Por Manuel Cemois
Desde París
El filósofo francés
Paul Lefort anotó que siempre que hay un salto cualitativo
en el uso de la violencia hay alguien dispuesto a superarlo. La
frase cabe perfectamente como definición de la situación
derivada de los atentados del 11 de setiembre. A un atentado inédito
le siguió una guerra no menos cruenta y a ambos hechos se les sumaron
al final un claro salto cualitativo hacia una renovada dimensión
del armamento. ¿Hay entonces un mundo nuevo? Al día y a
la semana siguiente de los atentados en Nueva York y Washington, muchos
diarios y semanarios eligieron titulares bastante similares. El más
común de ellos fue escribir, como Página/12 y el Times,
Un mundo nuevo. Para muchos analistas, la caída de
las dos torres del World Trade Center y la destrucción de un ala
del Pentágono representaban el nacimiento de una nueva era.
En una suerte de mea culpa universal, políticos y politólogos
prometieron que todo cambiaría. Reducido a su más pura expresión
cronológica, el conflicto en Afganistán se inició
el pasado 11 de setiembre con los primeros atentados de gran envergadura
que el terrorismo de origen islámico perpetró en territorio
norteamericano. Con el telón de fondo de un puñado de imágenes
trágicas dignas de las más espectaculares producciones del
cine estadounidense, más de 3000 personas perdieron la vida en
las torres del World Trade Center, el Pentágono y el avión
que cayó misteriosamente a tierra. Estados Unidos y el mundo se
despertaron al unísono con una inédita herida en el corazón.
Si el planeta entero repudió el acto, muchos dirigentes occidentales
y agudos analistas políticos vieron en el acto suicida algo más
que un atentado terrorista: la acción de los comandos eran la expresión
de la profunda desesperanza en la que estaban sumidas desde hace décadas
las sociedades del mundo musulmán. Pero antes de subsanar ese mal
había que cortar la raíz del crimen y el presidente norteamericano
George Bush se encargó de ello. Exactamente 10 años después
de que su padre lanzara contra Irak la operación Tempestad
del desierto, Bush hijo lanzó su propia operación
internacional. El enemigo designado fue el millonario saudí Osama
bin Laden, su red terrorista Al-Qaida y todos aquellos países que
le dieran protección. Todos fueron uno: Afganistán, el país
gobernado por un grupo de enturbantados que hacían una interpretación
arcaica del Islam y que albergaba en sus montañas a Bin Laden y
sus lugartenientes. A diferencia de la Guerra del Golfo, los norteamericanos
no contaron con el apoyo de una extensa coalición internacional.
Sólo el aliado histórico de Washington, el Reino Unido,
puso sus aviones y sus tropas al servicio de lo que se llamó la
guerra contra el terror.
Armados con el mandato de la legítima defensa frente
a un ataque tan atroz como el de las torres de Manhattan, Estados Unidos
empezó sus bombardeos en Afganistán el 7 de octubre mediante
una serie de ataques definidos contra las instalaciones militares
de los talibanes y las bases de la red Al-Qaida. Las fuerzas opositoras
afganas de la Alianza del Norte se apoyaron en esos bombardeos para tomar
el control de Mazar-iSharif, Kabul, Herat, Jalalabad y Kunduz. En contra
de lo que los estrategas habían anunciado, los talibanes ofrecieron
una resistencia por demás opaca. En cuanto cayó la ciudad
de Mazar-i-Sharif, el resto de los núcleos urbanos se derrumbó
como soplado por un ciclón. Salvo dos excepciones notables, sucesivamente,
las ciudades fueron entregadas por los talibanes a los nuevos
amos de Afganistán. Kunduz fue defendida a muerte por los combatientes
extranjeros que se sumaron a los talibanes y por algunos elementos de
la red de Bin Laden. Hubo que esperar hasta elpasado 6 de diciembre para
que Kandahar, la capital simbólica de la milicia fundamentalista,
se rindiera. Así, para Estados Unidos, en menos de dos meses el
tema afgano quedó resuelto. Con todo, uno de los objetivos centrales
aún no fue alcanzado: al igual que el molá Omar, Osama bin
Laden sigue libre. Al cabo de 66 días de bombardeos, EE.UU. aplastó
la fuerza política y militar de los talibán, destruyó
los campos de entrenamiento de Al-Qaida y está operando con aviones
B52 en las grutas de Tora Bora, donde se suponía que se encontraba
Bin Laden. Como último punto de una cronología que llegó
a su fin antes de lo previsto cabe resaltar la implicación de la
ONU en la fase pacífica del conflicto, entiéndase,
en la búsqueda de una salida política a la crisis afgana.
Esta fue parcialmente encontrada la víspera de la capitulación
de Kandahar cuando, reunidas en Bonn, Alemania, las delegaciones afganas
se pusieron de acuerdo sobre el nombramiento de un gobierno interino encargado
de conducir al país hacia la democracia y la paz.
¿Bin Laden, mito o realidad?, se preguntan hoy algunos analistas
cuando constatan su total ausencia de respuesta durante el conflicto afgano.
¿Que ha cambiado entonces? ¿Dónde están los
signos del cambio? En esta entrevista con Página/12, el politólogo
francés Jean Jacques Kourliandsky esboza el panorama de las transformaciones.
Socialista, consejero en cuestiones internacionales en la Asamblea Nacional
y miembro del prestigioso IRIS, Instituto de Relaciones Internacionales
y Estratégicas, Jean Jacques Kourliandsky arguye que, más
que al mundo en si mismo, el cambio más fundamental afectó
la mirada que los norteamericanos tenían de ese mundo que tanto
dominan.
Tres meses después de los atentados en Estados Unidos, ¿qué
ha cambiado realmente en el mundo?
¿Cambiar...? Bueno, fue un atentado horrendo que dejó
más de 3000 víctimas y no 5000 como se dijo. En realidad,
lo que ha cambiado es la percepción que los Estados Unidos tienen
del mundo exterior. Desde la guerra de Independencia es la primera vez
que EE.UU. tiene que enfrentar una agresión terrorista en su propio
territorio. En este sentido, sí puede decirse que el cambio se
produjo en la percepción norteamericana del mundo exterior. Antes
los atentados tenían lugar en otras áreas geográficas.
El terrorismo es algo que EE.UU. recién descubrió el pasado
11 de septiembre pero que, sin embargo, Europa viene padeciendo desde
hace mucho. Ese terrorismo tiene muchas formas: está el terrorismo
local como en Irlanda del Norte o el terrorismo vasco en España,
el terrorismo de ultraizquierda como en Alemania e Italia y también
el terrorismo oriundo de Medio Oriente. Lo nuevo está entonces
en el descubrimiento de que, después de la Guerra Fría,
en donde el armamento sofisticado y las bombas atómicas tenían
un papel fundamental protegiendo el núcleo central de cada bloque,
en la nueva situación internacional se pueden tener las armas más
sofisticadas del mundo pero no por ello se está protegido contra
un ataque hecho con una metodología muy sencilla, arcaica, con
un saldo de muertos más elevado que en una guerra clásica.
A mi juicio lo importante es que, si se quiere sacar una lección
de lo ocurrido el 11 de setiembre, es sobre todo la percepción
del nuevo tiempo que estamos viviendo después de la Guerra Fría
que se tiene hoy en Estados Unidos. También hay que destacar que
ahora muchos gobiernos están intentando instrumentalizar la cruzada
en contra del terrorismo internacional para arreglar situaciones internas.
El gobierno chino contra las protestas de las minorías étnicas,
el gobierno español en contra de ETA y lo mismo ocurre con otros
gobiernos en el mundo. A través de esta cruzada contra el terrorismo
islámico todos intentan arreglar algunas cuentas pendientes internas.
¿Y en el seno de los países europeos no hay acaso
una lectura distinta de la realidad luego del 11 de setiembre? Los
países europeos deben tomar en cuenta las reacciones de Estados
Unidos. Lo más llamativo es que, a diferencia de lo que ocurrió
en el 91 con la Guerra del Golfo, en este caso Estados Unidos actuó
casi solo, con el apoyo preferencial de un país europeo, es decir,
Gran Bretaña. De alguna manera se intentó presionar a EE.UU.
y a Inglaterra para volver a una actuación que pudiese inscribirse
en el marco de una acción colectiva internacional de las Naciones
Unidas.
Asia Central parece ser la región que más cambios
conoció tras los atentados. Las relaciones de fuerza se modificaron
en Pakistán mientras que en Afganistán los talibanes ya
no están más.
Habrá que matizar un poco. Todo el mundo sabe que en Kandahar
hay algunos grupos que ahora controlan la antigua capital de los talibanes
y que en realidad lo único que hicieron fue cambiar de campo. Pasaron
de un grupo al otro pero son los mismos. Fue una guerra que tuvo un desarrollo
muy especial: hubo fuertes bombardeos norteamericanos, combates terrestres
y también negociaciones entre jefes tradicionales de tribus afganas.
Pero los europeos tampoco miran el mundo igual que antes. ¿En
qué cambió la mirada estratégica del mundo?
No sé si usted leyó el artículo publicado por
el Secretario mexicano de Relaciones exteriores donde éste decía
que lo fundamental está en que los otros países del mundo
tienen que tomar en cuenta la nueva visión que los Estados Unidos
tienen de si mismos, es decir, la nueva debilidad que descubrieron a través
de los atentados y tras la victoria frente a la super potencia que fue
la ex URSS. En Estados Unidos esto produce una reacción de gran
violencia que los países europeos intentan canalizar en una acción
racional dentro de la ONU.
Para usted, el gesto del comando que actuó el 11 de setiembre,
¿traducía la desesperanza o fue un mero acto suicida sin
lectura política?
Ese es un debate eterno. Saber si los terroristas son delincuentes
o si son políticos. La metodología que usan los delincuentes
que son terroristas parece que tiene que ver más con un problema
psicológico que con la política. No se pueden entender actos
desesperados como los del 11 de setiembre.
Claves
Ayer se estrechó
el cerco sobre los túneles de Tora Bora donde estaría
Osama bin Laden. De hecho, fuerzas especiales norteamericanas ya
habrían entrado en estos túneles, según el
jefe del Pentágono, Donald Rumsfeld. Fueron hallados unos
30 miembros de la organización Al-Qaida muertos y cuatro
fueron detenidos. Serán usados para negociar por radio la
rendición de los demás.
Los bombardeos continuaron
ayer con más intensidad en Tora Bora.
En Kandahar, marines
norteamericanos comenzaron a construir un centro de detención
con capacidad para 300 personas, según un funcionario norteamericano
que pidió el anonimato. Estará destinado a los miembros
capturados de Al-Qaida en Tora Bora.
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LAS
REACCIONES AL VIDEO EN EE.UU. Y EL MUNDO ARABE
Qué ves cuando ves a Bin Laden
Por Michael Ellison
y Ewen Mac Askill
Desde
Nueva York y Londres
La reacción al video
de Osama bin Laden destacó la polarización entre Estados
Unidos y el mundo árabe. Lo neoyorquinos lo vieron como una prueba
incuestionable de culpabilidad mientras que en El Cairo, Beirut y la considerable
población árabe de Londres, la idea fue que el video había
sido manipulado.
En contraste con el sentimiento de Nueva York que se había obtenido
la pieza concluyente de la evidencia, muchos árabes expresaron
inquietud de que el video podría haber sido falsificado por la
administración Bush, aludiendo a la gran cantidad de pausas, tosidos
y partes incomprensibles de la discusión. Algunos árabes
dijeron que el hombre del video era un actor. Hasta los árabes
hostiles hacia Bin Laden cuestionaron la interpretación realizada
en el video por Estados Unidos para intentar probar que él fue
el responsable. Reflejando una generalizada sensación de escepticismo,
Diaa Rashwan, un especialista en movimientos islámicos en
El Cairo, dijo: Por supuesto que está fabricado. En
los bares de Nueva York, no hubo dudas: Es lo que todos esperábamos
encontrar, dijo Graham Stroh, un productor de 26 años para
una agencia de publicaciones: Pero ésta es la primera vez
que este tipo de evidencia ha sido revelada. Antes no me hubiera sorprendido
encontrar que habían otras mentes rectoras detrás de todo
esto. Stroh, detrás de quien se encuentra una copia del diario
New York Post con el título Emboscados, refiriéndose
a los últimos ataques en Israel, estaba comiendo en la taberna
de Janes, un bar del West Side donde los ataques al World Trade
Center no necesitaron ser contados: uno de sus trabajadores perdió
a la novia el 11 de setiembre; otro, su hermano, perdió a su esposa.
Peter Mengede, un músico de 39 años, va de regreso a su
casa en Brisbane después de 15 años en Nueva York. De
cualquier manera me estaba volviendo dijo. Esto sólo
hace que mi decisión sea más fácil. Si la traducción
fue correcta, es concluyente. El Molá hablándole a Bin Laden
debe haber sido ingenuo. Me sorprendió que ellos parecieran estar
orgullosos y disfrutando de toda la situación. Todo lo que mostraron
anteriormente, sin duda por razones de seguridad, fue bastante incompleto.
Esto le da carta blanca a Bush para todo lo que quiera: recorte de impuestos,
proyectos de misiles, reducción de protección del medio
ambiente. Una maestra de 40 años que no quiso dar su nombre
dijo: Bin Laden no tiene alma, no tiene corazón. Temo otro
ataque en Nueva York. Esto crea más tensión. Luca
Rostango, un diseñador de 58 años, cree que el video podría
convencer a cualquiera que haya tenido dudas sobre si Bin Laden fue el
autor de los ataques que causaron la muerte de más de 3000 personas
en el bajo Manhattan. Alguien debe haber tenido dudas, pero ahora
sabemos que este sujeto estuvo detrás de todo este asunto,
dijo.
El video también fue mostrado en Medio Oriente en la cadena de
noticias CNN y en la estación en árabe al-Jazeera. La impresión
era que Bin Laden alabó a los ataques, pero no prueba de
que haya sido el responsable de los atentados. Un embajador árabe
en Londres miró el video, esforzándose para escuchar el
árabe e intentando leer los labios de Bin Laden. Dijo que podría
haber matices que aparentemente no aparecerían en la traducción
al inglés. No estaba seguro si en lo que había visto, Bin
Laden admitía ser el autor de los ataques o sólo los estaba
comentando. El embajador dijo que creía que el video sería
mal visto por la mayoría de los árabes: Si él
se jacta de las muertes de las personas, la mayoría de ellos lo
condenarán. De todas maneras nunca tuvo mucho respaldo entre los
árabes.
Traducción: Manuel Irurzun
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