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Miguel Kiguel, el candidato al que no
le dieron opción para decir que no

Aunque prefería seguir en el Hipotecario a ser jefe de asesores de Cavallo, hasta el titular de IRSA recibió las presiones.

Miguel Kiguel, hasta hace 48
horas presidente del Hipotecario.
Aunque ahora, con Cavallo, no niega sus vínculos con Roque Fernández.

“No quería agarrar por nada del mundo, pero, bueno... hay veces que no se puede decir que no.” Así describió un economista que conoce bien a Miguel Kiguel su decisión de dejar el cómodo cargo de presidente del Banco Hipotecario para “embarcarse en el Titanic como subordinado de Domingo Cavallo” –ironizan algunos en la city– en el puesto de jefe de asesores del Ministerio de Economía. Hace días que Cavallo venía llamando a Kiguel varias veces al día, en un intento infructuoso por seducirlo. El motivo de tanta desesperación era que el secretario de Finanzas y viceministro, Daniel Marx, quien ayer confirmó su renuncia, hace tiempo que había tomado su decisión, cansado de los tira y afloje con su jefe. Y amenazaba con hacerla pública antes de completado el canje internacional de deuda. Varios llamados de Cavallo y uno de Carlos Menem –por pedido de De la Rúa– a Eduardo Elsztain, titular del grupo IRSA, dueño del Hipotecario, mediaron para convencer a Kiguel de que “hay veces que no se puede decir que no”. El ministro de Economía, en conferencia de prensa, confirmó ayer los cambios. Kiguel será jefe de asesores y Guillermo Mondino ocupará formalmente el lugar de Marx en Finanzas.
Fue Jacob Frenkel, el economista de Merril Lynch que asesora a Cavallo en la reestructuración de la deuda, quien sugirió semanas atrás al ministro el nombre de su amigo Kiguel para reemplazar a Marx. Frenkel, ex presidente del Banco Central de Israel, es un viejo conocido del ex subsecretario de Finanzas de Roque Fernández. Sin embargo, jamás pensó que la sugerencia a Cavallo se convertiría en una cruz para su amigo, que desde entonces tuvo que soportar todo el poder de persuasión del hiperquinético mediterráneo.
Ideológicamente, Kiguel reivindica la gestión de Roque Fernández, como lo demostró ayer en la conferencia de prensa en Economía, poniendo en una situación embarazosa a su nuevo jefe, enemigo número uno de su ex jefe. Pero además, hasta esta semana, mantenía fluidos contactos con Pedro Pou, el ex titular del Central echado a patadas por Domingo Cavallo. No sólo hablaban día por medio por teléfono sino que incluso el intercambio de opiniones era tan fluido que tenían agendada una reunión para ayer, que obviamente quedó trunca.
Más aún, Kiguel considera que uno de las causas que llevaron a la actual crisis financiera fue el desplazamiento de Pou del Central y el que Cavallo haya flexibilizado la Carta Orgánica de la entidad monetaria para financiar con las reservas al Tesoro y a bancos en dificultades. Por eso, tampoco tendrá empacho en los próximos días en reivindicar la gestión de Pou si se lo preguntan.
Por caso, ayer Marx no desmintió ni confirmó en las radios que el motivo de su renuncia haya sido porque se oponía a la inmovilización de los depósitos bancarios, una forma de exhibir su interna con el ministro. En cambio, Kiguel es de los que piensan que llegado al 30 de noviembre no había otra alternativa que pisar depósitos, pero critica la gestión de Cavallo por haber llegado a ese punto. Dentro del equipo económico, Kiguel hará tándem con el vicepresidente del Banco Central, Mario Blejer, con quien mantiene una vieja amistad y afinidad ideológica.
Obligado a liderar el canje internacional de deuda, Kiguel deberá en las próximas días hilvanar una estrategia que hasta ayer, en su confortable despacho del Banco Hipotecario, no había tenido tiempo de pensar. Por lo pronto, no le parece mal el camino seguido por Marx de intentar evitar el default hasta último momento, esto es, hasta tener encaminado el canje internacional. La idea es que no es lo mismo que las calificadoras de riesgo evalúen a la Argentina en una situación técnica de default que declararse legalmente en cesación de pagos, lo que podría disparar juicios de los acreedores en los tribunales de Nueva York y paralizar todo el proceso de canje.

 

Privatizadas y dolarización

“La dolarización responde a los intereses de las privatizadas, que no pusieron capital propio sino que tomaron créditos en el exterior para comprar activos en la Argentina”, explicó el economista Salvador Treber, quien participó de la elaboración del Plan Fénix. Sostuvo que las privatizadas asumieron deudas en dólares “pero lo que recaudan en Argentina son pesos, y por eso temen una devaluación”. Treber, titular de Finanzas Públicas en la Universidad de Córdoba, dijo que tanto Domingo Cavallo como Roque Fernández son sus ex alumnos, “pero no mis discípulos”. En cuanto a las restricciones a los depósitos, dijo que fue una medida de emergencia “después de haber dejado que los bancos extranjeros ofrecieran a sus grandes clientes golondrinas transferencias al exterior”. “O hubo una enorme ineptitud o una complacencia rayana en la complicidad”, concluyó.

 

OTRO CONFLICTO EN AEROLINEAS
Precipicios y “mentiras”

Por Cledis Candelaresi

“Mata miente”, acusaba ayer la Asociación del Personal Técnico Aeronáutico al titular de Aerolíneas, Antonio Mata, en un cruce de recriminaciones surgidas de la supresión de ventajas laborales dispuestas sobre el personal de la empresa. La acusación, dirigida al presidente de la empresa –hombre de la operadora turística hispana Marsans, socia mayoritaria de la empresa transferida a principios de octubre–, alude a los 90 millones que éste asegura haber invertido en el área de mantenimiento. A primera hora de la tarde, el aludido Antonio Mata había recriminado al sindicato de Ricardo Cirielli “poner la compañía al borde del precipicio” por medidas de fuerza instrumentadas en las últimas horas. La guerra entre la empresa aerocomercial y la organización gremial más combativa del sector está nuevamente declarada.
El conflicto resurge cuando Aerolíneas comienza a disfrutar del rédito de su exitosa política de rebaja tarifaria. En virtud de haber abaratado el precio de los pasajes de cabotaje, consiguió subir el nivel de ocupación del 52 por ciento en octubre al 68 por ciento en diciembre. En tanto que la participación en el mercado remontó de un 34 a un 43 por ciento en ese mismo lapso. La estrategia comercial se basa en un concepto opuesto al de la antecesora SEPI (la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales): mientras ésta, al igual que las otras competidoras del mercado, encareció los precios de los pasajes aunque no subía la demanda, los privados de Marsans-Air Comet trabajan sobre el criterio de que, abaratándolos, pueden vender más. Hasta ahora, dio resultado.
Las semejanzas entre ambos accionistas de Aerolíneas surgen en la política hacia el personal, cuyos convenios colectivos quedaron caídos con el concurso de acreedores. La discusión está abierta con todos los gremios, que acudieron al Ministerio de Trabajo para denunciar el cambio de condiciones. Pero la mecha la encendió APTA, que el jueves se adhirió al paro, obligando a cancelar vuelos y a reprogramar los internacionales, y ayer por la mañana realizó una asamblea informativa ocasionando otras demoras. La intervención del Ministerio de Trabajo fue determinante: dispuso una conciliación obligatoria por veinte días, forzando a Aerolíneas a no aplicar su nuevo programa laboral e impidiendo medidas de fuerza en el crítico período de las fiestas.
Mediante un comunicado firmado por su presidente, Aerolíneas reprochó las “actitudes negativas, regresivas (...) y suicidas” de APTA, cuya conducción preveía anoche responder con un comunicado para enrostrar a Mata su presunta formación franquista. Por la mañana, había difundido otro animando a sus afiliados por haber promovido la conciliación, que bloqueó transitoriamente el plan laboral de Marsans. Los técnicos buscan negociar un “convenio de crisis”, tal como prevé la ley de Quiebras, más ventajoso que el plan Once y que la aplicación lisa y llana de la ley de Contrato de Trabajo.

 

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