Por Pedro Lipcovich
Pero, doctor, le juro
que siempre cumplí la dieta... ¡Mentira: en diciembre
de 1999 usted se comió una tremenda parrillada! Tengo las pruebas.
El doctor tiene las pruebas porque la grasa acumulada en el cuerpo guarda
testimonios quizá no a nivel de parrillada, pero sí
de los llamados ácidos grasos del tipo de alimentación
que la persona tuvo en los últimos dos años. Aprovechando
esta propiedad, un equipo de investigadores de la Universidad Nacional
de La Plata tomó una muestra de personas al azar y constató
que su dieta, la dieta habitual de los argentinos, presenta graves carencias
del ácido graso esencial omega 3 -presente en pescados y algunos
vegetales; los investigadores vinculan este desbalance con la elevada
proporción de enfermedades cardiovasculares en el país.
El estudio fue efectuado por un equipo del Programa de Prevención
del Infarto (Propia) de la Universidad Nacional de La Plata, conducido
por Andrea Debeza y Marcelo Tavella, titular del Programa. Buscábamos
una prueba objetiva de qué tipo de grasa comemos en la Argentina,
ya que, en las encuestas sobre hábitos alimentarios, la gente puede
equivocarse u olvidarse de lo que en realidad comió, resume
Tavella. Los investigadores trabajaron con 25 personas de ambos sexos
que concurrían al Servicio de Hemodinamia del Hospital San Juan
de Dios de La Plata para hacerse estudios que requerían la introducción
de un catéter en el pliegue del codo: El tajito que se hace
para poner el catéter lo aprovechamos para extraer unas bolitas
de grasa: hay correlación entre el tejido del pliegue del codo
y el del abdomen que, al ser de recambio lento, expresa el consumo graso
en los últimos dos años; esto vale para todas las personas,
salvo las que hayan descendido de peso más del 30 por ciento, lo
cual es improbable.
Al analizar las muestras, se encontró un desbalance en la
relación omega 6-omega 3, lo cual es típico de los países
con mucha mortalidad por aterosclerosis, destacó Tavella.
Los ácidos grasos omega 6 se encuentran en aceites como el de girasol.
Este último es el más consumido en la Argentina, que por
lo demás es el primer exportador de girasol en el mundo. Este aceite
no es malo en sí mismo, pero la relación entre omega
6 y omega 3 debe ser de 10 a 1 o menor precisó el titular
del Programa de Prevención del Infarto: en países
con mayor mortalidad por enfermedades cardiovasculares, se constata que
esta relación es de 20 o 30 a 1, mientras que en países
como Japón, con baja incidencia de estas enfermedades y alto consumo
de pescado, la proporción es de 5 a 1. El tejido adiposo
de los japoneses incluye hasta un 5 por ciento de omega 3.
En los argentinos, en cambio, directamente no fueron detectados
los ácidos grasos de la familia omega 3, lo cual indica el bajísimo
consumo de pescado de mar. Los omega 3 son ácidos grasos
esenciales: el organismo no es capaz de fabricarlos y debe
incorporarlos con la dieta. Constatar su ausencia en la alimentación
haría posible decidir y generar políticas sanitarias
que orienten hacia el consumo de estos aceites.
En rigor, no hacen falta cantidades muy grandes de omega 3 en la
dieta para lograr acumulaciones significativas en el organismo: consumir
pescado de mar, por ejemplo merluza, un par de veces por semana, ya tiene
efectos preventivos sobre enfermedades cardiovasculares, advierte
Tavella. Si se trata de elegir, el salmón tiene cantidades apreciables
de omega 3 1,01 miligramos por cada 100 gramos de pescado.
En realidad, la sardina enlatada tiene más 1,48 de omega
3, pero sucede que también tiene bastante colesterol malo,
mientras que el salmón tiene muy poco. El atún, en cambio,
fresco o enlatado, también tiene este ácido graso, aunque
menos 0,12, y tiene poco colesterol. La idea de la gente del
Propia es que no importa tanto qué pescado sea, basta que sea de
mar, fresco oenlatado: Por ejemplo, el jurel, un pescado croto que
llega enlatado de Chile, tiene mucho omega 3 y es muy barato, comenta
el especialista. También el calamar es fuente importante de este
ácido graso.
En cuanto a los aceites de cocina, tiene omega 3 el de canola, que es
muy poco difundido en la Argentina: Una sola empresa lo produce
y es difícil de conseguir, salvo en algunos supermercados; es mucho
más barato que el de oliva y es muy liviano, por lo cual no conviene
usarlo para freír, explicó Tavella.
También hay omega 3 en las semillas de lino que se venden en comercios
naturistas. Y una fuente interesante son las nueces. Además, dentro
de un par de meses se prevé la inauguración de la primera
fábrica de aceite de calamar en la Argentina: producirá
un aceite desodorizado, apto para ensaladas y comidas aunque no para freír.
En la conclusión de su trabajo, los investigadores proponen continuar
estudiando, con esta metodología, otras poblaciones de nuestro
país. Con esta información estaremos en condiciones de determinar
la verdadera relación entre los hábitos alimentarios y la
morbimortalidad cardiovascular en la Argentina.
El pescado y la depresión
Por P.L.
Comete el pescadito y se te va a pasar la depre, dice
el seductor callejero y tiene razón. Un estudio epidemiológico
señaló que, en las regiones donde es mayor el consumo
de pescado, son menores los índices de depresiones mayores.
Otra investigación encontró que uno de los ingredientes
del ácido graso omega 3 está disminuido en los glóbulos
rojos de los pacientes con depresión mayor. Y un estudio
reciente, con un pequeño número de personas con trastornos
maníaco-depresivos, indicó que la ingestión
de omega 3 previene recaídas, especialmente en la depresión.
|
|