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EL OFICIALISMO NO TUVO FUERZA PARA FRENAR LA OFENSIVA LEGISLATIVA
El Congreso fue de la oposición

Ante la impotencia
radical, Diputados aprobó la derogación de los superpoderes y la libre disponibilidad de salarios y jubilaciones. En el Senado se votó la prórroga de las sesiones ordinarias y cuando se iba a aprobar lo votado por la Cámara baja, se pasó a cuarto intermedio hasta hoy.

Por Felipe Yapur

Mientras en las calles del conurbano miles de personas arrancaban de las góndolas los alimentos que les faltan desde hace tiempo, en el Congreso se vivió una intensa jornada. Tras varios cabildeos, tanto los senadores como los diputados sesionaron. En la Cámara baja, la oposición aprobó por abrumadora mayoría, y con algunos votos radicales, la derogación de los superpoderes y la libre disponibilidad de salarios y haberes jubilatorios. En tanto, los senadores del PJ consiguieron con el voto del Frepaso la prórroga de las sesiones ordinarias. Cuando se disponían a debatir las normas que habían llegado de Diputados, el radicalismo –que anticipó, a diferencia de sus colegas de la otra Cámara, que acompañará dichas leyes– propuso un cuarto intermedio para hoy al mediodía. Ambas cámaras volverán a sesionar hoy, pero esta vez bajo el régimen de estado de sitio.
Eran prácticamente las once de la noche cuando Carlos Maestro, titular del bloque de senadores radicales, pidió que la sesión continuara hoy. El decreto de estado de sitio ya estaba en el Congreso y Maestro argumentó que además de analizarlo, era necesario meditar la convocatoria de Fernando de la Rúa a la concertación que realizó durante el discurso a todo el país difundido una hora antes. “El Presidente llamó a una concertación, y creo que sería prudente esperar hasta mañana (por hoy)”, dijo Maestro antes de que se suspendiera la sesión. Afuera del Congreso ya se escuchaba el repiqueteo de las cacerolas.
Era el final de un día complicado. Una, diez, cientos de reuniones se sucedieron en ambas cámaras. Oficialistas y opositores en Diputados dudaban de la conveniencia de sesionar, en medio de rumores sobre la movilización de diferentes columnas que se dirigían hacia la Plaza de Mayo pero que harían una obligada parada en el Congreso, con impredecibles consecuencias. “Si la gente viene hacia acá, pocos diputados podrán salir sin problemas de la Cámara”, comentaban miembros de los bloques del ARI, Frepaso y Polo Social en la puerta del despacho del justicialista Oraldo Britos, donde se realizaba una informal reunión de labor parlamentaria.
Sesionar o no, era la disyuntiva. Mientras los jefes de los bloques dudaban, el titular de la Cámara, Eduardo Camaño, enfrentó a Humberto Roggero: “No tenemos que dudar más. Debemos bajar al recinto y por los menos derogar los superpoderes y la intangibilidad de los salarios. De lo contrario, la gente quemará el Parlamento”. El cordobés, junto a otros legisladores, salieron al pasillo para decirles al resto de los diputados de la oposición que había que bajar. Mientras tanto, los radicales estaban prácticamente recluidos en su bloque.
Los alfonsinistas de la Cámara baja sostenían que para descomprimir la crisis, que por esas horas se agudizaba a ojos vista, el gobierno debía repartir todos los alimentos posibles. En cuanto a las señales políticas, creían que el gabinete en pleno debía renunciar –”sobre todo Domingo Cavallo”–, el propio gobierno debía derogar los superpoderes y habilitar un gabinete de unidad nacional que cuente con representantes del justicialismo. “Pero hay que tener en cuenta que somos minoría en el bloque. Somos outsiders” remarcó Jesús Rodríguez, mientras se le dibujaba una sonrisa irónica.
A esa hora, las tres de la tarde, la propuesta de los alfonsinista no sólo la habían escuchado los radicales. Unos minutos antes, los senadores Raúl Alfonsín y Carlos Maestro y el propio Rodríguez la habían repetido frente al bloque de senadores del PJ. Los justicialistas se mostraron contrarios a la idea de incorporar un peronista en un supuesto gabinete de unidad nacional. Sin embargo, acordaron la redacción de una agenda común que incluía los superpoderes, la liberación de los salarios y la implementación del seguro de empleo y formación. “Esto lo aprobamos sin dudar”, confió a este diario el chubutense Maestro, quien además confirmó que el estado de sitio era casi un hecho. Durante esa reunión también había sobrevolado la idea de convocar a una Asamblea Legislativa. Los radicales, en franca minoría, reconocieron que no podrían evitarla, pero aseguraron que no existía en el PJ la idea de utilizarla para debatir una posible renuncia presidencial.
Tras el encuentro con los justicialistas, Maestro y el titular del bloque de diputados, Horacio Pernasetti, se reunieron con De la Rúa. Durante una corta charla le pidieron que “tome urgentes medidas”. No se lo dijeron, pero le dieron a entender que la descompresión de la situación pasaba por la renuncia de Cavallo. También le hablaron del gabinete de unidad nacional. Según fuentes parlamentarias, el Presidente dijo no a todo, menos a la cuestión Cavallo.
Poco después de las 17, los timbres de ambas Cámaras llamaban a sesionar. En el Senado, el justicialismo, el Frepaso y los provinciales ya estaban sentados. Los radicales, en tanto, continuaban reunidos. Con quórum, Ramón Puerta abrió la sesión. Inmediatamente después, José Luis Gioja pidió un cuarto intermedio de diez minutos en las bancas y partió raudo junto al cordobés Juan Carlos Maqueda hacia el bloque radical. Los oficialistas les pidieron media hora más para consensuar una posición. Cuando regresaron al recinto, el sanjuanino transmitió el pedido radical. Fue un no rotundo. Entre los más entusiasmados con continuar la sesión estaban Jorge Busti y Jorge Yoma. Este último instaba a sus colegas: “Avancemos con la derogación de los superpoderes, porque si bajan los radicales no tenemos los dos tercios”, dijo sin saber que poco más tarde el oficialismo ingresaría con la decisión de apoyar todo menos la prórroga de las sesiones ordinarias.
La gran incógnita entre los justicialistas era la versión de la instauración del estado de sitio. Eduardo Duhalde comentaba a su colega Mabel Müller que había hablado con De la Rúa: “Me dijo que todavía lo está estudiando”, indicó. El catamarqueño Luis Barrionuevo no lo dejó terminar: “Eduardo, me hablaron de Presidencia. Me pedían que calme a la gente del conurbano. Yo les dije que no tengo nada que ver, si hasta le pedí a mi gente que salga a calmar los ánimos”.
En Diputados, en tanto, y tras una debatida sesión, una amplia mayoría aprobaba por medio de una ley las derogaciones de los superpoderes y la intangibilidad de los salarios ante una débil resistencia radical.
Con la media sanción en las manos, Roggero y un grupo de legisladores ingresaron al Salón Rosado, contiguo al recinto del Senado. Allí les entregaron a sus pares las normas aprobadas. “Es necesario darles sanción inmediata”, le señaló Roggero a Gioja para luego partir hacia Diputados a la espera del tan mentado decreto de estado de sitio.
En el recinto continuaba el debate sobre la constitucionalidad de la prórroga de las sesiones ordinarias. Los radicales, de la mano del mendocino Raúl Baglini, resistían el avance justicialista: “Van a llover los juicios”, amenazaba Baglini. Los constantes llamados desde Gobierno obligaban a Maestro a salir una y otra vez del recinto. “Le dijeron que renunció todo el Gabinete y que De la Rúa lo anunciará durante el discurso por cadena nacional. El Presidente armará un gabinete de crisis hasta tanto se pueda concretar el de unidad nacional”, aseguraban fuentes cercanas al presidente de la bancada.
En los pasillos del Senado se reproducían cada vez más versiones. Una decía que Duhalde sería parte del futuro gabinete. Los hombres del bonaerense salieron a negarlo inmediatamente. Puerta, en tanto, le repetía a su gente: “El PJ tiene prohibido el cogobierno”, para luego agregar que ante una posible renuncia presidencial “convocaré a las dos horas a la Asamblea Legislativa. Yo no me quedo con los ajeno”.
Eran las once de la noche cuando los senadores se dispusieron a votar la prórroga de las sesiones ordinarias. Los radicales, obvio, se opusieron, pero igual se aprobó. Fue lo último que trataron porque para aprobar lasleyes que llegaron de Diputados se necesitaba los dos tercios. El cuarto intermedio impuso el final. Había finalizado uno de los días más agitado de la Argentina.

 

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