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EL GOBIERNO DE LAGOS GANO LAS LEGISLATIVAS EN CHILE
El dilema del vaso por la mitad

La Concertación conservó su mayoría en Diputados pero tiene un empate con la derecha en el Senado. Qué es lo que vendrá.

Por Pablo Rodríguez

El vaso puede estar medio lleno o medio vacío. Tras el escrutinio del 100 por ciento de los votos de las elecciones legislativas de anteayer en Chile, la gobernante Concertación por la Democracia puede respirar tranquila: consiguió, con el 49,7 por ciento en los votos para diputados y el 51 por ciento para senadores, el piso que esperaba. Sin embargo, los resultados reflejan que aunque conserve la mayoría simple en la Cámara baja, el Senado quedó empatado con la derecha. Por eso, la Alianza por Chile, que alcanzó en promedio el 45 por ciento de los votos y consolidó el país dividido en dos mitades casi iguales que impuso en las presidenciales 1999-2000, también respiró aliviada. El festejo abierto perteneció la Unión Demócrata Independiente (UDI), el ala más derechista de la derecha, que se convirtió en la primera fuerza política a nivel nacional. Y las cabezas bajas fueron de la Democracia Cristiana, destronada de ese primer lugar. Los ministros democristianos dejaron a disposición sus renuncias al presidente Ricardo Lagos, que las rechazó.
“En democracia gana el que tiene más votos. El pueblo habló, claro y nítido: nos ha dado un respaldo, nos emociona y compromete porque han sido tiempos difíciles”. Ante unas mil personas frente al Palacio de La Moneda, un Lagos satisfecho intentó ponerse eufórico. El presidente pidió dejar atrás el pesimismo, no iniciar anticipadamente la campaña presidencial del 2005 y delineó las prioridades para los cuatro años que restan de gobierno, en los que no habrá más elecciones por delante: más crecimiento, empleo, gasto social y las reformas pendientes a la Constitución.
Chile tiene casi un diez por ciento de desempleo y su economía proyecta para el año que está por comenzar un crecimiento del cuatro por ciento. Quizá sea una situación ideal vista desde este lado de los Andes, pero en realidad marca el fin del ritmo de expansión económica del país durante los diez años de la Concertación, a la salida de la dictadura de Pinochet. Y la situación influyó al punto de que los democristianos, socialistas, radicales y el Partido por la Democracia (las cuatro patas de la Concertación) se contentaban con mantener la ventaja de las presidenciales del 2000. Con una recesión mundial galopante y agravada por la situación argentina, el problema económico y social no parece de fácil solución para la Concertación y seguirá siendo un flanco donde la derecha atacará.
En cuanto al principal problema político, el de la reforma de la Constitución heredada de la dictadura de Pinochet, el presidente del Senado, Andrés Zaldívar, puso ayer mismo la primera piedra. “El tema más delicado que tenemos es el de las reformas constitucionales y lo vamos a ver mañana”. La Cámara alta había postergado el tratamiento del tema hasta después de estos comicios. La derecha, sobre todo su líder, el alcalde de Santiago Joaquín Lavín, parece dispuesta a dejar el andador que le dio Pinochet con el sistema electoral binominal (que favorece a la primera minoría) y los senadores designados.
Por el momento, hay otro problema político, y es para la Concertación. La DC, su principal partido, bajó su votación al 18,9 por ciento, perdió catorce diputados y dos senadores. Y no cuesta adivinar dónde fueron a parar esos votos: a la derecha, y a la más dura de todas, la UDI. A pesar de que el almirante Jorge Arancibia, ex jefe de la Armada y peso pesado entre los militares, perdió en Valparaíso, otro “duro”, el presidente del partido, Pablo Longueira, se impuso en Conchalí, uno de los distritos más importantes de la capital. Así, la UDI está absorbiendo al ala liberal de la derecha, la Renovación Nacional.
Hubo una vez un hombre llamado Jaime Guzmán Errázuriz. Fue la pluma de la Constitución del ‘80, el principal ideólogo de la dictadura militar y el fundador de la UDI. Joaquín Lavín fue uno de sus delfines. Guzmán trazó a fines de los ‘70 el plan de largo aliento de la dictadura y su Constitución: fortalecer a la derecha política para transformar al país de”los tercios” en un país con dos opciones políticas claras, una de derecha y otra de centro, buscando borrar a la izquierda. Una vez ocurrido esto, la Constitución podría reformarse. Quizás la historia parezca demasiado macabra y lógica para que sea cierta. Pero parece que se está cumpliendo.

 

 

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