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Chicanas y obstáculos en el camino a la identidad

La juez Servini de Cubría procesó a una pareja sospechada de apropiarse de un bebé en 1977. El caso ya lleva diez años de bloqueos, recusaciones, negativas a hacerse análisis y papeles falsos.

Por Victoria Ginzberg

Hace más de diez años que la Justicia intenta establecer si un joven que fue criado –y anotado como propio– por una familia de Chacabuco es hijo de desaparecidos. La jueza María Servini de Cubría ordenó que se realizara el estudio de ADN pero la medida fue impedida con maniobras que incluyeron una querella por injurias al Banco Nacional de Datos Genéticos y otra a uno de los secretarios de Servini de Cubría. Ahora, la causa volvió a estancarse, ya que la jueza decidió citar como acusados y procesar a los posibles apropiadores pero el abogado defensor recusó a la magistrada.
Esta causa comenzó en 1987 y se reactivó hace unos años cuando una joven se acercó a Abuelas de Plaza de Mayo en busca de su identidad y relató una historia que le habían contado. Narró que una madrugada del año 1977, en un cruce de caminos, se estacionó un camión militar y un hombre que ocultaba su rostro con una bufanda, entregó cinco bebés a las personas que lo esperaban en el lugar. La joven que se acercó a Abuelas creía que ella era una de los bebés, y que podría ser hija de desaparecidos. Los datos de esta narración se correspondían con los de la causa en la que están imputados Norberto y Cristina Gargaglione, de Chacabuco, quienes podrían tener otro de los niños entregados aquella madrugada.
Cuando Servini ordenó la realización del examen genético del joven que fue anotado como hijo de los Gargaglione, el abogado defensor de la pareja, Martín Sanguinetti, nombró una perito que criticó la forma en que se hacen los estudios de ADN en el Banco Nacional de Datos Genéticos que funciona en el Hospital Durand. El Banco, dirigido por Ana María Di Lonardo, se creó en 1984 y fue regulado por ley en 1987. Allí se concentran los estudios genéticos sobre los hijos de desaparecidos y su tarea es reconocida internacionalmente. La perito nombrada por Sanguinetti indicó que el examen debía hacerse de una forma diferente a la habitual. A pedido de la jueza María Servini de Cubría, la entidad respondió con un escrito lleno de precisiones científicas en el que aseguraba que la técnica propuesta por la perito de parte era antigua y que a su entender se trataba de un “pedido dilatorio”. Luego de estos hechos, Sanguinetti reclamó copia certificada de las actuaciones para presentar una denuncia por “calumnias” contra el Banco Nacional de Datos Genéticos.
El abogado inició también otra querella, esta vez por “amenazas” contra el secretario ad hoc para casos de niños desaparecidos de Servini de Cubría, Ricardo Parodi. Según la denuncia, el funcionario habría increpado a Gargaglione en un pasillo. Pero cuando Sanguinetti hizo la presentación, en el lugar del damnificado se señaló NN. Parodi se apartó del expediente, aunque fue sobreseído definitivamente de la acusación que le hizo el abogado defensor.
Hace un mes, la jueza accedió al pedido de la abogada de Abuelas de Plaza de Mayo, Alcira Ríos, y decidió citar como acusados y procesar a los Gargaglione. Además, en una polémica resolución, la magistrada estimó que el joven que se rehusó a realizarse los análisis genéticos podría ser acusado de “desobediencia”.
Aunque los análisis genéticos no se realizaron aún, en el caso hay muchos puntos oscuros. Por ejemplo, la pareja imputada presentó un acta que atestigua que su hijo habría nacido en la Clínica Chacabuco e investigadores de la causa aseguraron que de las diligencias judiciales surge que esa clínica no está registrada ni tiene libros de parto o internaciones. Por lo tanto, las hipótesis son: el niño nació en ese lugar de forma clandestina o el parto se produjo en otro lugar y se falsificó el documento.
Para trabar la realización del análisis genético los Gargaglione decidieron tramitar la emancipación del menor. El escribano que realizó esta diligencia, Hugo Gargaglione –no tiene parentesco con los supuestosapropiadores– declaró ante la Justicia que “la señora Cristina tenía imposibilidad de procrear y que todos sus hijos son adoptados”.
Ante el llamado a indagatoria, Sanguinetti recusó a la jueza por segunda vez y la acusó de no cumplir con el “debido proceso” y de haber “perdido todo tipo de imparcialidad”. “Si todos los acusados pudieran apartar a los jueces cuando son citados, nunca se podría hacer justicia”, afirmó Ríos ante una consulta de este diario. El juez Claudio Bonadío debe ahora resolver si Servini sigue a cargo del caso.

 

 

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