Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira
KIOSCO12


�¿Qué cosas hace uno en la vida
como para que lo abandonen...?�

�Open House�, del dramaturgo Daniel Veronese, gira en torno a la soledad y el desamparo de varios personajes al borde de cualquier cosa.

Definición: La obra se plantea como un discurso sobre la soledad. Podría decirse, también, que retrata la violencia más íntima y cotidiana de los seres humanos.

Los personajes de la obra parecen
como salidos de una pesadilla.

Por Hilda Cabrera

¿Cómo ponerle palabras a una experiencia desgraciada? Los personajes de Open House parecen haber hallado una manera de sortear tal planteo y poder revelarle al espectador, por lo menos, parte de una vivencia desoladora. A la manera de piezas de un engranaje que a veces se traba y hasta amenaza romperse, unos y otros desfilan ante un micrófono dispuestos a relatar, como sea, un asunto secreto. Se protegen, utilizando un tono neutro y mostrando actitudes casi mecánicas, por lo compulsivas. Ellos quieren hablar, y dicen sus cosas sin pretender adornarlas demasiado. Por el contrario, intentan, recatados y pudorosos, dejar algunos puntos en suspenso. ¿Se entiende, no?, como apunta una de las jóvenes de este elenco conformado por “chicas y chicos”, individualizados aquí por alguna circunstancia.
En la obra aparecen la chica de Miramar y la del casting, dos muchachas en total desamparo que generan una comicidad despojada de cualquier jubilosa complacencia, puesto que el humor surge en ellas de un asunto penoso. Otro caso, nada risueño, es el del “chico de bigote” que dejó de amar a su mujer, el que se deja pegar y es humillado, o el del solitario que compra souvenirs marinos y los expone ante el público, alineándolos en el piso, como podría hacerlo un niño pequeño “fascinado por lo marítimo”, como se dice aquí en tono zumbón. El mismo que se utiliza para deslizar acotaciones sobre otras historias, como la de la muchacha que se muestra en películas porno y usa pelucas para que no la reconozcan.
De ahí que la idealización sea un elemento ausente en esta pieza experimental que dirige Daniel Veronese, uno de los fundadores del premiado El Periférico de Objetos, y autor, entre otras piezas, de Mujeres soñaban caballos, actualmente en cartel. El punto de partida es aquí la escritura de Veronese y las improvisaciones de los intérpretes, que, simulando desprenderse de sus roles, se dirigen al público, sin esperar respuesta, aclarando que la obra quiere ser un discurso sobre la soledad. En este caso sería la que prospera entre novios y amantes, entre amigos, o entre padres e hijos. Podría decirse también que retrata la violencia más íntima y cotidiana. El recortado parlamento de la mujer que cuenta haber tirado con fuerza del cuerpito de su bebé para impedir que su marido, que tampoco soltaba al niño, se lo arrebatase es espejo de un mundo en decadencia, de una sociedad en la cual cada acción de los personajes es vivida como un acto de avasallamiento. Arrinconados, los fagocita el recuerdo de un suicidio familiar, alguna culpa o los propios miedos.
Lo primordial en esta obra es la vivencia de los personajes y su carácter iniciático. Tal vez por eso las historias se apropian de una simbología compatible con el universo infantil. Es el caso de los conejos que se ven en escena: uno como máscara, otro de pelouche y el “de verdad”,como lo destaca la actriz encargada de manipularlo. En el contexto de Open House, este animalito se convierte en elemento de oposición. Sería la naturaleza enfrentada al pensamiento, o a la memoria (que arranca lágrimas a los personajes), o lo imprevisible frente al cálculo.
Entre lo más interesante de esta puesta (donde se hace necesario ceñir algunas escenas a tiempos más cortos y mejorar la vocalización de parte del elenco) está la manera en que se insertan estos personajes, huidos según parece de una obra dispersa en el tiempo. De modo que las vías de acceso a unos y otros resultan para el público únicas e intransferibles, como las referidas a la soledad, tema sobre el cual se pretende reflexionar. También sobre el abandono, aun cuando aquí la pregunta es otra y apunta directamente al yo: “¿Qué cosas hace uno en la vida como para que lo abandonen?”.
Como toda escritura áspera, tampoco sobre este punto Open House, nombre de una famosa colonia a la que se destinan enfermos mentales en la provincia de Buenos Aires, busca respuestas autoedificantes ni alienta la pretensión de arrancarle alguna “verdad” a los conflictos. Dice en cambio que el “martirio” comienza en el niño cuando descubre que no eligió a sus padres y que los mayores no son todos iguales, y, para éstos, cuando advierten que el abandono que sufren no es necesariamente consecuencia de una culpa sino de una arraigada carencia.

 

PRINCIPAL