Por C.Z.
Los banqueros se quejan de
que Domingo Cavallo los dejó atados de pies y manos,
después del canje de la deuda al que definen de compulsivo,
y de que nada de lo que vendrá será bueno, al menos
en el corto plazo. Los financistas consultados por este diario están
seguros de que lo que se viene es el escenario menos querido por ellos:
la salida de la Convertibilidad y la devaluación del peso. No obstante,
dejan trascender que el próximo Gobierno tendrá que tomar
medidas para protegerlos. El seguro de cambio y el congelamiento total
de los depósitos figuran al tope de esos reclamos.
Con la Convertibilidad, los bancos obtuvieron jugosas ganancias. Altas
tasas de interés reales, servicios financieros caros y financiamiento
asegurado al Estado fueron los principales componentes de los buenos tiempos.
Y las filiales de los conglomerados extranjeros pudieron girar importantes
dividendos a sus casas matrices. Ante la posibilidad cierta de un cambio
en las reglas de juego, los banqueros vislumbran tres escenarios. Aunque
todos tienen idéntico desenlace: la devaluación.
* Escenario 1. El menos malo, según opinan los banqueros,
aunque también el que menos chances tiene. Se trata de la instauración
de una tercera moneda, que paulatinamente reemplazaría al peso
como moneda de transacción, flotando en relación al dólar.
Según los financistas, este mecanismo sería el menos traumático
para la economía.
* Escenario 2. Libre flotación del tipo de cambio. En este esquema,
los banqueros estiman que, en un primer momento, el peso se depreciaría
a entre 2 y 2,50 por dólar. No obstante, especulan que el punto
de equilibrio se ubicaría en torno de 1,40. Si se diera este escenario,
los financistas reclaman diversas protecciones: en primer lugar, un congelamiento
de los depósitos para evitar que cualquier fuga de divisas termine
por debilitar al sistema financiero. Al mismo tiempo, el Gobierno debería
emitir un bono para poder renegociar los créditos en dólares.
Los fondos para cubrir ese bono deberían salir de las reservas
del Banco Central, que en la actualidad alcanzan a unos 15.000 millones.
* Escenario 3. Pesificación. Anoche, en la city creían que
éste era el escenario con más chances. Tanto los depósitos
como los créditos nominados en dólares pasarían a
pesos. Pero los banqueros, en coincidencia con las empresas privatizadas,
pretenden que el nuevo Gobierno les otorgue un seguro de cambio. Así,
el Banco Central les asegura que cada dólar seguirá costando
un peso para las operaciones que se hagan con el extranjero. Como, por
ejemplo, las deudas tomadas en dólares por los propios bancos.
Al igual que en el escenario anterior, en éste los banqueros también
reclamarían un congelamiento de los depósitos. El argumento
se basa en que la incertidumbre inflacionaria que generaría una
devaluación precisa de esa medida extrema para evitar una nueva
corrida bancaria, a la cual los financistas catalogan de terminal
para el sistema. Banqueros consultados por este diario asumieron que el
pisado de los depósitos duraría al menos un
año. Es el tiempo necesario para que se regenere la confianza
y la economía vuelva a mostrar signos de recuperación,
se justificaron en el microcentro.
En el nuevo escenario político, los banqueros tratarán de
postular a uno de sus hombres para que se incorpore a la conducción
económica. Aunque saben que deben esperar la resolución
política de la crisis harán lobby para que Emilio Cárdenas,
ejecutivo del HSBC, desembarque en Economía. Sin dudas, este banquero
pugnará por conseguir el escenario más ventajoso para sus
colegas.
EL
APOYO DEL FMI A LAS NUEVAS AUTORIDADES
La despedida llegó antes de tiempo
Estamos listos para colaborar
con las nuevas autoridades en el desarrollo de un programa sustentable,
enfatizó el vocero del Fondo Monetario Internacional, Thomas Dawson,
tratando de mostrarse solidario. Es una declaración calcada a la
que el organismo hace ante cada situación crítica. Lo único
escandaloso es que esta vez el portavoz del FMI no esperó a que
Fernando de la Rúa presentara su renuncia, sino que transmitió
su declaración de apoyo a las nuevas autoridades cuando el país
se incendiaba y el entonces presidente se preparaba para convocar a un
gobierno de coalición. Era previsible que el justicialismo rechazaría
el convite, pero eso no justifica que Dawson hiciera semejante desplante
al gobierno que hasta el día anterior el Fondo decía respaldar.
Nuestra meta siempre fue trabajar con Argentina y lo sigue siendo,
añadió Dawson, quien no pudo explicar por qué el
país llegó a la situación de estallido social en
medio de la peor crisis económica de su historia si siempre siguió
a rajatabla las recetas del Fondo. Lo cierto es que sus autoridades le
habían bajado el pulgar a Domingo Cavallo hace tiempo. Y por la
función de escudo de De la Rúa que ejercía el ex
ministro de Economía, indirectamente la condena también
recaía sobre todo el gobierno. De hecho, Dawson no tuvo la delicadeza
de esperar que los acontecimientos terminaran para adelantar el respaldo
a las nuevas autoridades.
El secretario del Tesoro de Estados Unidos, Paul ONeill, ha sido
en el pasado bastante descarnado en sus descripciones de la Argentina.
Por tanto, no sorprendió tanto que dijera que parece estar
muy claro que ellos (por la Argentina) no podrán atender su deuda.
El gobierno estadounidense dejó en claro que prefería la
declaración formal de default cuando hace exactamente un mes negó
una ayuda financiera al país. Y dijo que se debería seguir
negociando con el FMI. Semanas más tarde, el Fondo también
negó la asistencia ante el incumplimiento en la meta fiscal.
Están trabajando en las diferentes opciones que una Nación
soberana tiene que estudiar para colocarse en una base financiera sólida,
declaró ONeill, y de inmediato agregó que la
iniciativa debe venir del liderazgo del país. No es algo que pueda
ser impuesto desde fuera. Con ello, otra vez ONeill remarcó
que hasta que la Argentina no acomode su situación política
y diseñe un plan económico sustentable, el respaldo de Estados
Unidos será sólo retórico. En ese sentido, el vocero
de la Casa Blanca, Ari Fleischer, dijo que al presidente (George
Bush) le gustaría que Argentina trabaje con el FMI para tratar
de superar esta difícil situación, y pueda volver al crecimiento
económico sustentable.
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