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Aníbal Ibarra será consagrado
hoy como reemplazante de Chacho

El jefe de Gobierno porteño, Aníbal Ibarra, será elegido en el congreso del Frente Grande para dirigir esa fuerza atomizada tras la renuncia de Chacho Alvarez. Juan Pablo Cafiero lo secundaría.

El jefe de Gobierno porteño, Aníbal Ibarra, junto al secretario de Hacienda, Miguel Pesce.

Por Santiago Rodríguez

“Lo de (Aníbal) Ibarra sí, el resto está por verse.” Como decían ayer a su alrededor es, en rigor, como podría definirse el escenario previo al congreso nacional que hoy realizará el Frente Grande, aunque anoche el jefe de Gobierno porteño tenía encaminado algo más que su consagración como sucesor de Carlos “Chacho” Alvarez en la presidencia de ese partido. Una, la posible aceptación de Juan Pablo Cafiero para ocupar la vicepresidencia partidaria, lo cual ayudaría a contener a todos los sectores que conviven por estos días dentro de esa fuerza. Otra, el consenso de la mayoría de los congresales con un documento en el que se marcará que el Frente Grande no es parte del gobierno nacional y que debe recuperar los principios sobre los que se erigió no hace mucho y que lo convirtieron en una esperanza para el electorado de centroizquierda.
La elección del jefe de Gobierno porteño como presidente del Frente Grande en el congreso que deliberará en el Hotel Bauen –la acreditación de los 393 congresales de todo el país comenzará a las 9– está resuelta, en verdad, desde hace tiempo: todos en la fuerza –aun aquellos que se mantienen fieles a Alvarez– admiten que debe ocupar ese lugar por ser el dirigente que está en el lugar de gobierno más relevante en la actualidad.
La apuesta de Ibarra al hacerse cargo de la conducción del Frepaso no es menor: tendrá que reemplazar a Chacho, quien por años ejerció un liderazgo indiscutido entre los frentistas; un liderazgo tan fuerte y personal que tras su alejamiento de la política dejó a la fuerza sumida en una crisis y un estado de atomización que todavía hoy continúa. Lo que Ibarra tiene por delante es remontar esa situación, a partir de la organización del Frente y la institucionalización de sus ámbitos de debate, o un fracaso.
“Siente que está frente a un desafío, pero está tranquilo y muy enchufado”, confió ayer a Página/12 una persona que pasa varias horas al día al lado de Ibarra. La misma impresión se llevaron los diputados escindidos de la Alianza que el lunes pasado lo visitaron en su despacho, en el marco de las consultas que el jefe de Gobierno porteño realizó con todos los sectores frentistas de cara al congreso. Entre los dirigentes con los que Ibarra habló personal o telefónicamente figuran, además de los diputados rebeldes, Darío Alessandro, Rodolfo Rodil, los bonaerenses Eduardo Sigal y Alejandro Mosquera y hombres del interior como el catamarqueño Mario Fadel o el intendente de Cipolletti, Julio Arriaga.
Las conversaciones continuaban anoche –y seguramente seguirán incluso hoy por la mañana– para definir quién será el vicepresidente y cómo se integrará la mesa de conducción y terminar de consensuar el documento que aprobarán los congresales, cuya redacción Ibarra delegó a Ariel Schifrin.
Los delegados de la Patagonia y Cuyo impulsan a Arriaga para secundar a Ibarra. Pero el jefe de Gobierno apuesta a que ese cargo sea ocupado por Cafiero, quien hasta ayer no había respondido que no pero tampoco que sí. Pero más que en los cargos, la principal discusión está centrada en lo político y en la posición a adoptar frente al Gobierno y la Alianza, porque en el Frente conviven hoy desde los que proponen continuar en la coalición hasta los que impulsan la ruptura definitiva y el pase al ARI. Las casillas de correo electrónico de los principales dirigentes frentistas estuvieron más que activas en los últimos días con borradores de documentos de dirigentes que sostienen distintas posiciones. “No nacimos a la vida política para gerenciar el orden establecido ni para paliar las consecuencias de este modelo injusto”, dice el texto que avala Ibarra, quien en sus charlas con los principales referentes partidarios encontró consenso para marcar distancia del Gobierno, pero reafirmar la Alianza y ampliarla en los distritos donde mantenga su coherencia, y en retomar los ejes fundacionales del Frente para “impulsar la consolidación de un bloque popular que plantee otro modelo de acumulación social”. El otro punto de acuerdo es la necesidad de dejar en claro que el partido sólo participará en una concertación que implique “acuerdo político parasalir de la crisis, fundado en el principio de inclusión social, la expansión de la demanda y la reconstrucción del mercado interno”.

 

Un almuerzo transversal

Juan Pablo Cafiero no se queda quieto mientras importantes dirigentes del Frente Grande quieren llevarlo a la vicepresidencia del partido. El ex ministro de Desarrollo Social se reúne con cierta habitualidad con dirigentes del PJ bonaerense. Es conocida la buena onda que se prodiga con Eduardo Duhalde y con su esposa, la diputada Hilda “Chiche” González de Duhalde. Pruebas al canto. Anteayer Cafiero, Carlos “Chacho” Alvarez, Néstor Kirchner y Duhalde se reunieron a almorzar pescado y analizar la coyuntura en el restaurant ubicado en San Juan al 600 de la Capital. Kir- chner y Duhalde se entusiasmaron con la idea de intentar reconvocar a Cafiero y “Chacho” al redil del peronismo. Cafiero y Alvarez –según explicaron fuentes cercanas al ex ministro– no soltaron prenda pero dejaron en claro que está muy lejos de sus deseos volver a integrar la Alianza. Testigos presenciales aseguran que el que más habló durante la tenida fue Kirchner. El más parco, Chacho. El ex vicepresidente prefirió centrar el diálogo en los diferentes escenarios políticos, pero también en la ausencia de una propuesta y un espacio donde la gente pueda coincidir y participar. Cuando todo terminó, los comensales acordaron volver a encontrarse para profundizar la charla.

 

LA CIUDAD RECORTA SUs GASTOS EN 200 MILLONES DE PESOS
Crece la crisis, baja el presupuesto

Por S. R.

A fines de setiembre pasado el Ejecutivo porteño giró a la Legislatura un proyecto de Presupuesto 2002 que contemplaba la caída de la actividad económica que ya por entonces se vislumbraba para el año próximo. Pero en una Argentina como la actual, los pronósticos de ayer suelen quedar viejos hoy y por eso el Aníbal Ibarra remitirá en los próximos días a los legisladores una nueva iniciativa, que incluye un recorte de 200 millones de pesos a partir, básicamente, de una reducción de 2 subsecretarías y 73 cargos y programas en la estructura política. El jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires explicó que las modificaciones presupuestarias apuntaron a preservar tres ejes fundamentales: mantener el equilibrio fiscal, la inversión en obra pública y los porcentuales destinados a salud y educación, que –según destacó– “siguen siendo los más altos de la historia”.
La revisión de la pauta presupuestaria prevista para el año próximo en la ciudad está directamente vinculada a la depresión en que está sumida la economía. El Ejecutivo porteño también se vio obligado a replantear las previsiones para 2002 porque la ciudad dejó de recibir ingresos del orden de los 90 millones de pesos que le remitía la Nación en concepto de coparticipación y otras transferencias específicas. El mismo Ibarra remarcó este último ingrediente y admitió que “el marco general de este presupuesto está dado en la profundización de la crisis económica del país”.
El proyecto que será girado a la Legislatura establece un gasto total de 3122,6 millones para el período 2002 y proyecta una caída de la recaudación del orden del 3 por ciento que, sumada a la registrada durante este año, representaría un 9,5 por ciento menos de ingresos con relación a 2000. “Hemos comenzado a sentir el impacto de la profundización de la recesión que ya lleva tres años”, comentó el jefe de Gobierno y calificó como “significativa” la baja en la recaudación, dado que la ciudad “se autofinancia en un 95 por ciento, lo que significa que depende casi exclusivamente de su capacidad recaudatoria” y, por lo tanto, “la caída de los ingresos tributarios impacta directamente sobre nuestra posibilidad de gasto”.
Frente a esta coyuntura, Ibarra –con su jefe de Gabinete, Raúl Fernández, y su secretario de Hacienda, Miguel Pesce– decidió meter la tijera sobre el gasto político, como ya había hecho en mayo pasado cuando realizó una primera reestructuración de su administración. En esta ocasión, además de eliminar la Vicejefatura de Gabinete y la Subsecretaría de Seguridad Alimentaria y 73 cargos directivos (entre direcciones generales y organismos fuera de nivel), se resolvió realizar un ahorro adicional del 15 por ciento en todas las plantas del gabinete y del 14 por ciento en los contratos de personal.
“La estabilidad de las cuentas no es un objetivo de la política en sí mismo, sino un instrumento para poder alcanzar las metas que se impuso este gobierno”, declaró Ibarra, quien precisó que la reformulación del presupuesto apuntó a preservar el equilibrio fiscal y también “la inversión en estructura y obras públicas, así como la inversión social a través de los servicios de educación, salud y promoción social”. En el gobierno porteño remarcaron que los gastos en educación y salud suman el 55,7 por ciento del total para 2002”.
Fernández, por su parte, manifestó que “este fuerte ajuste en la estructura política es un punto central de nuestra gestión” y no pasó por alto que “es la segunda vez que lo hacemos en el año”. El funcionario agregó que la revisión del presupuesto fue producto de la decisión de “instrumentar acciones que permitan reducir el nivel total de gastos sin resentir la capacidad de acción del gobierno”.

 

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