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DINAR LINEAS AEREAS

UNA DEVALUACION NO CONTAGIARA LA CRISIS A OTROS EMERGENTES
En el Fondo cantan jaque a Cavallo

Un alto funcionario del Fondo Monetario disparó ayer que �la combinación de datos de política fiscal, deuda y tipo de cambio
no es sostenible� en Argentina.
El Gobierno interpreta que es una señal para redoblar el ajuste fiscal. Pero el staff del FMI considera que la receta debe incluir, además, default y devaluación.

Por Maximiliano Montenegro

El Fondo Monetario volvió a cantar jaque. Ayer, desde Washington, en conferencia de prensa, el director de Estudios Económicos del organismo, Kenneth Rogoff, explicó sin rodeos cuál es para el FMI el problema de la economía argentina: “Está claro que la combinación de datos de política fiscal y tipo de cambio no es sostenible”, aseguró. Rogoff, un prestigioso académico y, en sus ratos libres, gran maestro internacional de ajedrez, se preocupó por no transmitir en sus respuestas ninguna señal de aprobación de las últimas medidas propiciadas por Domingo Cavallo ni les auguró éxito, como solían hacer los voceros de la entidad meses atrás. Sólo se limitó a decir que el Fondo “apoya los pasos dirigidos a conseguir un programa sostenible”. Las declaraciones de este asesor principal del directorio están en línea con la nueva actitud adoptada por la entidad desde que negó, hace dos semanas, el desembolso de 1260 millones, reclamado por la administración De la Rúa para no caminar hasta fin de año en la cornisa del default. Más aún, el staff del Fondo, que encabeza Anne Krueger, otra economista norteamericana de aceitados vínculos con la administración Bush, parece indicar cada vez más abiertamente la receta sugerida en privado para Argentina: default, devaluación y megajuste fiscal.
El FMI difundió ayer en Washington un informe con los pronósticos de la economía mundial para el año 2002, corregidos por el “efecto 11 de septiembre” (ver aparte). Dicho documento (el tradicional “World Economic Outlook”), elaborado por un equipo de técnicos del organismo liderado por Rogoff, reserva algunos párrafos interesantes sobre la situación argentina.
Primero, descarta que un colapso de la Convertibilidad pueda provocar, por “contagio”, una crisis financiera de magnitud en el resto de los denominados mercado emergentes, como sí ocurrió con las devaluaciones de los países asiáticos y de Rusia, en 1997 y agosto de 1998, respectivamente. “En el caso de Argentina, las preocupaciones de los inversores se han ido afirmando durante un tiempo, lo que ha permitido a los inversores concentrados en el país a recortar sus posiciones en Argentina y Brasil y aumentar posiciones en México y Rusia desde el año pasado”, señala. Y agrega que “hay más discriminación de los inversores que en episodios de crisis financieras anteriores”, ya que “se ha reducido la tendencia de los inversores a tratar a todos los mercados emergentes igual”.
Segundo, prevé que la caída del PBI argentino durante este año llegará a 2,7 por ciento y que volverá a achicarse, por cuarto año consecutivo, en el 2002, un 1,1 por ciento. Estos números están en línea con las estimaciones presentadas ante el organismo por Cavallo (ver aparte).
Tercero, el informe enumera la larga lista de medidas aplicadas por el gobierno de De la Rúa en el último año: el blindaje a principios de año, el “megacanje” en junio, el reformas fiscales de ese mismo, el factor empalme para las exportaciones, la ley de déficit cero de julio y el aumento de préstamos del propio Fondo en agosto. Todo esto, reconocen los economistas de la entidad, “no produjo mejorías sustanciales en el sentimiento de los inversores ni una reducción en los diferenciales de las tasas de interés”. “En cambio, el deterioro del panorama económico ha aumentado las preocupaciones de los mercados financieros acerca de la sostenibilidad de los mecanismos fiscales, cambiarios y financieros ahora en uso”, concluye.
Hasta hace un par de meses, desde el titular del FMI, Hoerst Koehler, hasta sus principales funcionarios, solían repetir una frase cada vez que los periodistas los consultaban sobre la situación argentina: “Argentina va por el buen camino”, era el slogan fondomonetarista favorito. La situación cambió desde que el organismo vio escurrirse, en cuestión de semanas, como arena entre las manos, el salvataje de 8000 millones dedólares, otorgado para frenar la corrida bancaria en agosto. “No ha tenido un efecto duradero en un entorno de bajo crecimiento”, dijo ayer Rogoff sobre éste último programa. Y, directamente, se negó a contestar si la institución hacía un “mea culpa” frente a la actual situación de la economía argentina.
Desde entonces, con el ingreso de Anne Krueger, como número dos del organismo, en reemplazo de Stanley Fischer, la posición de Washington se fue endureciendo. Pese a las desmentidas de Cavallo, Krueger se animó a plantear, durante el último viaje del ministro a Estados Unidos, la necesidad de que Argentina abandonara la paridad fija del peso con el dólar. Y repitió el mismo argumento en por lo menos dos seminarios reservados con economistas de los organismos internacionales con sede en Washington.
Las declaraciones de Rogoff también siguen una línea. Su antecesor como director de Estudios del organismo, el economista Michael Mussa, quien dejó el cargo simultáneamente con Fisher en septiembre, escribió en los últimos meses en los principales diarios financieros que Argentina debe devaluar, traduciendo en público lo que buena parte del staff de técnicos del organismo piensa en privado.
El ajedrecista Rogoff mencionó las palabra claves: que la combinación de datos fiscales, de deuda y de tipo de cambio en Argentina “no es sostenible”; “las autoridades también lo entienden así”, agregó para no ser descortés. Pero ni siquiera elogió los recortes de gastos del 18 por ciento anunciados por Cavallo para el Presupuesto 2002 y sólo se limitó a decir una frase de ocasión: el FMI “apoya los pasos dirigidos a conseguir un programa sostenible”. Lo que no está claro es que el Fondo crea que con ajuste fiscal basta para que el programa sea sostenible; es decir, que desemboque en la promesa de otro ajustazo fiscal en un par de meses. Por algo señaló otras dos variables. En el staff del Fondo creen que a la receta le faltan dos ingredientes. Para la deuda, el default (cesación de pagos), como quedó en evidencia al retacear los recursos que solicitaba el gobierno para hacer frente a los vencimientos con los acreedores, junto con una reestructuración que incluya una quita no sólo en los intereses sino también en el capital. Para sacar a la economía de tres años de depresión, la devaluación, con el argumento de que, pese a la deflación de precios y salarios de los últimos años, la economía argentina sigue siendo demasiado cara en dólares para instalar negocios rentables y competitivos con el mundo.

 

Postergan el vencimiento

Un vocero del Fondo Monetario, David Hawley, confirmó ayer que podría postergarse la fecha de pago de un préstamo de la Argentina con el organismo prevista para enero. El vencimiento, pautado para el 17 de enero, ronda los 940 millones de dólares, correspondiente a al crédito de facilidades ampliadas otorgado a principio de año. En un momento en el que el Gobierno está haciendo malabares para no caer en cesación de pagos ante los acreedores privados, funcionarios del equipo de Cavallo ya habían adelantado la posibilidad de postergar los pagos al Fondo.
“Existe la posibilidad de cambiar la fecha” del pago, reconoció ayer Hawley. Aunque el FMI asume que esos préstamos deben ser pagados en 18 meses, el programa permite que los prestatarios paguen el dinero a una fecha posterior y que el préstamo se mantenga por un período de hasta dos años y medio. El préstamo ya tiene una prima de tres puntos porcentuales por encima de las tasas de préstamos normales del FMI durante el primer año del crédito. Si el deudor no cancela el préstamo a tiempo, la tasa de interés sube en 0,5 puntos al final del primer año y 0,5 puntos cada seis meses hasta que se alcanza una prima máxima de cinco puntos.

 

LOS ACREEDORES INSTAN A NO PAGAR
El mundo del revés

Por R.D.

Si algo faltaba para escenificar el drama argentino, era que los acreedores externos clamaran que el Gobierno deje de pagar su deuda a costa del hambre de sus ciudadanos. Una ejecutiva de Morgan Stanley comparó al ministro Domingo Cavallo en su esfuerzo por convencer de que está cumpliendo con los compromisos externos con el ex mandatario estadounidense Bill Clinton cuando intentaba explicar que no había mantenido relaciones sexuales con la pasante Mónica Lewinsky. Para los acreedores de Nueva York, que no militan en ningún partido de izquierda de Argentina, llegó la hora de que el país declare el “default” e inicie una renegociación bajo nuevas condiciones, en vez de seguir sacrificando a jubilados, enfermos y hambrientos.
Argentina ya paga las consecuencias de una cesación de pagos sin haberla declarado. Los acreedores, en tanto, empiezan a manifestar más interés en iniciarle acciones legales a un país que se declare insolvente que en seguir cobrando puntualmente. Paradojas de un sistema sin lógica y con la regla única de la relación de fuerzas.
Abigail McKenna, ejecutiva de Morgan Stanley Investment Management, comparó las medidas poco ortodoxas de Cavallo y la captura de los recursos de las AFJP para cumplir con los vencimientos con la falacia utilizada por el ex presidente estadounidense en defensa propia. “Es como la explicación que dio Clinton de no haber tenido relaciones sexuales con Lewinsky”, sostuvo McKenna, que agregó que “técnicamente Cavallo se puede convencer a sí mismo que no está incumpliendo, pero en realidad lo está haciendo”.
No fue la única que reclamó la cesación de pagos argentina. Otros acreedores citados por Reuters también advirtieron que Cavallo “está malgastando los escasos recursos del país en un esfuerzo mal dirigido para defender su honor”. Y sostuvieron que “sería un error que el Gobierno siga gastando dinero para mantener la ilusión de la solvencia en momentos en que millones de argentinos están teniendo dificultades para comer”. Mc Kenna agregó que “preferiríamos que entren en un incumplimiento para luego tener una discusión sobre cómo solucionar el problema”.
Obstinadamente, el Gobierno sigue cumpliendo con sus compromisos, y ayer realizó un pago de 53 millones de dólares de intereses de bonos globales 2015 y hoy hará lo propio con otros 87 millones correspondientes a globales 2008.

 


 

ECONOMIA ESTIMO LA CAIDA DEL PIB EN EL 3 POR CIENTO
Una depresión todavía un poco peor

El nuevo secretario de Finanzas, Guillermo Mondino, reconoció que el Producto Interno Bruto argentino se contraerá este año alrededor del 3 por ciento. La cifra reajusta la estimación previa del Ministerio de Economía, que esperaba una caída de 1,4 por ciento. Además, Mondino pronosticó la probabilidad de que el año próximo “continúe en su país una retracción del producto bastante significativa”.
El novel titular de Finanzas se sinceró en un seminario realizado en Montevideo, “La situación argentina y la del Mercosur, ¿hay luz al final del camino?”, y reconoció que la economía argentina “no tiene una senda fácil por delante, pero no tiene otra salida que continuar perseverando en su esfuerzo”.
Al momento de las explicaciones, el hombre de la Fundación Mediterránea aseguró que el país no crece “por temor a quién será la próxima víctima del ajuste”. No obstante, la clave de la solución pasa por resolver “el problema de incertidumbre respecto a la deuda, afirmando la convertibilidad, superando los problemas financieros y resolviendo el tema fiscal”, aseguró, agregando que así “vamos a generar una economía más sana con mayor poder de recuperación”.
Mondino debió aceptar que las políticas implementadas por el gobierno de Fernando de la Rúa no dieron resultado, pero culpó por el fracaso al “problema muy complejo de inserción financiera que genera una enorme incertidumbre”. Según el funcionario, la reestructuración de la deuda “no es algo bueno para la economía, pero a veces es inevitable. “Es altamente costoso para un país iniciar un proceso de reestructuración de la deuda (...); es un proceso que no es deseable (...) pero cuando se transforma en un proceso inevitable, las conclusiones deben ser lo más pronto posible y lo más ordenadas posible”, dijo Mondino. Por ello aseguró que “la batalla que tiene que dar Argentina” es tener la capacidad de realizar un “reestructuración financiera ordenada”, ya que en caso contrario “está claro que estaremos muy mal”.

 


 

ADAM LERRIEK
“Imposible no devaluar”

Por Julio Nudler

El economista republicano Adam Lerrick supo ganarse las imprecaciones de Domingo Cavallo cuando hace ya meses señaló que el camino para la Argentina era el default, para recién luego encarar la renegociación de su deuda. El y su camarada Allan Meltzer, ambos de la Carnegie Mellon University, condujeron el mes pasado un minucioso ejercicio de simulación en el que un país deudor, la República de Mañana (así, en español), restructuraba su deuda, obteniendo una quita del 51 por ciento, con la colaboración del FMI, que se había comprometido a adquirir a un 36 por ciento de su valor nominal todos los bonos que no fuesen canjeados (ver Página/12 del 17 de noviembre), pero que al final sólo debió invertir U$S 144 millones. Aquel simulacro fue un éxito total, pero no indujo aún cambio alguno en el enfoque del Fondo Monetario. Lo que hay pues es un gran vacío, ya que Washington no quiere más paquetes de rescate. Lerrick y Meltzer vinieron la semana pasada a Buenos Aires, traídos por Lisandro Barry y Eduardo Amadeo, que participaron del mencionado simulacro, para la Universidad del Salvador. En un diálogo exclusivo con este diario, Lerrick, director de The Gailliot Center for Public Policy, donde se llevó a cabo la simulación, explicó por qué en ésta inventaron aquel seudónimo para referirse en verdad a la Argentina: “Porque ustedes siempre prometen hacer las reformas mañana. Pero lo que a mí más me impresiona –se apresuró a descerrajar– es que la Argentina no tiene ningún plan económico. Pese a los serios problemas que sufren, ni el Gobierno ni la oposición tienen un plan. El Gobierno sólo actúa por reacción. Cada tarde cambia su política para afrontar el problema surgido por la mañana. Al día siguiente vuelve a cambiar para ver si arregla las macanas del día anterior. Eso no es tener un plan”.
–¿No puede decirse lo mismo del FMI?
–En cierto modo, pero están en posiciones diferentes. Mister Cavallo dijo dos cosas en las últimas dos semanas que me gustaron. La primera fue su repentino elogio a la propuesta Lerrick-Meltzer, que hizo en declaraciones al Financial Times, lo cual me pareció excelente. Aunque confieso que apenas lo leí llamé a Meltzer para avisarle que estábamos en apuros: si Cavallo nos elogiaba sería que estábamos haciendo algo mal.
–¿Y la segunda?
–Dijo que en el último año habían cambiado las reglas del sistema financiero internacional, y que la Argentina se quedó fuera. Es verdad. Antes la regla era: si usted tiene problemas, venga a Washington, pregúntele al FMI qué debe prometerle y le darán dinero. No se preocupe si podrá cumplir: basta con prometerlo. Eso se terminó. A la actual Administración no le gustan los rescates.
–¿Entonces?
–Hace unas semanas, cuando Cavallo viajó por última vez a Estados Unidos, no llamó a Washington diciendo éste es mi plan y necesito tal o cual apoyo financiero para que funcione. En lugar de eso, preguntó qué debía prometer para que le dieran plata. Ese es un mal método, es el de las viejas reglas. El ministro tiene que hacer un plan y decirle al Fondo: “Lo aplicaré con o sin su respaldo. Si nos ayudan, el plan será menos doloroso para nuestra gente. Estoy dispuesto a conversar sobre algunos detalles, pero éste es mi plan”.
–El simulacro que usted condujo fue estupendo, ¿pero luego pasó algo?
–La alta gerencia del FMI nos invitó a Meltzer y a mí para repasar los resultados. Estuvimos allí dos horas. Nos dijeron que todo les pareció muy bueno y razonable, salvo una cosa: nuestro supuesto de que el país deudor, al anunciar el default y la restructuración de su deuda, presentaba un plan económico. Porque lo real es que la Argentina no lo tuvo ni lo tiene: “Sólo quiere que le demos dólares, y tenemos que ponernos a pensar qué pedirles que hagan a cambio”, dicen en el Fondo.
–¿Cómo ve este pozo?
–Hoy ya tienen 20 por ciento de desempleo. Eso es muchísimo. Pero como van las cosas, pronto tendrán 30 por ciento. Todas las medidas tomadas en el último mes destruyen trabajo.
–En medio de esta debacle, parece que ningún plan puede funcionar...
–Eso no es cierto. Hay dos clases de plan que necesitan con urgencia. Un plan de estabilización y reactivación, que determine qué hacer para estabilizar las variables y para que la economía vuelva a crecer. Y otro de largo plazo, con las opciones estratégicas que se plantea el país. Pero en lugar de ello, están enfrascados en un interminable debate sobre dolarizar o flotar. Este es un debate falso. Sea dolarizando, sea flotando, este país necesita la misma variación en el tipo de cambio: los precios y los salarios son demasiado altos en la Argentina. Si dejan flotar el peso, el ajuste en el tipo de cambio y los precios relativos sobrevendrá rápidamente vía una devaluación. Si optan por dolarizar, seguirán en deflación y recesión por varios años más. Los efectos serán a la postre los mismos, pero con deflación el camino será lento y muy doloroso. Los partidarios de dolarizar 1 a 1 parecen no ver que con esta opción habrá tantos perjuicios y tantas quiebras como con una devaluación.
–¿Por qué no quieren verlo?
–Dolarizar seduce porque aparece como simple y limpio. Muchos creen en la dolarización como en una religión, pero es solo una herramienta económica, a veces útil y otras no. Igual que la Convertibilidad. En Ecuador la dolarización sirvió porque estaban en una hiperinflación. Pero la Argentina está en deflación. Por tanto, no les conviene dolarizar. La Convertibilidad, a su vez, fue buena en 1991, pero no lo es hoy. La Argentina actual es otro país. Aunque, dados sus antecedentes inflacionarios, uno tiene que estar segurísimo de que si eligen la flotación cambiaria van a optar por una política monetaria estricta, sin vínculo con la política fiscal del Gobierno para no recaer en la emisión.
–¿Cuánto falta para el estallido final?
–No lo sé, pero el tiempo es su enemigo. Mientras ustedes discuten si flotar o dolarizar, las opciones se les agotan. En pocas semanas más, si el Gobierno decide dolarizar, ya no encontrará dólares en el Banco Central. Este dice hoy que tiene 15 mil millones, pero no les creo.
–¿Cuánto estima que hay en las reservas?
–Menos de 15 mil millones –responde riendo–. Todos los bancos centrales aseguran tener las reservas libres que figuran en sus balances, pero rara vez es cierto. En todo caso, la dolarización sólo eliminaría el riesgo cambiario, pero el riesgo crediticio del Gobierno seguiría igual, con lo que perdurará el peligro de que no pague sus deudas y de que se incaute de depósitos, fondos jubilatorios y otros activos privados. Por tanto, la gente querrá llevarse sus depósitos, de modo que sin un prestamista de última instancia es imposible dolarizar. El BCRA no es la Reserva Federal, que puede imprimir dólares si hay una corrida y se agotan los billetes en los bancos.
–¿Cómo piensa que el Gobierno puede levantar las restricciones bancarias una vez que las ha implantado?
–Siempre es más fácil imponer restricciones que eliminarlas. El problema de las regulaciones es que, a partir de su imposición, la actividad más rentable es eludirlas. La gente deja de trabajar, de producir, e invierte todo su tiempo en esquivar las prohibiciones. Aquí, por ejemplo, se dedican a abrir cuentas bancarias a nombre de todos los familiares.
–¿Es tarde ya para aplicar la propuesta Lerrick-Meltzer sobre la deuda?
–Tarde no es, pero los beneficios de tener alguien que le ponga un piso al precio de los bonos son mayores cuando cotizan al 70 por ciento y ese piso puede situarse en 60 por ciento que cuando ya han caído a 30 por ciento. Es muy difícil que desciendan mucho más. Por ende, que alguien les ponga un piso de 24 por ciento no es tan importante. Aun así, facilitaría la restructuración.
–¿Piensa que el canje en marcha será exitoso?
–Hay dos grandes problemas. Primero, fue un error encarar un canje en dos secuencias, una local y otra global. El otro, que no hay restructuración exitosa sin declararse previamente en cesación de pagos. Ningún inversor acepta perder voluntariamente. La Argentina ya hizo dos canjes este año, y en ambos Daniel Marx reiteró el compromiso del país de honrar toda la deuda. Eso eliminó toda disposición de los tenedores de bonos a aceptar una quita. Por ende, para poder lograr la reprogramación hubo que prometer pagarles más. En lugar de reducir la deuda, esos canjes la aumentaron. Y en el canje actualmente en marcha, si en el tramo global consiguen tan poco como en el local, la deuda resultante será impagable. En poco tiempo caerán de nuevo en la insolvencia.
–¿Estados Unidos daría respaldo para una dolarización?
–¿Respaldo? Es un error mirar las cosas así. Con un plan coherente, el país puede conseguir apoyo, pero muy módico. La plata grande está reservada para aliados estratégicos, como Turquía o Pakistán.

 

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