Por Raúl
Kollmann
En una Argentina en la que
nueve de cada diez personas piensa que la situación es mala o muy
mala, una gran mayoría sigue respaldando la convertibilidad y son
minoría los que se inclinan por la dolarización y menos
aún por la devaluación. Muy pocos son los que tienen una
opinión positiva sobre la gestión del presidente De la Rúa,
aunque lo ven levemente mejor que hace un mes. La mitad de los argentinos
cree que el país se encamina al default y que el panorama económico
va a empeorar.
Las conclusiones surgen de una encuesta nacional realizada por la consultora
Ibope OPSM y denominada Monitor de Tendencias Económicas y Sociales.
Es un testeo que se realiza semanalmente para un grupo de empresarios
y que conduce Enrique Zuleta Puceiro, consultor que ha trabajado para
candidatos de la Alianza, el radicalismo y partidos provinciales. En total,
se encuestaron 1200 personas en 56 localidades de todo el país,
respetándose la proporción por regiones, edad, sexo y nivel
económico-social.
Prácticamente todos los consultores reconocen que la gente vive
uno de los peores momentos, primando la incertidumbre y enormes dudas
sobre cómo resolver los problemas cotidianos, qué sucederá
con los ahorros o los créditos. Esto, como es obvio, se traduce
en que nueve de cada diez personas evalúa como mala o muy mala
la situación actual. En ese marco se evalúa la actuación
del Gobierno.
Para Zuleta, el Presidente y el Gobierno haciendo algo, tomando
decisiones, reconstruyen un piso de adhesiones que, a diferencia de los
anteriores, todavía es muy bajo porque se percibía que hacía
poco o nada. Cuando el Presidente toma una alternativa, hay gente que
lo ve bien. Incluso habría que sumar a los que opinan regular del
Gobierno, porque eso no es poco en la actual situación. El gobierno
ha sumado a la dificultad de pisar los depósitos, la bancarización.
Son dos crisis: obligarle a la gente a moverse con los bancos y paralelamente
tocarle los depósitos. Ni la bancarización ni la restricción
de los 250 pesos por semana tienen antecedentes en el mundo. A esto habría
que agregarle que a la gente ni siquiera le queda claro hacia adonde va
todo esto, porque no cree que se recaude más y percibe fundamentalmente
la recesión y la falta de trabajo.
Tampoco le gusta una concertación en la que se reúnan sólo
radicales y el peronistas, al estilo de la que comenzó el jueves
con la visita de Menem a la Casa Rosada. Eso tiene un rechazo del 85 o
el 95 por ciento.
Los dilemas de la hora tienen que ver también con la dolarización,
la devaluación y la convertibilidad. Como se ha demostrado a través
de los últimos años, la devaluación sigue siendo
un cuco para la gente: tiene créditos en dólares, cree que
se viene la hiperinflación y por lo tanto es una de las alternativas
más rechazadas. Otros consultores han apretado más
a los encuestadores formulándole preguntas al estilo de ¿usted
estaría dispuesto a respaldar una devaluación si después
viene la reactivación?. Como es obvio, ante esa alternativa,
la gente rechaza menos la devaluación, pero en general es una opción
muy resistida, aunque en menor medida que hace unos años.
Por el contrario, los encuestados no saben muy bien en qué consiste
la dolarización, pero tienen la sensación de que no correrían
tanto riesgo con sus créditos ni con la inflación. La pesificación
.-que en verdad también implica una devaluación.- es muy
poco conocida.
Más allá de una u otra política económica,
lo cierto es que más de la mitad de la población cree que
la Argentina va camino al default y que la economía evolucionará
desfavorablemente en el próximo período. Eso sí,
curiosamente la gente le echa la culpa a los políticos y no a los
economistas por la actual situación: el 70 por ciento opinó
que estamos ante una crisis política que afecta a la economía
y no una crisis económica que afecta a la política.
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