Por Mónica
Gutiérrez
El conflicto social en Córdoba
tuvo ayer su pico máximo en la sede del gobierno municipal, semidestruida
tras una asamblea de empleados que terminó en desmanes y represión
policial. La oposición del gremio municipal a la gestión
de Germán Kammerath y la crisis que en los últimos meses
viven los cordobeses ante la debacle de casi todos los servicios públicos,
explotaron en el centro de la ciudad. El intendente habló públicamente
recién pasado el mediodía, pero sólo echó
más leña al incendio: dijo no entender que empleados
que ganan 2000 pesos de promedio alteren la paz social. El gremio
desmintió la cifra y apuntó contra el desmantelamiento de
la comuna por parte de Kammerath, que aumentó la planta política
en 140 cargos desde que asumió. La capital cordobesa tampoco
quedó ajena al panorama nacional. A la tarde se multiplicaban los
saqueos mientras el gobierno provincial trataba de tapar focos con ayuda
alimentaria.
La falta de anuncios de pago de sueldos, aguinaldos y refrigerio por parte
del gobierno municipal, sumado al inminente achicamiento de la planta
de empleados, recalentaron el ambiente en los últimos días.
Hacia las nueve, un grupo de treinta hombres comenzó a romper vidrios,
computadoras y mobiliario de la planta baja de la sede municipal. Minutos
después, las piedras y las bombas de estruendo apuntaban al despacho
de Kammerath.
Hace 48 horas, el intendente había firmado la emergencia
municipal, decisión por la que se suspenden los pagos por
juicios contra el municipio y se anticipa un achicamiento compulsivo de
los gastos. Durante los incidentes, sorprendió cómo la policía
dejó hacer a los primeros exaltados y sólo desató
una violenta represión cuando se reunieron alrededor de 400 municipales.
La Guardia de Infantería, junto a los bomberos, disiparon a los
manifestantes, arrestando a quince, entre ellos el dirigente del sindicato
Mario Fonseca. Varios periodistas fueron agredidos por empleados que trataban
de impedir que filmaran los desmanes.
El secretario de Gobierno de la Municipalidad, José María
Las Heras, formalizó una denuncia ante la Fiscalía General,
que pidió a los canales las cintas grabadas durante los disturbios.
A quince cuadras del centro, en la sede del Registro Civil, los manifestantes
arrojaron líquido mortuorio, que provocó afectados por inhalación
entre empleados y público, y una nueva represión policial.
Después del mediodía, los incidentes se trasladaron al sindicato
de Luz y Fuerza, donde se habían congregado los dirigentes municipales.
La policía los persiguió y arrojó gases adentro,
sin advertir que había chicos que ensayaban para una fiesta de
fin de año. Veinte chicos fueron trasladados al hospital con principios
de asfixia.
La imagen de Germán Kammerath entró en caída libre
a seis meses de asumir, cuando el gremio municipal difundió sus
gastos superfluos y el aumento en cargos políticos de 133 a 270,
un gasto extra de 22 millones anuales. Otros gastos que desbordaron el
presupuesto 2000 fueron el pago de 15.000 pesos mensuales a una agencia
de publicidad por folletería y avisos y la renegociación
de contratos de correo que aumentó los montos en tres millones
anuales. Para octubre, la caída era tal que Unión por Córdoba,
la coalición que lidera José Manuel de la Sota, perdió
la elección a senador en la capital cordobesa. Todas los cañones
apuntaron a Kammerath, que debió resignar a su propio gabinete
y aceptar, con una forzada sonrisa, el arribo de enviados delasotistas
que venían a poner orden en las finanzas municipales.
Para este fin de año, la crisis local se expresaba en protestas
de todo tipo. Hace diez días, los médicos realizaron una
huelga de hambre en el Hospital de Urgencias, que fue modelo de atención
y está devastado por la falta de insumos y la desafectación
progresiva de personal. En lo que vade la semana hubo un paro total y
dos parciales del transporte urbano, por retrasos en los pagos y despidos
después de la concesión que realizó el intendente.
Y Córdoba se quedó sin basureros la semana pasada, por la
falta de pagos a la empresa concesionaria.
REPRIMIERON
A ESTATALES FRENTE A LA LEGISLATURA
Ajuste y palos en La Plata
La Plata también tuvo
su día de furia. Además de los saqueos que se produjeron
en distintos comercios de la ciudad, al menos seis personas resultaron
heridas cuando la Policía reprimió a los estatales concentrados
frente a la Legislatura provincial para impedir el tratamiento de un proyecto
de ley que establece otro duro ajuste en el gasto público bonaerense.
Por lo pronto, el vicegobernador Felipe Solá confirmó que
en los días que restan de esta semana no se someterá
a votación la propuesta del Ejecutivo que conduce Carlos Ruckauf.
Estatales, docentes, judiciales, médicos y obreros del Astillero
Río Santiago se concentraron frente a la Legislatura para repudiar
el nuevo ajuste en las cuentas bonaerenses, que incluye despidos masivos
en la administración provincial. Según Solá, la restricción
de gastos está justificada por la crisis que tenemos,
y agregó que si la Nación no nos paga y nosotros no
recaudamos, tenemos entonces que producir un Estado más pequeño
para poder pagar los sueldos.
En un momento de la protesta, un grupo de manifestantes intentó
entrar por la fuerza a la sede parlamentaria, lo que generó la
reacción policial. Mediante balas de goma, bastonazos y gases lacrimógenos
los uniformados abortaron la iniciativa, pero dejaron un saldo de seis
heridos. Tras los disturbios, los estatales se dispersaron y se refugiaron
detrás de los árboles de la céntrica Plaza San Martín.
Al rato, se reagruparon y siguieron la protesta frente a la Casa de Gobierno
provincial.
Mientras tanto, Solá confirmaba que se interrumpía el tratamiento
del proyecto. La decisión la hemos tomado para atemperar
los ánimos y entablar las negociaciones que hagan falta, con los
sectores involucrados, explicó el vicegobernador.
La Policía responsabilizó por los incidentes a grupos
de encapuchados, a los que identificó con el movimiento Quebracho.
Según fuentes policiales, los que quisieron irrumpir en la Legislatura
se diferenciaban claramente del grueso de los manifestantes,
quienes portaban chalecos verdes de la Central de los Trabajadores
Argentinos (CTA).
Por otra parte, luego de la represión, y pese a que fue suspendido
el tratamiento parlamentario del ajuste, los sindicatos que protagonizaron
la protesta se declararon en estado de alerta, y la Asociación
de Trabajadores del Estado (ATE) concretará hoy un paro de 24 horas.
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