Por Javier Aguirre
El crecimiento de Catupecu Machu
ha sido sostenido y en muchas direcciones. Cuando empezaron, impactaban
por su energía en vivo y su discurso grandilocuente y lleno de
convicción. Nada de eso desapareció ahora, que a partir
de su tercer disco Cuentos decapitados rotan con insistencia en radios
y cadenas de clips. Pero el grupo agregó nuevas búsquedas,
desde la invención de instrumentos musicales hasta las puestas
siempre nuevas y ambiciosas en sus shows en vivo, como lo hicieran el
último invierno cuando presentaron en The Roxy un espectáculo
con sonido cuadrafónico. O como lo harán hoy desde las 21
en su debut en Obras, donde contarán con un escenario múltiple
y una orquesta de cuerdas dirigida y arreglada por el bajista del grupo,
Gabriel Ruiz Díaz. El show será grabado por MTV (será
la primera producción de la señal en la Argentina) para
ser transmitido el 27 de diciembre, y la banda lo editará en DVD.
El trío se completa con el baterista Abril y con el cantante y
guitarrista Fernando Ruiz Díaz, quien en la entrevista con Página/12
destaca que el secreto de su crecimiento está en buscar la
inspiración, ir por más.
¿Llegar a Obras es para Catupecu lo mismo que para cualquier
banda?
Un Obras de Catupecu es distinto. No sé lo que puede pasar,
porque nuestra carga emocional en vivo es enorme. Vamos a hacer un quilombo...
Reformamos todo, hicimos pasarelas que salen hacia adelante y hacia arriba,
una tarima para la orquesta de trece músicos, otro escenario enfrente
en el que Gabriel va a tocar una doble arpa láser de tres metros
de alto que él inventó, corrimos el mangrullo del sonido,
va a haber cambio de escenografías... son semanas de diseño.
Otra cosa: cuando llegué al estadio me pregunté: ¿Por
qué en el suelo de Obras nunca se ve nada? Y estando ahí
me di cuenta: Porque el escenario es muy bajo... ¿A nadie le había
interesado que la gente viera bien? Así que lo subimos, y quizás
de ahora en más todos lo dejen así de alto.
¿Catupecu busca desafíos más grandes que otros
grupos?
Búsquedas. Nosotros buscamos (y encontramos). Yo sé
que todos los artistas dicen lo mismo, pero a veces ves uno que se la
pasa hablando y cuando después escuchás lo que hace decís:
¿Tanto lío por esto? Por eso, más allá de
todo lo que pueda decirse, si alguien quiere saber qué es Catupecu
Machu tiene que ver nuestro show, o poner play en nuestros discos. Yo
no me sorprendo si alguien después de un show viene y me dice que
estuvo buenísimo, porque ya lo sabía, ya lo sentía
así. Me molesta que quede mal si yo, como músico, critico
a otros músicos. Ese lema de entre bomberos no nos pisemos
la manguera... ¡El arte no es un gremio, es espontaneidad,
explosión sin explicación! Si veo a un grupo que me parece
mediocre, lo digo. Y si a mí me dicen mediocre me va a importar
tres carajos, jamás me voy a hacer cargo de eso.
No parece preocuparle mucho el discurso de la modestia, el perfil
bajo...
Muchos tienen miedo, o no se sentirán tan buenos. A mí
nadie me puede decir nada porque yo le puedo contestar: Decime qué
hacés vos con tu vida. Y no estoy hablando sólo de
música. Esa seguridad me la da hacer algo que me encanta y que
me vuela la cabeza. Para mí Catupecu es grosso de verdad, y no
hace falta que llenemos Obras o que vendamos millones de discos para probarlo:
no hay que olvidar que Roxette o Thalía llenan un estadio. Todo
eso es industria, mientras que Catupecu Machu es lo que hacemos de nuestras
vidas. Es una cuestión de personalidad: nosotros somos medio avasallantes.
Nos sale hablar así, nos gusta agitar. Está bien que la
gente se duerma, pero el arte tiene que despertarla. El arte es un despertador,
y el artista tiene que querer ir siempre más alto. No es por cancheros,
ni por pedantes: sabemos que nos vamos a morir, eso es suficiente tragedia.
Así que siempre ponemos más, pero no más de lo queCatupecu
puede poner: más de lo que cualquiera puede poner. Si uno se guía
por los números, hoy hacer Obras es imposible. No hacemos Obras
para juntar plata, ni tampoco como una apuesta o una inversión
a futuro: estamos invirtiendo para que el sábado sea la mejor noche
de nuestra vida.
No resulta fácil encuadrar a Catupecu Machu. El público
heterogéneo que los sigue es una prueba...
No ponemos límites, nos puede escuchar cualquiera. No hace
falta ser cheto, grasa, rollinga, cool, rocker, comerte las eses, pronunciarlas
todas, linda de espíritu, lindo de cuerpo... es un lugar para perderse.
Lo que tiene Catupecu es muy sencillo: es original.
El historial
Catupecu se formó a fines de 1994. En ese entonces, a los
hermanos Fernando y Gabriel Ruiz Díaz los acompañaba
el baterista Marcelo Baraj, que fue reemplazado por Miguel Abril
Sosa en diciembre del año siguiente. En 1997 editaron su
primer disco Dale!, en forma independiente, y al año siguiente
grabaron, en vivo, su segundo álbum A morir!!! Ya eran un
fenómeno del under, y después de haber rechazado varias
ofertas, firmaron con la multinacional EMI. A fines de 2000 editaron
su tercer disco Cuentos decapitados, que también fue grabado
en su propio estudio.
|
LOLIBRIDO,
UN FESTIVAL POETICO EN EL SAN MARTIN
Resistir la crisis con palabras
Las palabras volverán
al ataque hoy en el San Martín (20 hs, Sala D) con el autodenominado
Festival de la palabra poética que tiene un nombre
artístico: Lolíbrido. Es una conjunción de
líbido, híbrido, libro y lodo, explica Osvaldo Vigna
a Página/12, uno de los mentores, que pertenece a Proyecto Esquizodelia.
Lolíbrido contará con la participación de La Grieta,
que hará su show de poesía musical con saxo y trombón
junto a onomatopeyas y cacofonías y Fiche (Adrián Figueroa)
quien pretenderá leer su poesía desnuda frente
al público, si es que lo dejan. Nuestra idea es resistir
la situación de crisis desde el hacer, dice Vigna.
Sin embargo, eso de usar el arte como una forma de decir ¡Basta!
no es nueva, ni aún en ellos mismos. Muchos de los que subirán
a las tablas rondaron, de modos diversos, la estética del grupo
Verbonautas, integrado además de Vigna por Gabriel
Coullery (hoy fallecido), Eduardo Nocera (que cumplió con su sueño
televisivo en El Bar) y Palo Pandolfo, entre otros. El grupo
de poetas existió desde 1995 hasta principios de 2000. Tras editar
su libro, se dispersaron. En sus buenas épocas de guerrilla
poética llegaron a tener un Comando Literario que interceptaba
personas para hacerles escuchar una poesía. Quienes harán
Lolíbrido vienen tratando de estirar los límites de la palabra
a otros mundos, realizando piquetes porno y stripteases
poéticos de varones. Esta especie de sociedad de poetas vivos
detesta los pruritos de ciertos sectores de la Cultura con mayúscula
que teniendo una Casa de la Poesía no abren el espacio y lo mantienen
en el acartonamiento. En este contexto de guerra contra el terrorismo,
donde la lucha es del mal contra el mal (Bush contra Bin Laden)
y del mal contra nosotros los buenos, la respuesta que enalo que llamamos
La vanguardia amable, que realiza performances y fiestas como La
Bimestral, en Entre Ríos al 1000. Mucha gente se pregunta
quiénes somos, por qué hacemos las cosas, qué queremos,
se ríe el autor, que dice querer que sus palabras refloten
en la mente de quienes las escuchan.
|