Por O.R.
El neorrealismo fue un movimiento
cultural que tuvo en el cine un espacio donde desplegar sus principios
ideológicos, y se caracterizó por mostrar en la pantalla
una realidad que el fascismo se empeñó en ocultar durante
la Segunda Guerra. Influido por el realismo soviético, el realismo
negro francés y las técnicas narrativas de la moderna literatura
estadounidense, se encargó de denunciar las miserias de la Italia
de posguerra, la destrucción, el mercado negro, el desempleo, la
prostitución, los abusos políticos y el subproletariado.
Fue precisamente en Italia donde alcanzó su apogeo, a través
de dos de sus máximos referentes: Luchino Visconti y Roberto Rossellini.
La obra de estos dos grandes directores será el centro de sendos
documentales que Canal (á) emitirá hoy a las 20 y el próximo
miércoles en el mismo horario, dentro del ciclo Movimientos
de la Cultura Universal.
Los programas enumeran los diversos films que trazaron la carrera de cada
uno de los dos directores, y tienen como característica principal
la descripción de las divergencias y similitudes que tuvieron sus
películas con la estética neorrealista. El contenido se
completa con los momentos en que, tanto Visconti como Rossellini, se apartaron
del campo del cine: el primero también incursionó en el
mundo del teatro y de la ópera, y el segundo tuvo un paso fugaz
por la televisión, donde veía la posibilidad de poner en
práctica una didáctica audiovisual que luego
vería frustrada.
El especial de hoy está dedicado en su totalidad a Visconti, admirador
de Jean Renoir, a través del cual adquirió sus conocimientos
cinematográficos. Su primer largometraje, Obsesión, marcó
el inicio del neorrealismo en 1942: el film narraba un apasionado romance
entre una mujer y su amante, que pretendían asesinar al marido
de ella. La historia era completamente diferente de lo que podía
verse en el cine italiano de esa época, apartándose ostensiblemente
de los cánones del cine oficial. A pesar de que Visconti no lo
reconocía explícitamente, Obsesión era una clara
denuncia contra el régimen fascista. Esto trajo como consecuencia
la prohibición de la película que, a su vez, comenzó
a exhibirse clandestinamente. Así se convirtió en el manifiesto
de un nuevo cine italiano, que continuó desarrollándose
con el comienzo de la liberación y la caída de Mussolini
en 1943. Si bien Obsesión fue un claro exponente del neorrealismo,
Visconti exploró otras corrientes estéticas que, al analizarlas
en su conjunto, le dieron un estilo propio. Así fue como transitó
también por los caminos del melodrama, junto a la grandilocuencia
del barroco y el revisionismo histórico que, sumados a la crítica
social que establecía en sus obras, terminaron por otorgarle un
rasgo incontrastable de autenticidad.
El miércoles 26, el especial estará dedicado a Roberto Rossellini,
otra figura emblemática del neorrealismo. Si bien suele quedar
vinculado con los límites de ese movimiento, Rossellini tuvo como
característica fundamental el alejamiento de cualquier dogmatismo,
ya que en todas sus obras se dedicó a cuestionar los códigos
tradicionales de las estructuras cinematográficas.
El cineasta alcanzó su apogeo profesional con Roma, ciudad abierta,
de 1945. La historia, que transcurría durante la ocupación
alemana en Roma, se convirtió en un impresionante alegato antifascista
y le permitió al director narrar las atrocidades cometidas por
los nazis. Con esta película, Rossellini popularizó una
nueva manera de observar la realidad que ya se había anticipado
en Obsesión, de Visconti. A Roma, ciudad abierta, le siguieron
Paisa (1946), donde reflejó el enfrentamiento de culturas dentro
de la Italia devastada por la guerra, y Alemania año cero (1947),
un film marcado por un fuerte tono pesimista que le permitió retratar
la degradación moral de Berlín, una ciudad ahogada por la
barbarie bélica, hecho que contrastaba enormemente con el optimismo
de lareconstrucción europea. Este grupo de películas se
conoció como la trilogía de la guerra y tuvo
una enorme influencia en el desarrollo del cine de la segunda mitad de
siglo.
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