Por Julio Nudler
La del corralito bancario
es una solución de patas cortas. Con él no hay más
remedio que la actividad económica siga cayendo y permanezcamos
en un círculo vicioso que en algún momento estallará.
No habrá día 91 ni nada porque se provocó tal desconfianza
en el público que de este atolladero es imposible salir,
afirma Gabriel Rubinstein, mentor de la consultora Econline. Según
él, para ser viable, cualquier política necesita tener
un horizonte de reactivación y crecimiento, y esto no se logrará
mientras estén amenazados los depósitos, exista incertidumbre
sobre el peso y esté todo maniatado con controles financieros y
cambiarios. No sólo no hay inversión, sino que todos quieren
desinvertir y hasta temen consumir.
¿Entonces?
Es necesario terminar con todo esto, salir del corralito convertible.
No sé si podrá hacerlo este Gobierno, por la ineptitud que
mostró, aunque tal vez lo consiga si arma ciertos consensos. Pero
debe tomar una decisión. O se inclina por los esquemas de pesificación,
devaluación, licuación de activos y pasivos, masacre de
depositantes, que tienen su lógica pero también graves consecuencias
a corto y largo plazo, porque sería una gran estafa a todos los
ahorristas y a todos los tenedores de circulante, o hace otra cosa.
¿Por ejemplo?
Una vez que nos han metido en el corralito, para salir de él
sería aconsejable facilitar la offshoreización de la actividad
bancaria, hacer a gran escala lo que ya existe a escala menor.
O sea, convertir a los bancos en extraterritoriales, como si fueran
embajadas. Uno hasta podría pedir asilo en un banco...
¿Los bancos por qué no abren? Porque tienen miedo
de que les quieran retirar los depósitos, y ellos no tienen con
qué pagar porque no pueden recuperar los créditos. El problema
más importante de toda fuga de capitales es la desfinanciación
de la economía.
¿Usted qué propone?
Dejar que los depositantes, obrando con libertad, coloquen sus depósitos
afuera. Que en vez de depositar en el Citibank Buenos Aires lo hagan si
quieren en el Citi New York, y que a su vez el Citi le preste a Molinos,
Telefónica, una pyme o un particular desde Nueva York, saliendo
de la ley argentina. De esa manera se acabaría el miedo del depositante
a que le confisquen el depósito, quitándole la amenaza del
Estado argentino, que se convirtió en una pesadilla para todos.
Al mismo tiempo, esto permitiría que las empresas siguieran financiándose,
sólo que en vez de deberle a Citibank Argentina le deberán
a Citibank New York.
¿Pero éste por qué va a prestarle a una empresa
de la Argentina? Probablemente prefiera financiar a compañías
belgas o irlandesas...
Porque ya le dio el préstamo. No es que se lo obligue a dar
nuevos créditos. Ese banco ya tiene en su balance al deudor argentino.
Pero en lugar de tenerlo anotado en el activo de su sucursal argentina,
pasará a tenerlo en Estados Unidos. Esto es también más
seguro para Citibank, porque ya no deberá temer que el Gobierno
argentino le desdolarice la deuda de su cliente. Y la empresa argentina
pasará a deber en dólares verdaderos, y en Nueva York, bajo
ley estadounidense.
¿No hablaba de reactivar y crecer? Eso implica nuevos créditos,
no simplemente desterritorializar el stock de préstamos vigentes.
Lo que propongo es una condición para eliminar las restricciones
bancarias. Así como la dolarización es necesaria para eliminar
el riesgo de devaluación y tranquilizar a la gente, habiendo hecho
la gran macana de impedir el retiro de depósitos ya no es posible
levantar las restricciones porque la gente querrá llevarse toda
la plata. La conducta más normal de un rehén es salir corriendo
si le abren la puerta. Por eso dolarizar ya no basta para calmar a la
gente.
De hecho, ya antes de esto caían los depósitos en
dólares.Ahora eliminar el corralito provocaría el
cierre de los bancos, porque no tendrían con qué responder.
Que el secuestrador guarde el revólver no le quita al rehén
las ganas de huir.
La secuencia que usted propone es dolarizar y offshoreizar.
Si bien suena a extranjerización, en la práctica le
permitiría a los argentinos sentirse más seguros.
¿Cuáles serían las tasas de interés?
Las tasas libres de mercado. Cuando se le da a la gente total libertad,
hace lo que le resulta más práctico. En 1991, cuando empezó
la Convertibilidad, pudo haber cambiado todos los pesos por dólares,
pero no lo hizo. Ahora, en el primer momento muchos transferirán
sus plazos fijos a Uruguay u otro lado. Pero luego, cuando vean que todo
se normaliza, querrán ahorrarse comisiones y molestias, y en vez
de dejar su plata en Galicia o Bánex Uruguay la retornarán
a Buenos Aires, si total en cualquier momento pueden volver a mandarla
afuera. Así que lo más probable es una offshoreización
sólo parcial.
¿Esto no favorecería a los bancos internacionales
que operan en la Argentina, y terminaría de hundir a la banca nacional,
privada y pública?
La extranjerización con concentración ya ha venido
dándose. No sería algo nuevo. Pero en realidad cualquier
banco argentino puede tener su offshore, y muchos la tienen, incluidos
los oficiales. En todo caso, tendrá que haber mecanismos, como
ocurrió durante el Tequila, para que un banco extranjero pueda
comprar temporaria o definitivamente la cartera de una entidad
argentina que pierda depósitos. Este pasaje de fondos hacia los
extranjeros ya ocurría y ha seguido ocurriendo con la transferencia
electrónica. Pero cuando la gente perciba que el sistema bancario
ya no peligra, volverá a operar como antes con sus bancos locales.
¿Existirán éstos para cuando llegue ese momento?
¿Por qué no? Será cuestión de que los
bancos argentinos que todavía no tienen una offshore la abran en
Montevideo o Caimán, o hagan algún acuerdo con un banco
del exterior.
Se supone que, colocado afuera, el plazo fijo no rendirá
lo que acá sino 1,5 o 2 por ciento anual, con suerte.
No le quepa ninguna duda de que si a los que tienen su dinero atrapado
en los bancos se les abrieran hoy las compuertas, se sentirían
felices de depositarla en Caimán y recibir 1 por ciento al año
con tal de salvarse. ¡Si pagan 10, 15 o 20 por ciento con tal de
tener dólares billete!
Legalmente, la Argentina dejaría de tener un sistema bancario...
La offshoreización sería voluntaria, y puede suponerse
que el sistema quedaría reducido a la mitad. La alternativa a eso
es abrir los bancos como estamos y que no quede nada, o seguir con el
congelamiento y sus terribles consecuencias. El costo para el país
será tener cien bancarios menos, contra cien bancarios más
en el resto del mundo, o doscientos o mil. No es un tema macroeconómicamente
relevante.
¿La offshoreización no destruiría la poca ligazón
que aún existe entre la banca y el sistema productivo argentino?
No, porque si al HSBC se le dan los depósitos en Londres
pero su cartera crediticia está otorgada en la Argentina, tendrá
un descalce que no va a aceptar. Adeudaría plazos fijos en dólares
verdaderos, pero le deberían en argendólares, que en cualquier
momento se los licuan. Por ende, el HSBC exigirá que le deban dólares
estadounidenses. En tal caso, el banco no se descalza y no tendrá
por qué exigir que las empresas argentinas le cancelen los créditos.
Pero esas empresas, deban en la moneda que sea, seguirán
siendo riesgo argentino.
Por supuesto, pero es un riesgo que el banco ya asumió.
Volvemos a lo mismo. La pregunta es por nuevos créditos,
los que se necesitan para crecer.
Para el futuro lo único que cabe es esperar que suban los
depósitos por el regreso de capitales fugados. No hay otra magia.
¿Pero adónde volverían, a las offshore?
Eso será en el momento cero, pero después, pasado
el pánico, los dólares del colchón, la caja de seguridad
o de afuera volverán a los bancos locales y habrá financiación
fresca. Y si no retorna nada, por lo menos no fugará más.
Este Muro de Berlín tiene los días contados. Hay que derribarlo
para que la economía vuelva a funcionar. De todos modos, que la
gente confíe en la moneda y en los bancos es condición necesaria
pero no suficiente, porque hay que hacer más cosas. Pero sin confianza
no volverán los depósitos.
Si bancos extranjeros estuvieron sembrando rumores inquietantes
sobre bancos argentinos para tumbarlos, puede inferirse que aprovecharían
la offshoreización para darles el golpe de gracia.
Es posible que la gente quiera salir totalmente del corral argentino,
y que no confíe en los bancos locales porque compraron muchos títulos
públicos nacionales o les prestaron mucho a las provincias. Si
es así no hay forma de evitarlo. A lo sumo se puede paliar por
un tiempo con asistencia del Banco Central, o vía Banco Nación
con call.
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