche, las
operaciones militares en Ramalá recién comienzan. A pesar
de que Estados Unidos y Europa no quieren ver a Arafat destruido, seguían
firmes en su demanda de que debe actuar seriamente contra Hamas. Sin embargo,
ayer no había señales de que Arafat estuviera preparado
para hacerlo. Figuras políticas palestinas repitieron su predicción
de que Arafat no se arriesgaría a una guerra civil a partir de
una represión a gran escala de militantes palestinos, y había
signos de que se estaba retractando de su promesa de cerrar las oficinas
de Hamas y de Jihad Islámica. Algunas instituciones de Hamas
pueden haber recibido la orden de cerrar pero hasta ahora no se ha implementado,
dijo el líder local Hasan Yosef.
* De The Guardian de Gran Bretaña, especial para Página/12.
Traducción: Giselle Cohen
Claves
Tras declarar a Yasser
Arafat como irrelevante, el gobierno israelí
lanzó nuevos ataques aéreos sobre Ramalá y
Jenín (Cisjordania) y Gaza.
Funcionarios de seguridad
israelíes dijeron que los ataques eran tan sólo el
comienzo de las operaciones puestas en marcha para cazar
a los responsables de los ataques contra un ómnibus el miércoles.
Tanques israelíes
se estacionaron a sólo metros de la sede en que se refugia
Arafat en Ramalá, mientras que un comando del ejército
israelí penetró en la casa del segundo del líder
palestino, Marwan Barghouti, y retuvo a su familia.
|
OPINION
Por Claudio Uriarte
|
Final del juego
La reocupación militar israelí de Cisjordania y
Gaza ha comenzado. El desconocimiento público por Jerusalén
de Yasser Arafat y su Autoridad Palestina, la partición de
la Franja de Gaza en tres, los ataques contra la antena de radio
y televisión palestina y los bombardeos contra cuarteles
de la seguridad palestina y el Aeropuerto Internacional de Gaza
son hechos que coinciden todos en el arrollamiento de los símbolos
y simientes de soberanía entregados bajo los hoy difuntos
acuerdos de Oslo. A la vez, estos hechos son precedentes que indican
la dirección futura de los acontecimientos: el montaje de
una vasta operación de extirpación de las redes de
las organizaciones Hamas, Jihad Islámica y Al Fatah responsables
de la ola de atentados crecientes desde el lanzamiento de la segunda
Intifada en setiembre de 2000. El objetivo determina los medios:
el general retirado y actual primer ministro Ariel Sharon calcula
que esa operación será mucho más fácil
sin el obstáculo intermediario de la AP y con condiciones
de ocupación militar total o semitotal.
La libanización de Cisjordania y Gaza es otra cosa que también
ha comenzado. Se va hacia la creación de una zona de seguridad
y un cordón sanitario bastante similares a los
que Israel impuso en Líbano con la invasión piloteada
por Sharon, entonces ministro de Defensa en 1982. La diferencia
es que en los territorios ocupados no existe un equivalente a una
fuerza militar extranjera de contrapeso, como la representó
Siria en Líbano en 1982, y lo que sí existe las
mentadas organizaciones palestinas puede ser rápidamente
borrado del mapa por las fuerzas militares israelíes: cuando
no había proceso de paz es el discurso de Sharon
no había atentados, y lo único que había eran
enfrentamientos con palestinos armados con piedras. La destrucción
de las fuerzas policiales de la Autoridad Palestina es así
un primer paso hacia el desarme unilateral forzado de todas las
facciones palestinas, respondan públicamente a Arafat o no.
Las operaciones iniciadas ayer tienen un ingrediente adicional:
las líneas de interposición en que han sido fracturadas
Cisjordania y Gaza son el inicio de un bloqueo caminero contra las
represalias terroristas, y desde esas líneas es que van a
avanzar o retroceder las posiciones terrestres israelíes
según corresponda a los intereses de la contraofensiva de
Sharon. Hasta el momento, no hay ningún indicio de que una
comunidad internacional dominada por el antiterrorismo de EE.UU.
pueda detener la acción.
|
|