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DESDE EL LUNES, NUEVAS NORMAS PARA DUEÑOS Y PASEADORES DE PERROS
Para que la vereda no sea el baño

Habrá multas para quienes no recojan la caca de sus perros. Todos deberán llevar correa. Los paseadores deben inscribirse.

Las nuevas normas entran
en vigencia el lunes, pero las multas se pondrán en un mes.

Será un poco menos vida de perros la de los porteños si se cumple el decreto por el cual los tenedores y paseadores estarán obligados a “recoger las deyecciones” de sus animales en el espacio público. Quienes no lo hagan incurrirán en contravención y podrán ser castigados con multas de hasta 200 pesos. Los perros, además, deberán ser llevados con correa, salvo en los espacios reservados para ellos en las plazas. Los paseadores podrán conducir hasta un máximo de ocho animales y tendrán que inscribirse en un registro. Las medidas, que recogen la experiencia de países como Francia, Canadá y Australia, tienen el apoyo de sociedades protectoras de animales y entrarán en vigencia el lunes, aunque las multas recién empezarán a aplicarse luego de un mes de “concientización”.
“La etapa de concientización empieza el lunes que viene –explicó Eduardo Ricciuti, secretario de Medio Ambiente y Espacio Público de la Ciudad de Buenos Aires– e incluirá una intensa campaña, durante 40 días, con personal del gobierno porteño y voluntarios de organizaciones no gubernamentales.” Las medidas fueron consultadas con la Sociedad Protectora de Animales Sarmiento, MAPA, Ojo Avizor y la Fundación Argentina por el Bienestar Animal.
Los voluntarios, además de repartir material informativo, distribuirán gratuitamente correas para perros: el decreto del Gobierno porteño –que lleva el número 1972– establece la obligatoriedad de la correa, salvo en sitios especialmente designados. Además, “en el espacio público los perros no podrán permanecer atados a árboles, monumentos públicos, postes de señalización y mobiliario urbano”.
En cuanto a los paseadores, deberán inscribirse en un registro gratuito y obligatorio –a cargo de la Secretaría de Medio Ambiente y Espacio Público– y recibirán una credencial identificatoria que servirá como documento sanitario. Esto regirá para todo aquel que pasee más de tres perros a la vez, aunque fuesen propios. Y ningún paseador podrá conducir más de ocho animales.
El punto clave es que tanto los paseadores profesionales como los que dueños “deberán proveerse de una escobilla y una bolsa de residuos o cualquier otro elemento apto para la recolección” de la caca.
La etapa de concientización durará 40 días, luego de los cuales se hará sentir el rigor de la ley: “Ya hemos precisado los detalles con los fiscales de la Justicia Contravencional, y habrá 40 inspectores autorizados para recurrir a la fuerza pública cuando detecten infracciones”, advirtió Ricciuti. Las multas irán de 20 a 200 pesos.
El decreto está a tono con criterios que dieron resultado en otros países. El Gobierno de la Ciudad efectuó consultas con especialistas de Francia, Canadá y Australia: “En todos estos países es obligatorio que el tenedor del animal recoja las deyecciones, y también se exige el uso de correas. Y en los tres países la solución incluyó aplicar multas”, señaló Graciela Cohen, jefa de gabinete de la Secretaría de Medio Ambiente.
Las medidas fueron precedidas por una encuesta encargada por esa secretaría: la inmensa mayoría de los 5000 porteños relevados –90 por ciento de los que no tienen perro y 82,8 por ciento de los que sí tienen– opinaron que “es obligación del dueño levantar los excrementos de su perro”, y el 57,3 por ciento aprobó el uso de correa, que también fue auspiciado por las entidades protectoras de animales, a fin de preservar la seguridad de los perros.
Estudios de la Facultad de Agronomía y Veterinaria de la UBA habían detectado, en plazas porteñas, microorganismos procedentes de las deyecciones de perros, capaces de provocar desde enfermedades intestinales hasta –en el caso del toxocara– ceguera por lesiones de retina.
Además, la encuesta que patrocinó la Secretaría de Medio Ambiente porteña dejó abierta una nueva polémica: el 46,9 por ciento de los entrevistados sostuvieron que “deben prohibirse las razas agresivas” de perros, cuyo ejemplo más conocido es el dogo argentino. La prohibición detener ejemplares de razas caninas peligrosas rige ya en Gran Bretaña y en España.

 


 

GREENPEACE CONTRA LOS JAPONESES
Salven a la ballena

Un rompehielos de Greenpeace integrado por activistas de 16 países, entre ellos un argentino, interceptó ayer en el mar Antártico a una flota de barcos japoneses dedicados a la caza de ballenas. Según un comunicado emitido por la agrupación ecologista, la actividad de los barcos no es con fines científicos, como argumenta el gobierno japonés, sino financieros: la venta de la carne de esas ballenas reporta un ingreso de “al menos 28 millones de dólares”.
La acción, de carácter pacífico, fue llevada a cabo por activistas de Argentina, Australia, Canadá, Japón, Estados Unidos, Francia, Alemania, Suecia y Ghana, entre otros países, a bordo del rompehielos “MV Arctic Sunrise”. El barco de los ecologistas interceptó a la flota ballenera en las coordenadas 60 grados sur 46 grados este, en pleno mar Antártico, donde una activista japonesa, Yuko Hirono, reclamó el cese de la casería desde un gomón y por altoparlantes.
De acuerdo con lo denunciado por Greenpeace, durante los últimos años, la Agencia de Pesca de Japón ha brindado ayuda económica a varios países a cambio de su voto pro ballenero en la Comisión Ballenera Internacional (CBI). Al respecto, Milko Schvartzman, coordinador de la Campaña de Ballenas de Greenpeace Argentina, recordó que la CBI “urgió al gobierno del Japón a detener la cacería, ya que no existe justificación para ella”.

 

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