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ERNESTO JAURETCHE HABLA DE SU EXHAUSTIVO DOCUMENTAL SOBRE SU TIO ARTURO
“Es necesario volver a las ideas de Jauretche”

El sobrino de Don Arturo es el autor, junto a Gerardo Vallejos, de �Patria, pan y poder al pueblo�, un film que examina a fondo a una figura central para comprender la historia reciente de la Argentina. El film, abundante en material inédito, se estrenará en mayo de 2002.

Por Cristian Vitale

El momento es clave para reinstalar el debate sobre la Nación. Pensando en esto, Ernesto Jauretche ideó y puso en práctica la realización de un documental, cuyo objetivo es el de recuperar precisamente la figura de su tío Arturo, un personaje capital para comprender la historia argentina del siglo XX. Jauretche sobrino, escritor y militante peronista desde 1955, rescata la figura del autor de Los profetas del odio (1957) y El medio pelo en la sociedad argentina (1966), entre otras obras, yendo más allá del sublime escritor que fue Don Arturo. Ernesto indaga en el Jauretche anarquista adolescente de los años ‘20, el Jauretche activista de Forja y también en el Jauretche director del Banco Provincia durante el primer peronismo. “Mi tío no sólo fue escritor, también fue funcionario y guerrillero. En la Revolución de Paso de los Libres vio morir a sus compañeros y puso bombas. Durante la dictadura de Uriburu, la casa de Homero Manzi, su íntimo amigo, era un cuartel general donde se guardaban armas para resistir la dictadura. La idea de este documental es precisamente encontrar la coherencia en un hombre que siempre pensó que la gran traba de esta Nación estaba en la colonización pedagógica”, grafica.
El documental, que Ernesto codirige con Gerardo Vallejos, estará listo para el 25 de mayo del 2002, cuando se cumplan 28 años de la muerte de Don Arturo. Hoy, el proyecto está en la etapa de registro documental. “Tenemos material nuevo de fotos de Jauretche y su época, y hay material audiovisual nunca registrado. Recibimos mucho apoyo: Sabat nos regaló sus caricaturas, tenemos comics de Inodoro Pereyra, colaboraron Alejandro Dolina, Norberto Galasso, Aníbal Ford, Arturo Peñalillo (editor de los libros de Jauretche), intelectuales nacionales y militantes populares. Todo el mundo quiere tener que ver, porque saben que levantar a Jauretche es levantar una idea que hace falta” se entusiasma Ernesto, que piensa titular el documental con un slogan de Forja: Patria, pan y poder al pueblo.
–¿Cómo sintetizaría el objetivo de este proyecto?
–La idea tiende a conectar el pasado con el futuro. A enganchar un eslabón que una las luchas del pueblo argentino que desarrollaron hasta la dictadura del ‘76 con el proceso de liberación nacional y social que se avecina. Creo que este pueblo aún tiene capacidad para sacarse al liberalismo de encima, pese a la creación de un clima de derrota generado a través de los medios. El objetivo de la desinformación es desprestigiar la política, la única herramienta que tenemos los pobres para cambiar la realidad. Está claro que tenemos la necesidad de recrear la política, pero nuestra enemiga no es ella, sino ciertos políticos traidores que penetran en los partidos mayoritarios para provocar este caos.
–Muchos jóvenes se enteraron de la existencia de Jauretche a través de la canción de Los Piojos “San Jauretche”. En el recital de Atlanta la corearon 30 mil personas...
–Los Piojos van acordes a nuestro objetivo. Ellos expresan la frescura de una juventud que está buscando su camino. Muchas de sus canciones están referidas al mundo del presente, pero también están llenas de utopías y proyectos. Son actores principales de este documental.
–¿Cómo está estructurado temporalmente el documental?
–Hay una primera etapa que muestra al Jauretche rural, el que nace en Lincoln, un mocoso muy curioso que encuentra una gran contradicción entre la pobreza de la vida en el campo y la clase media alta a la que pertenece. Su madre era directora de escuela y su padre, empleado de correo. Pero sus amistades no son las de su clase, sino el paisanito o el hijo del peón. Así aprende desde cazar ranas hasta saber la hora del día por la posición del sol, conocimientos propios de un atorrante que se junta con los pibes de pueblo. Eso le generó una colisión con sus compañeros de colegio. Pero Arturo era un chico prodigio que a los 3 añosleía y los 12 leía a Nietzsche, los filósofos alemanes y casi toda la literatura anarquista de la época. Jauretche tiene una fuerte base anarquista en su formación intelectual, que le dura hasta que llega a Buenos Aires y se encuentra con Homero Manzi.
–Aquí empezaría la segunda parte.
–En la que conoce a Manzi y, a través del hermano mayor de éste, conoce a Hipólito Yrigoyen. El viejo los recibe y, tras algunas charlas, conquista su corazón. Arturo se afilia al radicalismo y realiza la campaña electoral de 1928. La segunda parte del documental es la del Jauretche militante político de partido: su lucha interna en la UCR y la creación de Forja, que se convierte en el faro intelectual de los sectores marginados de una política dominada por conservadores e ingleses corruptos. Jauretche participa en esta resistencia con clara amplitud de criterios. Abelardo Ramos decía de él: “No sólo es el más lúcido de las expresiones de la burguesía nacional, sino la única”. De hecho, está tan vinculado a Gelbard como al movimiento obrero en ascenso. No se le ocurría el socialismo porque, entre otras cosas, el Partido Comunista era muy canalla en esa época. Esta segunda etapa culmina con la victoria de sus ideas en el ‘45, cuando se disuelve Forja y se incorpora al peronismo. Deja la militancia y asume como director del Banco Provincia.
–Alejandro Dolina opina que aquel papel de Jauretche al frente del Banco Provincia es clave para entender que los intelectuales también pueden desarrollar tareas ejecutivas.
–Mi tío desarrolló una tarea rica y creativa por fuera del imperativo partidista, y provocó una revolución financiera que influyó en Miranda, primer ministro de Economía de Perón. Ambos desarrollaron una banca autónoma, capaz de ser motor del crédito. Jauretche fue un importante renovador de la teoría financiera, desde una concepción de país sobre la cual decía que no importaba la técnica en sí, sino al servicio de quien se la pone. El no se identificaba como liberal, ni como dirigista ni socialista. Hizo lo que hacía falta. Utilizó las herramientas que le daba la banca al servicio de un proyecto político. Allí comienza la última parte del documental, que llega hasta 1955, cuando Jauretche ya es un hombre maduro. En 1955, esa experiencia de relación con los peones y de militancia radical, más su papel dentro del peronismo, lo convierten en un escritor lúcido, que reflexiona críticamente sobre la realidad argentina.
–Algo llamativo en su obra es que registra un solo libro antes de 1955, “Paso de los libres” (1933) y recién después de la Revolución del ‘55 comienza a escribir sus obras más importantes...
–Mi tío publicó Paso de los libres –que, dicho sea de paso, tiene el prólogo que Borges niega aduciendo que nunca había tenido amigos peronistas–, porque siente la necesidad de hacerlo, sin ser escritor aún. En 1968, y aquí quería llegar, produce el Manual de zonceras argentinas, que sirve para cerrar el documental con una coherencia de pensamiento fortísima. Este es el eje de todo el pensamiento jauretcheano, que se expresa en esta tercera parte del documental: su lucha contra la colonización pedagógica, que excede su producción como escritor.
–En esa tercera parte se involucra usted como joven militante de la Juventud Peronista, ¿cuál es la recuperación que hace la JP de la herencia del Movimiento Nacional y Popular, aquel de las Montoneras del siglo XIX, los revisionistas, las luchas radicales o la obra solitaria de Marechal?
–La crítica a la historia oficial es esencial a la construcción del pensamiento de la juventud que después se manifiesta en los ‘70, cuya visión de la historia iba en contra de la mitrista-liberal. Al hacer la revisión de la historia, los revisionistas nos dan la posibilidad de legitimar nuestra lucha. Ya no estamos construyendo un país nuevo, sino que es el mismo país que construyeron otros y que la historia oficial niega, miente y oculta. Así empezamos a rescatar a los caudillosfederales, a Facundo Quiroga, Artigas y al San Martín revolucionario que levanta a las masas gauchas y libera a los esclavos. Aprender esto fue muy formativo, porque nos sentimos un eslabón en esta lucha por la construcción de un país justo y libre, del cual el radicalismo había sido un paso y el peronismo otro. Estábamos más allá de los nacionalistas, que aspiraban a construir una Nación grande sobre la base de la explotación de los peones rurales. Esto es muy jauretcheano para nosotros, es su legado.
–¿Cuál es el mensaje que Jauretche les dejó antes de morir en 1974?
–Nos advirtió de ciertos errores. Nos dijo que lo del socialismo nacional está bien y que es un paso superior al peronismo, pero siempre y cuando lo planteemos como un proyecto que una a todas las clases. Siempre nos dijo que no es la ideología lo que hace crecer o no a un país, sino la concepción de unidad nacional. Jauretche está por encima de las fracciones de clase. Siempre pensó que la lucha ideológica no servía demasiado.
–¿Cómo definiría a su tío?
–Era un hombre que aspiraba al conocimiento universal. Sabía mucho de matemática, de biología al mismo tiempo que un lector fanático de la literatura latinoamericana, poeta y abogado. Era un hombre de una generosidad absoluta: conozco pocos intelectuales que den a sus discípulos todo su conocimiento sin reservarse nada. El lo hacía, quería formar gente que discutiera con él. Y podía ser amigo tanto de un trotskista como Abelardo Ramos, como de Castellani, un nacionalista clerical. Nunca perdió sus amigos en el ámbito de la cultura: los pintores, los tangueros, con los que perdía muchas noches de café. Se relacionaba con el atorrante que tocaba la guitarra y con el más alto académico.
–Muchas veces dijo que no le gustaba que lo identificaran como intelectual...
–No le gustaba que lo compararan con el arquetipo de intelectual de la Argentina, que se creaba para ser usado a través de los medios con el fin de imponer determinado proyecto político. Además, como era un peronista definido, tenía conflictos con la intelectualidad pequeño burguesa, unitaria y liberal.
–¿Hasta cuándo duraron sus buenas relaciones con el peronismo?
–En 1952 el peronismo incorporó alguna teorías ortodoxas de la economía. Y Jauretche se opuso, porque era un defensor de inflación como motor de desarrollo. Rompió con Gómez Morales –el ministro que reemplazó a Miranda– y se fue sin peleas ni críticas. Se fue a jugar al ajedrez en una peña de Forjistas alejados de las estructuras que gobiernan, hasta que el peronismo empieza a confundir los términos, cuando cree que el Partido Peronista es el Movimiento Nacional y empieza a hacer algunas críticas. El dice que el Movimiento Nacional es mucho más amplio que el peronismo. Si Perón insiste en convertir a su partido en el Partido de la Nación, la Nación no lo va a acompañar. A mi tío le satisfacía mucho la dimensión de la democracia social del peronismo, pero decía que, para llevar adelante un enfrentamiento frontal con EE.UU., tenía que apoyarlo todo el país. Se juntó con otros disidentes, como John William Cooke, y trató de convencer a Perón para que se comunique con otros sectores. En eso lo sorprenden los bombardeos del 9 de junio y los enfrentamientos con la Iglesia.
–¿Cuál es la posición de su tío frente al conflicto entre el peronismo y la Iglesia?
–Disiente y no porque esté a favor de la Iglesia –era agnóstico–, sino porque cree que ganarse un enemigo más en ese momento era políticamente incorrecto. Así lo pescó el golpe del ‘55 en tierra de nadie, fuera del peronismo oficial y de la oposición. Son momentos en los cuales Argentina sufre un terrible bloqueo económico por parte de los Estados Unidos, muy parecido al que vive Cuba, pero que aún tenía la posibilidad de salvarse desde adentro, porque se habían creado las estructuras capaces de producir aviones, autos, combustible, energía,alimentos, pese a la corrupción interna. El golpe del ‘55 quería destruir esa independencia.
–¿Se puede especular con que aquel momento es el origen del proyecto liberal que se implementó con toda la fuerza en las últimas dos décadas?
–Así lo vemos nosotros. De a poco tenemos que ir recuperando esa posibilidad de autodeterminación. Y este documental nos va a aclarar algunas cosas.

Aquel pensador peronista

Opina Alejandro Dolina, uno de los participantes del documental:
–¿Cuál es su visión de Jauretche?
–Hay que considerarlo como un mentor ideológico de la sociedad argentina, acaso de los más importantes, incluso por razones artísticas. El y muchos otros eran como faros en la sociedad, y su estatura se advierte mucho más ahora, cuando no existen aquellas figuras. Los que vinieron a reemplazar esa función, y no siempre ventajosamente, son las figuras de los medios, que tienen por costumbre hacer públicas sus preocupaciones sociales ocupando el lugar de aquellos maestros. En el caso de Don Arturo hay un ejercicio artístico que da forma a su pensamiento: es dueño de una prosa muy graciosa, que trabaja mucho con el humor o el ridículo, y con otros procedimientos que generalmente son usados por los escritores de ficción, que han sido desdeñados por los pensadores políticos que filosofan acerca de nuestra realidad.
–El documental no solo muestra esta faceta satírica del Jauretche escritor, sino que también indaga acerca de toda su actividad política militante y su acción como director del Banco Provincia.
–Su actitud en el Banco Provincia desmiente algo que suele ocurrir con los pensadores laterales de la política, que es que en general parecen no tener vocación de poder sino más bien una vocación crítica. Esto suele ocurrir en nuestros días, en los cuales muchas figuras mediáticas más que vocación de hacer tienen vocación de crítica y denuncia. Suele tenerse la idea de que el peronismo es una colección de ideas que vienen a ser recogidas por personas sentimentales, que peronismo y pensamiento son cosas que se oponen. Yo creo que ése es un prejuicio que aflige a la política argentina. Y Jauretche es la demostración de que eso es un prejuicio, porque era un pensador muy agudo y poseía un corpus de pensamiento interesantísimo, de modo que es el prototipo de algo que muchos han pensado que no existe: el pensador peronista, cuyas opiniones van a contrapelo de la historia que se enseñó en los colegios y se informó en los medios, fue neutralizado por la opinión oficial de la literatura argentina. Muchas figuras fueron ensombrecidas en el terreno artístico por sus opiniones políticas, y lamentablemente en esa tarea de calumnias han estado personas que uno admira como Borges. Es hora de abandonar ciertos odios de entrecasa que no conducen a nada.

 

 

 

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