Por
Eduardo Tagliaferro
Carlos Menem inició ayer su contraofensiva judicial. El tan declamado
operativo revancha, como acertaron a definirlo sus principales
colaboradores. Querelló por falso testimonio agravado a su ex embajador
en el Vaticano, Esteban Cacho Caselli, por haber declarado
que recibió de Menem una sugerencia dirigida al entonces ministro
de Defensa, Oscar Camilión. De acuerdo con los dichos del Obispo,
como se lo denomina a Caselli en los círculos del peronismo, la
directiva afirmaba que debía mantener en el puesto al ex interventor
en Fabricaciones Militares, Luis Sarlenga.
Ni Menem ni sus abogados desconocen los aires favorables que corren para
ellos en la Justicia. La misma en la que vienen haciendo realidad todos
sus deseos. Con la ayudita de la Corte Suprema, claro está.
En la querella reclaman que le apliquen a Caselli cinco años de
prisión e inhabilitación absoluta por el doble
del tiempo que le corresponda de condena. Resaltan en su escrito que el
hecho relatado por Caselli es falso. Nunca le solicité que le comunicara
al doctor Camilión nada. Mucho menos que dejara a Sarlenga al frente
de Fabricaciones Militares.
Camilión había admitido ante la Justicia que cuando quiso
remover a Sarlenga de su cargo recibió un llamado telefónico
de Caselli diciéndole que Menem estaba interesado en mantenerlo
en su puesto. Los menemistas recuerdan que cuando se conoció la
afirmación de Camilión, el ex embajador en el Vaticano la
negó. Sostienen que recién el último 21 de
mayo, cuando en la causa por la venta ilegal de armas se iban sumando
elementos que comprometían al ex presidente, Caselli reconoció
el hecho. Añaden como agravante que lo hizo por escrito y
que de sus manifestaciones surgía una contradicción con
las afirmaciones de Camilión. Reparan en que mientras el
ex ministro sostuvo que la orden fue telefónica, Caselli dijo que
se la transmitió personalmente en la Casa Rosada.
En su presentación consignaron que en 1998, Caselli había
desmentido rotunda y terminantemente esos hechos, y sin embargo,
un año después varió lo que había dicho.
Además de calificar como mendaces sus afirmaciones,
sugieren que éstas gravitaron en la decisión del juez federal
Jorge Urso. Si bien las declaraciones de Caselli figuraron entre los elementos
que el magistrado tuvo en cuenta, ésta fue una más de una
larga saga de declaraciones de las que se desprendía que Menem
sería el jefe de la banda que organizó la venta ilegal de
armas. Por lo que no sería descabellado que la querella contra
Caselli sea el primer paso en el operativo revancha. Después
del fallo de la Corte Suprema y de las resoluciones de la Sala I, integrada
por Luisa Riva Aramayo, Gabriel Cavallo y Horacio Vigliani, no quedó
nada en pie de la causa que llevó a Menem a prisión. Cuando
Caselli admitió la orden de Menem, éste no dudó en
calificarlo de pinche de décima. En noviembre del 99,
este diario reprodujo declaraciones de Menem en su última visita
al Vaticano, en las que señalaba que Caselli es un dignísimo
embajador. Es un hombre de bien, un hombre de la Iglesia. El propio
Caselli reparó ayer en ese dato y añadió que como
las águilas, Menem debe saber que hay turbulencias en las que no
se debe entrar. Lejos de ser una advertencia, la frase es una pintura
del resultado que se vislumbra tendrán las investigaciones por
la venta ilegal de armas: las moscas serán las culpables.
|