Por Carlos Rodríguez
Ni homicidio doloso ni culposo.
Sencillamente, ni homicidio, tan sólo un accidente con resultado
trágico. A un año y medio de la muerte de su ídolo,
los fans de Rodrigo Bueno recibieron anoche el golpe de gracia: el tribunal
de Quilmes que juzgó la actuación que tuvo en el suceso
el empresario Alfredo Pesquera resolvió absolverlo de culpa y cargo,
descargando toda la responsabilidad de lo ocurrido en el cantante, que
iba al volante de la Ford Explorer con la que terminó a los tumbos
por la autopista La Plata-Buenos Aires. La muerte del propio Rodrigo y
la del actor Fernando Olmedo, más las lesiones sufridas por otras
tres personas que iban en la Ford, se produjeron por exclusiva responsabilidad
de la víctima, de quien se dijo que conducía alcoholizado
(le encontraron 0,55 gramos de alcohol en sangre) y a una velocidad de
144 kilómetros por hora, que excede los 130 kilómetros permitidos
en esa autovía.
Las expresiones de bronca de las fans que esperaban el veredicto en la
puerta de los tribunales de Quilmes se tradujeron, apenas, en insultos
y golpes contra los vidrios y puertas de la camioneta con la que fue sacado
Pesquera del lugar, en medio de una fuerte custodia policial. Más
que ira, lo que predominó entre los allegados a Rodrigo fue el
dolor y la impotencia de haberse quedado sin un culpable sobre el cual
descargar todo el peso de la desgracia ocurrida el 24 de junio de 2000.
El fallo absolutorio se decidió por mayoría, con el voto
de los jueces Ariel González Eliçabe y Delia Margarita Allaza.
El tercer camarista, Rubén Sánchez, se inclinó por
el homicidio culposo.
El tribunal dejó sentado que Pesquera no ha sido el agente
motor de esta tragedia, declaró luego de conocida la sentencia
el abogado defensor del empresario, Fernando Burlando, llamativamente
medido a la hora del triunfo. Su habitual contundencia reapareció
cuando descartó de plano que el fallo pueda ser modificado una
vez que se produzca la segura apelación ante el Tribunal de Casación:
Yo creo que esta sentencia ha sido tan contundente que no está
en situación de ser revertida. Burlando dejó sentado
que esta vez se hizo justicia.
Los abogados de la parte querellante reaccionaron con mayor encono que
las propias fans. Para Miguel Angel Arce Aggeo, letrado de la mamá
de Rodrigo, Beatriz Olave quien no estuvo presente en la sala, lo
que disminuyó el nivel de tensión a la hora de escuchar
la sentencia, lo que ocurrió anoche fue sencillamente
una vergüenza, un fallo lamentable. Dijo que el tribunal oral
2 de Quilmes coronó ayer una actuación que fue deficiente
desde el primer día del juicio.
El malhumor de Gregorio Dalbón, abogado del músico Jorge
Moreno, herido en el accidente, comenzó a manifestarse en plena
lectura del fallo. Es una vergüenza, sostuvo en voz alta
y fue recriminado, una vez más, por el presidente del tribunal,
González Eliçabe, quien le pidió que se retirara
de la sala. Como Dalbón prometió portarse bien, lo perdonaron
y pudo llegar hasta el final. Al entrar en la sala, previo a la lectura
del fallo, Dalbón se había mostrado demasiado seguro: levantó
su puño derecho en gesto ganador dirigido a Alberto Campos, tío
de Rodrigo.
La lectura de la sentencia comenzó dos horas después del
horario previsto de las 17.30 y fue por demás tediosa, en una sala
de la planta baja algo más grande que la del primer piso donde
se había desarrollado todo el proceso oral, pero sin aire
acondicionado y con un calor que hizo más costoso todo. González
Eliçabe, en los fundamentos de su voto, le pegó muy duro
a todos los testigos de cargo, a los que definió como fans
de Rodrigo que en cada una de sus expresiones demostraron una
admiración desmesurada por el cantante cuartetero cordobés.
Con comentarios irónicos y a veces duros, descartó uno por
uno todos los testimonios de los amigos y fans que había señalado
a Pesquera como responsable de maniobras peligrosas, en zig-zag, para
evitar que la Ford de Rodrigo sobrepasara la línea de su Chevrolet
Blazer. Todos fuerontestigos interesados y carentes de veracidad,
concluyó, aunque dijo que por su cercanía con la víctima
no pueden ser acusados de falso testimonio. Los tres jueces, incluido
Sánchez, dieron por veraces las pericias que indicaron que Rodrigo
tenía más alcohol en la sangre que el aconsejado para ponerse
al volante de un vehículo y que precisaron que fue la Explorer
la que rozó a la Blazer. Y admitieron también otros estudios
que determinaron que la camioneta de Rodrigo volaba a 144 kilómetros
por hora. También se señaló como agravante que el
hijo de Rodrigo no viajara en el asiento trasero, como corresponde a un
menor de 12 años.
González Eliçabe cuestionó duramente el desempeño
de la fiscal María Cristina Díaz, tal vez la gran derrotada
del juicio, ya que había pedido 13 años de cárcel
para Pesquera, por homicidio por dolo eventual. No siguió
los correctos pasos procesales y cometió desaciertos de gran envergadura,
cuestionó Eliçabe aludiendo al alegato final de la fiscal.
Por lo visto en el proceso, los desaciertos se produjeron por el aporte
solidario de todas las partes, incluyendo al propio tribunal, que no supo
poner coto a los exabruptos de la defensa y de algunos de los querellantes,
sobre todo Dalbón.
En la parte resolutiva, tras un año y medio de controversia, los
jueces decidieron por mayoría que las muertes y las lesiones fueron
exclusiva responsabilidad de la víctima, que luego
de insultar a Pesquera porque lo había sobrepasado con su camioneta,
trató de alcanzarlo y finalmente realizó una maniobra
de pánico, ante el choque inevitable, provocando el accidente
fatal.
MILES
DE DISCOS VENDIDOS, CIENTOS DE CHICOS QUE LLEVAN SU NOMBRE
El camino que va del ídolo al mito
Si Rodrigo fue un cantante exitoso
durante su carrera, se transformó en un verdadero mito después
de muerto. Considerado como un santo para muchos de sus seguidores, que
le piden favores y le agradecen milagros, tiene su propio santuario en
Berazategui al que sus fans asisten religiosamente. Pero la expansión
de su figura no termina ahí: Rodrigo se perpetúa en los
discos que aumentaron vertiginosamente sus ventas y también en
los cientos de chicos que llevan su nombre.
El cuartetero cordobés murió el 24 de junio del año
pasado en el kilómetro 26 de la autopista Buenos Aires - La Plata.
A partir de aquel día, el lugar donde ocurrió el accidente
que terminó con su vida y la del actor Fernando Olmedo se convirtió
en un sitio de referencia obligada para sus fans.
Comenzaron llevando ositos de peluche, fotos, velas, banderas y hasta
botellas de cerveza. Como para llegar hasta la zona tenían que
cruzar la peligrosa autopista, lograron que el municipio de Berazategui
autorizara la construcción de un monolito y una colectora para
facilitar el acceso. Cualquier día, pero sobre todo en el aniversario
de la muerte, cientos de fanáticos se congregan en el lugar para
rezar, bailar o cantar los temas que lo hicieron famoso. El primer mes
pasaron por allí más de 5.000 personas y 14.000 por el cementerio
de Esteban Echeverría, donde se encuentra el cuerpo.
Pero Rodrigo también despertó en quienes lo escuchaban una
suerte de devoción mística. Así fue como al menos
tres familias dijeron haber visto lágrimas de sangre en posters
del músico. En La Plata, Florencio Varela y Paysandú, los
testimonios fueron similares: fotos de Rodrigo que adornaban la casa de
pronto se tiñeron de lágrimas de sangre, imposibles
de detener. Estas supuestas revelaciones fueron pasando de boca en boca
por lo que un aluvión de vecinos, deseoso de ver en vivo y en directo
el milagro, invadió los privilegiados hogares.
Paradójicamente, la vida y la muerte se entrelazaron en este fenómeno.
Por un lado, treinta días después del fallecimiento del
cantante había aumentado un 550 por ciento la cantidad de niños
porteños que fueron inscriptos con el nombre de Rodrigo. Por otro,
se conocieron varios casos de suicidios de adolescentes supuestamente
influenciados por la desaparición de su artista preferido.
Las ventas de sus discos crecieron enormemente, porque amplió su
público entre los fieles de siempre y los que arrastrados
por la movida mediática del momento salieron a consumir su
música. De este modo, dos compacts editados para la ocasión
(Homenaje y Grandes Exitos) alcanzaron las 400.000 copias en apenas 15
días. Además, la página web del Potro fue visitada
por 30.000 personas por día la semana posterior al accidente, cuando
lo habitual eran 2.000 personas. Eso no fue todo: la historia del cordobés
que conquistó Buenos Aires cuarteteando llegó al cine con
Rodrigo, la película, protagonizada por Agustina Cherri
y Guillermo Pfening. Está claro que para quienes lo admiraron,
Rodrigo cada día canta mejor. Al menos, eso quieren creer.
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